Compartir
Datos principales
Desarrollo
Capítulo 85 Tratará en este capítulo como después de aber rresçibido la corona del ymperio el rrey Monteçuma y las leyes que a de guar, haze luego sacrifiçio de su persona señal de penitençia, y como comeneó a gouernar Acabado de hazer su parlamento a los dos rreyes y a toda la rrepública mexicana, pidió le truxesen dos punças, una de hueso de tiguere, otra de león, muy agudos. Se punçó otra bes las puntas de las orexas, molledos, espinillas en el asiento de la lunbrera adonde estaua la chimenea y tomó luego codornizes y les cortó las cabeças y con la sangre salpicó la lunbre y sahumó luego la hoguera. Y fuese luego y subió al templo de Huitzilopochtli; abiendo besado la tierra con el dedo de su mano a los pies del ydolo, començó otra bes de se punçar las orexas y braços y espinillas. Luego tomó codornizes y las degolló y con la sangre salpicó el templo del ydolo y tomó, acabado esto, el ynçensario y sahumó al ydolo Huitzilopochtli y luego a todas quatro partes del templo, dentro, como en quatro partes, y hecha rreberençia, se baxó para los rreales palaçios y con él todos los rreyes y prençipales mexicano le acompañauan. Acabados de comer, tornan a subir al templo sin llegar las quatro gradas más adonde estaua el gran ydolo, sino sólo a la piedra rredonda llaman cuauhxicalco, brasero y caño de sangre, como estaua aguxerada toda la piedra colaua mucha sangre y trauan por el aguxero muchos coraçones umanos, y allí hizo otra bes sacrifiçio y degolló codornizes allí.
Llegados a su palaçio, despedidos los rreyes, dixo un día a Çihuacoatl Tlilpotonqui: "Lo que tengo acordado es que de otra manera llegauan y benían los mandones y mensajeros la rrepública mexicana, en espeçial losbaxadores y correos y mensajeros cortos que el rrey mi tío Ahuitzotl tenía. Quisiera que descansaran y fuesen elexidos, puestos otros su lugar, y fuesen de los quatro barrios de Moyotlan y Teopan y Atzacualco y Cuepopan, que estubiesen y asistiesen las casas prençipales de las casas llamadas huehuecalli (que es casas de común o comunidad), que estén el mayordomo della junto a esta casa. Y los que quiera fueran elegidos son los hijos de los señores y prençipales mexicanos. Y algunos dellos 118v tubieron y tienen oy día sus esclauas hijos; ya éstos son prençipales. Y para se tengan cuenta con los hijos de los señores mexicanos y hijos de rreyes an sido, que éstos permanescan y sean baxadores, como prençipales que son, y tren en este rreal palaçio prençipales y no maçehuales. Y tanbién que estos hijos y prençipales pobres, olbidados, que permanezcan y no que por sea tequihua o achcauhtli o cuachic, otomi, siendo miserable maçehual, balga y abentaxe a los prençipales señores mexicanos y hijos de rreyes fueron, somos muchos y oluidados, si no mirá la conparaçión: poned una muy rrica esmeralda tremedias de unas piedras a chalchihuitl, que paresçerá la una con las otras sola la una rrelumbra, las otras paresçen piedras de los montes.
