Busqueda de contenidos

obra
El retrato veneciano vive una auténtica revolución gracias a Giorgione que introduce el realismo en los vestidos y el rostro del modelo así como la captación psicológica y emocional. Será Tiziano a partir de 1508 quien realice un mayor desarrollo de esta nueva concepción del retrato realizando una importante serie entre la que destaca el llamado Ariosto, cuya identidad se desconoce. Algunos especialistas consideran que podría tratarse de algún miembro de la familia Barbarigo, protectora de Tiziano en sus inicios. El personaje se sitúa en primerísimo plano y crea el efecto de salir del lienzo al apoyar su brazo en una barandilla de madera que ha servido para firmar el cuadro - las iniciales T y V -. La figura se recorta sobre un fondo neutro, recibe un potente foco de luz que acentúa la expresión del modelo, verdadera protagonista del lienzo. Su mirada penetrante y el gesto de la boca demuestran en esos primeros años la capacidad del maestro como retratista, que pondrá de manifiesto durante su larga carrera. La inclinación de la cabeza, la postura del brazo o la mirada son gestos tomados de la pintura religiosa, produciéndose una secularización de este motivo.
lugar
Localidad egipcia situada en la costa mediterránea, cerca de la frontera con Israel. En los últimos años ha destacado por su importancia turística, pudiéndose encontrar buenos hoteles, restaurantes y complejos turísticos. Su población actual ronda los 115.000 habitantes. De El Arish destaca especialmente su fortaleza de etapa faraónica, que dio lugar al asentamiento. Reconstruida por los otomanos en 1560 y restaurada por los franceses durante su campaña en Egipto (1799), fue prácticamente destruida por los bombardeos británicos durante la I Guerra Mundial. En la guerra relámpago llevada a cabo por Israel durante la Guerra de los Seis Días, El Arish fue ya tomada el segundo día. Hoy, es una plácida ciudad donde descansar y disfrutar de sus playas rodeadas de palmeras.
obra
Los retratos de pareja suelen ser muy habituales en la pintura flamenca y holandesa del siglo XVII. En esta escena, Rembrandt ha sabido reflejar el típico ambiente burgués y comerciante de Amsterdam a través de una pareja dedicada a fletar barcos. El hombre y la mujer aparecen en una actitud cotidiana, relacionados entre sí por las miradas y los gestos de los brazos. Ambos visten de negro, color muy utilizado entre los protestantes holandeses. El artista centra su atención en los rostros de ambos personajes intentando captar su personalidad, otorgando una increíble sensación de verismo. Además, se ha interesado por los detalles de los vestidos y los objetos que se encuentran alrededor de las dos figuras, iluminándolos con una fuerte luz que viene desde la izquierda. Realizando estos retratos tan veraces y llenos de vida, Rembrandt tiene asegurado su futuro como retratista destacado de la próspera Amsterdam.
contexto
La entrada en combate durante el Bronce Final se hacía con garantías de supervivencia. Todo un equipo militar fue inventado y preparado tecnológicamente para ello. Las espadas dejaron de partirse en la juntura de la hoja con la empuñadura al primer embiste violento. Se retiraron de la circulación las anticuadas espadas de remaches en el empalme y se diseñó un modelo mucho más resistente: la espada que sujeta la empuñadura a la hoja mediante una espiga de metal: una lengüeta. Es esta lengüeta, con su enmangue, la que se perfora para ajustarle la empuñadura de madera o hueso. La hoja se hace, asimismo, más contundente al adoptar un perfil de hoja de laurel muy afilado, con punta más o menos acusada. Se generalizan y circulan por doquier las espadas de hoja pistiliforme o de lengua de carpa. Los guerreros de los Campos de Urnas embrazaban imponentes escudos redondos. Sabemos, y así lo prueban los ejemplares irlandeses de Clonbrin (Condado de Longford), Annandale (Leitrim) o Churchfield (Condado de Mayo), que a veces los escudos fueron de cuero. Ahora bien, bastantes escudos de bronce se han recuperado de tumbas, y, en especial, de depósitos de Centroeuropa, Dinamarca, y las Islas Británicas, para demostrar que la manufactura de los mismos responde a un modelo parecido, probadamente eficaz, y, por tanto, universalmente aceptado. El escudo es una plancha circular, trabajada a martillo, con un