CANTOS Y CRONICAS DEL MEXICO ANTIGUO. INTRODUCCIÓN
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Datos principales
Desarrollo
INTRODUCCIÓN Como había ocurrido antes en Egipto, Mesopotamia, India y China, también en las bastas extensiones de Mesoamérica --centro y sur de lo que hoy es México y regiones colindantes de la América Central-- se desarrollaron procesos que, a través de milenios, culminaron en el florecimiento de nuevas formas de alta cultura y civilización. También en Mesoamérica las estructuras sociales, religiosas, políticas y económicas se tornaron más complejas y a la vez más eficientes. Aparecieron ciudades y metrópolis con grandes recintos sagrados y asimismo palacios, escuelas, mercados y extensos conglomerados de casas habitación para la gente del pueblo. Esculturas de grandes proporciones, pinturas murales e inscripciones en templos y otros monumentos eran portadoras de diversas formas de significación. El comercio con tierras lejanas hacía posible el intercambio de muchos productos. Las metrópolis que, en diversas etapas, florecieron, llegaron a ejercer su imperio sobre otras muchas ciudades y pueblos cuyos moradores no sólo acataban la autoridad de su supremo gobernante sino que también cumplían puntuales con el pago de tributos. Así, cuando desde la perspectiva europea, se descubrió a los pueblos de Mesoamérica, considerando que a partir de su conquista en las primeras décadas del XVI entraban por fin en el mundo de la historia y la civilización, los mesoamericanos eran en realidad herederos ya de un largo y rico paso cultural con varios momentos de esplendor y también de decadencia.
Entre otras cosas, desde mucho antes de la era cristiana, poseían los mesoamericanos precisos sistemas calendáricos y varias formas de escritura jeroglífica. Gracias a tales logros presentaban el recuerdo de su pasado y podían consignar lo que en su propio tiempo expresaban o llevaban a cabo. De este modo, cuando los llamados hombres de Castilla aparecieron en las costas del golfo de México, algunos sabios mesoamericanos, unos de lengua maya y otros hablantes de nahuatl (la lengua azteca o mexicana), registraron en sus amostli, libro o códices, lo que les significó el encuentro con esos extraños forasteros, venidos de más allá de las aguas inmensas. Lo que fue para ellos ese encuentro vino a sumarse al conjunto de sus más antiguos testimonios: crónicas redactadas en función de sus cómputos calendáricos, discursos, poemas, cantos y tradiciones. La que puede tenerse como suma de creaciones de palabra indígena de Mesoamérica, abarca en realidad testimonios procedentes de muchos siglos, por no decir milenios. Y cabe añadir que, así como no pocos de los grupos mesoamericanos perduran hasta hoy, también subsiste la expresión de su palabra. De hecho, en distintas comunidades nativas de Mesoamérica renace hoy una literatura indígena. Es la nueva palabra, reafirmación de su identidad cultural. En verdad, la aparición de los Caxtilteca, hombres de Castilla, marcó el inicio del encuentro de dos mundos. En otros tantos espejos, los testimonios que dejaron españoles y mesoamericanos, quedó reflejado cuanto entonces ocurrió.
Las relaciones indígenas de la Conquista integran la que he llamado Visión de los vencidos1. Pero el trasfondo cultural de Mesoamérica, la riqueza de su pensamiento, está en el gran conjunto de inscripciones de piedra, códices y otros textos de la tradición en lenguas nativas. Allí se torna presente el legado de la palabra indígena, o como también se describe, la literatura prehispánica de Mesoamérica. De ella se ofrecen aquí importantes muestras. En este caso, los testimonios provienen de la capacidad creadora de los ya mencionados pueblos de idioma nahuatl (azteca o mexicano). Dado que, en los testimonios de la palabra en nahuatl que han llegado hasta nosotros, no sólo se refleja algo de lo que fue la etapa cultural en que vivió el último de los Moctezuma, sino que hay referencias que conciernen a períodos mucho más antiguos, para comprender y valorar mejor lo expresado en estas crónicas, cantos, poemas y discursos, será necesario tomar conciencia de la larga evolución cultural que culminó con el florecimiento, en la región central, de los mexicas o aztecas. Antiguos antecedentes de cultura En Mesoamérica, y asimismo en la costa y las tierras altas del área central andina de la América del Sur, la agricultura fue una realidad desde varios milenios antes de la era cristiana. Si se comparan los logros de estos pueblos del Nuevo Mundo con aquellos alcanzados por quienes habitaban en Egipto, Mesopotamia, la India o China, se encontrarán parecidos y diferencias.
