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Datos principales
Desarrollo
CAPITULO VI Genio, costumbres y propiedades de los indios ó naturales de la provincia de Quito 930 Es el assunto que debe tratarse en este capitulo de tal naturaleza y sus circunstancias tales que, si al leerlo, se trae á la consideracion la memoria de lo que en su particular dan á entender las historias antiguas se hallarán muy distinta de convenir con él, siendo entre ellas y lo que aqui se dirá tan sensible la diferencia que aun yo mismo, quando vuelvo los ojos á los tiempos passados, con estraña novedad me lleno de confusión sin acertar á penetrar la causa de ello, mayormente quando no le es possible á la razon ni dudar la realidad de aquellas primeras noticias acerca de la industria, policia y leyes de los indios del Perú porque en parte se hallan sostenidas con los vestigios de las portentosas obras, cuyas memorias existen y son objeto de la admiracion, ni darles entero credito al ver en los presentes tiempos unas gentes posseidas totalmente de ignorancia, llenas de rusticidad y poco apartadas de una inculta barbarie, como la que se nota entre aquellos que casi á imitacion de irracionales vive esparcidos en los campos, formando habitacion de los bosques y lugares mas incultos. Aumentase la admiracion al concebir que aquellas gentes, tan avisadas para disponer leyes justas y establecer un govierno tan particular como el que tuvieron, no demuestren señales en los fondos de su espiritu para haver podido alcanzar tanta economía y civilidad, siendo, sin duda alguna, la misma gente y no distintos unos de otros en muchas de sus propiedades y costumbres; por esto, dexandole al discurso abierto el campo de la razon para que con prudente reflexion se dirija por los rumbos que le puedan conducir á salvar esta gran dificultad y juzgare mas probable, passaré con mi relacion á dar noticia de lo que en los tiempos presentes se observa en los indios tocante á sus genios, costumbres y propiedades, segun me lo tiene acreditado la experiencia en el trato y comunicacion con ellos por espacio de mas de diez años.
En ello podrán repararse cosas que convienen en alguna manera con lo que se dice de los antiguos indios del Perú tocantes á su industria ó sagacidad y otras que les faltan al presente en quanto á la luz, que se dice tuvieron de algunas ciencias, á la sabia conducta y disposiciones que se alaban de su govierno y á la racionalidad con que vivian en la puntual observancia de sus leyes. 931 Dificil empressa es la que acometo en querer descifrar las costumbres é inclinaciones de los indios y definir, ó apurar puntualmente las verdaderas propiedades de sus genios y natural. Si se miran como hombres, parece desdecir de la excelencia del alma la corta comprehension de sus espiritus tan sensiblemente que apenas se puede concebir de ellos en algunos casos otra idea que la de su semejanza, á las bestias, y aun á veces sin la prerrogativa del instinto propia de estas. Por otra parte, ni se hallarán entendimientos mas comprehensivos ni malicia adelantada con tantas advertencias y prevenciones como la de aquellas gentes. Esta desigualdad pude hacer titubear en el concepto al hombre capaz pues, si quiere formar juicio por los informes de la primera aprehension, no será mucho los acredite de un genio vivo, sutil y penetrante; pero si reflexiona acia su barbarie, su rusticidad, la extravagancia de sus opiniones y methodo de vivir, no sería muy estraño que, no encontrando en ellos los accidentes de la racionalidad, los creyesse dignos de ponerse no muy lexos del paralelo de los brutos.
932 Es un natural el de los indios tal que, si la indiferencia con que miran todas las cosas temporales no se estendiese tambien á las eternas, podria decirse de ellos no haver sido mas dichosos los que fingieron los antiguos haver gozado las ventajas del Siglo de Oro. La tranquilidad de sus espiritus es inmutable á los contratiempos y no sensible á las felicidades que pueden ofrecerseles segun su positura; viven tan contentos con su corto y reducido vestuario como el principe ó señor que ostenta la alta dignidad de su persona con las mas exquisitas y prolixas galas, y no solo no desean otras mas curiosas que la casualidad represente á su vista pero ni aun adelantar en nada la cortedad de las suyas. Las riquezas son para ellos no menos despreciables, y la autoridad ó dignidad á que pueden aspirar, de tan poca codicia que con el mismo semblante admite un indio el ministerio de alcalde, quando se lo dan, como el de verdugo, si lo precisen á que lo exerza; y assi entre ellos, ni los unos acrecientan el honor ni se disminuye aquella reciproca estimacion de las personas por los otros. Del mismo modo, nada mas apetecen en las comidas que aquello que los satisface, y tan contentos parecen con las rusticas de que ordinariamente usan como con las mas regaladas que pudieran ofrecerselas, no porque esté yo persuadido á que, puestos en el acto de escoger entre las suyas y otras mas delicadas, tal vez no se inclinarian mejor á estas sí solo porque su deseo á adquirirlas es tan remisso que casi se equivoca con el total desprecio, y muestran tan poco apego á inclinacion en todo que lo mas corto, breve y simple es lo mas adequado para su natural.
933 No hay cosa que los altere ó immute; el interés tiene con ellos tan reducida su autoridad que es lo que menos les obliga, pues á veces no se consigue un pequeño servicio aunque se les ponga á la vista una recompensa grande; e temor no los estimula, el respeto no los induce y ni aun el castigo los fuerza, genio verdaderamente bien particular pues ni es flexible por medio alguno ni capaz de salir un punto de aquel reposo natural con que se burla de los hombres mas sabios, de dexar la ruda ignorancia con que son la mortificacion de los mas prudentes, ni de apartarse de la inadvertida sencillez y descuido con que vuelven inutiles los esfuerzos y solicitud de los mas vigilantes. Para dar, pues, la mas cabal idea de aquellos naturales, se havrá de tocar algo de su particular genio y costumbres, sin cuyo auxilio jamás podrá quedar bastantemente descifrado su caracter. 934 Son, por lo general, todos los indios de un natural pausado y en sumo grado espaciosos, lo que se vé acreditado en las obras tan prolixas á que suelen dedicarse; de aqui nace que, en reparandose alguna, aunque de corta sustancia, que requiera mucho tiempo y flema, es regular el decir ser solo un indio capaz de executarla. En los texidos de alfombras, colgaduras de camas, colchas y otras semejantes, no dictandoles otro mejor medio su industria, tienen para passar cada trama la paciencia de ir cogiendo los hilos uno á uno, contarlos á cada vez y correrla despues; con que, para acabar qualquiera de estas obras, se suelen tardar dos ó mas años, segun es de grande y segun los que en ella trabajan.
Es, sin duda, que, aunque contribuya mucho á tanta duracion el genio de la nacion, tiene tambien parte en ello la falta de artificio y luces de que carecen; y que si estas se les franqueasen, les serían muy provechosas por la grande agilidad y comprehension que tienen á toda suerte de obras de mano, de que dan irrefragable testimonio las antiguas que todavia se conservan tanto en aquella provincia como en todo el Perú, de que se dará razon en adelante. 935 Al genio lento y pausado de los indios es inseparable compañera la pereza en tanto grado que ni la conveniencia propia ni la obligacion de atender á los encargos de sus amos los mueve á cumplir con ellos ó los instiga al trabajo; si es para su provecho, nada se apuran, dexandolo todo el cuidado de las indias. Estas hilan y, con ello, labran las camisetas y calzones, unico vestuario de los maridos; les preparan el metalotaje, que assi llaman á la comida, ó moliendo la cebada para la machca ó tostando el maiz para la camcha , y les fabrican la chicha; en el interin, si la diligencia del amo no precisa al marido á que trabaje, se está en cuclillas, que es la postura regular de todos, viendo trabajar á la muger, bebiendo ó arrimado á un fogoncillo sin moverse hasta que la necessidad le insta á hacerlo para comer ó para acompañar á sus amigos; lo unico en que se emplean para su propia utilidad es en arar las tierras de aquella chacarita que han de sembrar, pero la siembra con lo demás del cultivo queda á cargo de la muger y de los hijuelos que tiene.
Quando están en esta forma, por no moverse, desprecian los mayores interesses, y assi suele suceder que llega un passagero extraviado á alguna de sus chozas, y, luego que lo sienten á la puerta, se esconden todos dexando á las mugeres que respondan y nieguen que están allí por evadirse de andar un quarto de legua ó menos hasta mostrar el camino y ganar en este corto tiempo un real ó medio, que es lo menos que se les puede dar; si el passagero se apea y entra en la choza, no le es facil encontrarlos porque la obscuridad de estas, no teniendo mas luz que la de un agujero por puerta, los encubre, y aun cuando dá con ellos, ni le bastan las ofertas ni los ruegos para que le guien aquella corta distancia. Lo mismo se experimenta en otra qualesquier cosa en que sea necessario ocuparlos. 936 Para que cumplan con la obligacion á su amo en aquellos assuntos á que los destina y paga, no es suficiente les diga lo que han de hacer; es preciso que esté siempre velando sobre ellos, y el corto rato que se descuida suspende el indio el trabajo hasta que siente volver al que la ha de reprehender. Para lo unico que no se niegan y están prontos, es para las cosas de diversion ó alegria, á las fiestas y funciones donde hay danzas y á todo lo que es regocijo, pero siempre ha de acompañar á este el de la bebida, colmo de todos los suyos; dan principio á ella con el dia y no dessan hasta que totalmente tienen perdido el sentido. 937 Es tal la propension que tienen á la embriaguez que no se escapa de incurrir en esta falta ni el cacique por su superioridad ni el governador ó alcaldes por su caracter; quando tienen alguna fiesta ó celebridad, todos concurren á ella y beben igualmente hasta que, depuestos de la razon, quedan rendidos á los vapores de la chicha.
