Botánica y Biología
Compartir
Datos principales
Rango
cultura XVIII
Desarrollo
La Botánica, una de las ciencias más antigua de la Humanidad, se va a beneficiar de las preocupaciones de gobernantes y economistas por la mejora de la agricultura, así como por los procesos de revolución agraria que se llevan a cabo durante el período. También para ella, el siglo XVIII significa el momento en que entra a formar parte de los saberes racionales abandonando el ámbito de los perfumistas y jardineros en los que había estado anclada hasta el momento. El paso se debió, fundamentalmente, a la labor del sueco Linneo (1707-1778), quien llevó a cabo una concienzuda labor de clasificación de la Naturaleza. Sus estudios sobre los órganos sexuales de las plantas, estambres y pistilos, le permitieron establecer una clasificación convencional de ellas y crear el método de nomenclatura binaria aplicado primero al mundo vegetal y, más tarde, al animal. Para él, la Naturaleza se puede dividir en tres reinos: lapidaria, vegetaba y animalia, cada uno de los cuales, a su vez, se subdivide en géneros y especies. Acerca de éstas, Linneo opina que son constantes e invariables, haciendo una descripción introductoria de cada una, breve y precisa, a fin de que pueda usarse para reconocerlas. Su fama se extendió con rapidez por Europa, lo que le hizo merecer una invitación de Carlos III para visitar España. No pudiendo aceptarla, envió a un discípulo que recorrió también la América hispana y con cuyas notas escribiría el sabio sueco dos obras sobre la flora de los territorios visitados.
Contrario a la tesis linneana del fijismo respecto a las especies se muestra, entre otros, Buffon , intendente del jardín del Rey, en París. En su voluminosa y famosa Historia Natural mantiene un criterio transformista del universo según el cual aquéllas evolucionan filogenéticamente encadenándose unas a otras de forma sucesiva. También dedica bastante atención a describir a los animales, tras observar meticulosamente su naturaleza y costumbres. La claridad que domina en todos sus textos, sin que ello vaya en detrimento del rigor científico, le hizo ser muy conocido en su momento y permitió que sus descripciones del reino animal superasen la prueba del tiempo convirtiéndose en clásicas dentro de la lengua francesa. De las múltiples cuestiones que se plantea la Biología en el siglo XVIII, tres van a levantar polémicas. Por un lado, el tema de si existe o no la generación espontánea. El británico Needham (1713-1781), estudioso de los infusorios al microscopio, la defiende, mientras el italiano Spallanzani (1729-1799), profesor de literatura griega en Italia y de ciencias naturales en París, que investigó sobre los anfibios, se opone a tal teoría. Por otro lado, nos encontramos con el debate sobre la reproducción animal y la fecundación. Existían dos actitudes: la de los espermantistas, para los cuales el germen reproductivo lo ofrece el macho, y la de los ovistas, que asignan su aportación a la hembra. El estudio y descripción de los animales es otro de los ámbitos biológicos que se desarrollan.
Los trabajos de los investigadores se vieron favorecidos por las mejoras que se introducen en la fabricación de los microscopios y el uso en ellos de lentes más potentes. Esto es lo que permite a Rèamur legarnos la Contribución al estudio de los insectos, una detallada descripción de su vida y costumbres. También facilitará la labor de Bonnet (1720-1793) sobre la partenogénesis de los pulgones y la de Needham sobre las hormigas. Siendo innegable, como parecía, el cambio de los animales y la existencia de mutaciones naturales, faltaba encontrar las causas que les dan origen. Monet, caballero de Lamarck (1744-1829), se aplica a ello y se convierte en el padre del transformismo. De sus observaciones concluye que tales mutaciones no son sino el medio natural de adaptación a las modificaciones medioambientales que se producen. Este principio lo formuló en su ley sobre el uso o no de los órganos vitales y en la de la herencia de los caracteres adquiridos. También se ocupó Lamarck de la botánica, escribiendo sobre esta materia un libro y otras dos obras con Poiret -Enciclopedia botánica e Ilustración de los géneros- que le valieron gran notoriedad.
Contrario a la tesis linneana del fijismo respecto a las especies se muestra, entre otros, Buffon , intendente del jardín del Rey, en París. En su voluminosa y famosa Historia Natural mantiene un criterio transformista del universo según el cual aquéllas evolucionan filogenéticamente encadenándose unas a otras de forma sucesiva. También dedica bastante atención a describir a los animales, tras observar meticulosamente su naturaleza y costumbres. La claridad que domina en todos sus textos, sin que ello vaya en detrimento del rigor científico, le hizo ser muy conocido en su momento y permitió que sus descripciones del reino animal superasen la prueba del tiempo convirtiéndose en clásicas dentro de la lengua francesa. De las múltiples cuestiones que se plantea la Biología en el siglo XVIII, tres van a levantar polémicas. Por un lado, el tema de si existe o no la generación espontánea. El británico Needham (1713-1781), estudioso de los infusorios al microscopio, la defiende, mientras el italiano Spallanzani (1729-1799), profesor de literatura griega en Italia y de ciencias naturales en París, que investigó sobre los anfibios, se opone a tal teoría. Por otro lado, nos encontramos con el debate sobre la reproducción animal y la fecundación. Existían dos actitudes: la de los espermantistas, para los cuales el germen reproductivo lo ofrece el macho, y la de los ovistas, que asignan su aportación a la hembra. El estudio y descripción de los animales es otro de los ámbitos biológicos que se desarrollan.
Los trabajos de los investigadores se vieron favorecidos por las mejoras que se introducen en la fabricación de los microscopios y el uso en ellos de lentes más potentes. Esto es lo que permite a Rèamur legarnos la Contribución al estudio de los insectos, una detallada descripción de su vida y costumbres. También facilitará la labor de Bonnet (1720-1793) sobre la partenogénesis de los pulgones y la de Needham sobre las hormigas. Siendo innegable, como parecía, el cambio de los animales y la existencia de mutaciones naturales, faltaba encontrar las causas que les dan origen. Monet, caballero de Lamarck (1744-1829), se aplica a ello y se convierte en el padre del transformismo. De sus observaciones concluye que tales mutaciones no son sino el medio natural de adaptación a las modificaciones medioambientales que se producen. Este principio lo formuló en su ley sobre el uso o no de los órganos vitales y en la de la herencia de los caracteres adquiridos. También se ocupó Lamarck de la botánica, escribiendo sobre esta materia un libro y otras dos obras con Poiret -Enciclopedia botánica e Ilustración de los géneros- que le valieron gran notoriedad.