En tanto que para egipcios y mesopotamios el trigo fue cereal básico en su dieta y en el ámbito del Asia tuvo importancia primordial el arroz, en Mesoamérica y en la región andina se domesticó y difundió el maíz. Otras plantas, en cambio, fueron objeto de cultivo en los dos hemisferios; como, por ejemplo, el algodón. En lo que específicamente toca a Mesoamérica, desde ella habrían de diseminarse con el paso de los siglos, por todo el orbe, frutos tan preciados como el tomate, el cacao, el chile o pimiento, el aguacate, y diversas variedades de frijoles o judías. Una base agrícola muy rica fue la que permitió en Mesoamérica el desarrollo de su civilización. En el conjunto de textos que pertenecen a su literatura hay varios en los que el tema es precisamente el origen mítico de algunas de estas plantas suyas por excelencia. Así, los que hoy llamaríamos mitos primordiales de Mesoamérica, que nos hablan de estos antiguos antecedentes culturales, pueden tenerse como mágicos testimonios acerca del primer capítulo en el desarrollo de estos pueblos que, asentados en aldeas, comenzaban a abandonar sus antiguas formas de vida nómada o seminómada.
Entre otras cosas, desde mucho antes de la era cristiana, poseían los mesoamericanos precisos sistemas calendáricos y varias formas de escritura jeroglífica. Gracias a tales logros presentaban el recuerdo de su pasado y podían consignar lo que en su propio tiempo expresaban o llevaban a cabo. De este modo, cuando los llamados hombres de Castilla aparecieron en las costas del golfo de México, algunos sabios mesoamericanos, unos de lengua maya y otros hablantes de nahuatl (la lengua azteca o mexicana), registraron en sus amostli, libro o códices, lo que les significó el encuentro con esos extraños forasteros, venidos de más allá de las aguas inmensas. Lo que fue para ellos ese encuentro vino a sumarse al conjunto de sus más antiguos testimonios: crónicas redactadas en función de sus cómputos calendáricos, discursos, poemas, cantos y tradiciones. La que puede tenerse como suma de creaciones de palabra indígena de Mesoamérica, abarca en realidad testimonios procedentes de muchos siglos, por no decir milenios. Y cabe añadir que, así como no pocos de los grupos mesoamericanos perduran hasta hoy, también subsiste la expresión de su palabra. De hecho, en distintas comunidades nativas de Mesoamérica renace hoy una literatura indígena. Es la nueva palabra, reafirmación de su identidad cultural. En verdad, la aparición de los Caxtilteca, hombres de Castilla, marcó el inicio del encuentro de dos mundos. En otros tantos espejos, los testimonios que dejaron españoles y mesoamericanos, quedó reflejado cuanto entonces ocurrió.
Las relaciones indígenas de la Conquista integran la que he llamado Visión de los vencidos1. Pero el trasfondo cultural de Mesoamérica, la riqueza de su pensamiento, está en el gran conjunto de inscripciones de piedra, códices y otros textos de la tradición en lenguas nativas. Allí se torna presente el legado de la palabra indígena, o como también se describe, la literatura prehispánica de Mesoamérica. De ella se ofrecen aquí importantes muestras. En este caso, los testimonios provienen de la capacidad creadora de los ya mencionados pueblos de idioma nahuatl (azteca o mexicano). Dado que, en los testimonios de la palabra en nahuatl que han llegado hasta nosotros, no sólo se refleja algo de lo que fue la etapa cultural en que vivió el último de los Moctezuma, sino que hay referencias que conciernen a períodos mucho más antiguos, para comprender y valorar mejor lo expresado en estas crónicas, cantos, poemas y discursos, será necesario tomar conciencia de la larga evolución cultural que culminó con el florecimiento, en la región central, de los mexicas o aztecas. Antiguos antecedentes de cultura En Mesoamérica, y asimismo en la costa y las tierras altas del área central andina de la América del Sur, la agricultura fue una realidad desde varios milenios antes de la era cristiana. Si se comparan los logros de estos pueblos del Nuevo Mundo con aquellos alcanzados por quienes habitaban en Egipto, Mesopotamia, la India o China, se encontrarán parecidos y diferencias.
En tanto que para egipcios y mesopotamios el trigo fue cereal básico en su dieta y en el ámbito del Asia tuvo importancia primordial el arroz, en Mesoamérica y en la región andina se domesticó y difundió el maíz. Otras plantas, en cambio, fueron objeto de cultivo en los dos hemisferios; como, por ejemplo, el algodón. En lo que específicamente toca a Mesoamérica, desde ella habrían de diseminarse con el paso de los siglos, por todo el orbe, frutos tan preciados como el tomate, el cacao, el chile o pimiento, el aguacate, y diversas variedades de frijoles o judías. Una base agrícola muy rica fue la que permitió en Mesoamérica el desarrollo de su civilización. En el conjunto de textos que pertenecen a su literatura hay varios en los que el tema es precisamente el origen mítico de algunas de estas plantas suyas por excelencia. Así, los que hoy llamaríamos mitos primordiales de Mesoamérica, que nos hablan de estos antiguos antecedentes culturales, pueden tenerse como mágicos testimonios acerca del primer capítulo en el desarrollo de estos pueblos que, asentados en aldeas, comenzaban a abandonar sus antiguas formas de vida nómada o seminómada.