Es digno de notar que tanto las indias solteras ó casadas como los indios, que por su poca edad no han tomado estado, se conservan libres de este vicio por ser costumbre entre ellos que en solo los padres de familia resida la facultad de beber con demasia y les sea licita la embriaguez, como personas que tienen quien los cuide quando estén fuera de sí. El methodo con que celebran sus funciones es raro y por tal digno de que no se omita. 938 El que hace la fiesta ó es dueño de la celebridad combida á su casa á todos sus conocidos y tiene dispuesta en ella una porcion de chicha proporcionada al numero de los concurrentes, de suerte que con corta diferencia venga á haver un botija por persona, siendo assi que cada una de estas es de 30 ó mas frascos de cabida. En el patio de la casa, si es en poblado grande, ó delante de las chozas, si en pequeño, ponen una mesa con un mantel de tucuyo reservado para tales ocasiones; toda la comida se reduce á la camcha regular y á unas yervas silvestres cocidas en un pequeño puchero con agua; juntanse los convidados y, con una ó dos de las hojas de este cocimiento y diez ó doce granos de camcha, tienen hecha la comida; concurren todas las mugeres y dan de beber á sus maridos en unos calabozos ó totumos redondos que llaman pilches, repitiendolo hasta que se alegran; alguno de ellos toca con la una mano un tamborillo y con la otra una flautilla á su usanza, y los demás forman sus danzas, que consisten en moverse de un lado para otro sin orden ni concierto, interin que algunas de las indias les cantan coplas en su propia lengua, con lo qual vá prosiguiendo el regocijo y fiesta acompañados de la bebida, que no dá muchas treguas en su repeticion.
Lo mas notable de esto es que todos aquellos que no danzan se mantienen en su postura regular de cuclillas hasta que les toque su suerte, y la mesa solo sirve de bien parecer porque no tienen que comer en ella ni se sientan á su inmediacion. Quando la fuerza de la mucha bebida los trastorna, duermen allí todos juntos, y no hay reparo en tomar uno la muger del otro, su propia hermana, hija ú otra de no mas distante parentesco, y de tal suerte olvidan todas sus obligaciones quando se entregan al desorden de estas funciones que se están tres ó quatro dias hasta que los curas toman la resolucion de ir en persona y vaciarles toda la chicha, separandolos para que no vuelvan á comprar otra. 939 El dia que sigue á el de la funcion llaman del concho, que significa dia en que se beben los assientos que quedaron del antecedente. Con estos empiezan, y, luego que se acaban, cadda uno de los combidados vá llevando de sus casas las botijas que en ella tiene prevenidas ó compran entre todos; assi, queda nuevo concho para el tercer dia, y succesivamente no se terminara hasta acabarse la chicha, el dinero y el credito para comprarla si no se les estorvasse la continuacion. 940 El sentimiento de sus entierros se reduce igualmente á la bebida. En la casa del duelo ponen botijas de chicha, y no solo beben los dolientes y los que les acompañan sino que salen estos á la calle y obligan á quantos de su nacion passan, sean indios con estado, solteros ó mugeres, á que entren á beber en honor del difunto.
Esta ceremonia dura quatro, cinco ó mas dias por ser el principal entretenimiento que les lleva la atencion y en el que tienen empleado todo su pensamiento y conato el de la bebida. 941 Tanto quanto se abandonan los indios al vicio de la embriaguez, son agenos de el del juego, siendo assi que estos dos se suelen notar casi siempre compañeros; tan poco dados son á él que no se les percibe aficion alguna ni se conoce entre ellos mas de uno que se conservan desde el tiempo de la gentilidad, á el qual dan el nombre de pasa, que significa ciento, por ganar en él el que primero llega á completar este numero. Para jugarlo, tienen dos instrumentos, el uno viene á ser un aguila de dos cabezas de madera con diez agugeros por cada parte, donde, metiendo unas clavijas, sirven estas de apuntar por diezes los tantos que cada uno hace, y el otro es un huesso á manera de dado dividido en siete caras, de las quales á la una que tiene puesta cierta señal para distinguirse llaman quayro; las otras cinco numeran por su orden, y la ultima queda en blanco; su invencion no es otra que tirar el huesso por alto, y tantas quantas señala la cara que queda superior se ganan pero, si cae la que se llama quayro, entonces se ganan diez y se pierden otras tantas quando queda acia arriba la blanca. Aun siendo este juego propio de ellos, lo acostumbran muy poco y, por lo regular, solo quando empiezan á beber. 942 El alimento de los indios, segun vá dicho, consiste en el maiz hecho camcha ó mote y en la machca.
El modo con que hacen esta es tostar la cebada y convertirla en harina, la qual sin mas ingrediente comen despues á cucharadas y, con dos ó tres de ellas y una porcion de chicha encima ó, á falta de esta, de agua, tienen hecha su comida. Toda la prevencion que llevan para sus viages consiste en un saquillo, que llaman gicri-ta, lleno de esta harina y una cuchara, bastandoles para un viage de 50 ó 100 leguas. El modo de tomarla es hacer alto quando tienen hambre ó cansancio cerca de una choza ó parage donde hay chicha y, si no, junto algun arroyo; echar una cucharada del harina en la boca, traerla en ella algun rato para tragarla y, despues de haver tomado dos ó tres, beber una gran cantidad de chicha ó agua, con lo qual quedan tan satisfechos como si huvieran comido muchos manjares. 943 Sus casas son tan reducidas quanto se puede imaginar, pues solo consisten en una pequeña choza, en medio de la qual se enciende el fuego; allí habitan ellos y los animales que crian, perros, á que tienen grande aficion, y nunca les faltan tres ó quatro gozquillos, algun puerco, gallinas y cuyes. Este es su mayor caudal y lo principal de sus muebles pues, fuera de ellos, apenas hay mas que algunas pocas vasijas de barro, ollas, cantaros, pilches y botijas, y el algodón que suelen estar hilando sus mugeres. Las camas consisten en una ó dos zaleas de carnero sin ninguna otra circunstancia, y es lo comun en ellos dormirse en la postura regular de cuclillas, ni tienen que vestirse ni que desnudarse, y assi están siempre en un ser.
944 Aunque las indias crian en aquellas reducidas chozas las gallinas y otros animales, jamás los comen, y es tanto el cariño que depositan en ellos que no quieren ni matarlos por su mano ni venderlos, de modo que un forastero que, obligado de la necessidad, llegue á hacer noche en alguna de sus chozas, aunque ofrezca porciones de dinero por un pollo ó gallina, no conseguirá que voluntariamente se lo vendan hasta que use del arbitrio de matarlo, y, entonces, llorando la india y haciendo tantos clamores como si le huvieran muerto un hijo, recibe el precio por ver que no tiene yá remedio. 945 Muchos de ellos, quando caminan, suelen llevar consigo á pie toda su familia, y las madres cargan á las espaldas con los hijos tiernos que todavia no andan. Sus chozas quedan cerradas, y, como no tienen muebles que les hurten, un pedazo de cuero ó cordelillo les es llave muy segura; entonces, mudan los animales á la casa de otro indio conocido ó vecino si el viage ha de ser de algunos dias y, quando no, lo dexan todo fiado á los perrillos, los quales les corresponden tan fieles que no dexan acercar á la choza á ningun otro que á sus amos, notandose en esto una cosa bien particular, y es que los perros criados por españoles ó mestizos tienen tan grande ojeriza á los indios que, si alguno de ellos vá á entrar en casa donde no sea muy conocido, se le abalanzan y maltratan á no haver quien los defienda, distinguiendolos desde lexos por el olfato, y, al contrario, los perros criados por los indios vuelve toda la oposicion contra los españoles ó mestizos, discirniéndolos del mismo modo que aquellos.
946 Por lo general, los indios, fuera de los que se han criado en las ciudades ó poblaciones grandes, no hablan otra lengua que la suya propia, nombrada quichua, la qual fue establecida ó divulgada por los ingas en lo que se estendia su imperio para que assi todos se entendiessen y tratassen, de donde nació llamarla lengua del inga. Hay, no obstante, algunos que entienden la castellana y la hablan, pero rara vez se reducen á responder en ella, aun quando conocen que la persona con quien comunican no les puede entender en la quichua; assi, es en vano cansarse en persuadirles que se expliquen en castellano porque no es facil con ellos el conseguirlo. Los indios criados en las poblaciones grandes no incurren en esta tenaz idea; y antes bien, quando se les habla en su lengua, suelen responder en la nuestra. 947 Son todos agoreros y muy supersticiosos, propiedad que conservan desde su gentilidad y que no han podido todavia desterrar radicalmente de sus espiritus ni los consejos de sus curas ni los desengaños de su misma ceguedad. Assi, se valen de mil diabolicas composiciones y artificios para tener fortuna para que los suceda lo que desean y para quanto imaginan. Sus entendimientos están totalmente embelesados en estos engaños y no es facil desimpressionarlos de ellos ni reducirlos á que sólidamente abracen la religion; en esta son tan superficiales é inconstantes que, tanto quanto en lo aparente dan á entender sus costumbres y propiedades, confirman la poca firmeza que tienen en ella, pues, si assisten los domingos y dias de precepto á la obligacion de la doctrina y missa, es hostigados del temor del castigo, sin el cual ninguno concurriria; y para mayor convencimiento de esto, servirá de exemplar el siguiente caso, que me refirió uno de los curas dde aquellos pueblos entre otros muchos que oí y toqué.
Havia faltado á la assistencia de la doctrina y missa un indio, y, sabiendo el cura por los otros que la causa era por haver empezado á beber desde temprano, el siguiente que ocurrió le hizo los cargos de su culpa y le impuso el castigo de algunos azotes, que es el regular para ellos, de cualquier edad ó sexo, porque sus cortos talentos no son proporcionados á otro mas serio; después que los huvo recibido, se volvió al cura, y, dandole los agradecimientos de que le huviesse hecho castigar por haverlo merecido, le correspondió aquel con una platica aconsejandole á él y á los demás del auditorio que no faltassen nunca á las obligaciones de christianos; pero después de haverle concluido, le dixo el indio con grande humildad y sencillez que le mandasse dar otros tantos azotes por quenta del siguiente domingo, que tenia intencion de volver á beber y no assistir. Por esto, es tan poco lo que en ellos aprovecha la enseñanza que no se estraña verlos con una rara ignorancia en los puntos precisos de la religion después del continuo exercicio en doctrinarlos, desde que empieza con la edad á despertar en ellos la razon hasta que mueren. 948 Es tanta la indiferencia que en esto se nota que no causan en sus comprehensiones mas cuidado los cargos de sus almas que los del cuerpo; y sin apartarme de que hay muchos cuya racionalidad no conoce ventajas en los assuntos que miran al buen régimen de sus conciencias á la de los hombres mas timoratos y advertidos, en los demás á la ignorancia crasa en que sus entendimientos se hallan envueltos los hace insensibles á las cosas eternas ó la malicia los tiene engañados que son inflexibles á las christianas persuasiones; y aunque en este punto por una parte lo conceden todo y no se niegan á quanto se les propone, por otra dexan abierto el campo á la desconfianza.
