El edificio de Torres Blancas en Madrid es, posiblemente, una de las obras emblemáticas de la recuperación de la tradición del Movimiento Moderno en la arquitectura española. Obra de uno de los grandes maestros de la arquitectura contemporánea, el edificio es un bloque de viviendas situado en una zona de acceso rápido a Madrid y su vocación urbanística es indudable, con independencia de su enorme riqueza como objeto arquitectónico y su importancia como meditación tipológica y tecnológica. En esta obra, que el mismo Oiza ha comparado en su organización vertical a un árbol, las pantallas de hormigón acaban dando forma a los espacios vacíos, a la planta libre, a los elementos de servicios. Una arquitectura donde no es difícil descubrir una inquieta síntesis entre las propuestas de Wright para las St. Marks Towers y las de Le Corbusier sobre el tema de la vivienda colectiva.
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monumento
Entre 1975-79 Alas Casariego construye el Edificio Windsor, una torre de oficinas de 106 metros de altura realizada en vidrio y acero que se sustenta en una serie de edificios que le sirven de base. Un aparatoso incendio destruyó el edificio en la noche del 12 de febrero de 2005.
contexto
Las prácticas de carácter mágico o religioso debieron existir, lógicamente, desde los primeros tiempos de la prehistoria balear. La existencia de construcciones funerarias en donde es posible reconstruir ciertos rituales de enterramiento así lo atestiguan, al menos desde comienzos del segundo milenio a. C. Sin embargo, lugares destinados específicamente a prácticas de culto no se conocen hasta entrado el último milenio a. C., probablemente porque hasta entonces la sociedad talayótica no precisó esos recintos, con lo que ello significa a la hora del análisis de sus formas de organización. En Menorca, el lugar de culto por excelencia es la taula, con su espacio sacro delimitado por un muro, mientras que en Mallorca se construyen unos santuarios de planta cuadrada, también cerrados por una pared que limita el área religiosa, en cuyo centro se levanta en ocasiones una gran pilastra. La taula es sin duda el monumento de la prehistoria balear sobre el que más se ha escrito. La singularidad de estas construcciones han llamado la atención a cuantos se han ocupado de la isla de Menorca y no solamente desde la óptica de la investigación arqueológica. De tal manera que, al margen de su tratamiento científico, se han convertido en frecuente objeto de deseo por parte de investigadores y aficionados desde que, a fines del siglo XVII, se describiera como altar para sacrificios, una hipótesis que, alternando con la de su función como pilastra central de un edificio o representación de la divinidad, ha llegado hasta nuestros días. Una taula es una construcción relativamente sencilla hecha a base de una piedra soporte, dispuesta verticalmente sobre el suelo, encima de la cual se coloca otra horizontal, a modo de capitel, con amplio vuelo. En torno a la taula se levanta un recinto cuya fachada principal es recta o ligeramente cóncava, mientras que el resto de la estructura tiende a la forma absidal. La taula se alza en el interior del recinto, frente a la puerta de acceso abierta en el centro aproximado de la fachada principal. El paramento interno del muro que delimita el recinto alterna lienzos de mampostería con grandes lajas y pilastras dispuestas sobre basas de piedra. Es frecuente que entre cada dos de esas pilastras el lienzo de la pared tienda a una disposición ligeramente curva, formando una especie de recinto que en su nivel inferior presenta en ocasiones bancos corridos. A veces, en las paredes se abren nichos cuidadosamente dispuestos. La orientación de la mayoría de estos monumentos oscila entre Sur-Sudeste y Sur-Sudoeste. Tanto el tamaño de las taulas como el de los recintos que las acogen son muy variables. La taula de Torralba d'en Salort sobrepasa los cinco metros de altura, mientras que otras no alcanzan la mitad de esa dimensión. Recintos como el de Binimassó tienen aproximadamente 135 metros cuadrados, pero el más pequeño conocido, So Na Caçana 2, no llega a los 40. La cuestión más debatida sobre estos recintos es la de su función. La hipótesis de la taula como pilar principal de un edificio cubierto fue planteada ya a fines del siglo pasado. Sin embargo, la mayoría de los investigadores se ha inclinado por considerarla como un monumento dentro de un recinto sin otra función que la de identificar a la divinidad objeto de culto, así como la evidencia de éste último desprendida de los hallazgos arqueológicos. Los partidarios de la taula como pilar central de una amplia construcción sostienen su argumentación en el supuesto de que las pilastras que rodean a la central, embutidas en el muro de cierre del recinto, fueran