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Datos principales
Desarrollo
Capítulo IV De la Coya Mama Huaco, mujer de Manco Capac, y de su gobierno Aunque de ordinario cuando se trata de los señores yngas de este reino se mudan algunas cosas y sucesos de las Coyas Reynas, sus mujeres, todavía por particularizar más y dar mayor claridad a esta historia he querido hacer de cada coya y reina su capítulo junto al de su marido, porque haciendo después particular tratado dellas, causaría en los lectores confusión, que es lo que más procuro huir, y lo que puedo certificar con verdad me cuesta y ha costado más trabajo y sudor, porque como los indios mezclan y confunden unas cosas con otras y unos sucesos con otros, es fuerza que los que los oyen y tratan y quieren sacar dellos alguna cosa a luz, sea con grandísima dificultad. Esta coya y señora Mama Huaco fue mujer de gran valor, entendimiento y discreción, y a ella atribuyeron algunos la muerte del indio Poques, que dijimos haber muerto a la entrada del Cuzco y sacádole los bofes y, habiéndolos soplado, entró dentro causando horror y espanto a los moradores de aquel asiento. Fue como dicho es mujer y hermana de Manco Capac, primer ynga y señor desta tierra, y pudo ser que entre ellos el matrimonio con sus hermanas carnales no se abominase ni huyese, pareciéndole cosa lícita y permitida, o fue que como reyes y poderosos les pareció que todo les era lícito y justo que como a tales nada les era prohibido. O fue que como sensuales y dados al vicio y deshonestidad de la carne, vencidos y atropellados della hiciesen ley para tapar y encubrir sus faltas y vicios, y así se estableció y ordenó entre ellos que la verdadera y legítima mujer que fuese del inga y señor había de ser su hermana, y el hijo o hijos desta eran los que le sucedían en el Reyno y señorío universal y así fue prosiguiendo esta costumbre y abuso.
Y así Mama Huaco, legítima mujer de Manco Capac, de la cual sería nunca acabar querer decir aquí la grandeza y bárbara Magestad del servicio, riqueza y adorno de su casa, fue hermosísima aunque algo morena, lo cual en general sucedió a todas las Coyas y ñustas de esta casa. El vestido que usaban era de cumbi finísimo, que parecía de seda, labrado con diversidad de labores, pájaros y flores. Los topos eran de oro y plata y el tipqui, que también al presente se usa con sus cascabeles, que era el que con que prendían y enlazaban la liclla ante el pecho. Mudaba cada día tres vestidos por grandeza y ostentación sin ponerse segunda vez ropa ya puesta. Servían a esta coya con grandísimo aparato y música y tenía de ordinario cincuenta ñustas hijas de señores fuera de la gente común. Su comida ordinaria era comúnmente con maíz ansí en locros anca y mote mezclándolo de diversas maneras con las otras comidas, cocidas o de otra suerte, que aunque para nosotros son comidas groseras y toscas, para ellos tan subidas y sabrosas como los manjares más delicados y suaves que se ponen en las mesas de los monarcas y reyes de nuestra Europa. Su bebida era chicha muy regalada que entre ellos se estimaba en tanto como los vinos muy suaves y añejos de España. Esta chicha era de mil maneras hecha, que las ñustas y doncellas de su casa se esmeraban en ella. Fue mujer de gran autoridad y para hablalla los indios e indias se hincaban de rodillas ante ella y entraban haciendo infinitas ceremonias. Tuvo en ella Manco Capac, su hermano y marido, dos hijos: Sinchiroca y Chimpo Coya, como ya dijimos. Cuya figura y rostro al natural es la que va antecedente al pasado capítulo.
Y así Mama Huaco, legítima mujer de Manco Capac, de la cual sería nunca acabar querer decir aquí la grandeza y bárbara Magestad del servicio, riqueza y adorno de su casa, fue hermosísima aunque algo morena, lo cual en general sucedió a todas las Coyas y ñustas de esta casa. El vestido que usaban era de cumbi finísimo, que parecía de seda, labrado con diversidad de labores, pájaros y flores. Los topos eran de oro y plata y el tipqui, que también al presente se usa con sus cascabeles, que era el que con que prendían y enlazaban la liclla ante el pecho. Mudaba cada día tres vestidos por grandeza y ostentación sin ponerse segunda vez ropa ya puesta. Servían a esta coya con grandísimo aparato y música y tenía de ordinario cincuenta ñustas hijas de señores fuera de la gente común. Su comida ordinaria era comúnmente con maíz ansí en locros anca y mote mezclándolo de diversas maneras con las otras comidas, cocidas o de otra suerte, que aunque para nosotros son comidas groseras y toscas, para ellos tan subidas y sabrosas como los manjares más delicados y suaves que se ponen en las mesas de los monarcas y reyes de nuestra Europa. Su bebida era chicha muy regalada que entre ellos se estimaba en tanto como los vinos muy suaves y añejos de España. Esta chicha era de mil maneras hecha, que las ñustas y doncellas de su casa se esmeraban en ella. Fue mujer de gran autoridad y para hablalla los indios e indias se hincaban de rodillas ante ella y entraban haciendo infinitas ceremonias. Tuvo en ella Manco Capac, su hermano y marido, dos hijos: Sinchiroca y Chimpo Coya, como ya dijimos. Cuya figura y rostro al natural es la que va antecedente al pasado capítulo.