umbo central, al que se ajusta el asa por el reverso. Mediante repujado se disponen, en torno al umbo, nervios concéntricos que alternan con círculos de esferas repujadas (o bullones). Este diseño tiene propósitos decorativos, pero también técnicos. El escudo con nervaduras e hileras de bullones es un arma reforzada y resistente. El prototipo hubo de ser centroeuropeo. Las Islas Británicas dan amplia muestra de su uso y de la maestría de sus artífices. Ejemplos destacados son los escudos de Athenry (Condado Galway) en Irlanda y de Rhyd-y-Gorse, en Gales. Los talleres de broncistas daneses no sólo adoptaron el modelo en su versión original, como demuestra el escudo de Taarup Mose, sino que introdujeron en él variaciones de cuño y sello nórdico. El escudo de Sorup, por ejemplo, muestra un reverso distinto, al incorporar un tema cruciforme dentro del tondo, sin desviarse del esquema establecido. Son singulares otros escudos daneses ornados de círculos de estrías y bullones. Y muy especial es el ejemplar sueco de Nackhälle, en el que las sartas de bullones dibujan motivos de aves en hilera. Los combatientes mejor preparados entraban en la escena real o en la ceremonial con una buena coraza. Excepcional, y muy famosa, por su debatida cronología y por tratarse hipotéticamente de un precedente europeo de la armadura micénica, es la de Caka (Levice) en Eslovaquia. La pieza fue hallada en un nicho de una de las tumbas de pozo que cubría un gigantesco túmulo. Corazas como la de Caka debieron dar una pauta decisiva en la producción metalúrgica de esa clase de armas. La tradición la adoptan los broncistas occidentales y, a partir de ella, producen espléndidos ejemplares de corazas de bronce. Hasta nueve corazas se hallaron, entre 1974 y 1976, en el lugar de Petit Marais, en Marmesse (Haute Marne). Como en los escudos, las hileras de bullones actúan de refuerzo y de líneas ornamentales. En las corazas de Marmesse aquella decoración reafirma el ajuste de las piezas de metal al soporte anatómico del cuerpo humano. Ribetes de metal adornan, y también refuerzan, las orillas. Incluso el claveteado de los remaches se integra en el juego estético de la técnica metalúrgica. Simples, pero imponentes, son los cascos de cimera crestada, bien representados en depósitos de Baviera, de las regiones francesas de Oise y Loire-et-Cher, y de otros yacimientos atlánticos. Uno de ellos, el recuperado de un depósito del río Sena, a su paso por París, puede ser indicio de los supuestos tecnológicos con los que se construyeron. Dos placas de bronce se encuentran y voltean a lo largo de la espina central. Clavos puntiagudos en los rebordes sujetarían el forro al cuero. Un biselado doble en la base del casco constituye la orla del arma. Los perfiles de estas piezas buscan la estética de la tecnología, y ésta, a su vez, no se resiste a producir armas llamativas a la vista, además de funcionales. No se sabe cuál sería la función de una pareja de cascos hallados en la marisma de Brons, en Vikso, al norte de Zealand (Dinamarca); pero, a todas luces, hubieron de investir de respeto y de gloria a su poseedor. Pertenecen a la clase de cascos con cuernos encorvados en forma de lira. Su cimera estuvo engalanada con un penacho de plumas, u otra cresta ornamental, insertada en una ranura abierta en la espina del centro. Dicha ranura marca la línea de encuentro entre las dos planchas de bronce que forman el casco; pero de su base emerge un gancho corvo, semejante a un pico de ave de rapiña. Las planchas de metal están salpicadas de bullones, pero los de mayor tamaño se colocaron, a manera de ojos, por debajo de dos trazos arqueados en relieve, y entre el mencionado gancho. Los cascos están revestidos de poderes sobrehumanos. El virtuosismo técnico de su manufactura debió estar acorde con el alto rango de sus destinatarios, y de cumplir una función muy determinada. Sólo podemos conjeturar que los cascos de Vikso sirvieron para una ceremonia de culto. Se ha postulado que el experto taller del que salieron estuvo situado fuera de Dinamarca, en Checoslovaquia o en Alemania central. Cuestión difícil de probar. Si así fuera, es probable que los cascos de Vikso no fueran hechos de encargo, sino que hubieran ido a parar a suelo nórdico como objetos de regalo investidos de un especial significado social y religioso.
