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Datos principales
Desarrollo
Capítulo veinte y siete De todos los miembros exteriores e interiores, ansí del hombre como de la muger Relación del autor digna de ser notada Después de haver escrito las habilidades y oficios que estos naturales mexicanos tenían en tiempo de su infidelidad, y los vicios y virtudes que entre ellos eran tenidas por tales, pareciéme consono a razón poner aquí los oficios y habilidades, vicios y virtudes, que después acá han adquirido. Cuanto a lo primero, tenemos por experiencia que en los oficios mecánicos son hábiles para deprenderlos y usarlos, según que los españoles los saben y usan, como son: oficios de geometría, que es edificar, los entienden y hazen como los españoles; también el oficio de albañería y cantería y carpintería; también los oficios de sastres y çapateros, sederos, impresores, escrivanos, letores, contadores, músicos de canto llano, de canto de órgano; tañer flautas, cherernfas, xacabuches, trumpetas, órganos; saber gramática, lógica y retórica, astrología, teología. Todo esto tenemos por experiencia que tienen habilidad para ello, lo deprenden y lo saben y lo enseñan, y no hay arte ninguna que no tengan habilidad para deprenderla y usarla. En lo que toca a que eran para más en los tempos pasados, ansí para el regimiento de la república como para servicio de los dioses, es la causa porque tenían el negocio de su regimiento conforme a la necesidad de la gente, y por esto los muchacho y muchachas criávanlos con gran rigor hasta que eran adultos, y esto no en casa de sus padres, porque no cran poderosos para criarlos como convenía cada uno en su casa, y por esto criávanlos de comunidad debaxo de maestros muy solcitos y rigorosos, los hombres a su parte y las mugeres de la suya.
Allí los enseñavan cómo havían de honrar a sus dioses, y cómo havían de acatar y obedecer a la república y a los regidores de ella. Tenían graves castigos para castigar a los que no eran obedientes y reverentes a sus maestros; en especial se ponían gran diligencia en que no beviessen uctli la gente que era de cincuenta años abaxo. Ocupávanlos en muchos exercicios de noche y de día, y criávanlos en grande austeridad, de manera que los bríos y inclinaciones carnales no tentan señorío en ellos, ansí en los hombres como en las mugeres. Los que bivían en los templos tenían tantos trabajos de noche y de día y eran tan abstinentes, que no se les acordava de cosas sensuales. Los que eran del exercicio militar eran tan continuas las guerras que tenían los unos con los otros, que muy poco tiempo cesavan de la guerra y de los trabajos de ella. Era está manera de regir muy conforme a la philosophía natural y moral, porque la templança y abastança de está tierra y las constelaciones que en ella reinan ayudan mucho a la naturaleza humana para ser viciosa y ociosa y muy dada a los vicios sensuales, y la philosophía moral enseñó por experiencia a estos naturales que para bivir moralmente y virtuosamente era necesario el rigor y austeridad y ocupaciones continuas en cosas provechosas a la república. Como esto cesó por la venida de los españoles, y porque ellos derrocaron y echaron por tierra todas las costumbres y maneras de regir que tenían estos naturales, y quisieron reduzirlos a las maneras de bivir de España, ansí en las cosas divinas como en las humanas, teniendo entendido que eran idólatras y bárbaros, perdiése todo, el regimiento que tenían.
Necesario fue destruir las cosas idolátricas y todos los edificios idolátricos, y aun las costumbres de la república que estavan mezcladas con rito de idolatría y acompañadas con cerimonias idolátricas, lo cual havía casi en todas las costumbres que tenia la república con que se re-... Párrapho segundo: de la cabeça y sus partes ...gía, y por está causa fue necesario desbaratarlo todo y ponerlos en otra manera de policía que no tuviesse ningún resabio de cosa de idolatría. Pero viendo agora que está manera de policía cría gente muy viciosa, de muy malas inclinaciones y muy malas obras, las cuales los haze a ellos odiosos a Dios y a los hombres, y aun los causan grandes enfermedades y breve vida, ser menester poner remidio, y parécenos a todos que la principal causa de esto es la borrachera, que como cesó aquel rigor antiguo de castigar con pena de muerte las borracheras, aunque agora. se castiga con acotarlos, trasquilarlos y venderlos por esclavos por año o por meses, no es suficiente castigo éste para cesar de emborracharse, y aun tampoco las predicaciones de los predicadores, muy frecuentes, contra este vicio, ni las amenaças del infierno bastan para refrenarlos. Y son estás borracheras tan destempladas y perjudiciales a la república y a la salud y salvación de los que las exercitan que por ellas se causan muchas muertes, que se matan los unos a los otros estando borrachos y se maltratan de obra y de palabras y se causan grandes disensiones en la república, y los que la rigen se deshonran y se amenguan, y hazen grandes faltas en sus oficios, y los juzgan por indignos de ellos; y aun por este vicio son tenidos por indignos y inhábiles para el sacerdocio, y también porque la continencia o castidad que es necesaria a los sacerdotes no son hábiles para guardarla, en especial los borrachos.
A los principios se hizo experiencia de hazerlos religiosos, porque nos parecía entonce que serian hábiles para las cosas eclesiásticas y para la vida religiosa, y ansí se dio el hábito de Sanct Francisco a dos mancebos indios, los más hábiles y recogidos que entonce havía y que predicavan con gran fervor las cosas de nuestra fe católica a sus naturales; y parcélennos que si aquellos, vestidos de nuestro hábito y adornados con las virtudes de nuestra sancta religión franciscana, predicassen con aquel fervor que predicavan, harían grandísimo fruto en las animas; y como tuviessen el hábito y los exercitasen en las cosas de está sancta religión, halláse por experiencia que no eran suficientes para tal estado, y ansí los quitaron los méritos y nunca más se ha recebido indio a la religión, ni aun se tienen por háviles para el sacerdocio. En este tiempo, como aún los religiosos no sabían la lengua de estos naturales, como mejor podían, instruían a los indios que parecían hábiles y recogidos para que ellos predicassen delante de los religiosos al pueblo, pero después que los religiosos supieron la lengua y començaron a predicar, quitáronlos de la predicación por bajos que hallaron en ellos, en mostrarse en presencia de los religiosos honestos y recogidos no siendo tales, cosa que ellos saben muy bien hazer. Y no me marravillo tanto de las tachas y dislates de los naturales de está tierra, porque los españoles que en ella habitan y mucho más los que en ella nacen, cobran estás malas inclinaciones; los que en ella nacen, muy al propio de los indios, en el aspecto parecen españoles y en las condiciones no lo son; los que son naturales españoles, si no tienen mucho aviso, a pocos años andados de su llegada a está tierra se hazen otros.