Así, por esta manera quisiera hazer ysalçar a señores olbidados y que descansen lo heran y tenían puestos los señores Ahuitzotl y uro padre Çihuacoatzin". Y fue tan larga la prática y tan fundada, para prueua dello truxo muchas conparaçiones, que por su prolixidad no se escriben. Díxole Cihuacoatl: "Ya, señor, abéis dho por cosa muy clara lo que todo buen tendimiento puede ymaginar ni pensar. Quiero, señor, con ura liçençia, hazer en el palaçio comunt de prençipales, llamar a todos los prençipales de los quatro barrios, darles a tender este berdadero camino y dereçalles la berdad de ello". E ydo, llamó a todo el senado mexicano, díxoles lo que mandaua el Tlacateuctli Monteçuma, los quales, tendida la boluntad de el rrey, contentos de ello. Fue luego Çihuacoatl a la rresoluçión dello al rrey y dixo: "No los quiero agora de los mayores, sino de obra de diez a doze años y de este tamaño", y dio una bara a conforme, "para ser yndustriados señados a toda ynclinaçión buena y rretórica muy eloquente, como dezir pares del rrey". Benidos ante el Çihuacoatl, como segunda persona del rrey, haze a los muchachos una rretórica eloquente de la manera que an de hazer el serbiçio personal cada día al Huitzilopochtli y al rrey, haziendo ellos la oraçión primero de noche antes de amanesçer y señarse a la penitencia de sacrifiçio y luego barrer el templo; de allí benir al palaçio rreal y antes que amanesca estar de todo punto barrido y rregado.
Y tener gran cuenta con sus bestidos y calçados. Y cada çinco días tenelle su zebratana y arco para holgarse un rrato y descaxsar el cuerpo, su trançado, su espexo, sus medallas, cadenas muy conçertadamente. "Ytraréis allá adonde están las mugeres a beer que an menester y traérselo a ellas. Osí dalle al rrey de almorzar o çenar, el cacao, las rrosas, los perfumadores, la umildad, rreuereçia, y xamás miralle a la cara so pena de muerte. Darle priesa a las sirben y asisten la cozina, hazer a los mayordomos que lo tengan muy cumplido. Mirá de la manera que tráis allá dentro, que ay allá muchas señoras de balor y muchas esclauas. Mirá que en nada erréis, por luego a la ora seréis consumidos sin lo sepa ánima biuiente y después todo uro linaxe desterrados, afrentados, sus casas derribadas y aun, si traiçión alguno cometiere contra alguna muger de palaçio, 119r las casas de buestros padres serán destruidos y ellos totalmente y sembradas de sal las casas". Rrespondieron los muchachos mayores dándoles muchas graçias a los señores prençipales; que tomarán muy de coro los abisos, castigos, exemplo, doctrina; que se rregirán co mucha orden y conçierto. Y con ellos tró en el palaçio Çihuacoatl Tlilpotonqui. Díxole el rrey: "Traeldos acá dentro". Y si buena dotrina, abisos, exemplos, espantos les dieron los prençipales, muchos más les dio el rrey Monteçuma, habiéndolos y teniéndolos como a berdaderos hijos, e que, sobre todas cosas, le tratasen berdad y no le trastocasen palabras, ni biniesen corriendo ni sudando ni tartamudeasen, y fidelidad, criança, bergüença, temor, cuidado en su casa, so pena que el que en alguna le coxiese le abía de flechar luego y terrallo un rrincón.
Rrespondieron los muchachos cabizbaxos con mucha umildad, pocas palabras, que guardarán, cunplirán a la letra su rreal mandamiento sin exçeder punto, como leales basallos suyos. E andado los tiempos, con los temores yseñamientos, hablauan tan cortés y sublimado los muchachos, con todas las demás birtudes, y fueron y preualesçieron tanto grado binieron a ser señores de los preminentes tubo su casa y corte este gran emperador, sobrepuxó en mandos y señoríos y fue el más temido rrey ubo desde la fundaçión de Tenuchtitla, como adelante se dirá. Y oy día se toman por los antiguos el guardar la ley, cumplir la palabra o morir por ello, en espeçial y tocante a la judicatura de las leyes, ordenanças que puso, que murieron muchos mexicanos por exçederlas y, como tan temido fue, nenguno exçedió sus mos ni sus leyes. Y porque biene a propósito, en otro libro de leyes y pasatmpos tubo y merçedes hizo en ellas, diré una muy graçiosa. Fuese a holgar, como berano hera, adonde más fertilidad y frescura y rrosales abía, lleuando beinte y çinco señores prençipales mexicanos aposentados en su palaçio tenía en Atlacuhuayan, que agora es Tacubaya. Dixo a los señores que se estubiesen quedos. tró solo una güerta a caça de páxaros con una zebratana. Mató acaso un páxaro, trailo la mano. Holgóse de beer los maizales floridos, acaso bido una maçorca ya creçida, tomóle boluntad de coxerla y tomóla la mano.