No quisiera yo atribuir á esta nacion propiedad que no le correspondiera, mayormente en assunto tan delicado, y asi referiré algunos casos para que por ellos se pueda comprehender su natural en este particular y quedar yo libre de padecer equivocacion en el juicio. 949 Assi com los curas doctrineros los instruyen y aconsejan en las cosas de religion indefectiblemente todos los domingos del año, del mismo modo, luego que enferme algun indio y ven que está de cuidado, van á su casa y lo exhortan á que se prepare para morir bien, añadiéndole todo aquello que consideran necessario para que abra los ojos del conocimiento y entre en razon de los atributos del Supremo Criador y de la consideracion del trance en que se halla pero después de haverle hablado gran rato, sin que ni por palabras ni en el aspecto dé inicios de que ha labrado en él lo que se le ha dicho, quando se les reconviene con sus vicios y mala vida y se les advierte que, si no se duelen de ellos antes de morir y piden perdon á Dios, serán sus almas castigadas eternamente, responden con una gran serenidad, sin dar la menor señal de causarles sentimiento, assi será padre, dandole á entender que sucederá como lo dice, pero que ellos no alcanzan en qué consiste el perjuicio que les manifiestan. Este assunto se lo tengo oido repetidas veces á los curas de aquellos pueblos, hombres inteligentes y doctos. De aqui nace que son muy pocos los indios á quienes se les subministra el Santissimo Sacramento de la Eucharistia por no encontrarse en ellos la capacidad correspondiente.
Y sucede mas en este particular, que para que avisen al cura los de la casa del enfermo es preciso que estén amenazados del castigo, sin lo qual nunca lo hicieran pues, aun con esta prevencion, muchas veces lo omiten y dexan morir sin sacramentos. 950 La vana idea que observan en sus casamientos es de lo mas especial que puede imaginarse, pues, al revés del comun de las gentes, ellos hacen estimacion de lo que los demás abominan, reputando por cosa de menos valer en sus mugeres para elegirlos por propias el que nadie las haya querido antes que ellos. 951 Luego que piden la que escogen por muger á su padre y que este se la concede, empiezan á hacer vida juntos como si ya estuvieran desposados y ayudan al suegro en aquellos pequeños trabajos de la disposicion de su chacara; quando han passado tres ó cuatro meses ó muchas veces un año, suele dexarla diciendo ó que no le ha agradado ó mas claro por el barbaro motivo arriba dicho, quexandose del suegro que lo pretendia engañar con su hija no haviendola querido antes nadie; pero si acaso no hay este arrepentimiento después de los tres ó quatro meses de haver vivido juntos, á que llaman entre sí amañarse, se casa con ella, siendo esto tan comun que la mas viva eficacia de los curas y prelados no ha podido destruirlo, y assi es la primera pregunta que les hacen si se han amañado para absolverlos de este pecado antes de darles las bendiciones. No tienen por matrimonio formal el no solemne y sí solo la ceremonia de la velacion; con que, es forzoso, el tiempo que se dan las manos, velarlos porque, dilatandoles esta circunstancia, se separan quando se les antoja, y no hay modo de hacerles entender que quedaron casados.
Ninguno de estos abusos se les puede castigar para que logren enmienda porque, no haviendo castigo que tengan por deshonor, ninguno hay que surta efecto. Lo mismo es para ellos que los saquen á la verguenza que ponerlos á lucir de danzarines en una funcion, siendo esto lo que mas estiman; el castigo corporal les es sensible mientras lo están recibiendo, y, un rato despues que ha passado, quedan tan serenos como si no los huvieran tocado, de donde proviene el que se les dissimulen muchas cosas y se procuren evitar por otros medios. 952 No es irregular en ellos el cambiarse las mugeres, sin mas trato ni convenio que haverse juntado uno con la del otro; se vá la muger de aquel con el ofendido para vengarse del agravio, y, quando se les hace el cargo, responden con gran satisfaccion y dan por disculpa esta causa; ni bien los han separado quando dentro de poco vuelven á la misma vida. Los incestos son, á correspondencia de esto, muy comunes, yá á causa de la embriaguez, como vá dicho, yá porque, no conociendo honor ni afrenta, nada hay que los pueda retraer de la inclinacion de sus apetitos. 953 Si son estrañas las costumbres y propiedades referidas, no lo será menos el methodo con que se confiessan, pues, además de que aun siendo muy ladinos y capaces en la lengua castellana, no hay forma de que se sirvan de ella para esto; luego que llegan adonde está el confessor, llamados de él, es preciso que con toda paciencia los instruya en todo lo que han de ir haciendo y los acompañe á decir la confession, de modo que, si él para, se queda sin proseguir el indio.
Concluida aquella, no es bastante que le pregunte el sacerdote si ha cometido una ú otra culpa, sino que es menester le afirme haverla incurrido por ser de las comunes suyas, pues, sin esto, negaria á todo mintiendo, y á fuerza de instancias y convencimientos, hasta llegarles á assegurar que lo saben de cierto, viendose por todas partes concluidos, responden con una grande admiracion diciendo que es assi, pero que ignoran cómo lo pudo saber y, dando las causales, descubren las circunstancias aun mas de las que se les preguntan. Si es dificil no tan solo el que declaren sus culpas sí tambien el que no las nieguen, siendo publicas, no lo es menos el que determinen el numero y solo con estratagemas se consigue, no sin pequeña obscuridad y desconfianza. 954 El temor que es natural cause en todos la memoria ó inmediacion de la muerte es mucho menos sensible en los indios que en alguna otra nacion. A tanto llega el desprecio con que miran las pensiones que mayor impression hacen en los entendimientos que no les inmuta la consideracion de la proximidad de este, obrando en ellos mas alteracion la incomodidad de la dolencia que la cercanía del peligro. Este punto lo tengo oido en los mismos terminos á muchos de aquellos curas, y la prueba mas evidente de ello son los exemplares que frequentemente se experimentan, pues, quando van á prepararles las conciencias, estando enfermos de cuidado, á las amonestaciones que les hacen para que se dispongan bien, responden con tal serenidad y sossiego que no dexan la mas leve sospecha de que el exterior semblante corresponde el interior sentimiento.
Lo mismo se experimenta en los que por sus delitos van á terminar la vida en el suplicio, de que, entre los muchos que por informes yo sabia, pude ser en una ocasion ocular testigo. Estando para ajusticiar en Quito á uno, no sé bien si mestizo ó mulato, y á un indio, ambos dentro yá de la capilla, passé á verlos la noche antes de la execucion. El primero, á quien exhortaban en castellano diversos sacerdotes, hacía repetidos actos de amor de Dios, fé y contricion, y se le conocia el sobresalto del lance á que estaba tan proximo; al indio acompañaban allí mismo otros eclesiasticos que le ayudaban en su lengua, pero la quietud de animo que manifestaba era tal que excedia á la que pudieran tener los que le atendian, y mas parecia hallarse arando alguna chacara ó en su exercicio de guardar ganado que en visperas de perder la vida. Esta cercanía á la muerte, en lugar de serle torcedor el gusto para la comida, como le sucedia al compañero, le servia de estimulo para querer aprovechar en sí lo que sobraba al otro, de modo que era preciso haverlo de contener por escusarle en tal trance los excessos de la gula; hablaba á todos con el desahogo que si fuesse aquello un acto de comedia ú otro semejante; si le exhortaban, respondia sin turbacion; quando le decian que hincasse las rodillas, lo hacía y, en el fervor de los actos, repetia palabra por palabra, volviendo la cara al uno y otro lado, lo mismo que quando se le está enseñando á un niño que no tiene talentos para mantener formalidad y divierte la aplicacion en otras cosas.
En esta forma se mantuvo hasta que lo conduxeron á la horca, donde estaba yá su compañero, y, sin que se percibiesse en él la mas leve alteracion, permaneció mientras le duró la vida, lo que igualmente tienen notado en aquellos paises en todos los de su casta. 955 Esto mismo se califica en otros varios assuntos, y particularmente en la resolucion y frescura con que se ponen delante de un toro sin mas arte para hacerle una suerte que el de dexar les dé un golpe de lleno, los reboltee en el ayre y vengan á caer al suelo dando un zarpazo, bastante en otros á ocasionar la muerte; pero como no les haga herida, se vuelven á levantar muy satisfechos de haverlo toreado, lo que con mas propiedad pudiera sentirlo de ellos el toro. Si se unen en quadrillas contra otros, arremeten á ellos intrepidamente, sin reparar en la superioridad de las armas de los contrarios ni en que de ellos mueren ó queden malheridos algunos, accion que en otra nacion mas culta se podria por esfuerzo de valor pero en ellos solo debe atribuirse á barbaridad y falta de reflexion. Son diestros en enlazar los toros á la carrera del cavallo; y como no temen el peligro, se brindan á qualquiera inconsideradamente. Con la misma industria persiguen á los ossos, y un solo indio, sin mas arma que el lazo y un cavallo, triunfa en todas sus cautelas. El modo es llevar el lazo de una beta de cuero tan delgada que no lo pueda asir la fiera con la callosidad de sus manos y tan fina que no rompa al esfuerzo de la carrera del cavallo y resistencia del animal.
