CapÍtulo IV
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Datos principales
Desarrollo
Que trata lo que dicen los indios desde reino que había antes que los Incas fuesen conocidos y de cómo había fortalezas por los collados, de donde salían a se dar guerra los unos a los otros. Muchas veces pregunté a los moradores destas provincias lo que sabían que en ellas hobo antes que los Incas los señoreasen, y sobre esto dicen que todos vivían desordenadamente y que muchos andaban desnudos, hechos salvages, sin tener casas ni otras moradas que cuevas de las muchas que vemos haber en grandes riscos y peñascos, de donde salían a comer de lo que hallaban por los campos. Otros hacían en los cerros castillos que llaman pucaras, desde donde, ahullando con lenguas estrañas, salían a pelear unos con otros sobre las tierras de labor o por otras causas y se marchaban muchos dellos, tomando el despojo que hallaban y las mugeres de los vencidos; con todo lo cual iban triunfando a lo alto de los cerros donde tenían sus castillos y allí hacían sus sacrificios a los dioses en quien ellos adoraban, derramando delante de las piedras e ídolos mucha sangre humana y de corderos. Todos ellos eran behetrías sin orden, porque cierto dicen no tenían señores ni más que capitanes con los cuales salían a las guerras: si algunos andaban vestidos, eran las ropas pequeñas y no como agora las tienen. Los llautos y cordones que se ponen en las cabezas para ser conocidos unos entre otros, dicen que los tenían como agora los usan. Y estando estas gentes desta manera, se levantó en la provincia del Collao un señor valentísimo llamado Zapana, el cual pudo tanto que metió debajo de su señorío muchas gentes de aquella provincia; y cuentan otra cosa, la cual si es cierta o no sábelo el altísirno Dios que entiende todas las cosas, porque yo lo que voy contando no tengo otros testimonios ni libros que los dichos de estos indios, y lo que quiero contar es que afirman por muy cierto que después que se levantó en Hatuncollao aquel capitán o tirano poderoso, en la provincia de los Canas, questá entre medias de los Canches y Collao, cerca del pueblo llamado Chungara se mostraron unas mugeres como si fueran hombres esforzados que, tomando las armas, compelían a los questaban en la comarca donde ellas moraban y quéstas, casi al uso de lo que cuentan de las amazonas, vivían sin sus maridos haciendo pueblos por sí; las cuales, después de haber durado algunos años y hecho algunos hechos famosos, vinieron a contender con Zapana, el que se había hecho señor de Hatuncollao, e por defenderse de su poder, que era grande, hicieron fuerzas y albarradas, que hoy viven, para defenderse, y que después de haber hecho hasta lo último de potencia fueron presas y muertas y su nombre deshecho.
En el Cuzco está un vecino que ha por nombre Tomás Vázquez, el cual me contó que yendo él y Francisco de Villacastín al pueblo de Ayavire, viendo aquellas cercas y preguntando a los indios naturales lo que era, les contaron esta historia. También cuentan lo que yo tengo escripto en la primera parte, que en la isla de Titicaca en los siglos pasados hobo unas entes barbadas blancas como nosotros; y que saliendo del valle de Coquimbo un capitán que había por nombre Cari allegó a donde agora es Chucuito, de donde, después de haber hecho algunas nuevas poblaciones, pasó con su gente a la isla y dio tal guerra a esta gente que digo, que los mató a todos. Chirihuana, gobernador de aquellos pueblos, que son del Emperador , me contó lo que tengo escripto. Y, como esta tierra fuese tan grande y en parte tan sana y aparejada para pasar la humana vida y estobiese inchido de gentes, aunque anduviesen en sus guerrillas y pasiones, fundaron e hicieron muchos pueblos y los capitanes que mostraron ser valerosos pudieron quedarse por señores de algunos pueblos; y todos, segund es público, tenían en sus estancias o fortalezas indios los más entendidos que hablaban con el Demonio, el cual, permitiéndolo Dios todopoderoso por lo que él sabe, tuvo poder grandísimo en estas gentes.
En el Cuzco está un vecino que ha por nombre Tomás Vázquez, el cual me contó que yendo él y Francisco de Villacastín al pueblo de Ayavire, viendo aquellas cercas y preguntando a los indios naturales lo que era, les contaron esta historia. También cuentan lo que yo tengo escripto en la primera parte, que en la isla de Titicaca en los siglos pasados hobo unas entes barbadas blancas como nosotros; y que saliendo del valle de Coquimbo un capitán que había por nombre Cari allegó a donde agora es Chucuito, de donde, después de haber hecho algunas nuevas poblaciones, pasó con su gente a la isla y dio tal guerra a esta gente que digo, que los mató a todos. Chirihuana, gobernador de aquellos pueblos, que son del Emperador , me contó lo que tengo escripto. Y, como esta tierra fuese tan grande y en parte tan sana y aparejada para pasar la humana vida y estobiese inchido de gentes, aunque anduviesen en sus guerrillas y pasiones, fundaron e hicieron muchos pueblos y los capitanes que mostraron ser valerosos pudieron quedarse por señores de algunos pueblos; y todos, segund es público, tenían en sus estancias o fortalezas indios los más entendidos que hablaban con el Demonio, el cual, permitiéndolo Dios todopoderoso por lo que él sabe, tuvo poder grandísimo en estas gentes.