contexto
La espada es el arma que mejor se identifica con el caballero medieval, cristiano o musulmán, al punto de que era enterrada con su dueño o, al menos, quedaba representada en su tumba. Las espadas estaban provistas de anchas hojas de doble filo y contaba, a veces, con un canal central, por el que resbalaba la sangre hasta el codo del guerrero, como refiere el Poema de Mío Cid: "Por el codo ayuso la sangre destellando". Aunque no se considerase un elemento tan personal como la espada, la lanza -utilizada tanto por la caballería como por la infantería- sería un arma imprescindible para el guerrero y condicionaría el sistema táctico de cada época. La infantería la utilizaba con una mano o con las dos y, contra la caballería, apoyando la parte posterior o regatón, en tierra y manteniéndola oblicua hacia adelante. El caballero la llevaba en la mano o sobre el antebrazo, o en la axila (lance couche) o apoyada en el ristre, a partir de la aparición de las armaduras rígidas e, incluso, la utilizó como estoque, colocándola a la altura del cuello y asestando el golpe de arriba abajo... Otras armas usadas por los caballeros fueron las mazas y los látigos de guerra. Según la tradición, Sancho VII, rey de Navarra, fue un gran experto en su manejo, por cierto nada fácil, ya que era necesario contar, no sólo con una notable estatura, sino también con gran fuerza física. Las mazas terminaban en una serie de aristas de hierro que les daban un aspecto floreado. Por último, las hachas y los martillos de guerra eran armas terribles en el cuerpo a cuerpo y muy idóneos en la guerra de sitio, ya que podían utilizarse, no sólo como armas ofensivas, sino también como picos para derribar puertas y muros. Dentro de la balística, primero fue el arco, simple o compuesto, aunque la ballesta, progresivamente, lo fue sustituyendo. Existían tres tipos de ballestas, como queda reflejado en La Gran Conquista de Ultramar: "E hombres de pie que levaban picos e palancas e porras de hierro e con estos iban muchos arqueros con ballestas de torno, e dos pies, e de estribera". Se han identificado varios tipos distintos de flechas, que obviamente, tenían diferentes aplicaciones. El arzobispo Jiménez de Rada, cronista de la batalla de Las Navas de Tolosa (1212), refiere: "...Y lo que es difícil de creer, aunque es cierto, es que en aquellos dos días no utilizamos, en ningún fuego, otra leña que las astas de las lanzas y flechas que habían traído consigo los agarenos; pese a todo, apenas si pudimos quemar la mitad en aquellos dos días, por más que no las echamos al fuego por razón de nuestras necesidades sino por quemarlas sin más". Los cuerpos de arquero fueron muy numerosos en estas batallas y no economizaban munición. Seguía utilizándose la honda, tanto con proyectiles de plomo como con pequeños cantos rodados. De su utilización por parte musulmana en Las Navas deja testimonio el Arzobispo de Toledo. La primera arma defensiva es el escudo, cuyo diseño varió con el distinto modo de emplear la lanza, a principios del siglo XIII, y con la aparición de las brafoneras, que permitió disminuir su longitud. Se confeccionaban de tablas verticales, recubiertas con pergamino y yeso, lo que permitía su vistosa decoración. Por ello, a veces, se les denomina tablero: "Tomó la lanza en mano, en el brazo el tablero / Quien miedo ante él, no hubiese, seria un gran guerrero". Los buenos escudos estaban recubiertos con cuero de caballo, mulo o asno endurecido y en su centro llevaban una chapa metálica, en forma semiesférica o puntiaguda, llamada bloca o umbo. En su parte interna, disponía de los brazales para manejarlo y del tiracol, correa de cuero que permitía llevarlo colgado del cuello para dejar las manos libres. Los musulmanes utilizaron escudos similares, pero tuvieron uno muy especial, denominado adarga. Tenía forma ovoide, con un pequeño entrante en la parte superior, presente también en ocasiones en la inferior, en cuyo caso su apariencia era la de dos riñones unidos por su parte interna. Estaban hechos, generalmente, con cuero de vaca, onagro o antílope, siendo de éste último el más apreciado. Encima de la camisa, el caballero portaba el gambax, pieza de tela acolchada, sobre la cual se colocaba la loriga. Ésta, denominada también cota de malla, estaba confeccionada con anillos entrelazados, formando un tejido de acero que, generalmente, era de doble capa. El libro de Alejandro lo describe perfectamente, denotando que ésta era la protección típica del hombre de armas del siglo XIII: "Armose el caballero valiente y muy leal/ vistiendo a su cuerpo un gambax de cendal/ y encima la loriga blanca como el cristal/ Hijo mío -dijo su padre- Dios te libre de mal".