Luego que descubren al osso, le persiguen; este se sienta para esperarlos y assegurar el salto sobre el cavallo; pero al punto que el indio llega á tiro, arroja el lazo, lo prende por el pescuezo y, dando dos bueltas á la silla en que vá montado con suma ligereza, corre á toda brida y, como el osso no le puede seguir porque se entretiene en agarrar la beta, lo ahoga y dexa muerto, accion verdaderamente arrojada é industriosa. En la provincia de Alausí, acia la cordillera oriental, que es donde abundan estos animales, se ven frequentemente casos de semejante especie. 956 Mucha parte de la rusticidad notada en los entendimientos de estos indios proviene de su poca cultura pues, atendidos los que gozan el beneficio de esta en algunas partes, se hallarán tan racionales como los demás hombres; y si no tan pulidos como las naciones cultas, á lo menos con capacidad para distinguir las cosas y conocerlas. Bien patentes se nos representan exemplares á la vista, y no es el menor el que se puede citar de las missiones del Paraguay, encomendadas al celo y vigilancia de los padres de la Compañia, donde labra su fervor el fruto á que aspira con la aplicacion de sus catholicas tareas y en pocos años ha conseguido hacer una republica de racionales culta y advertidda de los pueblos barbaros y vagabundos, á que antes estan reducidos aquellos naturales, siendo una de las sabias maximas que observan para conseguirlo el enseñar á los indios pequeños no solo la lengua castellana, en que instruyen tambien á los que se reducen á la fé y á la direccion de sus curas doctrineros, sino tambien la latina á los que descubren talentos para ello, y con escuelas que tienen en todos los pueblos de sus missiones, á leer, escribir y el manejo de las artes mecanicas, en las quales trabajan los indios con tanta propiedad y primor como los artifices de ella en Europa.
Estos indios son tan distintos en las costumbres y genio de los que antes he tratado que no hay comparacion entre unos y otros; tienen conocimiento de las cosas, discernimiento para no abandonarse á las barbaras costumbres de sus antiguos y no menos racionalidad para vivir como hombres, siendo asi que su naturaleza ni en lo formal ni por los accidentes es mas noble que la de los otros, pues una de las cosas que en este punto he notado en aquel reyno es que los indios de las distintas y dilatadas provincias que en él he caminado son semejantes entre sí, y los de Quito no son mas defectuosos de entendimiento que los de Valles ó Lima ni mas advertidos los de esta provincia que los de Chile ó Arauco. 957 Sin salir de la provincia de Quito, tenemos el exemplar que lo confirme, pues todos aquellos indios que se han criado en las ciudades y poblaciones grandes, exercitados en los oficios mecanicos y hablan la lengua castellana, son mucho mas advertidos que los que habitan en pueblos cortos, y sus costumbres, menos parecidas á las de la gentilidad; son expertos, capaces y no tan posseidos de errores, razon por que se les dá el nombre de ladinos; y si conservan algunas de las costumbres perversas de aquellos, es por la comunicacion, mediante la qual las adquieren y procuran conservar con el vano subescrito de heredades de sus antepassados. Exceden entre todos estos los que tienen el exercicio de barberos, que tambien son sangradores, tan diestros en este arte que, segun el dictamen de Mr.
de Jusieu y no menos el de Mr. Seniergues, cirujano anatomico de la compañia francesa, pueden competir con los afamados de Europa; y la comunicacion que tienen con todas las personas cultas les hace despertar el entendimiento y que, por esto, se distinguen de los otros. Parece, pues, sin duda que, si una de las preocupaciones en los pueblos fuera instruirlos en la lengua castellana, como por las leyes de Indias está ordenado, además de lo que por este medio se habilitarian, podrian desfrutar el beneficio del mas frequente trato con los españoles, y este avivaría en ellos las luces de la razon y entendimiento dandoles á conocer por medio de su mayor extension lo que en la suya no se habla por falta de igual abundancia y generalidad. Assi, se nota que los cholos, nombre que dan á los indios muchachos, quando saben esta lengua, son tanto mas capaces que los otros quanto que, mirando á aquellos como barbaros, se estiman á sí mismos por racionales, dandolo á entender con el epitheto que toman de ladinos. 958 No es mi animo persuadir que la lengua castellana tenga por sí la virtud de mejorar de entendimiento á los indios, sí solo que, logrando por su medio el comercio racional con los españoles, este los volvería capaces de muchas cosas, contribuyendo á sacarlos de la ignorancia; en la suya no les es facil tenerlo porque ó bien hablan ellos entre sí, cuya comunicacion no pueden contribuirles mas luces que las cortas á que todos yacen reducidos, ó bien con los españoles que la entienden para tratar lo que requiera su ministerio y facultad.
Mas esto, ceñido á lo que necessita saber de ellos ó decirles, ¿se dedicará de proposito á tener una conversacion instructiva, repitiendola tantas veces cuantas son necessarias para la rehabilitacion de tanta y tan inculta gente? No, por cierto. Pero si posseyeran la lengua castellana, yá oyendo á los passageros con quienes caminan yá á los ciudadanos quando van á las ciudades, á los amos, curas y corregidores, á los huespedes y amigos que los visitan y, finalmente, siendo dueños de entender todo lo que se habla, irían poco á poco aprendiendo y al fin serían menos torpes y rusticos que lo que al presente son, pudiendo cada dia adelantar alguna cosa nueva y para en ella la consideracion de lo que están ahora muy distantes. 959 Aun entre nosotros mismos es notable la diferencia y ventaja que á un joven, sin mas luces que las de su propia nativa lengua, hace el que se halle enriquecido con el estudio de otras, y se advierte que el entendimiento de este, por lo mismo que está mas cultivado, es mas despierto y mucho mas instruido. Del mismo modo, podemos reflexionar quan poco adelanta la gente campestre y tosca mientras trata con los suyos y no sale de su lugar; pero una vez que frequente la ciudad inmediata, vuelve á su casa llena de noticias que adquirió; con que, entretiene todo el pueblo y lo enseña; si este no entendiera la lengua que se hablaba en ella, no havria comprehendido nada de lo mucho que vió y oyó hablar por las calles. Lo mismo viene á ser lo que sucede á los indios, y assi soy de sentir que la lengua castellana les darla mas luces de racionalidad que las que al presente gozan y considero que son los fines á que miran las Ordenanzas de Indias que tanto encargan este cuidado.
960 La naturaleza de los indios es robusta, y sana su complexion; y siendo tan comun en aquel país el mal venereo, no hay muchos exemplares de que lo padezcan, antes es raro el que se note en alguno; la principal causa de esto consiste, sin duda, en la qualidad de sus humores, no adequada tal vez para concebir el veneno de este accidente, pero muchos lo atribuyen á la propiedad de la chicha, que es su tan comun bebida. La enfermedad que hace en ellos mayor estrago es la de las viruelas, de la qual escapan muy pocos quando les dan, y assi la reputan en el país por la mas pestilente de quantas experimentan en él; no son continuas pues intervienen siete, ocho ó mas años sin haverlas, pero, quando reyna este achaque, quedan assolados los pueblos. En parte, proviene de la calidad maligna de ellas y, en parte, de que no hay medicos que les assistan ni cuidado de alimentarlos y tratarlos como necessitan los enfermos; assi, luego que adolecen de esta enfermedad, avissan al cura para que los confiesse y, segun el curso de ella, mueren sin el auxilio de algun remedio que ayude á la naturaleza. Lo mismo sucede con los achaques de otras especies quando se hallan incomodados de ellos; y si estos fueran frequentes, todos causarian la misma desolacion. La mas evidente prueba para acreditarlo es que, al mismo tiempo que se experimenta esta enfermedad comun en ellos, lo es tambien para todos los criollos; y aunque de estos mueran muchos, otros sanan y recobran la salud porque tienen assistencia y el adequado alimento.
Pero los indios carecen de todo; sus casas y vestuarios quedan vistos, su cama es la misma estando enfermos que sanos, los alimentos solo mudan en el modo de tomarlos y no en la especie porque, quando están enfermos, se reducen á poner dentro de un pilche un poco de machca y, dissuelta en chicha, darsela á beber, que es la mayor sustancia que conocen; con que, el que escapa de la enfermedad es por esfuerzo de su naturaleza y no por otro exterior socorro. 961 Tambien son propensos al bicho ó mal del valle pero de este se curan brevemente. Suele acometerles á veces, aunque raras, fiebres malignas ó tabardillos, cuya curacion es assimismo entre ellos breve y especial; reducese á arrimar cerca del fuego al enfermo con aquellas dos zaleas que les sirven de cama y ponerle inmediata una botija de chicha; con el calor de la fiebre y el del fuego que lo aumenta, se alteran tanto que á cada instante beben; esto les hace prorrumpir, y al siguiente dia suelen estar buenos ó empeorar para morir mas breve. 962 Los que escapan del rigor de estas epidemias son de larga vida, y se ven muchos tan viejos, assi hombres como mugeres, que passan de cien años. Entre estos, conocí algunos que en edad tan abanzada mantenian mucha robustez y agilidad. No hay duda que la sencilla calidad de los alimentos y el no variar en ellos contribuye para ser tan sanos. Además de los que van dichos, usan mucho de la sal con agí; escogen los terrenos gruessos de esta y muerden un bocado de ella y otro de agí y despues la machaca ó camcha, en cuya forma alternan de todo hasta que quedan satisfechos.