Y esto pienso que lo haze el clima o constelaciones de está tierra, pero es gran vergüença nuestra que los indios naturales, cuerdos y sabios antiguos, supieron dar remedio a los daños que está tierra imprime en los que en ella biven, obviando a las cosas naturales con contrarios exercicios, y nosotros nos vamos el agua abaxo de nuestra malas inclinaciones; y cierto, se cría una gente, ansí española como india, que es intolerable de regir y pesadísima de salvar. Los padres ni las madres no se pueden apoderar con sus hijos y hijas para apartarlos de los vicios y sensualidades y que está tierra cría. Buen tino tuvieron los habitadores de está tierra. antiguos en que criavan sus hijos y hijas con la potencia de la república, y no los dexavan criar a sus padres; y si aquella manera de regir no estuviera tan inficionada con ritos y supersticiones idolátricas, paréceme que era muy buena, y si limpiada de todo lo idolátrico que tenía, y haziéndola del todo cristiana se introduxesse en está república indiana y española, cierto sería gran bien y sería causa de librar ansí a la una república como a la otra de grandes males, y de grandes trabajos a los que la rigen. Ya tampoco nosotros no nos podemos apoderar con los que se crían en las escuelas, porque como no tienen aquel temor y subjeción que antiguamente tenían, ni los criamos con aquel rigor ni austeridad que se criavan en tiempo de su idolatría, no se subjectan ni se enseñan, ni toman lo que les enseñan, como si estuvieran en aquella imprensa pasada de los viejos antiguos.
A los principios, como hallamos que en su república antigua criavan los muchachos y las muchachas en los templos, y allí los disciplinavan y enseñavan la cultura de sus dioses y la subjeción a su república, tomarnos aquel estilo de criar los muchachos en nuestras casas, y dormían en la casa que para ellos estava edificada junto a la nuestra, donde los enseñávamos a levantarse a la medianoche y los enseñávamos a dezir los maitines de Nuestra Señora, y luego de mañana las horas, y aun los enseñávamos a que de noche se açotassen y tuviessen oración mental. Pero como no se exercitavan en los trabajos corporales como solían, y como demanda la condición de su briosa sensualidad, también comían mejor de lo que acostumbravan en su república antigua, porque exercitávamos con ellos la blandura y piedad que entre nosotros se usa, començaron a tener bríos sensuales y a entender en cosas de lascivia, y ansí los echamos de nuestras casas para que se fuessen a dormir a las casas de sus padres, y venían a la mañana a las escuelas a deprender a leer y a escrevir y a cantar, y esto es lo que aún agora se usa. Pero como se han venido relaxando de poco en poco estos exercicios, y entre ellos casi no hay quien tenga orgullo y industria para por sí enseñar estás cosas, si nosotros mismos no entendemos en ellas, no hay ya en las escuelas de nuestras casas quien a derechas enseñó a leer y a escrevir y a cantar, ni a las otras cosas de música, casi todo se va cayendo.
También se hizo esperiencia en las mugeres para ver si, como en el tiempo de la idolatría havía monasterios de ellas que servian en los templos y guardavan castidad, serian hábiles para ser monjas y religiosas de la religión cristiana y guardar perpetua castidad. Y a este propósito se hizieron monasterios y congregaciones de mugeres y fueron instruidas en las cosas espirituales, y muchas de ellas supieron leer y escrevir, y las que nos parecían que estavan bien instruidas en la fe y eran matronas de buen juizio las hizimos perladas de las otras, para que las regiessen y enseñassen en las cosas de la cristiandad y de todas buenas costumbres. Y cierto, a los principios tuvimos opinión que ellos serian hábiles para sacerdotes y para religiosos, y ellas para monjas y religiosas, pero engallónos nuestra opinión; por experiencia entendimos que por entonce no eran capaces de tanta perfección, y ansí cesé la congregación y monasterios que a los principios intentávamos, ni aun agora vemos indicios que este negocio se pueda efectuar. Hízose también a los principios una diligencia en algunos pueblos de está Nueva España donde residen los religiosos, como fue en Chulola y en Uexocinco, etc., que los que se casavan los poblavan por si junto a los monasterios, y allí moravan, y de allí ventan todos a misa cada día al monas-... Párrapho cuarto: de la cara con todos sus adherentes ... terio y los predicavan el cristianismo y el modo de la cuahabitación matrimonial.
Y era muy buen medio éste para sacarlos de la infección de la idolatría y otras malas costumbres que se les podía apegar de la conversación de sus padres. Pero duró poco, porque ellos hizieron entender a los más de los religiosos que toda la idolatría con todas sus cerimonias y ritos estava ya tan olvidada y abominada que no havía para qué tener este recatamiento, pues que todos eran bautizados y siervos del verdadero Dios. Y esto fue falsísimo, como después aún lo hemos visto muy claro, que ni aun agora cesa de haver muchas hezes de idolatría y de borrachería y de muchas malas costumbres, lo cual se huviera mucho remediado si aquel negocio fuera adelante como se començó, y como fue en pocas partes fuera en todas, y perseverara hasta agora; ya está casi imposibilitado de remediarse. Fueron grandes los trabajos y perplexidades que tuvimos a los principios para casar a los bautizados y que tenían muchas mugeres, para darles aquellas que el derecho manda que tomen, porque para examinar los parentescos y saber cuál fue la primera para dársela nos vimos en un laberinto de gran dificultad, porque ellos mentían en dezir cuál fuesse la primera y hazían embustes para casarse con aquellas que ellos tenían más afección. Y para saber con cuál havían hecho la cerimonia que usavan cuando tomavan muger legítima, fue necesario rebolver y saber muchas cerimonias y ritos idolátricos de su infidelidad., y como sabiamos poca lengua, casi nunca bien caímos en la cuenta como agora lo havemos entendido.