contexto
Ahora, una vez observado el desarrollo de los acontecimientos, Londres se preocupaba de forma especial por la situación futura de la flota francesa. Incluso el embajador de los neutrales Estados Unidos había amenazado al gobierno de Burdeos con cortar sus relaciones con él en caso de que ésta fuese entregada a los alemanes. Pero la situación era entonces muy vidriosa, ya que dependía en gran medida de la actitud de sus más altos jefes, sobre todo el almirante Darlan, que iba siendo ganado por los partidarios del acuerdo con Alemania. En Burdeos, mientras tanto crecía el nerviosismo ante el silencio alemán. Pierre Laval, cabeza del grupo antiparlamentario, precisaba del apoyo material alemán para proceder a desmontar el sistema representativo. La desconfianza de Pétain hacia Laval, a quien se ha visto obligado a nombrar ministro de Estado, se une ahora en el seno del grupo gobernante a las intrigas de los sectores más reaccionarios que pretenden aprovechar la situación para abolir las instituciones democráticas. Como apunta el historiador Jean Zay, la República había temido con frecuencia la dictadura de los generales victoriosos, pero nunca soñó en la dictadura de los militares derrotados. El día 22 de junio de 1940 tiene lugar en el bosque de Compiégne la firma del armisticio franco-alemán. El acto, presidido por el propio Führer, tiene lugar en el mismo vagón del ferrocarril donde veintidós años antes se había celebrado la firma de la capitulación del derrotado Imperio alemán. En esta hora de revancha, los representantes franceses aceptarán unas condiciones que, más que un acuerdo entre dos partes, muestran su naturaleza de "diktat". En medio de una gran tensión, los franceses signan la ocupación de la mitad norte de su país y de la costa atlántica hasta la frontera española. Junto a ello, aceptan la reducción del ejército a un total máximo de cien mil hombres y la desmovilización de gran parte de la flota de guerra. En la zona no ocupada se instalará el Gobierno de Pétain, convertido en un verdadero títere del Reich. Las condiciones eran duras, pero no que daba otra salida que su aceptación. La zona ocupada era la más rica, poblada e industrializada del país, mientras que la parte sur era de predominio agrícola y dotada de estructuras arcaizantes en general. La soberanía del régimen instalado en ella se extendería en general a todo el territorio nacional, así como la administración y la organización policial. Pero de hecho pronto se vería que los alemanes se reservaban en su zona la totalidad de los resortes efectivos del poder. En el plano económico, además de planearse una profunda intervención alemana, se detallaba una gran cantidad a pagar al Reich en concepto de indemnización. Junto a ello, el Estado francés debía aceptar la carga de los costos ocasionados por la ocupación, que representaba varios millones de francos al día. Sin embargo, la cláusula más difícil de aceptar para los vencidos fue la referente a la entrega a los alemanes de todos los exiliados políticos que en los años anteriores habían buscado refugio en el país debido a la persecución de que eran objeto por parte de los nazis. La hábil política de Hitler le permitiría mantener el control absoluto de la derrotada Francia, pero al mismo tiempo con el fin de no enajenarse la voluntad de un país todavía potente, rico y poblado, permitiría que el nuevo régimen conservase los atributos propios de un Estado teóricamente independiente. Así, Vichy, además de un territorio y una población concretos, dispondría de poderes judiciales y policiales propios, así como los legislativos y administrativos. A ello se uniría el limitado ejército y la posibilidad de mantener relaciones diplomáticas con países extranjeros. Finalmente, y esto era realmente