trando la casa del dueño para mostrársela como la lleuaba con su liçençia, no halló a ánima biuiente por el gran temor que todos dél tenían, que quando caminaua por una calle dauan pregón nenguno saliese, salía el rrey. Y así, el dueño de la güerta, como de lexos le bido lleuar la maçorca, tomó atreuimiento y házese topadizo con él dentro de la güerta. Después de le aber hecho muy gran rreuerençia, le dixo: "Señor, tan alto y tan poderoso, ¿cómo me lleuáis dos maçorcas mías hurtadas? ¿Bos, señor, no pusistes que el que hurtare una maçorca o su balor que muriese por ello?" Dixo Monteçuma: "Así es berdad". Dixo el ortelano: "Pues ¿cómo, señor, quebrantaste tu ley?" tonçes le dixo al ortelano: "Peccado, cata aquí tus maçorcas". Y el ortelano dixo: "Señor, no es por ello, tuyo es y la güerta y yo y mis hijos y muger, sino por dezirte esta graçia donosa". Rreplicó Monteçuma que no, sino 119v que pues no quería las dos maçorcas, tomase su manta de rred de pedrería, llaman xiuhayatl, bale un gran pueblo la rriqueza. Tanto porfió el rrey la tomase, tomóla el ortelano y dixo: "Señor, yo la tomo y te la guardaré". Y con esto, fuese a los suyos. Preguntándole por ella dixo le abían salteádola. Bisto el alboroto sobre ella se hazía, díxoles so pena de muerte nenguno se mobiese a ello. Llegado a Mexico al palaçio, otro día de mañana, estando todos los grandes señores con él, bió a un prençipal fuese a Tlacubaya y preguntase por fulano Xochitlacotzin y se lo truxesem y con pena de la bida le enojasen de palabra ni de hecho.
Llegado a su casa del ortelano, que preguntando por el nombre dio con él, díxole: "Andá luego bamos, te llama el emperador Monteçuma". El miserable yndio con gran temor quiso huir. Prometióle el prençipal y le otorgó la bida. Con esto lleuólo en prezençia de Monteçuma, díxole: "Seas bien benido. ¿Qué es de mi manta?" Dixo a los señores: "Este me salteó mi manta". Alborotados los prençipales, los hizo sosegar y díxoles: "Este miserable es de más ánimo y fortaleza que nenguno de quantos aquí estamos, porque se atreuió, yo abía quebrantado mis leyes y dixo la berdad. A estos tales quiero yo me digan las berdades y no rregaladas palabras". Y así, bisto que adónd estaua baço de señor prençipal, fuele dho que en muchos pueblos, y diziendo que en Suchimilço estaua baco, dixo a todos los señores le lleuasen y metiesen, amparasen en el pueblo, hera su deudo y pariente y de su casa. Los prençipales le dieron la casa prençipal de Olac por suya y oy día se jatan de dezir los de aquella casa son y fueron deudos del emperador Monteçuma. Tornando a nro propósito, digo.
Llegados a su palaçio, despedidos los rreyes, dixo un día a Çihuacoatl Tlilpotonqui: "Lo que tengo acordado es que de otra manera llegauan y benían los mandones y mensajeros la rrepública mexicana, en espeçial los
Así, por esta manera quisiera hazer y
Y tener gran cuenta con sus bestidos y calçados. Y cada çinco días tenelle su zebratana y arco para holgarse un rrato y descaxsar el cuerpo, su trançado, su espexo, sus medallas, cadenas muy conçertadamente. "Y
Rrespondieron los muchachos cabizbaxos con mucha umildad, pocas palabras, que guardarán, cunplirán a la letra su rreal mandamiento sin exçeder punto, como leales basallos suyos. E andado los tiempos, con los temores y
Llegado a su casa del ortelano, que preguntando por el nombre dio con él, díxole: "Andá luego