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CAPITULO V Que trata de los chichimecas y de los reyes de Tetzcuco; ansímismo trátase aquí de los caballeros hijosdalgos, que ellos llaman tecuhtles Antes de que pasemos de aquí nos pareció tratar de las jornadas que vinieron haciendo los chichimecas desde que desembarcaron o pasaron aquel pasaje del agua y río o estrecho de mar, el año que tienen los naturales por su cuenta que dicen de esta manera. Año de Cinco Tochtli llegaron a las Siete Cuevas y de las Siete Cuevas vinieron a Mazatepec, en cuya provincia dejaron a Itztolli Axiunel personas principales, y de Mazatepec vinieron a la provincia de Tepenenec, que quiere decir "En el cerro del eco", y aquí mataron a Itzpapalotl, el cual mató Mimich a flechazos. De aquí vinieron a Comayan, donde tuvieron grande guerra hasta que por fuerza la destruyeron y ganaron; y de esta provincia de Comayan vinieron a la provincia de Culhuacan y a Teotlacochcalco y a Teohuitznahuac, aquí quisieron flechar y matar a una señora cacica, que se llamaba Cohuatlicue, señora de esta provincia, a la cual no flecharon, antes hicieron amistades con ella y la hubo por mujer Mixcohuatl Camaxtli, y de esta Cohuatlicue y Mixcohuatl Camaxtli nació Quetzalcohuatl; por cuya causa y razón dejó atrás declarado que aunque Quetzalcohuatl dijo que vino por la parte Norte y por Pánuco, y de Pánuco por Tulantzinco y por Tula, donde tuvo su habitación, todos estos vinieron por la vía del Poniente y, como fuesen personas tan principales y de grandes habilidades, los tuvieron por dioses, especialmente a Camaxtli, Quetzalcohuatl y Tezcatlipuca y a todos los demás ídolos; vinieron discurriendo por diversas partes de este Nuevo Mundo, y ansí estos que tuvieron por dioses debían ser nigrománticos, hechiceros y encantadores o brujos, o tenían hecho pacto o conivencia con el demonio, porque les hacía o debían por conjeturas alcanzar muchas cosas de las porvenir, o eran hombres nacidos de íncubos, pues tanto dominio tenía el demonio sobre ellos que bastaran para pervertir tantas y tan numerosas naciones de gentes.

Habiendo nacido Quetzalcohuatl en esta provincia de Tehuitznahuatl, les hizo grandes fiestas Xicalan, y les dio de presentes grandes dádivas de ropas de algodón. De esta provincia los llevó a Aculhuacan, y aquí dio el dicho Xicalan una hermana suya, llamada Coyollimaquiz, a un principal llamado Tzontecomatl, de cuyos padres nació Acul, y de éste nació Huehueyac, y éste ovo a Ilanaceytl Atotoz. Esta dicha Atotoz ovo a Quetzalchihuatzin, la cual casó con Ixtlilxochitl. Y de esta Quetzalchihuatzin y de Ixtlilxochitl nació y ovieron por hijo a Nezahualcoyotl, y de éste (qué fue el "Lobo Ayunador" de que atrás hicimos mención) nació Netzahualpilzintli, su hijo, de donde proceden los señores de Tetzcuco por línea recta. Habiendo, pues, pasado por tantas tierras y provincias como atrás dejo referido, vinieron a pasar a Hueypuchtlan y Tepotzotlan. En esta provincia se armaron caballeros culhuatecuhtli: Xicalan se llamó Tecpanecatl (porque en esta ceremonia se trocaban los nombres, porque ansí era permitido por grandeza) y éste que se llamaba Cetecpatl lo llamaron Mixcohuatecuhtli y Mixcohuatl se llamó Chichimecatecuhtli; y estos que voy nombrando fueron los principales caudillos que trajeron estas gentes y sus mujeres, y a esta causa los voy aquí nombrando por sus nombres antiguos y a sus mujeres, porque hoy en día viven muchos principales de la descendencia de éstos, lo cual no pusimos al principio, que allí se había de hacer relación de éstos; mas no se ha perdido coyuntura, pues se deja entender que lo hacemos por dar noticia de los principales caudillos que hubo en el origen de estas poblazones, desde donde comenzaron esta su muy larga itineraria, su inaudita peregrinación.

Finalmente, que Mixcohuatl y Hueytlapatli, Pantzin y Cocoltzin fueron caudillos de estas gentes; Xonecuilinan fue la mujer de Xicalan y Cetecpatltecuhtli tuvo por mujer a Yacaxoxouhqueilama, y Mixcohuatecuhtli tuvo por mujer a Totonilama. Llamóse el hijo de Xilacan, Mazatlhuehue, que casó con la hija de Cetecpatltecuhtli, que se llamó Centecihuatzin, de quien nació Tochtzin y Apanecatzin Cetecpatl ovo por hijo a Apantzin, y Mixcohuatl ovo por hijo a Acontzin. Háse de advertir que en aquella era los chichimecas no tenían más de una mujer. Hoy en día, los indomésticos, que no tienen más de una, tienen en mucho los hijos varones que les nacen y aborrecen a las hijas. Los padres crían a los varones y a las hembras las madres. Por manera que como hubieren llegado a Poyauhtlan el año de Dos Tecpatl, y Tres Calli y Cuatro Tochtli y Cinco Acatl y Seis Tecpatl y Siete Calli y Ocho Tochtli y Nueve Acatl y Diez Tecpatl y Once Calli y Doce Tochtli y Trece Acatl Inanlir Tonalli, y el de "Un pedernal", que es Cetecpatl Xihuitl, fue el día que salieron de Poyauhtlan los chichimecas. Y dejaron allí a Chimalcuixintecuhtli, y éste fue a las provincias de Quauhchinanco con mucha parte de estas gentes a poblallas, que es hacia la parte del Norte, y halló poblado allí a Macuilacafecuhtu, el cual lo recibió muy bien y de paz y le dio mujer con quien casó allí en Tollantzinco, y lo mismo hizo con Quauhtotolamihua. De estas gentes se poblaron grandes provincias, como fue toda la sierra y costas del mar, como Tuzapan, Papantla, Tonatiuhco, Muxtitlan, Achchalintlan y Nauhtlan.