importante, conservaba en su poder la totalidad del Imperio y la flota de guerra. Como garantía del cumplimiento de las condiciones del armisticio más de un millón y medio de soldados franceses permanecían prisioneros en los campos alemanes hasta la finalización de la guerra. Dos días más tarde, los representantes galos repetían la firma del armisticio con Italia que pocos días antes había declarado la guerra al ya prácticamente vencido país vecino. De Gaulle, desde Londres, condena sin paliativos la firma del armisticio, mientras que Pétain repite una y otra vez que a pesar de la dureza de las condiciones impuestas el honor francés ha quedado a salvo. El día 29 de junio, el Gobierno francés salió de Burdeos camino de Clermont-Ferrand. Allí, la camarilla de Laval decide trasladar su sede a la cercana ciudad balnearia de Vichy, donde el ministro obtiene el permiso del todavía Presidente de la República para dar los pasos necesarios para la reforma de la Constitución vigente. A su alrededor se agrupan los políticos más reaccionarios a los que el ascenso al poder del Frente Popular en 1936 había llenado de terror y ansias de revanchismo. Ven ahora la ocasión idónea para poner en práctica su ideario antidemocrático, que oscila entre posiciones puramente conservadoras y actitudes claramente fascistas. Es el momento apropiado para que las tesis de Charles Maurras, patriarca de la reacción francesa, puedan ser utilizadas como base ideológica del régimen que va a nacer. Para conservar una imagen de legalidad en la transición que se prepara solamente es preciso que las Cámaras decidan su propia autodisolución. Nadie duda de que esto será tarea fácil dentro del ambiente que se respira en el Vichy de aquellos primeros días. Pero antes tendrá lugar un dramático hecho que servirá para agrupar todavía más a los franceses alrededor de sus nuevas autoridades. Estas obtendrán así un cierto grado de legitimidad tácita que los mecanismos legales no tardarán en plasmar en la práctica. El día 3 de julio, el Gobierno británico ordena la destrucción de la mayor parte de la flota francesa fondeada en la base africana de Mers-el-Kabir, al mismo tiempo que la inutilización de los buques galos fondeados en los puertos del Caribe. Esta decisión que el mismo Churchill señalaría como la más odiosa, ingrata y dolorosa que había tenido que adoptar, se veía justificada por la necesidad inglesa de asegurarse la inactividad de este potencial de eventual utilización por parte alemana. El pueblo francés en su totalidad se sintió profundamente ultrajado y dolido por este hecho, que había costado la vida a más de mil quinientos marinos. De Gaulle, puesto en una situación extremadamente difícil, se vería obligado a apoyar la decisión de su protector británico aun al precio de la pérdida de muchos posibles seguidores. Pero todo riesgo estaba calculado, e Inglaterra seguía manteniendo su preeminente situación en el mar frente al poderío alemán. En el plano político, las nuevas autoridades no parecían contar con grandes dificultades para imponer su voluntad sobre una población que las apoyaba de forma casi unánime, al menos en los primeros momentos. La presencia paternal y aun autoritaria del mariscal tranquilizaba los temores de los franceses ante la nueva situación planteada. Esto daría a los partidarios de la imposición de un régimen dictatorial las mejores bazas para la definitiva destrucción del odiado sistema republicano. La democracia, fuertemente debilitada, sería ahora acusada de forma oportunista como causante principal de la derrota bélica. Los elementos antiparlamentarios se veían además apoyados materialmente por la gran industria y las finanzas, la alta burguesía, parte de las clases medias y los pequeños propietarios urbanos y rurales. León