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Datos principales
Desarrollo
CAPITULO II Que trata de quién era Marina y de su matrimonio con Jerónimo de Aguilar Dejando Cortés gran recado de su gente en Cempohuallan, determinó de caminar y venir en demanda de la provincia de Tlaxcalla. Mas como por providencia divina Dios tenía ordenado que esta gentes se convirtiesen a nuestra Santa Fe Católica y que viniesen al verdadero conocimiento de El por instrumento y medio de Marina, será razón hagamos relación de este principio de Marina, que por los naturales fue llamada Malintzin y tenida por diosa en grado superlativo, que ansí se debe entender, por que todas las cosas que acaban en diminutivo es por vía reverencial, y entre los naturales tomado por grado superlativo, como si dijéramos agora "mi muy gran Señor" huelnohueytlatocatzin, y ansí llamaban a Marina de esta manera comúnmente Malintzin. En lo que toca al origen de Malintzin, hay más grandes variedades sobre su nacimiento y de qué tierra era, de lo cual no trataremos sino de algunos pasos y acontecimientos mediante ella, porque los que han escrito de las conquistas de esta tierra habrán tratado largamente de ello; especialmente, Bernal Díaz del Castillo, autor muy antiguo que hablará como testigo de vista copiosamente de esto, pues se halló en todo, como uno de los primeros conquistadores de este Nuevo Mundo, al cual me remito. Notoria cosa es y muy sabida, cómo Malintzin fue una india de mucho ser y valor y buen entendimiento y natural mexicana. La cual fue hurtada de entre sus padres, siendo de buena gracia y parecer, y entregada a unos mercaderes que trataban en toda la costa del Norte, la cual fue llevada de lance en lance hasta Tabasco y Potonchan y Acosamilco.
Otros quieren decir que fue hija de un mercader y que éste la llevó consigo por aquellas tierras. Lo cual no satisface a un buen entendimiento, sino que siendo hermosa fue llevada para ser mujer de algún cacique de aquella costa y que fue presentada por algunos mercaderes para tener entrada y seguridad con los caciques de Acosamilco. Y ansí fue, porque, en efecto, la tenía un cacique de aquella tierra cuando la halló Cortés. Como quiera que sea, ello pasó ansí. Otros quieren decir que Marina fue natural de la provincia de Xalisco, de un lugar llamado Huilotla; que fue hija de ricos padres y muy notables y parientes del señor de aquella tierra. Contradícese el ser de aquella tierra de Xalisco, porque aquella nación es de chichimecas y la Marina era de la lengua mexicana, muy discreta y avisada y entre los naturales tenida por muy avisada y por cortesana, y aunque había lengua mexicana y se hablaba en aquella tierra, era tosca y grosera. Dicen, ansimismo, que Marina fue presentada antes en Potonchan con otras veinte mujeres que allí se dieron a Cortés que la trajeron a vender a unos mercaderes mexicanos a Xicalanco, provincia que cae encima de Cohuatzacoalco, apartada de Tabasco. Ella fue natural mexicana, porque sabía la lengua muy despiertamente, por do se arguye que, cuando pasó a aquellas tierras, era ya mujer capaz de dar razón de rey Moctheuzoma y de los enemigos y contrarios que tenía de su gran Imperio y monarquía, y de sus grandes riquezas y tesoros.
Estando en este cautiverio, acaeció que por aquellas tierras había arribado a la costa un navío de los que habían venido a descubrir las tierras, que en otros tiempos llamaban de Yucatán, por mandado de Diego Velázquez, gobernador de la isla de Cuba, y de estas naves o de las de Francisco Hernández de Córdoba, quedaron cautivos entre los indios algunos de sus soldados, de los cuales fue uno que se llamó García del Pilar y otro Jerónimo de Aguilar, españoles, a los cuales conoció después. Habiendo pues, quedado cautivo Aguilar en aquella tierra, procuró de servir y agradar en gran manera a su amo ansí en pesquerías como en otros servicios, que los sabía bien hacer que vino a ganar tanto la voluntad, que le dio por mujer a Malintzin. Y como fuese Aguilar tan hábil, tomó la lengua de aquella tierra tan bien y en tan breve tiempo que los propios indios se admiraban al ver como la hablaba. Y fue en tanta manera convertido en indio que se horadó las orejas y narices y se labró y se rayó la cara y carnes como los propios indios. Compelido de la pura necesidad se puso a todo, aunque siempre y a la continua observó su cristiandad y fue cristiano y guardó el conocimiento y observancia de la ley de Dios. Malintzin, compelida de la misma necesidad, tomó la lengua de aquella tierra, tan bien y tan enteramente que marido y mujer se entendían y la hablaban como la suya propia. Y por este artificio el Jerónimo de Aguilar supo y entendió grandes secretos de toda esta tierra y del señorío del gran Moctheuzoma.