Son tan apassionados por la sal en este methodo de comerla que estiman uno ó dos terrones grandes mas que cualquier otro manjar, y se les conoce la inclinacion á ella en el cuidado con que, luego que ven sal, van á buscar los terrones y guardarlos. 963 Despues de haver dicho lo bastante del genio, costumbres y propiedades de los indios, será razon dar noticia de sus exercicios y ocupaciones, para lo qual se ha de advertir que aquellos indios avecindados en las ciudades ó villas con algun oficio ó arte mecanico en que trabajan no se incluyen en los de que voy á hablar porque, atendidos como utiles á la poblacion, viven siempre de por sí. 964 Los demás, pues, tienen su regular ocupacion en el reyno de Quito yá en los obrages y yá en las haciendas de labor, en las de hatos ú obejerias. Para ello, deben por obligacion contribuir los pueblos anualmente á las de su jurisdiccion un numero de indios, á los quales paga el dueño de la hacienda un tanto, segun está arreglado por la piedad de los reyes; y concluido el año, vuelven aquellos á sus pueblos, y van otros en su lugar, á cuyo repartimiento llaman mita; y aunque en los obrages se debia observar lo mismo, no se mudan porque, como el exercicio de estos no es comun para todos y necessitan haverlo aprendido, se establecen en ellos las familias de indios, y van heredando los hijos el exercicio de texedores. Estos son los que ganan mas entre todos porque se emplean en cosa de mas artificio y habilidad; además del salario annual que les pagan aquellos á quienes sirven, les dan por obligacion tierras y bueyes para que las beneficien, á fin de que hagan en ellas chacaras de sembrados, las quales les ayudan para el sustento y manutencion de sus familias, que viven tambien allí en chozas fabricadas al rededor de la hacienda, y assi cada una forma un pueblo, haviendo muchas que passan de 150 sus indios de assignacion, y siendo estas otras tantas familias en su vecindario.
En ello podrán repararse cosas que convienen en alguna manera con lo que se dice de los antiguos indios del Perú tocantes á su industria ó sagacidad y otras que les faltan al presente en quanto á la luz, que se dice tuvieron de algunas ciencias, á la sabia conducta y disposiciones que se alaban de su govierno y á la racionalidad con que vivian en la puntual observancia de sus leyes. 931 Dificil empressa es la que acometo en querer descifrar las costumbres é inclinaciones de los indios y definir, ó apurar puntualmente las verdaderas propiedades de sus genios y natural. Si se miran como hombres, parece desdecir de la excelencia del alma la corta comprehension de sus espiritus tan sensiblemente que apenas se puede concebir de ellos en algunos casos otra idea que la de su semejanza, á las bestias, y aun á veces sin la prerrogativa del instinto propia de estas. Por otra parte, ni se hallarán entendimientos mas comprehensivos ni malicia adelantada con tantas advertencias y prevenciones como la de aquellas gentes. Esta desigualdad pude hacer titubear en el concepto al hombre capaz pues, si quiere formar juicio por los informes de la primera aprehension, no será mucho los acredite de un genio vivo, sutil y penetrante; pero si reflexiona acia su barbarie, su rusticidad, la extravagancia de sus opiniones y methodo de vivir, no sería muy estraño que, no encontrando en ellos los accidentes de la racionalidad, los creyesse dignos de ponerse no muy lexos del paralelo de los brutos.
932 Es un natural el de los indios tal que, si la indiferencia con que miran todas las cosas temporales no se estendiese tambien á las eternas, podria decirse de ellos no haver sido mas dichosos los que fingieron los antiguos haver gozado las ventajas del Siglo de Oro. La tranquilidad de sus espiritus es inmutable á los contratiempos y no sensible á las felicidades que pueden ofrecerseles segun su positura; viven tan contentos con su corto y reducido vestuario como el principe ó señor que ostenta la alta dignidad de su persona con las mas exquisitas y prolixas galas, y no solo no desean otras mas curiosas que la casualidad represente á su vista pero ni aun adelantar en nada la cortedad de las suyas. Las riquezas son para ellos no menos despreciables, y la autoridad ó dignidad á que pueden aspirar, de tan poca codicia que con el mismo semblante admite un indio el ministerio de alcalde, quando se lo dan, como el de verdugo, si lo precisen á que lo exerza; y assi entre ellos, ni los unos acrecientan el honor ni se disminuye aquella reciproca estimacion de las personas por los otros. Del mismo modo, nada mas apetecen en las comidas que aquello que los satisface, y tan contentos parecen con las rusticas de que ordinariamente usan como con las mas regaladas que pudieran ofrecerselas, no porque esté yo persuadido á que, puestos en el acto de escoger entre las suyas y otras mas delicadas, tal vez no se inclinarian mejor á estas sí solo porque su deseo á adquirirlas es tan remisso que casi se equivoca con el total desprecio, y muestran tan poco apego á inclinacion en todo que lo mas corto, breve y simple es lo mas adequado para su natural.
933 No hay cosa que los altere ó immute; el interés tiene con ellos tan reducida su autoridad que es lo que menos les obliga, pues á veces no se consigue un pequeño servicio aunque se les ponga á la vista una recompensa grande; e temor no los estimula, el respeto no los induce y ni aun el castigo los fuerza, genio verdaderamente bien particular pues ni es flexible por medio alguno ni capaz de salir un punto de aquel reposo natural con que se burla de los hombres mas sabios, de dexar la ruda ignorancia con que son la mortificacion de los mas prudentes, ni de apartarse de la inadvertida sencillez y descuido con que vuelven inutiles los esfuerzos y solicitud de los mas vigilantes. Para dar, pues, la mas cabal idea de aquellos naturales, se havrá de tocar algo de su particular genio y costumbres, sin cuyo auxilio jamás podrá quedar bastantemente descifrado su caracter. 934 Son, por lo general, todos los indios de un natural pausado y en sumo grado espaciosos, lo que se vé acreditado en las obras tan prolixas á que suelen dedicarse; de aqui nace que, en reparandose alguna, aunque de corta sustancia, que requiera mucho tiempo y flema, es regular el decir ser solo un indio capaz de executarla. En los texidos de alfombras, colgaduras de camas, colchas y otras semejantes, no dictandoles otro mejor medio su industria, tienen para passar cada trama la paciencia de ir cogiendo los hilos uno á uno, contarlos á cada vez y correrla despues; con que, para acabar qualquiera de estas obras, se suelen tardar dos ó mas años, segun es de grande y segun los que en ella trabajan.
Es, sin duda, que, aunque contribuya mucho á tanta duracion el genio de la nacion, tiene tambien parte en ello la falta de artificio y luces de que carecen; y que si estas se les franqueasen, les serían muy provechosas por la grande agilidad y comprehension que tienen á toda suerte de obras de mano, de que dan irrefragable testimonio las antiguas que todavia se conservan tanto en aquella provincia como en todo el Perú, de que se dará razon en adelante. 935 Al genio lento y pausado de los indios es inseparable compañera la pereza en tanto grado que ni la conveniencia propia ni la obligacion de atender á los encargos de sus amos los mueve á cumplir con ellos ó los instiga al trabajo; si es para su provecho, nada se apuran, dexandolo todo el cuidado de las indias. Estas hilan y, con ello, labran las camisetas y calzones, unico vestuario de los maridos; les preparan el metalotaje, que assi llaman á la comida, ó moliendo la cebada para la machca ó tostando el maiz para la camcha , y les fabrican la chicha; en el interin, si la diligencia del amo no precisa al marido á que trabaje, se está en cuclillas, que es la postura regular de todos, viendo trabajar á la muger, bebiendo ó arrimado á un fogoncillo sin moverse hasta que la necessidad le insta á hacerlo para comer ó para acompañar á sus amigos; lo unico en que se emplean para su propia utilidad es en arar las tierras de aquella chacarita que han de sembrar, pero la siembra con lo demás del cultivo queda á cargo de la muger y de los hijuelos que tiene.
Quando están en esta forma, por no moverse, desprecian los mayores interesses, y assi suele suceder que llega un passagero extraviado á alguna de sus chozas, y, luego que lo sienten á la puerta, se esconden todos dexando á las mugeres que respondan y nieguen que están allí por evadirse de andar un quarto de legua ó menos hasta mostrar el camino y ganar en este corto tiempo un real ó medio, que es lo menos que se les puede dar; si el passagero se apea y entra en la choza, no le es facil encontrarlos porque la obscuridad de estas, no teniendo mas luz que la de un agujero por puerta, los encubre, y aun cuando dá con ellos, ni le bastan las ofertas ni los ruegos para que le guien aquella corta distancia. Lo mismo se experimenta en otra qualesquier cosa en que sea necessario ocuparlos. 936 Para que cumplan con la obligacion á su amo en aquellos assuntos á que los destina y paga, no es suficiente les diga lo que han de hacer; es preciso que esté siempre velando sobre ellos, y el corto rato que se descuida suspende el indio el trabajo hasta que siente volver al que la ha de reprehender. Para lo unico que no se niegan y están prontos, es para las cosas de diversion ó alegria, á las fiestas y funciones donde hay danzas y á todo lo que es regocijo, pero siempre ha de acompañar á este el de la bebida, colmo de todos los suyos; dan principio á ella con el dia y no dessan hasta que totalmente tienen perdido el sentido. 937 Es tal la propension que tienen á la embriaguez que no se escapa de incurrir en esta falta ni el cacique por su superioridad ni el governador ó alcaldes por su caracter; quando tienen alguna fiesta ó celebridad, todos concurren á ella y beben igualmente hasta que, depuestos de la razon, quedan rendidos á los vapores de la chicha.
Es digno de notar que tanto las indias solteras ó casadas como los indios, que por su poca edad no han tomado estado, se conservan libres de este vicio por ser costumbre entre ellos que en solo los padres de familia resida la facultad de beber con demasia y les sea licita la embriaguez, como personas que tienen quien los cuide quando estén fuera de sí. El methodo con que celebran sus funciones es raro y por tal digno de que no se omita. 938 El que hace la fiesta ó es dueño de la celebridad combida á su casa á todos sus conocidos y tiene dispuesta en ella una porcion de chicha proporcionada al numero de los concurrentes, de suerte que con corta diferencia venga á haver un botija por persona, siendo assi que cada una de estas es de 30 ó mas frascos de cabida. En el patio de la casa, si es en poblado grande, ó delante de las chozas, si en pequeño, ponen una mesa con un mantel de tucuyo reservado para tales ocasiones; toda la comida se reduce á la camcha regular y á unas yervas silvestres cocidas en un pequeño puchero con agua; juntanse los convidados y, con una ó dos de las hojas de este cocimiento y diez ó doce granos de camcha, tienen hecha la comida; concurren todas las mugeres y dan de beber á sus maridos en unos calabozos ó totumos redondos que llaman pilches, repitiendolo hasta que se alegran; alguno de ellos toca con la una mano un tamborillo y con la otra una flautilla á su usanza, y los demás forman sus danzas, que consisten en moverse de un lado para otro sin orden ni concierto, interin que algunas de las indias les cantan coplas en su propia lengua, con lo qual vá prosiguiendo el regocijo y fiesta acompañados de la bebida, que no dá muchas treguas en su repeticion.