Blum, dirigente del socialismo francés, ha descrito mejor que ningún otro el ambiente de miedo, corrupción, oportunismo y debilidad moral que se adueñaban de Vichy. Unos elementos que sin duda iban a influir de forma decisiva sobre la decisión de los parlamentarios que iban a decidir la muerte del sistema representado en ellos mismos. En efecto, no sólo los hombres de la derecha antidemocrática sino también elementos radicales y socialistas se vieron entregados en manos de quienes organizaban la desaparición del régimen. La posición de los parlamentarios se debilitaba progresivamente, mientras que Laval, él mismo diputado a pesar de su oposición visceral al sistema, quiere que sea mediante las técnicas propias de éste, como se decida su propia muerte. Con este fin, las cámaras son convocadas en sesión conjunta para decidir el tránsito hacia otras formas de organización política. De este modo, nadie podría discutir en el futuro la legalidad del mismo. Tanto ante la opinión pública interior como con respecto a la exterior, no resulta aconsejable ofrecer una imagen que pueda asemejarse al golpe de mano directamente aplicado aprovechando las circunstancias reinantes. Así, el día 10 de julio de 1940, el Senado y la Cámara de los Diputados celebran sesión conjunta. Previamente sus respectivos presidentes habían recomendado a sus miembros presentes el voto afirmativo a las propuestas que el Gobierno les va a presentar. La reunión tiene lugar en el Gran Casino de Vichy, rodeado por grupos de fascistas que se manifiestan con violencia contra los representantes de la voluntad nacional que ahora está a punto de ser anulada. Para asegurarse ante cualquier eventualidad, la votación se realiza entre los parlamentarios presentes y no sobre el total de los titulares, ya que muchos de ellos no habían podido llegar hasta la nueva capital debido a las circunstancias. En el interior de la sala se suceden los enfrentamientos, las presiones visibles y ocultas y los alborotos orquestados. Todo ello acaba volcando la voluntad de los votantes hacia la propuesta oficial. De un total de 649, votarán afirmativamente 569; negativamente menos de 80 y se abstienen una ínfima minoría. La mayor parte de los radicales y socialistas, principales sustentadores de la República, han votado por su desaparición. En esos momentos, casi nadie duda de la legalidad del acto, que da paso a un régimen que es reconocido por todos los países a excepción de Gran Bretaña. Por el momento, los partidarios del autoritarismo han ganado la partida, y los grandes intereses del país apoyan a los hombres de Pétain siguiendo su política de buen trato con el gobernante de turno si éste es ideológicamente afín. La última escena tendría lugar al día siguiente -11 de julio de 1944- cuando el mariscal obtenga personalmente el poder del débil Presidente Lebrun. En las mismas horas, es publicada la nueva ley constitucional provisional a la espera de la definitiva reforma del texto de 1875, algo que nunca sería llevado a efecto. Las palabras iniciales del texto son ya un indicador de las tendencias autoritarias y regresivas que el régimen va a mostrar a lo largo de sus cuatro años de existencia: "Nos, Philippe Pétain, mariscal de Francia, asumimos las funciones del jefe del Estado francés". Al mismo tiempo se decreta la abolición de las cámaras parlamentarias y la asunción por parte del mariscal de la totalidad de los poderes legislativos y ejecutivos. Una democracia imperfecta pero siempre digna de emulación había desaparecido, pero en aquellos momentos muy pocos demostraron sentirlo. No pasaría mucho tiempo sin embargo para que entre la población comenzase a configurarse una actitud de rechazo a las formas impuestas que había de plasmarse en los diferentes movimientos de la resistencia.