Cerca de los otros sacramentos, como fue el de la confesión y comunión, ha havido tanta dificultad en ponerlos en el camino derecho de ellos, que aun agora hay muy pocos que vayan vía recta a recebir estos sacramentos, lo cual nos da gran fatiga y mucho conocimiento de lo poco que han aprovechado en el cristianismo. A los principios ayudáronnos grandemente los muchachos, assi los que criávamos en la escuela como los que se enseñavan en el patio, porque como al tono de lo antiguo, criávamos los hijos de los principales dentro de nuestras escuelas, allí los enseñávamos a leer y a escrevir y cantar; y a los hijos de los plebeyos ensedelvamoslos en el patio la doctrina cristiana. Juntávanse gran copia de ellos, y después de haverse enseñado un rato, iba un fraile con ellos, o dos, y subíanse en un cu y derrocávanlo en pocos días, y ansí se derrocaron en poco tiempo todos los cúes, que no quedó señal de ellos, y otros edificios de los ídolos dedicados a su servicio. Estos muchachos servieron mucho en este oficio; los de dentro de casa ayudaron mucho más para destripar los ritus idolítricos que de noche se hazían, y las borracheras y areitos que secretamente y de noche hazían a honra de los ídolos, porque de día éstos espiavan a dónde se havía de hazer algo de esto de noche, y de noche a la hora conveniente ivan con un fraile, o con dos, sesenta o ciento de estos criados de casa y davan secretamente sobre los que hazían alguna cosa de las arriba dichas, idolatría, borrachera o fiesta, y préndanlos a todos.
Y atávanlos y llevávanlos al monasterio donde los castigavan y hazían penitencia y los enseñavan la doctrina cristiana, y los hazían ir a maitines a la medianoche y se açotavan; y esto por algunas semanas hasta aquellos estavan ya arrepentidos de lo que havían hecho, y con propósito de no lo hazer mis; y assi salían de allí catetiçados y castigados, y de ellos tornavan exemplo los otros y no osavan hazer semejante cosa, y si la hazían, luego calan en el lazo y eran castigados como dicho es. Párrapho quinto: de los dientes y muelas y colmillos, etc. Fue tan grande el temor que toda la gente popular cobró de estos muchachos que con nosotros se criavan, que después de pocos días no era menester ir con ellos, ni embiar muchos cuando se hazía alguna fiesta o borrachera de noche, que embiando diez o veinte de ellos prendían y atavan todos los de la fiesta o borrachera, aunque fuessen ciento o doscientos, y los traían al monasterio para hazer penitencia. Y de está manera se destruyeron las cosas de la idolatría, que nadie en público, ni de manera que se pudiesse saber, usava hazer nada que fuesse de cosas de idolatría o de borrachería o fiesta. Y cuando ellos querían hazer alguna fiesta para su regocijo temporal o combidar a sus parientes y amigos hazíanlo con licencia de los religiosos, protestando primero que ninguna cosa de idolatría ni de otra ofensa de Dios havía de haver en el negocio. Después aún cesé aquella solicitud que los religiosos tenían en las cosas ya dichas, porque públicamente no parecía cosa ninguna que fuesse digna de castigo, y ellos perdieron el temor que a los principios tenían, porque también los que se criavan en casa dexaron de dormir y comer dentro de casa, y duermen y comen en casa de sus padres.
Y aunque ven y saben algunas cosas idolítricas o de borracherías, no las osan dezir; y también se ha prohibido a los religiosos que a ninguno encierren ni castiguen en sus casas por ningún delicto. De está manera ellos cantan cuando quieren y cantan los cantares antiguos que usavan en el tiempo de su idolatría, no todos, sino muchos, y na-... Párrapho sexto: de los labios con sus circunstancias ... die entiende lo que dizen por ser sus cantares muy cerrados. Y si algunos cantares usan que ellos han hecho después ad de su convertimiento, en que se trata de las cosas de Dios y de sus sanctos, van embueltos con muchos errores y heregías, y aun en los bailes y areitos se hazen muchas cosas de sus supersticiones antiguas y ritus idolátricos, especialmente donde no reside quien los entiende. Y entre los mercaderes más comunmente pasa esto cuando hazen sus fiestas, combites y banquetes. Esto va adelante; cada día se empeora, y no hay quien procure de lo remediar, porque no se entiende sino de pocos, y ellos no lo osan dezir. Las cosas de la borrachería cada día se empeoran y los castigos que se hazen no son de manera que el negocio se remedie, más antes de manera que se empeora. Bien es verdad que algunos de los muchachos que se criavan en nuestras casas a los principios, porque nos dezían las cosas que sus padres hazían de idolatría siendo bautizados, y por ello les catigávamos, los mataron sus padres y otros los catigavan reciamente; y aún agora, cuando haviendo sabido que pasan algunas cosas dignas de reprensión y de castigo, y las reprendemos en los pá1pitos, comieçan a rastrear los que las hazen para saber quién fue el que dio noticia de aquello que se reprendió en el púlpito, y casi siempre caen con la persona y los castigan malamente con solapación y disimulación, cargándoles la mano en los servicios personales y haziéndoles otras vexaciones de que los pacientes ni se pueden quexar, ni se saben remediar, quáxansenos en secreto y en havérnosse conjurado que ninguna cosa digamos de lo que nos dizen, por no padecer mayores agravios.
ansí tenemos necesidad de callar y encomendar a Dios los negocios para que él los remedie. Hemos recebido y aún recebimos en la plantación de la fe en estás partes grande ayuda y mucha lumbre de aquellos a quien hemos enseñado la lengua latina. Está gente no tenía letras ni caracteres algunos, ni sabían leer ni escrevir; comunicávanse por imágines y pinturas, y todas las antiguallas suyas y libros que tenían de ellas estavan pintados con figuras y imágines, de tal manera que sabían y tenían memorias de las cosas que sus antepassados havían hecho y havían dexado en sus anales por más de mil años atrás, antes que viniessen los españoles a está tierra. De estos libros y escrituras los más de ellos se quemaron al tiempo que se destruyeron las otras idolatrías, pero no dexaron de quedar muchas ascondidas que las hemos visto, y afín agora se guardan, por donde hemos entendido sus antiguallas. Luego que venimos a está tierra a plantar la fe, juntamos los muchachos en nuestras casas, como está dicho, y los començamos a enseñar a leer y escrevir y cantar, y como salieron bien con esto, procuramos luego de ponerlos en el estudio de la gramática, para el cual exercicio se hizo un colegio en la ciudad de México, en la parte de Santiago de Tlatilulco, en el cual de todos los pueblos comarcanos y de todas las provincias se escogieron los muchachos más hábiles y que mejor sabían leer y escrevir, los cuales dormían y comían en el mismo colegio, sin salir fuera sino pocas vezes.
