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Masa de yeso blanco y agua de cola, con la cual se hacen y preparan muchos objetos que después se doran o pintan.

Esta escena representa al legendario estudiante de Falces, famoso por torear sin quitarse la capa como aparece representado por Goya, aunque no le conociera. Los espectadores se esbozan en el fondo, creándose una atractiva sensación atmosférica.

En su afición por lo español, Manet busca la inspiración para esta tela en el "Gil Blas" de Lesage, una novela cuya acción se sitúa en la España del siglo XVII. Caminando dos estudiantes descubrieron una piedra con un enigma; mientras uno de ellos ríe, el otro busca debajo de la piedra y encuentra una bolsa repleta de oro. El joven pintor transcribe el episodio casi literalmente, eliminando la moraleja que encierra la novela. Dos jóvenes vestidos a la moda española del XVII se sitúan en primer plano ante una sensacional vista de un bosque cercano a París. Los colores oscuros dominan la composición, en la que destaca la luz de atardecer del fondo. Con esta obra, Manet continúa su homenaje a los pintores españoles del Barroco, en especial a Velázquez, a quien consideraba el pintor de los pintores.