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Datos principales
Desarrollo
Cómo Cortés envió a Guatemuz a rogarle que tengamos paz Después que Cortés vio que íbamos en la ciudad ganando muchos puentes y calzadas y albarradas y derrocando casas, como teníamos presos tres principales personas que eran capitanes de México , les mandó que fuesen a hablar a Guatemuz para que tuviesen paces con nosotros; y los principales dijeron que no osaban ir con tal mensaje, porque su señor Guatemuz les mandaría matar. En fin de pláticas, tanto se lo rogó Cortés y con promesas que les hizo y mantas que les dio, que fueron: y lo que les mandó que dijesen al Guatemuz es, que porque los quiere bien, por ser deudo tan cercano del gran Montezuma , su amigo, y casado con su hija, y porque ha mancilla que aquella gran ciudad no se acabe de destruir, y por excusar la gran matanza que cada día hacíamos en sus vecinos y forasteros, que le ruega que venga de paz, y en nombre de su majestad les perdonará todas las muertes y daños que nos han hecho, y les hará muchas mercedes; e que tenga consideración que se lo ha enviado a decir tres o cuatro veces, e que él por ser mancebo o por sus consejeros, y la principal causa por sus malditos ídolos o papas, que le aconsejan mal, no ha querido venir, sino darnos guerra; e pues que ya ha visto tantas muertes como en las batallas que nos dan les han sucedido, y que tenemos de nuestra parte todas las ciudades y pueblos de toda aquella comarca, y cada día nuevamente vienen más contra ellos, que se compadezca de tal perdimiento de sus vasallos y ciudad.
También les envió a decir que se les habían acabado los mantenimientos, e que ya Cortés lo sabía, e que también agua no la tenían; y les envió a decir otras palabras bien dichas, que los tres principales las entendieron muy bien por nuestras lenguas, y demandaron a Cortés una carta, y ésta no porque la entendían, sino porque sabían claramente que cuando enviávamos alguna mensajería o cosas que les mandábamos, era un papel de aquellos que llaman amales, señal como mandamiento. Y cuando los tres mensajeros parecieron ante su señor Guatemuz, con grandes lágrimas y sollozando le dijeron lo que Cortés les mandó; y el Guatemuz desque lo oyó, y sus capitanes que juntamente con él estaban, pareció ser que al principio recibió pasión de que fuesen atrevidos aquellos capitanes de irles con tales embajadas; mas, como el Guatemuz era mancebo y muy gentil hombre de buena disposición y rostro alegre, y aun la color tenía algo más que tiraba a blanco que a matiz de indios, que era de obra de veinte y tres años y era casado con una muy hermosa mujer, hija del gran Montezuma , su tío; y según después alcanzamos a saber, tenía voluntad de hacer paces, y para platicarlo mandó juntar todos sus capitanes y principales y papas de los ídolos, y les dijo que tenía voluntad de no tener guerra con Malinche ni todos nosotros; y la plática que sobre ellos les puso fue, que ya habían probado todo lo que se puede hacer sobre la guerra y mudado muchas maneras de pelear, y que somos de tal manera, que cuando pensaban que nos tenían vencidos, que entonces volvíamos muy más reciamente sobre ellos; y que al presente sabía los grandes poderes de amigos que nuevamente nos habían venido, y que todas las ciudades eran contra ellos, que ya los bergantines les habían rompido sus estacadas y que los caballos corrían a rienda suelta por las calles de su ciudad; y les puso por delante otras muchas desventuras que tenían sobre los mantenimientos y agua; que les rogaba y mandaba que cada uno dellos diese sobre ello su parecer, y los papas también dijesen el suyo y lo que a sus dioses Huichilobos y Tezcatepuca les han oído hablar, y que ninguno tuviese temor de hablar y decir la verdad de lo que sentía.
Y según pareció, le dijeron: "Señor y nuestro gran señor, ya tenemos a ti por nuestro rey y señor, y es muy bien empleado en ti el reinado pues en todas tus cosas te has mostrado varón y te viene de derecho el reino. Las paces que dices, buenas son; mas mira y piensa en ello, que cuando estos teules entraron en estas tierras y en esta ciudad, cuál nos ha ido de mal en peor; mirad los servicios y dádivas que les hizo y dio nuestro señor, vuestro tío, el gran Montezuma , en qué paró. Pues vuestro primo Cacamatzin, rey de Tezcuco, por el consiguiente. Pues vuestros parientes los señores de Iztapalapa e Cuyoacan y Tacuba y de Talatzingo, ¿qué se hicieron? Pues los hijos de nuestro gran señor Montezuma todos murieron. Pues oro y riquezas desta ciudad, todo se ha consumido. Pues ya ves que a todos tus súbditos y vasallos de Tepeaca y Chalco, y aun de Tezcuco, y aun de todas estas vuestras ciudades y pueblos, les ha hecho esclavos y señalado las caras. Mira primero lo que nuestros dioses te han prometido: toma buen consejo sobre ello y no te fíes de Malinche ni de sus palabras; que más vale que todos muramos en esta ciudad peleando, que no vernos en poder de quienes nos harían esclavos y nos atormentarán." Y los papas en aquel tiempo le dijeron que sus dioses les habían prometido victoria tres noches arreo cuando les sacrificaban; y entonces el Guatemuz, medio enojado, les dijo: "Pues así queréis que sea, guardad mucho el maíz y bastimentos que tenemos, y muramos todos peleando; y desde aquí adelante ninguno sea osado a me demandar paces, si no, yo le mataré"; y allí todos prometieron de pelear noches y días y morir en la defensa de su ciudad.