contexto
El ataque soviético lanzado sobre el istmo de Carelia en la primavera de 1944 fue la operación que decidió la penetración del Ejército Rojo en Finlandia y el abandono por parte de ésta de la alianza militar que la unía con el ya declinante Reich. A partir de las primeras semanas de aquel año el cerco establecido en torno a Leningrado había sido levantado casi por completo y los soviéticos habían recuperado la iniciativa en la zona, Así, el día 24 de junio de 1944, el Ejército Rojo ocupaba la ciudad clave de Viipuri, el antiguo puerto hanseático de Viborg. Ello abría el camino para la extensa llanura finlandesa plagada de lagos y espacios pantanosos. Pero el Ejército finés seguía dando muestras de su valor, que cuatro años antes había sido capaz de contener durante meses a una fuerza superior en número y equipamiento. Ello hizo que los combates adquiriesen elevados grados de violencia en los primeros días del mes de agosto, hasta que el 10 el frente se estabilizó de nuevo. Finlandia mantenía con el Reich un tratado militar según el cual ninguna de las dos partes interesadas podía decidir la paz con el enemigo común sin contar con el acuerdo expreso de la otra. Pero la situación era ahora muy arriesgada, pues el Gobierno finlandés temía además la posibilidad de un desembarco soviético realizado en alguna de sus zonas más sensibles. Por tanto, se veía obligado a actuar sobre dos planos contrarios. Por una parte, debía enfrentarse al peligro de una reacción alemana en caso de abandono del pacto firmado. Por otra, se mostraba imprescindible llegar a un acuerdo con la Unión Soviética, pues se veía que este país iba a determinar el inmediato futuro de Finlandia. Jugando la baza de los hechos consumados, aun contando con el riesgo que implicaba esta situación, Helsinki decidió que el acuerdo con la URSS era prioritario a costa del pacto con Berlín. Para facilitar esta difícil operación de consecuencias imprevisibles el Jefe de Gobierno, Ryti, hasta entonces el más decidido partidario de la alianza con Hitler, dimitió de su puesto de forma inmediata, y según el plan de urgencia elaborado por militares y políticos, el Parlamento decidió la entrega de los máximos poderes del Estado al mariscal Mannerheim. Este tenía una ideología personal más próxima al nazismo que al comunismo, como había puesto de manifiesto en la represión de toda actividad de izquierda en su país, pero ahora su prestigio personal debía servir para facilitar el tránsito hacia el abandono de la lucha. Así, el día 17 de agosto de 1944, el ya mítico militar informaba al general alemán Von Keitel de la anulación unilateral de tratado que ataba a su país a los destinos bélicos de Alemania. Una semana después, el embajador finlandés en Estocolmo entregaba a la célebre Alejandra Kollontay, representante de la URSS en la capital sueca, una nota en la que se solicitaba a Moscú el armisticio en la lucha. Stalin impuso entonces una serie de condiciones para alcanzar el acuerdo, pero finalmente el día 4 de septiembre se alcanzó el alto el fuego. El paso clave para lograr la paz en la zona estaba de está manera dado. Diez días más tarde, una delegación finesa llegó al Kremlin, y el 19 de septiembre era firmado el armisticio entre los dos beligerantes. De entre las condiciones impuestas por el vencedor destacaban las siguientes: pago en ocho años de trescientos millones de dólares en mercancías como reparación por los daños causados; entrega del territorio de Petsamo y arrendamiento de la base naval de Porkkala, próxima a Helsinki. Esta pérdida territorial suponía para Finlandia la privación de su salida al Océano Glacial Artico, así como de inmensos recursos de madera y de fuentes de energía eléctrica. Comenzó entonces el masivo éxodo de los habitantes afectados, que de forma prácticamente absoluta abandonaron sus lugares de origen huyendo de la imposición de las formas soviéticas sobre los mismos. Por su parte, los alemanes marcharon hacia el norte para abandonar el país por mar, tras haber procedido al incendio de pueblos y ciudades en su marcha. Perseguidos por los soviéticos, embarcaron en la costa de Noruega, país del cual el Ejército Rojo llegó a liberar algunas comarcas septentrionales. Mientras, Finlandia hacia entrega a la Unión Soviética tanto de los prisioneros alemanes capturados como de los bienes que hasta entonces había recibido del Reich y de sus aliados. De esta forma el país salía de la guerra y entraba en una especial situación de neutralidad impuesta por la URSS, principal interesada en el mantenimiento de la misma. Finlandia, organizada económica, social y políticamente al modo occidental y democrático, otorgaría a partir de entonces un tratamiento preferencial al poderoso vecino, condición imprescindible para la conservación de su independencia nacional.