Los españoles y los otros religiosos que supieron esto reíanse mucho y hazían burla, teniendo muy por averiguado que nadie sería poderoso para poder enseñar gramática a gente tan inhábil. Pero trabajando con ellos dos o tres años vinieron a entender todas las materias del arte de la gramática y a hablar latín, y a entenderlo, y a escrevir en latín, y aun a hazer versus heruicos. Como vieron esto por esperiencia Párrapho séptimo: del pescueço con sus circunstancias los españoles seglares y eclesiásticos, espantáronse mucho Cómo aquello se pudo hazer. Yo fui el que los primeros cuatro años trabajé con ellos y los puse en la inteligencia de todas las materias de la latinidad. Como vieron que esto iva adelante y aun tenían habilidad para más, començaron, ansí los seglares como los eclesiásticos, a contradezir este negocio y a poner muchas objecciones contra él para impedirle. Porque yo me hallé presente en todas estás cosas, porque leía la gramática a los indios del colegio, podré dezir con verdad las objecciones que ponían y las respuestas que se les davan. Dezían que pues éstos no havían de ser sacerdotes, de qué servía enseñarles la gramática; que era ponerlos en peligro de que hereticassen, y también que viendo la sagrada escritura qué entenderían en ella; como los patriarcas antiguos tenían juntamente muchas mugeres, que es conforme a lo que ellos usavan, y que no querrian creer lo que agora les predicamos, que no puede nadie tener más que una muger casado con ella infacie ecclesie.
Otra objecciones de está calidad po-... Párrapho octavo: de los hombros, braços, manos y dedos ... nían, a las cuales se les respondía que, puesto caso que no huviessen de ser sacerdotes, queríamos tener sabido a cuánto se estiende su habilidad, lo cual sabido por esperiencia, podríamos dar fe de lo que en ellos hay, y que conforme a su habilidad se haría con ellos lo que pareciesse ser justo, según proximidad. A lo que dezían que les dávamos ocasión de hereticar, se respondía que con no pretender aquello, sino lo contrario, conviene a saber, que pudiessen entender mejor las cosas de la fe, y con estar subjectos a príncipe cristianísimo, estava muy en la mano cuando algo de esto pareciesse remediarlo. A lo de las mugeres, como está en el Evangelio la corrección que Nuestro Redemptor hizo cerca de lo que antiguamente se usava, de que un hombre tenía muchas mugeres, son obligados a creerlo, predicándoselo corno ordinariamente se les predica, y siendo en esto rebeldes, castigarlos como a hereges, pues hay oportunidad de poder eclesiástico y seglar para hazerlo. Muchas otras altercaciones se tuvieron cerca de este negocio, las cuales sería cosa prolixa ponerlas aquí. Haya más de cuarenta años que este colegio persevera y los colegiales de él en ninguna cosa han delinquido, ni contra Dios, ni contra la iglesia, ni contra el rey, ni contra su república, más antes han ayudado y ayudan en muchas cosas a la plantación y sustentación de nuestra sancta fe católica.
Porque si sermones y postillas y doctrinas se han hecho en la lengua indiana que puedan parecer y sean limpios de toda heregia, son los que con ellos se han compuesto y ellos por ser entendidos en la lengua latina nos dan a entender las propriedades de los vocablos y las propriedades de su manera de hablar; y las incongruidades que hablamos en los sermones o escrevimos en las doctrinas ellos nos la enmiendan, y cualquiera cosa que sea de convertir en su lengua, si no va con ellos examinada, no puede ir sin defecto, escrevir congruamente en la lengua latina, ni en romance, ni en su lengua. Para lo que toca a la ortographía y buena letra no hay quien lo escriva, sino los que aquí se crían. Enseñaron los frailes a los colegiales y estuvieron con ellos más de diez años enseñándolos toda la disciplina y costumbres que en el colegio se havían de guardar. Y ya que havía entre ellos quien lo leyesse y quien al parecer fuessen hábiles para regir el colegio, hiziéronles sus ordenaciones y elegieron su rector y consiliarios para que regiessen el colegio, y dexáronlos que leyessen y se regiessen ellos a sus solas por más de veinte años, en el cual tiempo se cayó todo el regimiento y buen concierto del colegio, parte por el mayordomo que tenía cargo del colegio que era español, parte por la negligencia y descuido del rector y consiliarios; también Ir descuido de los frailes que no curavan de mirar cómo ivan las cosas hasta que todo dio en tierra. Cuarenta años después de la fundación del colegio, tornóse a examinar el estado en que estavan las cosas del colegio y hallóse estar perdido, y fue necessario dar otro corte y hazer otras ordenaciones de nuevo sobre las primeras para que el colegio fuesse adelante, como parece por las mismas ordenaciones que se hizieron de nuevo.
Yo que me hallé en la fundación del dicho colegio, me hallé también en la reformación de él, la cual fue más dificultosa que la misma fundación. La pestilencia que huvo agora ha treinta y un años dio gran baque al colegio, y no le ha dado menor está pestilencia de este año de mil quinientos y setenta y seis, que casi no está ya nadie en el colegio, muertos y enfermos casi todos son salidos. Párrapho nono: del cuerpo con sus adherencias Recelo tengo muy grande que esto se ha de perder del todo; lo uno, porque ellos son pesados de regir y mal inclinados a deprender; lo otro, porque los frailes se cansan de poner con ellos el trabajo de que tienen necesidad para llevarlos adelante; lo otro, porque veo que. ni entre los seglares ni entre los eclesiásticos no hay nadie quien los favorezca ni con sólo un tomín. Si el señor don Antonio de Mendoça, que en gloria sea, visorrey que fue de está Nueva España, no los huviera proveido de su hazienda, de una poca rentezilla que tienen con que se sustentan pocos y mal, ya no huviera memoria de colegio ni de colegial. Y podiérase haver hecho gran bien a toda está república indiana y el rey, nuestro señor, tuviera mis vasallos en ella de los que tiene y tendrá, porque siempre van en diminución, y la causa que yo he visto con mis ojos es que la pestilencia de agora ha treinta años, por no haver quien supiesse sangrar ni administrar las medicinas como conviene, murieron los más que murieron, y de hambre.