Pues ya esto acabado, tuvieron trato con los de Suchimilco y otros pueblos que les metiesen agua en canoas de noche, y abrieron otras fuentes en partes que tenían agua, aunque salobre. Dejemos ya de hablar en este su concierto y digamos de Cortés y de todos nosotros, que estuvimos dos días sin entrarles en su ciudad esperando la respuesta, y cuando no nos catamos, vienen tantos escuadrones de guerreros mexicanos en todos tres reales y nos dan tan recia guerra, que como leones muy bravosos venían a encontrar con nosotros, que en todo su seso creyeron de llevarnos de vencida. Esto que digo fue por nuestra parte del real de Pedro de Alvarado , que en lo de Cortés y Sandoval también dijeron que les habían llegado a sus reales, que no les podían defender, aunque más les mataban y herían; y cuando peleaban tocaban la corneta de Guatemuz, y entonces habíamos de tener orden que no nos desbaratasen, porque ya he dicho otras veces que entonces se metían por las espadas y lanzas para nos echar mano; e como ya estábamos acostumbrados a los reencuentros, puesto que cada día harían y mataban de nosotros, teníamos con ellos pie con pie, y desta manera pelearon seis o siete días arreo, y nosotros les matábamos y heríamos muchos dellos, y con todo esto no se les daba nada por morir. Acuérdome que decían: "¿En qué se anda Malinche con nosotros, cada día demandándonos paces? Que nuestros ídolos nos han prometido victoria, y tenemos hartos bastimentos y agua, y a ninguno de vosotros hemos de dejar a vida; por eso no tornen a hablar sobre las paces, pues las palabras son para las mujeres y las armas para los hombres"; y diciendo esto, se vienen a nosotros como perros dañados y hablando y peleando todo era uno, y hasta que la noche nos despartía estábamos peleando, y luego, como dicho tengo, al retraer con gran concierto, porque nos venían siguiendo con grandes capitanías y escuadrones dellos, y echábamos a los amigos fuera de la calzada, porque ya habían venido muchos más que de antes, y nos volvíamos a nuestras chozas, y luego ir y velar todos juntos, y en la vela cenábamos nuestra mala ventura, como dicho tengo otras veces; y bien de madrugada, pelear, porque no nos daban más espacio; y desta manera estuvimos muchos días; y estando desta manera tuvimos otro combate, y es que se juntaban de tres provincias, que se dicen Mataltzingo y Malinalco, y otros pueblos que no se me acuerda de sus nombres, que estaban obra de ocho leguas de México , para venir sobre nosotros, y mientras estuviésemos batallando con los mexicanos darnos en las espaldas y en nuestros reales, y que entonces saldrían los poderes mexicanos, y los unos por una parte y los otros por otra, tenían pensamientos de nos desbaratar; y porque hubo otras pláticas, lo que sobre ello se hizo diré adelante.
También les envió a decir que se les habían acabado los mantenimientos, e que ya Cortés lo sabía, e que también agua no la tenían; y les envió a decir otras palabras bien dichas, que los tres principales las entendieron muy bien por nuestras lenguas, y demandaron a Cortés una carta, y ésta no porque la entendían, sino porque sabían claramente que cuando enviávamos alguna mensajería o cosas que les mandábamos, era un papel de aquellos que llaman amales, señal como mandamiento. Y cuando los tres mensajeros parecieron ante su señor Guatemuz, con grandes lágrimas y sollozando le dijeron lo que Cortés les mandó; y el Guatemuz desque lo oyó, y sus capitanes que juntamente con él estaban, pareció ser que al principio recibió pasión de que fuesen atrevidos aquellos capitanes de irles con tales embajadas; mas, como el Guatemuz era mancebo y muy gentil hombre de buena disposición y rostro alegre, y aun la color tenía algo más que tiraba a blanco que a matiz de indios, que era de obra de veinte y tres años y era casado con una muy hermosa mujer, hija del gran Montezuma , su tío; y según después alcanzamos a saber, tenía voluntad de hacer paces, y para platicarlo mandó juntar todos sus capitanes y principales y papas de los ídolos, y les dijo que tenía voluntad de no tener guerra con Malinche ni todos nosotros; y la plática que sobre ellos les puso fue, que ya habían probado todo lo que se puede hacer sobre la guerra y mudado muchas maneras de pelear, y que somos de tal manera, que cuando pensaban que nos tenían vencidos, que entonces volvíamos muy más reciamente sobre ellos; y que al presente sabía los grandes poderes de amigos que nuevamente nos habían venido, y que todas las ciudades eran contra ellos, que ya los bergantines les habían rompido sus estacadas y que los caballos corrían a rienda suelta por las calles de su ciudad; y les puso por delante otras muchas desventuras que tenían sobre los mantenimientos y agua; que les rogaba y mandaba que cada uno dellos diese sobre ello su parecer, y los papas también dijesen el suyo y lo que a sus dioses Huichilobos y Tezcatepuca les han oído hablar, y que ninguno tuviese temor de hablar y decir la verdad de lo que sentía.
