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Datos principales
Desarrollo
Capítulo dezisséis De la respuesta que hazía un viejo principal y sabio en el arte de bien hablar, respondiendo de parte del pueblo, agradeciendo la doctrina y razonamiento del señor, y protestando la guarda de todo lo que se les havía dicho ¡Oh, sereníssmo y humaníssimo señor nuestro! Aquí ya ha oído vuestro pueblo, y vuestros basallos ya han notado las palabras muy preciosas y muy dignas de ser encomendadas a la memoria, que por vuestra boca han salido y nuestro señor dios os ha dado, y vos, señor, las havéis tenido atesoradas en vuestro pecho para esta hora. Aquí ya han rescebido todos los principales y nobles y generosos que aquí están, preciosos como piedras preciosas y hijos y descendientes de señores y reyes y senadores, y hijos y criados de nuestro señor y hijo Quetzalcóatl, los cuales los tiempos passados regieron y governaron el imperio y señoríos, y para esto nacieron señalados y elegidos de nuestro señor y hijo Quetzalcóatl; han oído las preciosíssimas palabras que por vuestra boca han salido. Pienso y tengo para mí por cierto que las notarán y las pondrán por obra, y se regirán por ellas toda su vida, y las tendrán escritas en su coraçón, y las tendrán guardadas en lo más íntimo de su coraçón. Pues que ya personalmente han visto y oído lo que se dixo y quién habló, hagan lo que les pareciere. Tengo por averiguado que se aprovecharán de esta doctrina, y con ella aprovecharán a su entendimiento y a su voluntad y a su ser y a su vida, y haziendo esto podrán parecer dondequiera, y aun ganar honra y hazienda.
Y si por ventura tuvieren en poco y menospreciaren esta tan preciosa doctrina, allá se lo hayan. Será señal que están desechados y que dios los tiene menospreciados, y ya para con ellos está hecho el dever, porque vos, señor, havéis complido con vuestra dignidad y oficio real. Y los que no sienten esto, irán como ciegos a dar de cabeçadas por los rincones y por las paredes, y irán a caer en las barrancas, y entonce, cuando vieren sus caídas y sus yerros y desbaríos, començarán acordarse de vuestra preciosíssimas palabras, y dirán: "¡Oh, desventurados de nosotros! Plugiera a dios que nunca hoviéramos oído lo que oímos, ni se nos hoviera dicho lo que se nos dixo. ¡Oh, desventurados de nosotros!, que por nuestra culpa hemos perdido lo que se nos dixo. Nuestro merecido tenemos. Ya impossible nos es remediar este mal en que hemos caído". ¡Oh, qué gran merced has rescibido y havéis hecho, señor nuestro, a vuestros basallos, a vuestro pueblo, ansí a los altos como a los medianos, como a los baxos! ¡Oh, señor, si quiera las migaxas y las sobras de lo que se ha dicho han cogido y gozado! Y es lo que se les ha caído de la mesa a los que son ricos y tienen abastança de bienes y son nuestros señores. Dondequiera que estuviere algún amigo y conocido de dios sin falta se aprovechará y tomará para sí estos beneficios y mercedes, y será agradescido a nuestro señor dios y tomará esta doctrina para hazerse hijo de dios, conformándose con la voluntad del mismo dios.
Por esto ganará alguna dignidad de nuestro señor, o en las cosas de la guerra, o en las cosas de los estrados y regimiento de la república. Porque antiguo adagio es que los que andan a coger yervas y a coger leña para el fuego en las montañas los escoge nuestro señor, y aunque esté en el estiércol, de allí los saca el todopoderoso dios y los haze dignos para el reino y regimiento y governación, y para que possean los estrados y sillas del reino, y para que rijan y guíen al pueblo y sean governadores y reyes, y sean reverenciados y estimados, y sean padre y madre de toda la gente, y que ellos consoelen y limpien las lágrimas a todos sus basallos cuando están afligidos. Y este tal tomado y elegido de leiñador y hortolano juzque y determine las causas, y sentecie los crímines de muerte y haga matar a los culpados de crimen, porque éste tomó y guardó dentro de sí las palabras de nuestro señor y las puso por obra y las estimó y las puso en precio cuando las pronunció nuestro señor y rey, que es imagen de dios, y el mismo dios le hizo hablar aquellas palabras. También están presentes los senadores y juezes que están a la parte diestra y a la siniestra de vuestra magestad. ¡Oh, hombre y señor nuestro precioso! Havéis dicho, y todos han oído los que están presentes, las leyes y consejos preciosos y maravillosos y raros que los teníades guardados. Grandes mercedes y grandes beneficios havéis hecho a este pueblo y a esta gente que los havéis hablado como madres y padres a sus hijos.