Lo mas notable de esto es que todos aquellos que no danzan se mantienen en su postura regular de cuclillas hasta que les toque su suerte, y la mesa solo sirve de bien parecer porque no tienen que comer en ella ni se sientan á su inmediacion. Quando la fuerza de la mucha bebida los trastorna, duermen allí todos juntos, y no hay reparo en tomar uno la muger del otro, su propia hermana, hija ú otra de no mas distante parentesco, y de tal suerte olvidan todas sus obligaciones quando se entregan al desorden de estas funciones que se están tres ó quatro dias hasta que los curas toman la resolucion de ir en persona y vaciarles toda la chicha, separandolos para que no vuelvan á comprar otra. 939 El dia que sigue á el de la funcion llaman del concho, que significa dia en que se beben los assientos que quedaron del antecedente. Con estos empiezan, y, luego que se acaban, cadda uno de los combidados vá llevando de sus casas las botijas que en ella tiene prevenidas ó compran entre todos; assi, queda nuevo concho para el tercer dia, y succesivamente no se terminara hasta acabarse la chicha, el dinero y el credito para comprarla si no se les estorvasse la continuacion. 940 El sentimiento de sus entierros se reduce igualmente á la bebida. En la casa del duelo ponen botijas de chicha, y no solo beben los dolientes y los que les acompañan sino que salen estos á la calle y obligan á quantos de su nacion passan, sean indios con estado, solteros ó mugeres, á que entren á beber en honor del difunto.
Esta ceremonia dura quatro, cinco ó mas dias por ser el principal entretenimiento que les lleva la atencion y en el que tienen empleado todo su pensamiento y conato el de la bebida. 941 Tanto quanto se abandonan los indios al vicio de la embriaguez, son agenos de el del juego, siendo assi que estos dos se suelen notar casi siempre compañeros; tan poco dados son á él que no se les percibe aficion alguna ni se conoce entre ellos mas de uno que se conservan desde el tiempo de la gentilidad, á el qual dan el nombre de pasa, que significa ciento, por ganar en él el que primero llega á completar este numero. Para jugarlo, tienen dos instrumentos, el uno viene á ser un aguila de dos cabezas de madera con diez agugeros por cada parte, donde, metiendo unas clavijas, sirven estas de apuntar por diezes los tantos que cada uno hace, y el otro es un huesso á manera de dado dividido en siete caras, de las quales á la una que tiene puesta cierta señal para distinguirse llaman quayro; las otras cinco numeran por su orden, y la ultima queda en blanco; su invencion no es otra que tirar el huesso por alto, y tantas quantas señala la cara que queda superior se ganan pero, si cae la que se llama quayro, entonces se ganan diez y se pierden otras tantas quando queda acia arriba la blanca. Aun siendo este juego propio de ellos, lo acostumbran muy poco y, por lo regular, solo quando empiezan á beber. 942 El alimento de los indios, segun vá dicho, consiste en el maiz hecho camcha ó mote y en la machca.
El modo con que hacen esta es tostar la cebada y convertirla en harina, la qual sin mas ingrediente comen despues á cucharadas y, con dos ó tres de ellas y una porcion de chicha encima ó, á falta de esta, de agua, tienen hecha su comida. Toda la prevencion que llevan para sus viages consiste en un saquillo, que llaman gicri-ta, lleno de esta harina y una cuchara, bastandoles para un viage de 50 ó 100 leguas. El modo de tomarla es hacer alto quando tienen hambre ó cansancio cerca de una choza ó parage donde hay chicha y, si no, junto algun arroyo; echar una cucharada del harina en la boca, traerla en ella algun rato para tragarla y, despues de haver tomado dos ó tres, beber una gran cantidad de chicha ó agua, con lo qual quedan tan satisfechos como si huvieran comido muchos manjares. 943 Sus casas son tan reducidas quanto se puede imaginar, pues solo consisten en una pequeña choza, en medio de la qual se enciende el fuego; allí habitan ellos y los animales que crian, perros, á que tienen grande aficion, y nunca les faltan tres ó quatro gozquillos, algun puerco, gallinas y cuyes. Este es su mayor caudal y lo principal de sus muebles pues, fuera de ellos, apenas hay mas que algunas pocas vasijas de barro, ollas, cantaros, pilches y botijas, y el algodón que suelen estar hilando sus mugeres. Las camas consisten en una ó dos zaleas de carnero sin ninguna otra circunstancia, y es lo comun en ellos dormirse en la postura regular de cuclillas, ni tienen que vestirse ni que desnudarse, y assi están siempre en un ser.
944 Aunque las indias crian en aquellas reducidas chozas las gallinas y otros animales, jamás los comen, y es tanto el cariño que depositan en ellos que no quieren ni matarlos por su mano ni venderlos, de modo que un forastero que, obligado de la necessidad, llegue á hacer noche en alguna de sus chozas, aunque ofrezca porciones de dinero por un pollo ó gallina, no conseguirá que voluntariamente se lo vendan hasta que use del arbitrio de matarlo, y, entonces, llorando la india y haciendo tantos clamores como si le huvieran muerto un hijo, recibe el precio por ver que no tiene yá remedio. 945 Muchos de ellos, quando caminan, suelen llevar consigo á pie toda su familia, y las madres cargan á las espaldas con los hijos tiernos que todavia no andan. Sus chozas quedan cerradas, y, como no tienen muebles que les hurten, un pedazo de cuero ó cordelillo les es llave muy segura; entonces, mudan los animales á la casa de otro indio conocido ó vecino si el viage ha de ser de algunos dias y, quando no, lo dexan todo fiado á los perrillos, los quales les corresponden tan fieles que no dexan acercar á la choza á ningun otro que á sus amos, notandose en esto una cosa bien particular, y es que los perros criados por españoles ó mestizos tienen tan grande ojeriza á los indios que, si alguno de ellos vá á entrar en casa donde no sea muy conocido, se le abalanzan y maltratan á no haver quien los defienda, distinguiendolos desde lexos por el olfato, y, al contrario, los perros criados por los indios vuelve toda la oposicion contra los españoles ó mestizos, discirniéndolos del mismo modo que aquellos.
946 Por lo general, los indios, fuera de los que se han criado en las ciudades ó poblaciones grandes, no hablan otra lengua que la suya propia, nombrada quichua, la qual fue establecida ó divulgada por los ingas en lo que se estendia su imperio para que assi todos se entendiessen y tratassen, de donde nació llamarla lengua del inga. Hay, no obstante, algunos que entienden la castellana y la hablan, pero rara vez se reducen á responder en ella, aun quando conocen que la persona con quien comunican no les puede entender en la quichua; assi, es en vano cansarse en persuadirles que se expliquen en castellano porque no es facil con ellos el conseguirlo. Los indios criados en las poblaciones grandes no incurren en esta tenaz idea; y antes bien, quando se les habla en su lengua, suelen responder en la nuestra. 947 Son todos agoreros y muy supersticiosos, propiedad que conservan desde su gentilidad y que no han podido todavia desterrar radicalmente de sus espiritus ni los consejos de sus curas ni los desengaños de su misma ceguedad. Assi, se valen de mil diabolicas composiciones y artificios para tener fortuna para que los suceda lo que desean y para quanto imaginan. Sus entendimientos están totalmente embelesados en estos engaños y no es facil desimpressionarlos de ellos ni reducirlos á que sólidamente abracen la religion; en esta son tan superficiales é inconstantes que, tanto quanto en lo aparente dan á entender sus costumbres y propiedades, confirman la poca firmeza que tienen en ella, pues, si assisten los domingos y dias de precepto á la obligacion de la doctrina y missa, es hostigados del temor del castigo, sin el cual ninguno concurriria; y para mayor convencimiento de esto, servirá de exemplar el siguiente caso, que me refirió uno de los curas dde aquellos pueblos entre otros muchos que oí y toqué.
Havia faltado á la assistencia de la doctrina y missa un indio, y, sabiendo el cura por los otros que la causa era por haver empezado á beber desde temprano, el siguiente que ocurrió le hizo los cargos de su culpa y le impuso el castigo de algunos azotes, que es el regular para ellos, de cualquier edad ó sexo, porque sus cortos talentos no son proporcionados á otro mas serio; después que los huvo recibido, se volvió al cura, y, dandole los agradecimientos de que le huviesse hecho castigar por haverlo merecido, le correspondió aquel con una platica aconsejandole á él y á los demás del auditorio que no faltassen nunca á las obligaciones de christianos; pero después de haverle concluido, le dixo el indio con grande humildad y sencillez que le mandasse dar otros tantos azotes por quenta del siguiente domingo, que tenia intencion de volver á beber y no assistir. Por esto, es tan poco lo que en ellos aprovecha la enseñanza que no se estraña verlos con una rara ignorancia en los puntos precisos de la religion después del continuo exercicio en doctrinarlos, desde que empieza con la edad á despertar en ellos la razon hasta que mueren. 948 Es tanta la indiferencia que en esto se nota que no causan en sus comprehensiones mas cuidado los cargos de sus almas que los del cuerpo; y sin apartarme de que hay muchos cuya racionalidad no conoce ventajas en los assuntos que miran al buen régimen de sus conciencias á la de los hombres mas timoratos y advertidos, en los demás á la ignorancia crasa en que sus entendimientos se hallan envueltos los hace insensibles á las cosas eternas ó la malicia los tiene engañados que son inflexibles á las christianas persuasiones; y aunque en este punto por una parte lo conceden todo y no se niegan á quanto se les propone, por otra dexan abierto el campo á la desconfianza.