Y según pareció, le dijeron: "Señor y nuestro gran señor, ya tenemos a ti por nuestro rey y señor, y es muy bien empleado en ti el reinado pues en todas tus cosas te has mostrado varón y te viene de derecho el reino. Las paces que dices, buenas son; mas mira y piensa en ello, que cuando estos teules entraron en estas tierras y en esta ciudad, cuál nos ha ido de mal en peor; mirad los servicios y dádivas que les hizo y dio nuestro señor, vuestro tío, el gran Montezuma , en qué paró. Pues vuestro primo Cacamatzin, rey de Tezcuco, por el consiguiente. Pues vuestros parientes los señores de Iztapalapa e Cuyoacan y Tacuba y de Talatzingo, ¿qué se hicieron? Pues los hijos de nuestro gran señor Montezuma todos murieron. Pues oro y riquezas desta ciudad, todo se ha consumido. Pues ya ves que a todos tus súbditos y vasallos de Tepeaca y Chalco, y aun de Tezcuco, y aun de todas estas vuestras ciudades y pueblos, les ha hecho esclavos y señalado las caras. Mira primero lo que nuestros dioses te han prometido: toma buen consejo sobre ello y no te fíes de Malinche ni de sus palabras; que más vale que todos muramos en esta ciudad peleando, que no vernos en poder de quienes nos harían esclavos y nos atormentarán." Y los papas en aquel tiempo le dijeron que sus dioses les habían prometido victoria tres noches arreo cuando les sacrificaban; y entonces el Guatemuz, medio enojado, les dijo: "Pues así queréis que sea, guardad mucho el maíz y bastimentos que tenemos, y muramos todos peleando; y desde aquí adelante ninguno sea osado a me demandar paces, si no, yo le mataré"; y allí todos prometieron de pelear noches y días y morir en la defensa de su ciudad.
Pues ya esto acabado, tuvieron trato con los de Suchimilco y otros pueblos que les metiesen agua en canoas de noche, y abrieron otras fuentes en partes que tenían agua, aunque salobre. Dejemos ya de hablar en este su concierto y digamos de Cortés y de todos nosotros, que estuvimos dos días sin entrarles en su ciudad esperando la respuesta, y cuando no nos catamos, vienen tantos escuadrones de guerreros mexicanos en todos tres reales y nos dan tan recia guerra, que como leones muy bravosos venían a encontrar con nosotros, que en todo su seso creyeron de llevarnos de vencida. Esto que digo fue por nuestra parte del real de Pedro de Alvarado , que en lo de Cortés y Sandoval también dijeron que les habían llegado a sus reales, que no les podían defender, aunque más les mataban y herían; y cuando peleaban tocaban la corneta de Guatemuz, y entonces habíamos de tener orden que no nos desbaratasen, porque ya he dicho otras veces que entonces se metían por las espadas y lanzas para nos echar mano; e como ya estábamos acostumbrados a los reencuentros, puesto que cada día harían y mataban de nosotros, teníamos con ellos pie con pie, y desta manera pelearon seis o siete días arreo, y nosotros les matábamos y heríamos muchos dellos, y con todo esto no se les daba nada por morir. Acuérdome que decían: "¿En qué se anda Malinche con nosotros, cada día demandándonos paces? Que nuestros ídolos nos han prometido victoria, y tenemos hartos bastimentos y agua, y a ninguno de vosotros hemos de dejar a vida; por eso no tornen a hablar sobre las paces, pues las palabras son para las mujeres y las armas para los hombres"; y diciendo esto, se vienen a nosotros como perros dañados y hablando y peleando todo era uno, y hasta que la noche nos despartía estábamos peleando, y luego, como dicho tengo, al retraer con gran concierto, porque nos venían siguiendo con grandes capitanías y escuadrones dellos, y echábamos a los amigos fuera de la calzada, porque ya habían venido muchos más que de antes, y nos volvíamos a nuestras chozas, y luego ir y velar todos juntos, y en la vela cenábamos nuestra mala ventura, como dicho tengo otras veces; y bien de madrugada, pelear, porque no nos daban más espacio; y desta manera estuvimos muchos días; y estando desta manera tuvimos otro combate, y es que se juntaban de tres provincias, que se dicen Mataltzingo y Malinalco, y otros pueblos que no se me acuerda de sus nombres, que estaban obra de ocho leguas de México , para venir sobre nosotros, y mientras estuviésemos batallando con los mexicanos darnos en las espaldas y en nuestros reales, y que entonces saldrían los poderes mexicanos, y los unos por una parte y los otros por otra, tenían pensamientos de nos desbaratar; y porque hubo otras pláticas, lo que sobre ello se hizo diré adelante.