Guerrero ibérico
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Entre 1975 y 1979 se rescató en el lugar conocido como Cerrillo Blanco, de Porcuna (Jaén), el más importante conjunto escultórico de la cultura ibérica . Por lo que se deduce de la excavación del Cerrillo Blanco, en una fecha muy poco posterior al año 400 a. C., se procedió a enterrar allí un gran número de estatuas, que habían sido intencionadamente destruidas, y cuyos pedazos fueron cuidadosamente recogidos y depositados en un gran hoyo hecho al efecto, cubierto después con grandes losas de arenisca. Las muchas estatuas no son idénticas de estilo, pero sí bastante homogéneas, como fruto de un mismo taller en el que pueden distinguirse varias manos. Tampoco son unitarias en temática ni en tamaños, sino un conjunto que va adquiriendo orden según avanzan los estudios sobre ellas. Son en general figuras menores que el natural, que representan guerreros -aislados o en grupos-, personajes de ambos sexos con trajes ceremoniales y atributos o complementos diversos, un individuo que lucha con un grifo, una divinidad literalmente envuelta por los cuerpos de dos cabras; animales diversos -leones, toros, una esfinge, un águila-. Las anatomías de las figuras están bien modeladas, en sus proporciones y en la acertada interpretación de las musculaturas y los movimientos.