El Palacio real G, es la construcción más importante de Ebla durante el III milenio a.C. En virtud de sus unidades funcionales y autónomas, no sólo fue residencia palatina, sino también palacio administrativo, centro de almacenamiento y nexo de unión entre la Corte y el pueblo. El mayor edificio de la ciudad sería el Gran Templo D, que fue dedicado, al parecer, a la diosa Ishtar. Dicho edificio constaba de tres partes: una entrada con un pequeño vestíbulo; una antecella y una alargada cella con una pequeña plataforma. La ciudad baja aún contó en su sector sudoeste con un tercer edificio religioso, el Santuario B2.
Ebla llegó a constituir en el III milenio a.C. un gran reino semita. La ciudad, de 56 hectáreas de superficie, constaba de dos partes topográficamente distintas: la acrópolis (de superficie oblonga) y, rodeándola, la ciudad baja.