No quisiera yo atribuir á esta nacion propiedad que no le correspondiera, mayormente en assunto tan delicado, y asi referiré algunos casos para que por ellos se pueda comprehender su natural en este particular y quedar yo libre de padecer equivocacion en el juicio. 949 Assi com los curas doctrineros los instruyen y aconsejan en las cosas de religion indefectiblemente todos los domingos del año, del mismo modo, luego que enferme algun indio y ven que está de cuidado, van á su casa y lo exhortan á que se prepare para morir bien, añadiéndole todo aquello que consideran necessario para que abra los ojos del conocimiento y entre en razon de los atributos del Supremo Criador y de la consideracion del trance en que se halla pero después de haverle hablado gran rato, sin que ni por palabras ni en el aspecto dé inicios de que ha labrado en él lo que se le ha dicho, quando se les reconviene con sus vicios y mala vida y se les advierte que, si no se duelen de ellos antes de morir y piden perdon á Dios, serán sus almas castigadas eternamente, responden con una gran serenidad, sin dar la menor señal de causarles sentimiento, assi será padre, dandole á entender que sucederá como lo dice, pero que ellos no alcanzan en qué consiste el perjuicio que les manifiestan. Este assunto se lo tengo oido repetidas veces á los curas de aquellos pueblos, hombres inteligentes y doctos. De aqui nace que son muy pocos los indios á quienes se les subministra el Santissimo Sacramento de la Eucharistia por no encontrarse en ellos la capacidad correspondiente.
Y sucede mas en este particular, que para que avisen al cura los de la casa del enfermo es preciso que estén amenazados del castigo, sin lo qual nunca lo hicieran pues, aun con esta prevencion, muchas veces lo omiten y dexan morir sin sacramentos. 950 La vana idea que observan en sus casamientos es de lo mas especial que puede imaginarse, pues, al revés del comun de las gentes, ellos hacen estimacion de lo que los demás abominan, reputando por cosa de menos valer en sus mugeres para elegirlos por propias el que nadie las haya querido antes que ellos. 951 Luego que piden la que escogen por muger á su padre y que este se la concede, empiezan á hacer vida juntos como si ya estuvieran desposados y ayudan al suegro en aquellos pequeños trabajos de la disposicion de su chacara; quando han passado tres ó cuatro meses ó muchas veces un año, suele dexarla diciendo ó que no le ha agradado ó mas claro por el barbaro motivo arriba dicho, quexandose del suegro que lo pretendia engañar con su hija no haviendola querido antes nadie; pero si acaso no hay este arrepentimiento después de los tres ó quatro meses de haver vivido juntos, á que llaman entre sí amañarse, se casa con ella, siendo esto tan comun que la mas viva eficacia de los curas y prelados no ha podido destruirlo, y assi es la primera pregunta que les hacen si se han amañado para absolverlos de este pecado antes de darles las bendiciones. No tienen por matrimonio formal el no solemne y sí solo la ceremonia de la velacion; con que, es forzoso, el tiempo que se dan las manos, velarlos porque, dilatandoles esta circunstancia, se separan quando se les antoja, y no hay modo de hacerles entender que quedaron casados.
Ninguno de estos abusos se les puede castigar para que logren enmienda porque, no haviendo castigo que tengan por deshonor, ninguno hay que surta efecto. Lo mismo es para ellos que los saquen á la verguenza que ponerlos á lucir de danzarines en una funcion, siendo esto lo que mas estiman; el castigo corporal les es sensible mientras lo están recibiendo, y, un rato despues que ha passado, quedan tan serenos como si no los huvieran tocado, de donde proviene el que se les dissimulen muchas cosas y se procuren evitar por otros medios. 952 No es irregular en ellos el cambiarse las mugeres, sin mas trato ni convenio que haverse juntado uno con la del otro; se vá la muger de aquel con el ofendido para vengarse del agravio, y, quando se les hace el cargo, responden con gran satisfaccion y dan por disculpa esta causa; ni bien los han separado quando dentro de poco vuelven á la misma vida. Los incestos son, á correspondencia de esto, muy comunes, yá á causa de la embriaguez, como vá dicho, yá porque, no conociendo honor ni afrenta, nada hay que los pueda retraer de la inclinacion de sus apetitos. 953 Si son estrañas las costumbres y propiedades referidas, no lo será menos el methodo con que se confiessan, pues, además de que aun siendo muy ladinos y capaces en la lengua castellana, no hay forma de que se sirvan de ella para esto; luego que llegan adonde está el confessor, llamados de él, es preciso que con toda paciencia los instruya en todo lo que han de ir haciendo y los acompañe á decir la confession, de modo que, si él para, se queda sin proseguir el indio.
Concluida aquella, no es bastante que le pregunte el sacerdote si ha cometido una ú otra culpa, sino que es menester le afirme haverla incurrido por ser de las comunes suyas, pues, sin esto, negaria á todo mintiendo, y á fuerza de instancias y convencimientos, hasta llegarles á assegurar que lo saben de cierto, viendose por todas partes concluidos, responden con una grande admiracion diciendo que es assi, pero que ignoran cómo lo pudo saber y, dando las causales, descubren las circunstancias aun mas de las que se les preguntan. Si es dificil no tan solo el que declaren sus culpas sí tambien el que no las nieguen, siendo publicas, no lo es menos el que determinen el numero y solo con estratagemas se consigue, no sin pequeña obscuridad y desconfianza. 954 El temor que es natural cause en todos la memoria ó inmediacion de la muerte es mucho menos sensible en los indios que en alguna otra nacion. A tanto llega el desprecio con que miran las pensiones que mayor impression hacen en los entendimientos que no les inmuta la consideracion de la proximidad de este, obrando en ellos mas alteracion la incomodidad de la dolencia que la cercanía del peligro. Este punto lo tengo oido en los mismos terminos á muchos de aquellos curas, y la prueba mas evidente de ello son los exemplares que frequentemente se experimentan, pues, quando van á prepararles las conciencias, estando enfermos de cuidado, á las amonestaciones que les hacen para que se dispongan bien, responden con tal serenidad y sossiego que no dexan la mas leve sospecha de que el exterior semblante corresponde el interior sentimiento.
Lo mismo se experimenta en los que por sus delitos van á terminar la vida en el suplicio, de que, entre los muchos que por informes yo sabia, pude ser en una ocasion ocular testigo. Estando para ajusticiar en Quito á uno, no sé bien si mestizo ó mulato, y á un indio, ambos dentro yá de la capilla, passé á verlos la noche antes de la execucion. El primero, á quien exhortaban en castellano diversos sacerdotes, hacía repetidos actos de amor de Dios, fé y contricion, y se le conocia el sobresalto del lance á que estaba tan proximo; al indio acompañaban allí mismo otros eclesiasticos que le ayudaban en su lengua, pero la quietud de animo que manifestaba era tal que excedia á la que pudieran tener los que le atendian, y mas parecia hallarse arando alguna chacara ó en su exercicio de guardar ganado que en visperas de perder la vida. Esta cercanía á la muerte, en lugar de serle torcedor el gusto para la comida, como le sucedia al compañero, le servia de estimulo para querer aprovechar en sí lo que sobraba al otro, de modo que era preciso haverlo de contener por escusarle en tal trance los excessos de la gula; hablaba á todos con el desahogo que si fuesse aquello un acto de comedia ú otro semejante; si le exhortaban, respondia sin turbacion; quando le decian que hincasse las rodillas, lo hacía y, en el fervor de los actos, repetia palabra por palabra, volviendo la cara al uno y otro lado, lo mismo que quando se le está enseñando á un niño que no tiene talentos para mantener formalidad y divierte la aplicacion en otras cosas.
En esta forma se mantuvo hasta que lo conduxeron á la horca, donde estaba yá su compañero, y, sin que se percibiesse en él la mas leve alteracion, permaneció mientras le duró la vida, lo que igualmente tienen notado en aquellos paises en todos los de su casta. 955 Esto mismo se califica en otros varios assuntos, y particularmente en la resolucion y frescura con que se ponen delante de un toro sin mas arte para hacerle una suerte que el de dexar les dé un golpe de lleno, los reboltee en el ayre y vengan á caer al suelo dando un zarpazo, bastante en otros á ocasionar la muerte; pero como no les haga herida, se vuelven á levantar muy satisfechos de haverlo toreado, lo que con mas propiedad pudiera sentirlo de ellos el toro. Si se unen en quadrillas contra otros, arremeten á ellos intrepidamente, sin reparar en la superioridad de las armas de los contrarios ni en que de ellos mueren ó queden malheridos algunos, accion que en otra nacion mas culta se podria por esfuerzo de valor pero en ellos solo debe atribuirse á barbaridad y falta de reflexion. Son diestros en enlazar los toros á la carrera del cavallo; y como no temen el peligro, se brindan á qualquiera inconsideradamente. Con la misma industria persiguen á los ossos, y un solo indio, sin mas arma que el lazo y un cavallo, triunfa en todas sus cautelas. El modo es llevar el lazo de una beta de cuero tan delgada que no lo pueda asir la fiera con la callosidad de sus manos y tan fina que no rompa al esfuerzo de la carrera del cavallo y resistencia del animal.
Luego que descubren al osso, le persiguen; este se sienta para esperarlos y assegurar el salto sobre el cavallo; pero al punto que el indio llega á tiro, arroja el lazo, lo prende por el pescuezo y, dando dos bueltas á la silla en que vá montado con suma ligereza, corre á toda brida y, como el osso no le puede seguir porque se entretiene en agarrar la beta, lo ahoga y dexa muerto, accion verdaderamente arrojada é industriosa. En la provincia de Alausí, acia la cordillera oriental, que es donde abundan estos animales, se ven frequentemente casos de semejante especie. 956 Mucha parte de la rusticidad notada en los entendimientos de estos indios proviene de su poca cultura pues, atendidos los que gozan el beneficio de esta en algunas partes, se hallarán tan racionales como los demás hombres; y si no tan pulidos como las naciones cultas, á lo menos con capacidad para distinguir las cosas y conocerlas. Bien patentes se nos representan exemplares á la vista, y no es el menor el que se puede citar de las missiones del Paraguay, encomendadas al celo y vigilancia de los padres de la Compañia, donde labra su fervor el fruto á que aspira con la aplicacion de sus catholicas tareas y en pocos años ha conseguido hacer una republica de racionales culta y advertidda de los pueblos barbaros y vagabundos, á que antes estan reducidos aquellos naturales, siendo una de las sabias maximas que observan para conseguirlo el enseñar á los indios pequeños no solo la lengua castellana, en que instruyen tambien á los que se reducen á la fé y á la direccion de sus curas doctrineros, sino tambien la latina á los que descubren talentos para ello, y con escuelas que tienen en todos los pueblos de sus missiones, á leer, escribir y el manejo de las artes mecanicas, en las quales trabajan los indios con tanta propiedad y primor como los artifices de ella en Europa.