Y en está pestilencia presente acontece lo mismo, y en todas las que se ofrecieren será lo mismo, hasta que se acaben. Y si se huviera tenido atención y advertencia a que estos indios huvieran sido instruidos en la gramática, lógica y philosophía natural, y medicina, pudieran haver socorrido muchos de los que han muerto, porque en está ciudad de México vemos por nuestros ojos que aquellos que acuden a sangrarlos y purgarlos como conviene, y con tiempo, sanan, y demás mueren. Y como los médicos y sangradores españoles los saben hazer son pocos, socorren a pocos, y ya casi están cansados y enfermos y muertos los sangradores y médicos, y no hay ya quien pueda ni quiera acudir y ayudar a los indios pobres, y ansí se mueren, por no tener remedio ni socorro.
Allí los enseñavan cómo havían de honrar a sus dioses, y cómo havían de acatar y obedecer a la república y a los regidores de ella. Tenían graves castigos para castigar a los que no eran obedientes y reverentes a sus maestros; en especial se ponían gran diligencia en que no beviessen uctli la gente que era de cincuenta años abaxo. Ocupávanlos en muchos exercicios de noche y de día, y criávanlos en grande austeridad, de manera que los bríos y inclinaciones carnales no tentan señorío en ellos, ansí en los hombres como en las mugeres. Los que bivían en los templos tenían tantos trabajos de noche y de día y eran tan abstinentes, que no se les acordava de cosas sensuales. Los que eran del exercicio militar eran tan continuas las guerras que tenían los unos con los otros, que muy poco tiempo cesavan de la guerra y de los trabajos de ella. Era está manera de regir muy conforme a la philosophía natural y moral, porque la templança y abastança de está tierra y las constelaciones que en ella reinan ayudan mucho a la naturaleza humana para ser viciosa y ociosa y muy dada a los vicios sensuales, y la philosophía moral enseñó por experiencia a estos naturales que para bivir moralmente y virtuosamente era necesario el rigor y austeridad y ocupaciones continuas en cosas provechosas a la república. Como esto cesó por la venida de los españoles, y porque ellos derrocaron y echaron por tierra todas las costumbres y maneras de regir que tenían estos naturales, y quisieron reduzirlos a las maneras de bivir de España, ansí en las cosas divinas como en las humanas, teniendo entendido que eran idólatras y bárbaros, perdiése todo, el regimiento que tenían.
Necesario fue destruir las cosas idolátricas y todos los edificios idolátricos, y aun las costumbres de la república que estavan mezcladas con rito de idolatría y acompañadas con cerimonias idolátricas, lo cual havía casi en todas las costumbres que tenia la república con que se re-... Párrapho segundo: de la cabeça y sus partes ...gía, y por está causa fue necesario desbaratarlo todo y ponerlos en otra manera de policía que no tuviesse ningún resabio de cosa de idolatría. Pero viendo agora que está manera de policía cría gente muy viciosa, de muy malas inclinaciones y muy malas obras, las cuales los haze a ellos odiosos a Dios y a los hombres, y aun los causan grandes enfermedades y breve vida, ser menester poner remidio, y parécenos a todos que la principal causa de esto es la borrachera, que como cesó aquel rigor antiguo de castigar con pena de muerte las borracheras, aunque agora. se castiga con acotarlos, trasquilarlos y venderlos por esclavos por año o por meses, no es suficiente castigo éste para cesar de emborracharse, y aun tampoco las predicaciones de los predicadores, muy frecuentes, contra este vicio, ni las amenaças del infierno bastan para refrenarlos. Y son estás borracheras tan destempladas y perjudiciales a la república y a la salud y salvación de los que las exercitan que por ellas se causan muchas muertes, que se matan los unos a los otros estando borrachos y se maltratan de obra y de palabras y se causan grandes disensiones en la república, y los que la rigen se deshonran y se amenguan, y hazen grandes faltas en sus oficios, y los juzgan por indignos de ellos; y aun por este vicio son tenidos por indignos y inhábiles para el sacerdocio, y también porque la continencia o castidad que es necesaria a los sacerdotes no son hábiles para guardarla, en especial los borrachos.
A los principios se hizo experiencia de hazerlos religiosos, porque nos parecía entonce que serian hábiles para las cosas eclesiásticas y para la vida religiosa, y ansí se dio el hábito de Sanct Francisco a dos mancebos indios, los más hábiles y recogidos que entonce havía y que predicavan con gran fervor las cosas de nuestra fe católica a sus naturales; y parcélennos que si aquellos, vestidos de nuestro hábito y adornados con las virtudes de nuestra sancta religión franciscana, predicassen con aquel fervor que predicavan, harían grandísimo fruto en las animas; y como tuviessen el hábito y los exercitasen en las cosas de está sancta religión, halláse por experiencia que no eran suficientes para tal estado, y ansí los quitaron los méritos y nunca más se ha recebido indio a la religión, ni aun se tienen por háviles para el sacerdocio. En este tiempo, como aún los religiosos no sabían la lengua de estos naturales, como mejor podían, instruían a los indios que parecían hábiles y recogidos para que ellos predicassen delante de los religiosos al pueblo, pero después que los religiosos supieron la lengua y començaron a predicar, quitáronlos de la predicación por bajos que hallaron en ellos, en mostrarse en presencia de los religiosos honestos y recogidos no siendo tales, cosa que ellos saben muy bien hazer. Y no me marravillo tanto de las tachas y dislates de los naturales de está tierra, porque los españoles que en ella habitan y mucho más los que en ella nacen, cobran estás malas inclinaciones; los que en ella nacen, muy al propio de los indios, en el aspecto parecen españoles y en las condiciones no lo son; los que son naturales españoles, si no tienen mucho aviso, a pocos años andados de su llegada a está tierra se hazen otros.
