Sepulcro de Juan II e Isabel de Portugal
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Gil de Silóe pensó para el sepulcro real en una planta de estrella de ocho puntas formada por el cruce de un rectángulo con un rombo, que elevado en altura daba lugar a dos prismas. En los yacentes se pone de manifiesto su capacidad para obtener la tersura de la piel de la cara y contrastarla con la dureza del brocado de los trajes, todo resuelto con una habilidad de artesano extraordinaria. Una espina con crestería divide la zona que corresponde al yacente del rey del de la reina. Ambos se inclinan en dirección opuesta de modo que pueden ser vistos perfectamente por todos aquellos que avanzan por los laterales de la capilla en cuyo centro se sitúa justamente el gran túmulo.