auténticos puntos de apoyo para desde ellos, a través de adintelados pétreos o soluciones leñosas, cubrir la totalidad del espacio. Las excavaciones efectuadas hasta ahora ni han permitido documentar tales alturas en las pilastras laterales y muros, ni tampoco los materiales derruidos necesarios para ellas o sus cubiertas. Por otro lado, la taula nunca se alza en el centro de la superficie del recinto y en ocasiones lo hace con desviaciones notables respecto de los muros. La forma que adopta la piedra capitel, así como la estructura compositiva general del monumento, tampoco parecen las más adecuadas para soportar fuertes cargas, dado que los dinteles, ya fuesen pétreos o leñosos, tendrían que cubrir luces de dimensiones muy notables, a veces hasta de siete metros. En lo que respecta a la interpretación de estos monumentos en su conjunto, lo más razonable es suponer que son santuarios en cuyo interior se desarrollaron determinados rituales en honor a una divinidad representada por los propios bloques pétreos que constituyen la taula. Su orientación quizá esté hablando de la existencia de un culto solar. Desde luego los hallazgos hasta ahora efectuados en los recintos de taula, tanto en los diversos espacios acotados en el suelo como sobre los bancos adosados a la cara interior del muro de cerramiento, no tienen otra explicación que la de ser ofrendas. Las excavaciones llevadas a cabo en el poblado de Torralba d'en Salort permiten algunas precisiones en torno al ritual religioso desarrollado. Dentro del recinto, a la derecha de la puerta de ingreso, apareció una aglomeración muy compacta de cenizas. Parece prueba indiscutible de que allí ardió un fuego reactivado en múltiples ocasiones. En la base, sobre el suelo de roca virgen, el área de las cenizas está delimitada por un murete. Estas compartimentaciones aparecen en otros lugares del recinto, unas veces cerrando por el interior los cubículos de sus paredes y otras dispuestas a continuación de ellos. Una semicircular enmarca la cara delantera de la propia taula. En el interior de esos pequeños recintos, y también en el ocupado por las cenizas, se depositaron cerámicas y huesos troceados de animales, normalmente ovicápridos, cerdos o bóvidos. Esas ofrendas se repiten sobre los bancos corridos de los cubículos individualizados, en el paramento interno del muro. Los hallazgos más espectaculares se realizaron tras la taula y a su izquierda. Consisten en un altar de piedra, con huellas evidentes en su cara superior de haber portado una figurilla de animal hecha en bronce, y a sus pies varios vasos de cerámica indígena, dos pebeteros tipo Tanit, seguramente de fabricación ibicenca, y una escultura de toro fundida en bronce a la cera perdida. Las facciones y el tratamiento de los rasgos de la cara recuerdan a los conocidos ejemplares mallorquines de Costitx. En sus patas conserva adheridos restos de plomo, lo que parece indicar que la pieza estuvo colocada sobre otro altar o pedestal. Un área ceremonial relevante que coincide con la zona en que se encontró la estatuilla ptolemaica del dios Imhotep en las excavaciones de Torre d'en Gaumés. Los hallazgos de Torralba d'en Salort aumentan la complejidad del significado de estos monumentos e introducen la posibilidad de que se haya producido una simbiosis entre la divinidad principal -o el principio religioso abstracto objeto de adoración- y un ritual zoolátrico que es bien conocido en las dos Baleares y que gira en torno precisamente al toro como símbolo de fuerza y poder. Otros elementos detectados en las excavaciones plantean diferentes hipótesis, siempre hacia la interpretación del recinto como lugar religioso, donde se concentran distintas creencias, probablemente complementarias. Por ejemplo, la repetida aparición de tapaderas de ánfora o de fragmentos de esos recipientes en elevadísimo número tal vez pudiera reflejar la existencia de un ritual libatorio. Diodoro escribió sobre la afición de los baleares al vino, del que carecían en su propia tierra y por tanto debían importar. Quizá tal deseo no fuera otra cosa que la realidad de una práctica cultual incomprensible en parte para Diodoro -o tal vez deliberadamente ridiculizada- que refleja la adopción de rituales frecuentes por todo el Mediterráneo. En fin, la presencia de estatuas-pebetero de Tanit-Deméter en Torralba d'en Salort o los espacios donde el fuego arde permanentemente en el interior de los recintos, pueden descubrir nuevas conexiones religiosas, con ritos en torno a la vida y la muerte conectados con la práctica de ofrendas a través del fuego, quizá al modo de los altares de cenizas. Desde Ibiza, o quizá desde la península italiana y Sicilia, todas esas tradiciones religiosas debieron sincretizarse y encontrar su lugar específico de expresión dentro de estos monumentos.