Y esto pienso que lo haze el clima o constelaciones de está tierra, pero es gran vergüença nuestra que los indios naturales, cuerdos y sabios antiguos, supieron dar remedio a los daños que está tierra imprime en los que en ella biven, obviando a las cosas naturales con contrarios exercicios, y nosotros nos vamos el agua abaxo de nuestra malas inclinaciones; y cierto, se cría una gente, ansí española como india, que es intolerable de regir y pesadísima de salvar. Los padres ni las madres no se pueden apoderar con sus hijos y hijas para apartarlos de los vicios y sensualidades y que está tierra cría. Buen tino tuvieron los habitadores de está tierra. antiguos en que criavan sus hijos y hijas con la potencia de la república, y no los dexavan criar a sus padres; y si aquella manera de regir no estuviera tan inficionada con ritos y supersticiones idolátricas, paréceme que era muy buena, y si limpiada de todo lo idolátrico que tenía, y haziéndola del todo cristiana se introduxesse en está república indiana y española, cierto sería gran bien y sería causa de librar ansí a la una república como a la otra de grandes males, y de grandes trabajos a los que la rigen. Ya tampoco nosotros no nos podemos apoderar con los que se crían en las escuelas, porque como no tienen aquel temor y subjeción que antiguamente tenían, ni los criamos con aquel rigor ni austeridad que se criavan en tiempo de su idolatría, no se subjectan ni se enseñan, ni toman lo que les enseñan, como si estuvieran en aquella imprensa pasada de los viejos antiguos.
A los principios, como hallamos que en su república antigua criavan los muchachos y las muchachas en los templos, y allí los disciplinavan y enseñavan la cultura de sus dioses y la subjeción a su república, tomarnos aquel estilo de criar los muchachos en nuestras casas, y dormían en la casa que para ellos estava edificada junto a la nuestra, donde los enseñávamos a levantarse a la medianoche y los enseñávamos a dezir los maitines de Nuestra Señora, y luego de mañana las horas, y aun los enseñávamos a que de noche se açotassen y tuviessen oración mental. Pero como no se exercitavan en los trabajos corporales como solían, y como demanda la condición de su briosa sensualidad, también comían mejor de lo que acostumbravan en su república antigua, porque exercitávamos con ellos la blandura y piedad que entre nosotros se usa, començaron a tener bríos sensuales y a entender en cosas de lascivia, y ansí los echamos de nuestras casas para que se fuessen a dormir a las casas de sus padres, y venían a la mañana a las escuelas a deprender a leer y a escrevir y a cantar, y esto es lo que aún agora se usa. Pero como se han venido relaxando de poco en poco estos exercicios, y entre ellos casi no hay quien tenga orgullo y industria para por sí enseñar estás cosas, si nosotros mismos no entendemos en ellas, no hay ya en las escuelas de nuestras casas quien a derechas enseñó a leer y a escrevir y a cantar, ni a las otras cosas de música, casi todo se va cayendo.
También se hizo esperiencia en las mugeres para ver si, como en el tiempo de la idolatría havía monasterios de ellas que servian en los templos y guardavan castidad, serian hábiles para ser monjas y religiosas de la religión cristiana y guardar perpetua castidad. Y a este propósito se hizieron monasterios y congregaciones de mugeres y fueron instruidas en las cosas espirituales, y muchas de ellas supieron leer y escrevir, y las que nos parecían que estavan bien instruidas en la fe y eran matronas de buen juizio las hizimos perladas de las otras, para que las regiessen y enseñassen en las cosas de la cristiandad y de todas buenas costumbres. Y cierto, a los principios tuvimos opinión que ellos serian hábiles para sacerdotes y para religiosos, y ellas para monjas y religiosas, pero engallónos nuestra opinión; por experiencia entendimos que por entonce no eran capaces de tanta perfección, y ansí cesé la congregación y monasterios que a los principios intentávamos, ni aun agora vemos indicios que este negocio se pueda efectuar. Hízose también a los principios una diligencia en algunos pueblos de está Nueva España donde residen los religiosos, como fue en Chulola y en Uexocinco, etc., que los que se casavan los poblavan por si junto a los monasterios, y allí moravan, y de allí ventan todos a misa cada día al monas-... Párrapho cuarto: de la cara con todos sus adherentes ... terio y los predicavan el cristianismo y el modo de la cuahabitación matrimonial.
Y era muy buen medio éste para sacarlos de la infección de la idolatría y otras malas costumbres que se les podía apegar de la conversación de sus padres. Pero duró poco, porque ellos hizieron entender a los más de los religiosos que toda la idolatría con todas sus cerimonias y ritos estava ya tan olvidada y abominada que no havía para qué tener este recatamiento, pues que todos eran bautizados y siervos del verdadero Dios. Y esto fue falsísimo, como después aún lo hemos visto muy claro, que ni aun agora cesa de haver muchas hezes de idolatría y de borrachería y de muchas malas costumbres, lo cual se huviera mucho remediado si aquel negocio fuera adelante como se començó, y como fue en pocas partes fuera en todas, y perseverara hasta agora; ya está casi imposibilitado de remediarse. Fueron grandes los trabajos y perplexidades que tuvimos a los principios para casar a los bautizados y que tenían muchas mugeres, para darles aquellas que el derecho manda que tomen, porque para examinar los parentescos y saber cuál fue la primera para dársela nos vimos en un laberinto de gran dificultad, porque ellos mentían en dezir cuál fuesse la primera y hazían embustes para casarse con aquellas que ellos tenían más afección. Y para saber con cuál havían hecho la cerimonia que usavan cuando tomavan muger legítima, fue necesario rebolver y saber muchas cerimonias y ritos idolátricos de su infidelidad., y como sabiamos poca lengua, casi nunca bien caímos en la cuenta como agora lo havemos entendido.
Cerca de los otros sacramentos, como fue el de la confesión y comunión, ha havido tanta dificultad en ponerlos en el camino derecho de ellos, que aun agora hay muy pocos que vayan vía recta a recebir estos sacramentos, lo cual nos da gran fatiga y mucho conocimiento de lo poco que han aprovechado en el cristianismo. A los principios ayudáronnos grandemente los muchachos, assi los que criávamos en la escuela como los que se enseñavan en el patio, porque como al tono de lo antiguo, criávamos los hijos de los principales dentro de nuestras escuelas, allí los enseñávamos a leer y a escrevir y cantar; y a los hijos de los plebeyos ensedelvamoslos en el patio la doctrina cristiana. Juntávanse gran copia de ellos, y después de haverse enseñado un rato, iba un fraile con ellos, o dos, y subíanse en un cu y derrocávanlo en pocos días, y ansí se derrocaron en poco tiempo todos los cúes, que no quedó señal de ellos, y otros edificios de los ídolos dedicados a su servicio. Estos muchachos servieron mucho en este oficio; los de dentro de casa ayudaron mucho más para destripar los ritus idolítricos que de noche se hazían, y las borracheras y areitos que secretamente y de noche hazían a honra de los ídolos, porque de día éstos espiavan a dónde se havía de hazer algo de esto de noche, y de noche a la hora conveniente ivan con un fraile, o con dos, sesenta o ciento de estos criados de casa y davan secretamente sobre los que hazían alguna cosa de las arriba dichas, idolatría, borrachera o fiesta, y préndanlos a todos.
