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Datos principales
Desarrollo
Capítulo 21 De cómo començó la guerra entre los mexicanos y los españoles en México Como començó la guerra entre los indios y los españoles, los españoles se fortalecieron en las casas reales, con mesmo Motecuçoma y también con Itzcuauhtzin, governador del Tlatilulco. Los indios los cercaron y los combatían reciamente. Los españoles se defendían con los tiros de pólvora y ballestas y escopetas, y hazían gran daño en los indios. Y luego echaron grillos a Motecuçoma. Y también los indios començaron a enterrar los que havían sido muertos en patio por los españoles, por cuya muerte se hizo gran llanto en toda la ciudad, porque eran gente muy principal los que havían muerto. Enterráronlos en diversas partes, según sus ritos, mesmo día y a la puesta del sol. Itzcuauhtzin, governador de Tlatilulco, subióse sobre los tlapancos de casa real y començó a dar vozes, diziendo: "¡Ah, mexicanos! ¡Ah, tlatilulcas! Mirad que señor Motecuçoma, vuestro rey, os ruega que ceséis de pelear y dexéis las armas, porque estos hombres son muy fuertes, más que nosotros, y si no dexéis de darles guerra, recibirá gran daño todo pueblo, porque ya han atado con hierro a vuestro rey." Oídas estas vozes por los mexicanos y tlatlilulcas, començaron entre sí a bravear y maldezir a Motecuçoma, diziendo: "¿Qué dize el puto de Motecuçoma, y tú, vellaco con él? No cesaremos de la guerra." Luego començaron a dar alaridos y a tirar saetas y dardos hazia donde estava que hablava, junto con Motecuçoma.
Y los españoles arrodeláronlas; ansí no recibieron daño. Tenían gran ravia contra los españoles porque mataron a los principales y valientes hombres a traición; y por tanto tenían cercadas las casas reales, que a nadie dexavan entrar ni salir ni meter ningún bastimento, porque muriessen de hambre. Y si alguno metía secretamente comida a alguno de los de adentro, los de fuera, en sabiéndolo, le matavan. Supieron los de fuera que algunos mexicanos entravan allí y metian saetas secretamente, y luego pusieron gran diligencia en guardar que nadie entrasse, ni por tierra ni por agua, y a los que hallaron culpados de haver metido algo, matáronlos. Y luego se levantó gran rebuelta entre los mexicanos: unos acusavan a otros de haver entrado, y ansí matavan muchos, en especial los servidores o pajes de Motecuçoma, que traían beçotes de cristal, que era particular librea o señal de las de la familia de Motecuçoma, y también a los que traían mantas delgadas que llaman áyatl, que era librea de los pajes de Motecuçoma. A todos los acusavan y dezían que havían entrado a dar comida a su señor, y a dezir lo que pasava fuera, y a todos los matavan. Y de allí adelante huvo grande vigilancia que nadie entrase, y ansí todos los de la casa de Motecuçoma se huyeron y ascondieron porque no les matassen. Dieron batería los mexicanos a los españoles siete días, y los truxeron cercados veinte y tres días. Y este tiempo ensancharon y ahondaron las acequias, y atajaron los caminos con paredes, y hizieron grandes baluartes para que no pudiessen salir los españoles por ninguna parte.
Y los españoles arrodeláronlas; ansí no recibieron daño. Tenían gran ravia contra los españoles porque mataron a los principales y valientes hombres a traición; y por tanto tenían cercadas las casas reales, que a nadie dexavan entrar ni salir ni meter ningún bastimento, porque muriessen de hambre. Y si alguno metía secretamente comida a alguno de los de adentro, los de fuera, en sabiéndolo, le matavan. Supieron los de fuera que algunos mexicanos entravan allí y metian saetas secretamente, y luego pusieron gran diligencia en guardar que nadie entrasse, ni por tierra ni por agua, y a los que hallaron culpados de haver metido algo, matáronlos. Y luego se levantó gran rebuelta entre los mexicanos: unos acusavan a otros de haver entrado, y ansí matavan muchos, en especial los servidores o pajes de Motecuçoma, que traían beçotes de cristal, que era particular librea o señal de las de la familia de Motecuçoma, y también a los que traían mantas delgadas que llaman áyatl, que era librea de los pajes de Motecuçoma. A todos los acusavan y dezían que havían entrado a dar comida a su señor, y a dezir lo que pasava fuera, y a todos los matavan. Y de allí adelante huvo grande vigilancia que nadie entrase, y ansí todos los de la casa de Motecuçoma se huyeron y ascondieron porque no les matassen. Dieron batería los mexicanos a los españoles siete días, y los truxeron cercados veinte y tres días. Y este tiempo ensancharon y ahondaron las acequias, y atajaron los caminos con paredes, y hizieron grandes baluartes para que no pudiessen salir los españoles por ninguna parte.