obra
El centro de Bruselas está delimitado por una muralla medieval y dominado por la Grand-Place, la más bella y mejor conservada de la Unión Europea. El único edificio que conserva la planta medieval intacta es el Ayuntamiento. A su alrededor, se levantan antiguas casas gremiales de soberbias fachadas. Entre otras, la Maison du Roi, en cuyos aposentos funciona el Museo de la Ciudad (mapas, trajes y documentos ) y la Maison des Brasseurs es la única que aún hoy es propiedad del gremio de los cerveceros, con su propio museo.
obra
En la Vila Olímpica construyó el equipo de Oriol Bohigas un grupo de edificios en forma de elipse, cercanos a la chimenea de Can Folch, testimonio del pasado industrial de la zona sobre la que se levanta la Vila.
monumento
En la Vila Olímpica construyó el equipo de Oriol Bohigas un grupo de edificios en forma de elipse, cercanos a la chimenea de Can Folch, testimonio del pasado industrial de la zona sobre la que se levanta la Vila, exponente de la nueva Barcelona surgida a raíz de los Juegos Olímpicos de 1992. Según el propio Bohigas "un edificio siempre está inmerso en un entorno y lograr que se engaste en la realidad urbana es una manera de conseguir que se equilibre el binomio innovación-preocupación social. Así podemos concluir que la Arquitectura cumple su cometido innovador y su compromiso con la sociedad".
contexto
Menos frecuentes, y característicos sobre todo de época tardía, son los monumentos de planta centrada, llamados así porque el espacio principal corresponde a una cámara circular o poligonal abierta en el interior del edificio. En la Península Ibérica, el monumento más significativo es el de Centcelles, en las cercanías de Tarragona, excavado y publicado recientemente por el Instituto Arqueológico Alemán de Madrid. Se trata de la parte monumental de una villa construida en el siglo IV d. C., sobre las ruinas de otra más antigua. Lo que ahora nos interesa es un conjunto de dos estancias, una de planta poliabsidada, que sólo tiene acceso a través de otra, que debía ser la principal; es ésta de planta circular, con cuatro pequeños ábsides y una cámara subterránea más pequeña, que debió de ser la funeraria. La cámara principal está cubierta con cúpula hemiesférica y se encontraba decorada con magníficos mosaicos y pinturas. Todo este conjunto se encontraba dentro de una construcción rectangular que enmascaraba hacia el exterior el carácter del edificio de planta centrada al que nos hemos referido con anterioridad. Otros edificios de planta centrada, aunque menos espectaculares, se encuentran también en la necrópolis de Tarragona.