Y atávanlos y llevávanlos al monasterio donde los castigavan y hazían penitencia y los enseñavan la doctrina cristiana, y los hazían ir a maitines a la medianoche y se açotavan; y esto por algunas semanas hasta aquellos estavan ya arrepentidos de lo que havían hecho, y con propósito de no lo hazer mis; y assi salían de allí catetiçados y castigados, y de ellos tornavan exemplo los otros y no osavan hazer semejante cosa, y si la hazían, luego calan en el lazo y eran castigados como dicho es. Párrapho quinto: de los dientes y muelas y colmillos, etc. Fue tan grande el temor que toda la gente popular cobró de estos muchachos que con nosotros se criavan, que después de pocos días no era menester ir con ellos, ni embiar muchos cuando se hazía alguna fiesta o borrachera de noche, que embiando diez o veinte de ellos prendían y atavan todos los de la fiesta o borrachera, aunque fuessen ciento o doscientos, y los traían al monasterio para hazer penitencia. Y de está manera se destruyeron las cosas de la idolatría, que nadie en público, ni de manera que se pudiesse saber, usava hazer nada que fuesse de cosas de idolatría o de borrachería o fiesta. Y cuando ellos querían hazer alguna fiesta para su regocijo temporal o combidar a sus parientes y amigos hazíanlo con licencia de los religiosos, protestando primero que ninguna cosa de idolatría ni de otra ofensa de Dios havía de haver en el negocio. Después aún cesé aquella solicitud que los religiosos tenían en las cosas ya dichas, porque públicamente no parecía cosa ninguna que fuesse digna de castigo, y ellos perdieron el temor que a los principios tenían, porque también los que se criavan en casa dexaron de dormir y comer dentro de casa, y duermen y comen en casa de sus padres.
Y aunque ven y saben algunas cosas idolítricas o de borracherías, no las osan dezir; y también se ha prohibido a los religiosos que a ninguno encierren ni castiguen en sus casas por ningún delicto. De está manera ellos cantan cuando quieren y cantan los cantares antiguos que usavan en el tiempo de su idolatría, no todos, sino muchos, y na-... Párrapho sexto: de los labios con sus circunstancias ... die entiende lo que dizen por ser sus cantares muy cerrados. Y si algunos cantares usan que ellos han hecho después ad de su convertimiento, en que se trata de las cosas de Dios y de sus sanctos, van embueltos con muchos errores y heregías, y aun en los bailes y areitos se hazen muchas cosas de sus supersticiones antiguas y ritus idolátricos, especialmente donde no reside quien los entiende. Y entre los mercaderes más comunmente pasa esto cuando hazen sus fiestas, combites y banquetes. Esto va adelante; cada día se empeora, y no hay quien procure de lo remediar, porque no se entiende sino de pocos, y ellos no lo osan dezir. Las cosas de la borrachería cada día se empeoran y los castigos que se hazen no son de manera que el negocio se remedie, más antes de manera que se empeora. Bien es verdad que algunos de los muchachos que se criavan en nuestras casas a los principios, porque nos dezían las cosas que sus padres hazían de idolatría siendo bautizados, y por ello les catigávamos, los mataron sus padres y otros los catigavan reciamente; y aún agora, cuando haviendo sabido que pasan algunas cosas dignas de reprensión y de castigo, y las reprendemos en los pá1pitos, comieçan a rastrear los que las hazen para saber quién fue el que dio noticia de aquello que se reprendió en el púlpito, y casi siempre caen con la persona y los castigan malamente con solapación y disimulación, cargándoles la mano en los servicios personales y haziéndoles otras vexaciones de que los pacientes ni se pueden quexar, ni se saben remediar, quáxansenos en secreto y en havérnosse conjurado que ninguna cosa digamos de lo que nos dizen, por no padecer mayores agravios.
ansí tenemos necesidad de callar y encomendar a Dios los negocios para que él los remedie. Hemos recebido y aún recebimos en la plantación de la fe en estás partes grande ayuda y mucha lumbre de aquellos a quien hemos enseñado la lengua latina. Está gente no tenía letras ni caracteres algunos, ni sabían leer ni escrevir; comunicávanse por imágines y pinturas, y todas las antiguallas suyas y libros que tenían de ellas estavan pintados con figuras y imágines, de tal manera que sabían y tenían memorias de las cosas que sus antepassados havían hecho y havían dexado en sus anales por más de mil años atrás, antes que viniessen los españoles a está tierra. De estos libros y escrituras los más de ellos se quemaron al tiempo que se destruyeron las otras idolatrías, pero no dexaron de quedar muchas ascondidas que las hemos visto, y afín agora se guardan, por donde hemos entendido sus antiguallas. Luego que venimos a está tierra a plantar la fe, juntamos los muchachos en nuestras casas, como está dicho, y los començamos a enseñar a leer y escrevir y cantar, y como salieron bien con esto, procuramos luego de ponerlos en el estudio de la gramática, para el cual exercicio se hizo un colegio en la ciudad de México, en la parte de Santiago de Tlatilulco, en el cual de todos los pueblos comarcanos y de todas las provincias se escogieron los muchachos más hábiles y que mejor sabían leer y escrevir, los cuales dormían y comían en el mismo colegio, sin salir fuera sino pocas vezes.