Havéis hecho el dever para con vuestro pueblo y los havéis declarado y manifestado los secretos de vuestro coraçón, y ellos han oído y rescebido. Ruego a nuestro señor que lo sientan y entiendan y lo pongan por obra a donde quiera que fueren y estuvieren. ¡Plega a dios que con lágrimas se acuerden de este beneficio y con él se consoelen cuando hizieren alguna cosa que no conviene! ¡Oh, señor nuestro y rey nuestro! ¡Oh, señores senadores y juezes! Por ventura ya os doy pena con la prolixidad de mis palabras. Seáis muy bienaventurados. Déos nuestro señor dios mucha paz y asosiego, y viváis por muchos años, regiendo y governando y ayudando a nuestro señor con vuestros oficios, el cual es invisible y impalpable.
Y si por ventura tuvieren en poco y menospreciaren esta tan preciosa doctrina, allá se lo hayan. Será señal que están desechados y que dios los tiene menospreciados, y ya para con ellos está hecho el dever, porque vos, señor, havéis complido con vuestra dignidad y oficio real. Y los que no sienten esto, irán como ciegos a dar de cabeçadas por los rincones y por las paredes, y irán a caer en las barrancas, y entonce, cuando vieren sus caídas y sus yerros y desbaríos, començarán acordarse de vuestra preciosíssimas palabras, y dirán: "¡Oh, desventurados de nosotros! Plugiera a dios que nunca hoviéramos oído lo que oímos, ni se nos hoviera dicho lo que se nos dixo. ¡Oh, desventurados de nosotros!, que por nuestra culpa hemos perdido lo que se nos dixo. Nuestro merecido tenemos. Ya impossible nos es remediar este mal en que hemos caído". ¡Oh, qué gran merced has rescibido y havéis hecho, señor nuestro, a vuestros basallos, a vuestro pueblo, ansí a los altos como a los medianos, como a los baxos! ¡Oh, señor, si quiera las migaxas y las sobras de lo que se ha dicho han cogido y gozado! Y es lo que se les ha caído de la mesa a los que son ricos y tienen abastança de bienes y son nuestros señores. Dondequiera que estuviere algún amigo y conocido de dios sin falta se aprovechará y tomará para sí estos beneficios y mercedes, y será agradescido a nuestro señor dios y tomará esta doctrina para hazerse hijo de dios, conformándose con la voluntad del mismo dios.
Por esto ganará alguna dignidad de nuestro señor, o en las cosas de la guerra, o en las cosas de los estrados y regimiento de la república. Porque antiguo adagio es que los que andan a coger yervas y a coger leña para el fuego en las montañas los escoge nuestro señor, y aunque esté en el estiércol, de allí los saca el todopoderoso dios y los haze dignos para el reino y regimiento y governación, y para que possean los estrados y sillas del reino, y para que rijan y guíen al pueblo y sean governadores y reyes, y sean reverenciados y estimados, y sean padre y madre de toda la gente, y que ellos consoelen y limpien las lágrimas a todos sus basallos cuando están afligidos. Y este tal tomado y elegido de leiñador y hortolano juzque y determine las causas, y sentecie los crímines de muerte y haga matar a los culpados de crimen, porque éste tomó y guardó dentro de sí las palabras de nuestro señor y las puso por obra y las estimó y las puso en precio cuando las pronunció nuestro señor y rey, que es imagen de dios, y el mismo dios le hizo hablar aquellas palabras. También están presentes los senadores y juezes que están a la parte diestra y a la siniestra de vuestra magestad. ¡Oh, hombre y señor nuestro precioso! Havéis dicho, y todos han oído los que están presentes, las leyes y consejos preciosos y maravillosos y raros que los teníades guardados. Grandes mercedes y grandes beneficios havéis hecho a este pueblo y a esta gente que los havéis hablado como madres y padres a sus hijos.
Havéis hecho el dever para con vuestro pueblo y los havéis declarado y manifestado los secretos de vuestro coraçón, y ellos han oído y rescebido. Ruego a nuestro señor que lo sientan y entiendan y lo pongan por obra a donde quiera que fueren y estuvieren. ¡Plega a dios que con lágrimas se acuerden de este beneficio y con él se consoelen cuando hizieren alguna cosa que no conviene! ¡Oh, señor nuestro y rey nuestro! ¡Oh, señores senadores y juezes! Por ventura ya os doy pena con la prolixidad de mis palabras. Seáis muy bienaventurados. Déos nuestro señor dios mucha paz y asosiego, y viváis por muchos años, regiendo y governando y ayudando a nuestro señor con vuestros oficios, el cual es invisible y impalpable.