Y ansí como Cortés llegó con su armada a esta costa, por voluntad divina fue hallado este Jerónimo de Aguilar, el cual salió con gran muchedumbre de canoas al armada de los cristianos, con acuerdo y mando de su amo y de los otros caciques de aquella tierra con una cruz de caña y una banderilla alta, dando grandes voces y diciendo al de la capitana: "¡Cruz! ¡Cruz! ¡Cristo! ¡Cristianos! ¡Sevilla, Sevilla!", a las cuales voces puso grande admiración a los de la armada; mas, llegados al fin de este negocio, se llegaron a las naos, tomando ante todas cosas la fe de Cortés de que no enojaría a los de aquella tierra, antes los tratraría como amigos, porque lo principal que aquellas gentes trataron con Aguilar fue que a sus hermanos no los enojasen, lo cual se hizo ansí y se cumplió. Tornando a nuestro fin y principal intento. Llamada Malintzin para ser instrumento de tanto bien, Hernando Cortés la recibió y trató como a cosa que tanto le importaba, la sirvió y regaló tanto cuanto humanamente se le pudo hacer; y, para que fuese bien tratada, la dio en guarda a Juan Pérez de Arteaga, soldado muy noble de la compañía, que después fue llamado Juan Pérez Malintzin, a diferencia de otros de este nombre de Juan Pérez: Y como la Malintzin no sabía más lengua que la mexicana y la de Vilotla y Cosumel, hablaba con Aguilar y el Aguilar la declaraba en la lengua castellana; de suerte que para interpretar la mexicana, se había de interpretar por la lengua de Vilotla y Cosumel con Aguilar y Aguilar la había de convertir en la nuestra, hasta que la Malintzin vino hablar la nuestra.
Otros quieren decir que fue hija de un mercader y que éste la llevó consigo por aquellas tierras. Lo cual no satisface a un buen entendimiento, sino que siendo hermosa fue llevada para ser mujer de algún cacique de aquella costa y que fue presentada por algunos mercaderes para tener entrada y seguridad con los caciques de Acosamilco. Y ansí fue, porque, en efecto, la tenía un cacique de aquella tierra cuando la halló Cortés. Como quiera que sea, ello pasó ansí. Otros quieren decir que Marina fue natural de la provincia de Xalisco, de un lugar llamado Huilotla; que fue hija de ricos padres y muy notables y parientes del señor de aquella tierra. Contradícese el ser de aquella tierra de Xalisco, porque aquella nación es de chichimecas y la Marina era de la lengua mexicana, muy discreta y avisada y entre los naturales tenida por muy avisada y por cortesana, y aunque había lengua mexicana y se hablaba en aquella tierra, era tosca y grosera. Dicen, ansimismo, que Marina fue presentada antes en Potonchan con otras veinte mujeres que allí se dieron a Cortés que la trajeron a vender a unos mercaderes mexicanos a Xicalanco, provincia que cae encima de Cohuatzacoalco, apartada de Tabasco. Ella fue natural mexicana, porque sabía la lengua muy despiertamente, por do se arguye que, cuando pasó a aquellas tierras, era ya mujer capaz de dar razón de rey Moctheuzoma y de los enemigos y contrarios que tenía de su gran Imperio y monarquía, y de sus grandes riquezas y tesoros.
Estando en este cautiverio, acaeció que por aquellas tierras había arribado a la costa un navío de los que habían venido a descubrir las tierras, que en otros tiempos llamaban de Yucatán, por mandado de Diego Velázquez, gobernador de la isla de Cuba, y de estas naves o de las de Francisco Hernández de Córdoba, quedaron cautivos entre los indios algunos de sus soldados, de los cuales fue uno que se llamó García del Pilar y otro Jerónimo de Aguilar, españoles, a los cuales conoció después. Habiendo pues, quedado cautivo Aguilar en aquella tierra, procuró de servir y agradar en gran manera a su amo ansí en pesquerías como en otros servicios, que los sabía bien hacer que vino a ganar tanto la voluntad, que le dio por mujer a Malintzin. Y como fuese Aguilar tan hábil, tomó la lengua de aquella tierra tan bien y en tan breve tiempo que los propios indios se admiraban al ver como la hablaba. Y fue en tanta manera convertido en indio que se horadó las orejas y narices y se labró y se rayó la cara y carnes como los propios indios. Compelido de la pura necesidad se puso a todo, aunque siempre y a la continua observó su cristiandad y fue cristiano y guardó el conocimiento y observancia de la ley de Dios. Malintzin, compelida de la misma necesidad, tomó la lengua de aquella tierra, tan bien y tan enteramente que marido y mujer se entendían y la hablaban como la suya propia. Y por este artificio el Jerónimo de Aguilar supo y entendió grandes secretos de toda esta tierra y del señorío del gran Moctheuzoma.
Y ansí como Cortés llegó con su armada a esta costa, por voluntad divina fue hallado este Jerónimo de Aguilar, el cual salió con gran muchedumbre de canoas al armada de los cristianos, con acuerdo y mando de su amo y de los otros caciques de aquella tierra con una cruz de caña y una banderilla alta, dando grandes voces y diciendo al de la capitana: "¡Cruz! ¡Cruz! ¡Cristo! ¡Cristianos! ¡Sevilla, Sevilla!", a las cuales voces puso grande admiración a los de la armada; mas, llegados al fin de este negocio, se llegaron a las naos, tomando ante todas cosas la fe de Cortés de que no enojaría a los de aquella tierra, antes los tratraría como amigos, porque lo principal que aquellas gentes trataron con Aguilar fue que a sus hermanos no los enojasen, lo cual se hizo ansí y se cumplió. Tornando a nuestro fin y principal intento. Llamada Malintzin para ser instrumento de tanto bien, Hernando Cortés la recibió y trató como a cosa que tanto le importaba, la sirvió y regaló tanto cuanto humanamente se le pudo hacer; y, para que fuese bien tratada, la dio en guarda a Juan Pérez de Arteaga, soldado muy noble de la compañía, que después fue llamado Juan Pérez Malintzin, a diferencia de otros de este nombre de Juan Pérez: Y como la Malintzin no sabía más lengua que la mexicana y la de Vilotla y Cosumel, hablaba con Aguilar y el Aguilar la declaraba en la lengua castellana; de suerte que para interpretar la mexicana, se había de interpretar por la lengua de Vilotla y Cosumel con Aguilar y Aguilar la había de convertir en la nuestra, hasta que la Malintzin vino hablar la nuestra.