Los españoles y los otros religiosos que supieron esto reíanse mucho y hazían burla, teniendo muy por averiguado que nadie sería poderoso para poder enseñar gramática a gente tan inhábil. Pero trabajando con ellos dos o tres años vinieron a entender todas las materias del arte de la gramática y a hablar latín, y a entenderlo, y a escrevir en latín, y aun a hazer versus heruicos. Como vieron esto por esperiencia Párrapho séptimo: del pescueço con sus circunstancias los españoles seglares y eclesiásticos, espantáronse mucho Cómo aquello se pudo hazer. Yo fui el que los primeros cuatro años trabajé con ellos y los puse en la inteligencia de todas las materias de la latinidad. Como vieron que esto iva adelante y aun tenían habilidad para más, començaron, ansí los seglares como los eclesiásticos, a contradezir este negocio y a poner muchas objecciones contra él para impedirle. Porque yo me hallé presente en todas estás cosas, porque leía la gramática a los indios del colegio, podré dezir con verdad las objecciones que ponían y las respuestas que se les davan. Dezían que pues éstos no havían de ser sacerdotes, de qué servía enseñarles la gramática; que era ponerlos en peligro de que hereticassen, y también que viendo la sagrada escritura qué entenderían en ella; como los patriarcas antiguos tenían juntamente muchas mugeres, que es conforme a lo que ellos usavan, y que no querrian creer lo que agora les predicamos, que no puede nadie tener más que una muger casado con ella infacie ecclesie.
Otra objecciones de está calidad po-... Párrapho octavo: de los hombros, braços, manos y dedos ... nían, a las cuales se les respondía que, puesto caso que no huviessen de ser sacerdotes, queríamos tener sabido a cuánto se estiende su habilidad, lo cual sabido por esperiencia, podríamos dar fe de lo que en ellos hay, y que conforme a su habilidad se haría con ellos lo que pareciesse ser justo, según proximidad. A lo que dezían que les dávamos ocasión de hereticar, se respondía que con no pretender aquello, sino lo contrario, conviene a saber, que pudiessen entender mejor las cosas de la fe, y con estar subjectos a príncipe cristianísimo, estava muy en la mano cuando algo de esto pareciesse remediarlo. A lo de las mugeres, como está en el Evangelio la corrección que Nuestro Redemptor hizo cerca de lo que antiguamente se usava, de que un hombre tenía muchas mugeres, son obligados a creerlo, predicándoselo corno ordinariamente se les predica, y siendo en esto rebeldes, castigarlos como a hereges, pues hay oportunidad de poder eclesiástico y seglar para hazerlo. Muchas otras altercaciones se tuvieron cerca de este negocio, las cuales sería cosa prolixa ponerlas aquí. Haya más de cuarenta años que este colegio persevera y los colegiales de él en ninguna cosa han delinquido, ni contra Dios, ni contra la iglesia, ni contra el rey, ni contra su república, más antes han ayudado y ayudan en muchas cosas a la plantación y sustentación de nuestra sancta fe católica.
Porque si sermones y postillas y doctrinas se han hecho en la lengua indiana que puedan parecer y sean limpios de toda heregia, son los que con ellos se han compuesto y ellos por ser entendidos en la lengua latina nos dan a entender las propriedades de los vocablos y las propriedades de su manera de hablar; y las incongruidades que hablamos en los sermones o escrevimos en las doctrinas ellos nos la enmiendan, y cualquiera cosa que sea de convertir en su lengua, si no va con ellos examinada, no puede ir sin defecto, escrevir congruamente en la lengua latina, ni en romance, ni en su lengua. Para lo que toca a la ortographía y buena letra no hay quien lo escriva, sino los que aquí se crían. Enseñaron los frailes a los colegiales y estuvieron con ellos más de diez años enseñándolos toda la disciplina y costumbres que en el colegio se havían de guardar. Y ya que havía entre ellos quien lo leyesse y quien al parecer fuessen hábiles para regir el colegio, hiziéronles sus ordenaciones y elegieron su rector y consiliarios para que regiessen el colegio, y dexáronlos que leyessen y se regiessen ellos a sus solas por más de veinte años, en el cual tiempo se cayó todo el regimiento y buen concierto del colegio, parte por el mayordomo que tenía cargo del colegio que era español, parte por la negligencia y descuido del rector y consiliarios; también Ir descuido de los frailes que no curavan de mirar cómo ivan las cosas hasta que todo dio en tierra. Cuarenta años después de la fundación del colegio, tornóse a examinar el estado en que estavan las cosas del colegio y hallóse estar perdido, y fue necessario dar otro corte y hazer otras ordenaciones de nuevo sobre las primeras para que el colegio fuesse adelante, como parece por las mismas ordenaciones que se hizieron de nuevo.
Yo que me hallé en la fundación del dicho colegio, me hallé también en la reformación de él, la cual fue más dificultosa que la misma fundación. La pestilencia que huvo agora ha treinta y un años dio gran baque al colegio, y no le ha dado menor está pestilencia de este año de mil quinientos y setenta y seis, que casi no está ya nadie en el colegio, muertos y enfermos casi todos son salidos. Párrapho nono: del cuerpo con sus adherencias Recelo tengo muy grande que esto se ha de perder del todo; lo uno, porque ellos son pesados de regir y mal inclinados a deprender; lo otro, porque los frailes se cansan de poner con ellos el trabajo de que tienen necesidad para llevarlos adelante; lo otro, porque veo que. ni entre los seglares ni entre los eclesiásticos no hay nadie quien los favorezca ni con sólo un tomín. Si el señor don Antonio de Mendoça, que en gloria sea, visorrey que fue de está Nueva España, no los huviera proveido de su hazienda, de una poca rentezilla que tienen con que se sustentan pocos y mal, ya no huviera memoria de colegio ni de colegial. Y podiérase haver hecho gran bien a toda está república indiana y el rey, nuestro señor, tuviera mis vasallos en ella de los que tiene y tendrá, porque siempre van en diminución, y la causa que yo he visto con mis ojos es que la pestilencia de agora ha treinta años, por no haver quien supiesse sangrar ni administrar las medicinas como conviene, murieron los más que murieron, y de hambre.
Y en está pestilencia presente acontece lo mismo, y en todas las que se ofrecieren será lo mismo, hasta que se acaben. Y si se huviera tenido atención y advertencia a que estos indios huvieran sido instruidos en la gramática, lógica y philosophía natural, y medicina, pudieran haver socorrido muchos de los que han muerto, porque en está ciudad de México vemos por nuestros ojos que aquellos que acuden a sangrarlos y purgarlos como conviene, y con tiempo, sanan, y demás mueren. Y como los médicos y sangradores españoles los saben hazer son pocos, socorren a pocos, y ya casi están cansados y enfermos y muertos los sangradores y médicos, y no hay ya quien pueda ni quiera acudir y ayudar a los indios pobres, y ansí se mueren, por no tener remedio ni socorro.