contexto
El deseo de llenar de contenido el medio siglo III de anarquía militar ha llevado a algunos estudiosos a asignarle edificios monumentales que en realidad, tienen en el siglo IV el lugar que les corresponde. Son, pudiéramos decir, vástagos de la arquitectura adriánea -la Piazza d'Oro de Tívoli y, sobre todo, el Pantheon-, edificios de planta centrada, cubiertos de cúpula y precedidos de un vestíbulo o un narthex. Todos tienen en común una corona de nichos rectangulares o circulares -alternados a veces- en la zona inferior de la pared. Pudieron ser en su día salas de ceremonia o de recreo, pero la mayoría de los hoy conocidos fueron mausoleos. El de Diocleciano en Spalatum y el de Galerio en Tesalónica -éste convertido por Teodosio en iglesia de San Jorge- parecen haber sido los primeros. Su cerrazón al exterior, disimulada en el Pantheon por el enorme pórtico columnado que enmascara la rotonda, se hace aquí ostensible. El arquitecto, con el beneplácito sin duda del propietario, pone especial énfasis en que el edificio se vea por todas partes, de cerca y de lejos, en su solitaria grandiosidad. La Tumba de Rómulo, el hijo de Majencio, en la Vía Apia, y Tor di Schiavi, en la Prenestina -ambas a extramuros de la Roma antigua-, tenían pórtico de frontón ante el cilindro, pero no de las proporciones ni de los efectos de su modelo, el Pantheon. El de Tor di Schiavi se alzaba sobre un podio de la misma altura que la cripta y que el zócalo de la cella, ambos aislados por completo y sólo accesibles desde la calle por la escalinata de la fachada. Tanto en el zócalo de la cripta como en las paredes de la cella alternan cuatro nichos redondos con cuatro nichos cuadrados. La primera, de 13,75 m de diámetro, tiene en el centro un robusto pilar y en el muro unos ventanucos que iluminan débilmente los nichos. El cilindro de ladrillo estaba ya en su origen enlucido, hasta la cornisa de ménsulas que señala la línea de asiento de la cúpula. Esta se inicia con el mismo espesor que la pared, formando un ático macizo en el que se abren los óculos que iluminan la cella, hasta una segunda comisa, que ciñe el término del cilindro, donde empieza a adelgazar el cascarón de la cúpula. Otra magnífica realización del mismo género es el Mausoleo de Santa Helena, madre del emperador Constantino. Se conoce a este edificio por el nombre popular de Torre Pignattara, por la particularidad constructiva, observada ya en la Edad Media, de tener visibles, en el arranque de la cúpula, las ánforas (pignatte) incrustadas en ella para aligerarla de peso. También aquí alternan los nichos cuadrados en los ejes con los circulares en las diagonales, y también las ventanas se encuentran a bastante altura sobre los nichos del zócalo, ventanales abiertos en el fondo de grandes hornacinas que dan al exterior de los anchos muros. Otro edificio imperial de aquella época es el Salón de los Horti Liciniani, mal llamado antaño Templo de Minerva Médica. La planta de éste es poligonal, diez lados formados por nichos semicirculares a excepción del de entrada, que ocupaba un lado del decágono. Por encima de esta zona inferior se abren los ventanales de la linterna y sobre ellos arranca la cúpula semiesférica, armada con costillas de ladrillos bipedales y asentada en el polígono de su tambor por medio de pechinas rudimentarias. Un gran tratadista de arquitectura, Rivoira, ponía este edificio a casi tanta altura como el Pantheon en la historia de la construcción. El Mausoleo de Santa Constanza, hija de Constantino, en la Vía Nomentana, supone un enriquecimiento del edificio de planta centrada y rodeada de nichos. Si se compara con el Teatro Marítimo de Villa Adriana, por poner un ejemplo de villa del siglo II, se advierte de dónde pudo venir la inspiración. La columnata que en Tívoli aísla el muro exterior del islote central, se convierte aquí en soporte de la cúpula, formando un deambulatorio ante los nichos del muro exterior. Como quiera que fuese, la iluminación de la linterna de ventanales del tambor de la cúpula, el anillo de columnas pareadas, la bóveda anular del deambulatorio, el pórtico y el narthex de extremos absidados -estos dos inexistentes hoy-, acrisolan el valor de este delicioso templo y mausoleo.