Estos indios son tan distintos en las costumbres y genio de los que antes he tratado que no hay comparacion entre unos y otros; tienen conocimiento de las cosas, discernimiento para no abandonarse á las barbaras costumbres de sus antiguos y no menos racionalidad para vivir como hombres, siendo asi que su naturaleza ni en lo formal ni por los accidentes es mas noble que la de los otros, pues una de las cosas que en este punto he notado en aquel reyno es que los indios de las distintas y dilatadas provincias que en él he caminado son semejantes entre sí, y los de Quito no son mas defectuosos de entendimiento que los de Valles ó Lima ni mas advertidos los de esta provincia que los de Chile ó Arauco. 957 Sin salir de la provincia de Quito, tenemos el exemplar que lo confirme, pues todos aquellos indios que se han criado en las ciudades y poblaciones grandes, exercitados en los oficios mecanicos y hablan la lengua castellana, son mucho mas advertidos que los que habitan en pueblos cortos, y sus costumbres, menos parecidas á las de la gentilidad; son expertos, capaces y no tan posseidos de errores, razon por que se les dá el nombre de ladinos; y si conservan algunas de las costumbres perversas de aquellos, es por la comunicacion, mediante la qual las adquieren y procuran conservar con el vano subescrito de heredades de sus antepassados. Exceden entre todos estos los que tienen el exercicio de barberos, que tambien son sangradores, tan diestros en este arte que, segun el dictamen de Mr.
de Jusieu y no menos el de Mr. Seniergues, cirujano anatomico de la compañia francesa, pueden competir con los afamados de Europa; y la comunicacion que tienen con todas las personas cultas les hace despertar el entendimiento y que, por esto, se distinguen de los otros. Parece, pues, sin duda que, si una de las preocupaciones en los pueblos fuera instruirlos en la lengua castellana, como por las leyes de Indias está ordenado, además de lo que por este medio se habilitarian, podrian desfrutar el beneficio del mas frequente trato con los españoles, y este avivaría en ellos las luces de la razon y entendimiento dandoles á conocer por medio de su mayor extension lo que en la suya no se habla por falta de igual abundancia y generalidad. Assi, se nota que los cholos, nombre que dan á los indios muchachos, quando saben esta lengua, son tanto mas capaces que los otros quanto que, mirando á aquellos como barbaros, se estiman á sí mismos por racionales, dandolo á entender con el epitheto que toman de ladinos. 958 No es mi animo persuadir que la lengua castellana tenga por sí la virtud de mejorar de entendimiento á los indios, sí solo que, logrando por su medio el comercio racional con los españoles, este los volvería capaces de muchas cosas, contribuyendo á sacarlos de la ignorancia; en la suya no les es facil tenerlo porque ó bien hablan ellos entre sí, cuya comunicacion no pueden contribuirles mas luces que las cortas á que todos yacen reducidos, ó bien con los españoles que la entienden para tratar lo que requiera su ministerio y facultad.
Mas esto, ceñido á lo que necessita saber de ellos ó decirles, ¿se dedicará de proposito á tener una conversacion instructiva, repitiendola tantas veces cuantas son necessarias para la rehabilitacion de tanta y tan inculta gente? No, por cierto. Pero si posseyeran la lengua castellana, yá oyendo á los passageros con quienes caminan yá á los ciudadanos quando van á las ciudades, á los amos, curas y corregidores, á los huespedes y amigos que los visitan y, finalmente, siendo dueños de entender todo lo que se habla, irían poco á poco aprendiendo y al fin serían menos torpes y rusticos que lo que al presente son, pudiendo cada dia adelantar alguna cosa nueva y para en ella la consideracion de lo que están ahora muy distantes. 959 Aun entre nosotros mismos es notable la diferencia y ventaja que á un joven, sin mas luces que las de su propia nativa lengua, hace el que se halle enriquecido con el estudio de otras, y se advierte que el entendimiento de este, por lo mismo que está mas cultivado, es mas despierto y mucho mas instruido. Del mismo modo, podemos reflexionar quan poco adelanta la gente campestre y tosca mientras trata con los suyos y no sale de su lugar; pero una vez que frequente la ciudad inmediata, vuelve á su casa llena de noticias que adquirió; con que, entretiene todo el pueblo y lo enseña; si este no entendiera la lengua que se hablaba en ella, no havria comprehendido nada de lo mucho que vió y oyó hablar por las calles. Lo mismo viene á ser lo que sucede á los indios, y assi soy de sentir que la lengua castellana les darla mas luces de racionalidad que las que al presente gozan y considero que son los fines á que miran las Ordenanzas de Indias que tanto encargan este cuidado.
960 La naturaleza de los indios es robusta, y sana su complexion; y siendo tan comun en aquel país el mal venereo, no hay muchos exemplares de que lo padezcan, antes es raro el que se note en alguno; la principal causa de esto consiste, sin duda, en la qualidad de sus humores, no adequada tal vez para concebir el veneno de este accidente, pero muchos lo atribuyen á la propiedad de la chicha, que es su tan comun bebida. La enfermedad que hace en ellos mayor estrago es la de las viruelas, de la qual escapan muy pocos quando les dan, y assi la reputan en el país por la mas pestilente de quantas experimentan en él; no son continuas pues intervienen siete, ocho ó mas años sin haverlas, pero, quando reyna este achaque, quedan assolados los pueblos. En parte, proviene de la calidad maligna de ellas y, en parte, de que no hay medicos que les assistan ni cuidado de alimentarlos y tratarlos como necessitan los enfermos; assi, luego que adolecen de esta enfermedad, avissan al cura para que los confiesse y, segun el curso de ella, mueren sin el auxilio de algun remedio que ayude á la naturaleza. Lo mismo sucede con los achaques de otras especies quando se hallan incomodados de ellos; y si estos fueran frequentes, todos causarian la misma desolacion. La mas evidente prueba para acreditarlo es que, al mismo tiempo que se experimenta esta enfermedad comun en ellos, lo es tambien para todos los criollos; y aunque de estos mueran muchos, otros sanan y recobran la salud porque tienen assistencia y el adequado alimento.
Pero los indios carecen de todo; sus casas y vestuarios quedan vistos, su cama es la misma estando enfermos que sanos, los alimentos solo mudan en el modo de tomarlos y no en la especie porque, quando están enfermos, se reducen á poner dentro de un pilche un poco de machca y, dissuelta en chicha, darsela á beber, que es la mayor sustancia que conocen; con que, el que escapa de la enfermedad es por esfuerzo de su naturaleza y no por otro exterior socorro. 961 Tambien son propensos al bicho ó mal del valle pero de este se curan brevemente. Suele acometerles á veces, aunque raras, fiebres malignas ó tabardillos, cuya curacion es assimismo entre ellos breve y especial; reducese á arrimar cerca del fuego al enfermo con aquellas dos zaleas que les sirven de cama y ponerle inmediata una botija de chicha; con el calor de la fiebre y el del fuego que lo aumenta, se alteran tanto que á cada instante beben; esto les hace prorrumpir, y al siguiente dia suelen estar buenos ó empeorar para morir mas breve. 962 Los que escapan del rigor de estas epidemias son de larga vida, y se ven muchos tan viejos, assi hombres como mugeres, que passan de cien años. Entre estos, conocí algunos que en edad tan abanzada mantenian mucha robustez y agilidad. No hay duda que la sencilla calidad de los alimentos y el no variar en ellos contribuye para ser tan sanos. Además de los que van dichos, usan mucho de la sal con agí; escogen los terrenos gruessos de esta y muerden un bocado de ella y otro de agí y despues la machaca ó camcha, en cuya forma alternan de todo hasta que quedan satisfechos.
Son tan apassionados por la sal en este methodo de comerla que estiman uno ó dos terrones grandes mas que cualquier otro manjar, y se les conoce la inclinacion á ella en el cuidado con que, luego que ven sal, van á buscar los terrones y guardarlos. 963 Despues de haver dicho lo bastante del genio, costumbres y propiedades de los indios, será razon dar noticia de sus exercicios y ocupaciones, para lo qual se ha de advertir que aquellos indios avecindados en las ciudades ó villas con algun oficio ó arte mecanico en que trabajan no se incluyen en los de que voy á hablar porque, atendidos como utiles á la poblacion, viven siempre de por sí. 964 Los demás, pues, tienen su regular ocupacion en el reyno de Quito yá en los obrages y yá en las haciendas de labor, en las de hatos ú obejerias. Para ello, deben por obligacion contribuir los pueblos anualmente á las de su jurisdiccion un numero de indios, á los quales paga el dueño de la hacienda un tanto, segun está arreglado por la piedad de los reyes; y concluido el año, vuelven aquellos á sus pueblos, y van otros en su lugar, á cuyo repartimiento llaman mita; y aunque en los obrages se debia observar lo mismo, no se mudan porque, como el exercicio de estos no es comun para todos y necessitan haverlo aprendido, se establecen en ellos las familias de indios, y van heredando los hijos el exercicio de texedores. Estos son los que ganan mas entre todos porque se emplean en cosa de mas artificio y habilidad; además del salario annual que les pagan aquellos á quienes sirven, les dan por obligacion tierras y bueyes para que las beneficien, á fin de que hagan en ellas chacaras de sembrados, las quales les ayudan para el sustento y manutencion de sus familias, que viven tambien allí en chozas fabricadas al rededor de la hacienda, y assi cada una forma un pueblo, haviendo muchas que passan de 150 sus indios de assignacion, y siendo estas otras tantas familias en su vecindario.