Los que se armaron caballeros en Poyauhtitlan fueron: Ixcoatl Acolpitecuhtli que se llamó Pantzintecuhtli, y Tecpanecatl Cocotzin se llamó Mixcohuatecuhtli, y Hueytapachtli se llamo Chichimecatecuhtli. Esta ceremonia de armarse caballeros los naturales de México y Tlaxcala y otras provincias de la lengua mexicana es cosa muy notoria. Y ansí, no nos detendremos en ello más de pasar sucitamente. Es de saber que cualquier Señor o hijo de Señores que por sus personas habían ganado alguna cosa en la guerra, o que oviesen hecho o emprendido casos señalados y aventajados, como tuviese indicios de mucho valor y fuese de buen consejo y aviso en la República, le armaban caballero. Lo mismo hacían con los mercaderes ricos, que, como fuesen tanto por sus riquezas, se ennoblecían y hacían negocios de hijosdalgo y caballeros. Los armaban caballeros por dos diferentemente: que a los caballeros de línea recta, los llamaban tepilhuan; al mercader que era armado caballero y a los finos que por descendencia lo eran, llamábanlos Tecuhtles. Estos se armaban caballeros con muchas ceremonias, porque ante todas cosas estaban encerrados cuarenta o sesenta días en un templo de sus ídolos. Ayunaban todo este tiempo y no trataban con gentes más de con aquellos que les servían. Y al cabo de los cuales, eran llevados al Templo Mayor y allí se les daban grandes doctrinas de la vida que habían de tener y guardar. Antes de todas estas cosas, les daban vejámenes con muchas palabras afrentosas y satíricas y les daban puñadas con grandes represiones, y aun en su propio rostro, según atrás dejamos tratado.

Les horadaban las narices, labios y orejas, y la sangre que de ellos salía la ofrecían a sus dioses. Horadábanles las orejas y narices y bezos no con hierros, ni cosas de oro y plata, sino con agudos huesos de tigres y leones y águilas. Poníanles en las orejas orejeras de oro y bezotes de lo mismo, y en las narices se ponían piedras ricas. Allí les daban públicamente sus arcos, flechas y macanas y todo género de armas usadas en su arte militar. Del templo eran llevados por las calles y plazas acostumbradas con gran pompa, regocijo y solemnidad, llevando delante de ellos muchos truhanes y chocarreros que decían grandes donaires con que hacían reir a las gentes. Este armado caballero hacía muy solemnes fiestas y costosas, y daba grandes presentes a los antiguos señores y caballeros, ansí de ropas como de esclavos, oro, piedras preciosas, plumería rica, divisas, escudos, rodelas, arcos y flechas, a manera de propinas, como cuando se doctoran nuestros letrados. Andaban de casa en casa de estos Tecuhtles dándoles éstos presentes y dádivas y lo propio hacían con estos armados caballeros después que lo eran. Y se tenía cuenta de todos ellos en la República. No se armaban muchos caballeros pobres hidalgos por su poca posibilidad, si no eran aquellos que por sus nobles y loables hechos lo habían merecido, que en tal caso los armaban los caciques cabezas y los más supremos, que eran reyes, pues tenían mero mixto imperio en sus tierras, horca y cuchillo para ejecutar los casos de justicia, como en efecto era ansí.

Finalmente, los que horadan las orejas, bezos y narices de estos que ansí se armaban caballeros eran ancianos y muy antiguos, los cuales estaban dedicados para esto. Y ansí para los casos de justicia y consejos de guerra, servían estos caballeros veteranos de la República, los cuales eran temidos, obedecidos y reverenciados en grande veneración y estima, como atrás dejamos dicho. Al cabo de los cuarenta o sesenta días de ayuno de los caballeros nobles, los sacaban de allí para llevarlos al Templo Mayor, donde tenían sus simulacros pues no les horadaban entonces las orejas, narices ni labios, que son los de la parte de abajo, sino que era cuando se ponían en ayuno; entonces y ante todas las cosas, les hacían estas bestiales operaciones. En todo el tiempo del ayuno estaba en cura para que el día de la mayor ceremonia fuese sano de las heridas para que pudiesen ponelle las orejeras y bezotes sin ningún detrimento ni dolor. En todo este tiempo no se lavaban, antes estaban todos tiznados y embijados de negro, y con muestras de grande humildad para conseguir y alcanzar tan gran merced y premio, velando las armas todo el tiempo del ayuno, según sus ordenanzas, usos y costumbres, entre ellos tan celebradas. También usaban tener las puertas de donde estaban ayunando cerradas con ramos de laurel, cuyo árbol entre los naturales era muy estimado.

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