Sforzinda

En el Quattrocento, la ciudad jugó un papel decisivo en la nueva cultura arquitectónica, tanto en el plano real como en el teórico, y también en relación con la imagen figurativa de la misma. La ciudad, en este sentido, no solamente fue objeto de una serie de representaciones nuevas, sino qué muchas de las nuevas intervenciones arquitectónicas se efectuaron atendiendo al efecto figurativo que comportaban.

Escultor y arquitecto italiano (1400-1496) apodado Filarete. Fue uno de los principales vehículos del Renacimiento, sin renunciar a la tradición gótica.

En su propuesta, Alberti no concebía la ciudad como una acumulación de episodios, sino que proponía una ciudad regular y unitaria, concebida casi como un gran escenario, en el que las rectas calles principales y la plaza estarían porticadas, siguiendo el modelo de los foros romanos. Filarete consagró el papel del mecenas al llamar Sforzinda a la ciudad de su tratado en honor de Francesco Sforza. En la planta, la ciudad combina las dos formas perfectas del círculo y el cuadrado, pues un círculo envuelve una planta estrellada fruto de la rotación de dos cuadrados. El tercer artista que emprendió la tarea de elaborar un proyecto de ciudad fue el sienés Francesco di Giorgio Martini; en su tratado, la plaza se convierte otra vez en protagonista de la nueva ciudad.