contexto
Cuatro días después de la caída de Mussolini, Eisenhower había hablado por radio de la posibilidad que Italia tenía de alcanzar una paz honorable. Esto hizo pensar a muchos elementos situados cerca del poder en un armisticio al que podría llegarse de forma inmediata. El apoyo aliado anularía la amenaza que significaban unos alemanes que desconfiaban de la lealtad de quienes habían apartado del poder al Duce y sólo por temor seguían manteniendo su alianza con el Reich. En efecto, Hitler y sus generales estaban convencidos de que Italia saldría de la guerra en el momento en que pudiese, abriendo así la penetración aliada en el flanco sur del continente.Desde luego, por varios conductos diferentes, Italia trataba de inclinar a los aliados a esta solución, pero por el momento éstos no se mostraban dispuestos a acceder a un trato que no fuese referido a una paz incondicional. La existencia de estos intentos, desconexionados entre sí, mostraba claramente la confusión reinante en el país tras la caída del fascismo. Pero por parte aliada se mostraba asimismo la existencia de divergencias básicas entre sus miembros integrantes. Así, mientras Gran Bretaña era partidaria de la firma de un armisticio corto -de inmediata aplicación pero de duro contenido- los Estados Unidos preferían una forma de armisticio largo que contuviese términos menos expeditivos.También existía desacuerdo con respecto a los poderes existentes en Italia. Churchill apoyaba la permanencia de Víctor Manuel y Badoglio como garantía de orden. Roosevelt, imbuido en su papel de defensor de la democracia, prefería la sustitución de estos elementos que habían colaborado activamente con el fascismo durante dos decenios. Desde el primer ministro hasta la princesa heredera, pasando por el ex jerarca fascista Dino Grandi, se trataba de enlazar con los aliados a través de las más variadas personas y lugares.El gobierno de Roma, al tiempo que trataba de asegurar su fidelidad a su amenazador aliado del norte, enviaría una serie de misiones con este fin, pero daría con ello una impresión de confusión, ya que los delegados oficiosos no solamente se ignoraban entre sí sino que se interferían en sus cometidos respectivos. En todo caso, además, británicos y norteamericanos se encargarían de poner de manifiesto a los italianos su calidad de enemigos todavía beligerante, ya que estos actuaban como si esta condición hubiese sido superada de forma tácita.Finalmente, se llegó al acuerdo para la firma de la modalidad corta del armisticio. El acto tuvo lugar en una tienda de campaña situada en las inmediaciones de la localidad siciliana de Cassibile. Era la tarde del viernes 3 de septiembre de 1943. Con ello se ponía fin a la situación de guerra entre los aliados e Italia. Los responsables del gobierno de Roma contaban con que de esta forma el país salía del conflicto y que la presencia aliada serviría para alejar toda posibilidad de reacción por parte de Alemania. Sin embargo, el Reich seguía introduciendo fuerzas en el país, situándolas sobre la línea de los Apeninos con ánimo de cortar la península en caso de un potencial avance aliado.Los términos del armisticio de mayor importancia eran los siguientes: cese total de hostilidades por parte italiana; entrega de los prisioneros aliados así como de las flotas aérea y naval; rendición de la totalidad del territorio y repliegue de sus fuerzas estacionadas en territorios exteriores; concesión del libre acceso a puertos y aeródromos y obligación de negar asistencia a las fuerzas alemanas situadas en el país. Ante la amenaza que éstos suponían, Roma insiste ante los aliados en la necesidad de efectuar un inmediato desembarco en las cercanías de Roma. Pero ya los mandos anglosajones tienen sus propios planes sobre la bahía de Salerno. Por ello impusieron silencio sobre la firma del armisticio para hacer coincidir su comunicación pública con la operación.A las 18,30 del día 8 de septiembre de 1943, Eisenhower anuncia por radio el acuerdo firmado cinco días antes; Badoglio lo hace poco más de una hora después. Ahora, Italia ya no podrá jugar su peligrosísimo doble juego y se deberá enfrentar a los riesgos que la nueva situación implica. Aquella misma noche, las naves que transportan a las tropas aliadas se disponían a desembarcar en sus objetivos. Era la primera vez que el cuerpo de la Fortaleza europea era atacado. La dura reacción alemana no se haría esperar.