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Datos principales
Rango
Arte Español Medieval
Desarrollo
En el último cuarto del siglo XII dos centros atraen la atención especialmente: Silos (Burgos) y Pamplona . El monasterio de Silos remonta sus orígenes al siglo VII. Sufre las vicisitudes propias con la invasión musulmana, para empezar su auténtica historia a partir del siglo X. En este momento, los primeros condes castellanos reconquistan el lugar de su emplazamiento Entre sus primeros abades podemos citar a Gaudencio (929-943), Placencio (954), Blas (978-979), etc... En 954, Fernán González da autonomía total al monasterio y sus posesiones, al otorgarle la carta magna de sus fueros y franquicias. A fines de la décima centuria se ve afectado por las razzias de Almanzor , cayendo en un estado de ruina del que sólo Santo Domingo logrará sacarlo a mitad del siglo XI. El santo riojano, que llegó a ser prior del cenobio de San Millán, es desterrado por el rey García de Navarra a Burgos, tras negarse a entregarle los bienes del monasterio. Fernando I de Castilla le acoge, nombrándole en 1041 abad del monasterio de San Sebastián de Silos. Con su llegada comienza una etapa de gran florecimiento, interviniendo en la vida política, eclesiástica y religiosa, renovando el scriptorium y ampliando la iglesia. Es frecuente en los documentos que aparezca como consejero de los reyes de Castilla. Su muerte en 1073 no supone la paralización de la actividad monástica, sino que, gracias a la situación económica alcanzada, sus sucesores podrán emprender grandes construcciones a lo largo del siglo XII y principios del XIII.
Fue canonizado en 1076, hecho que cambió la advocación del templo de San Sebastián a Santo Domingo. Su posición de santo contemporáneo, le convirtió en una de las personalidades más atractivas. Además, sus milagros transformarán el monasterio en uno de los lugares importantes de peregrinación y la protección real se incrementará, dilatándose durante el siglo XIII con la persona de Alfonso X , para iniciar su decadencia a unes de esta centuria. Un nuevo resurgir tendrá lugar en el siglo XVIII. La poderosa abadía, uno de los centros comerciales más importantes del norte de España, extendía sus dominios mucho más allá de los límites de la diócesis. De este modo, el auge de la villa de Silos dependería, en buena medida, de su vinculación con ella. En este ambiente se desarrolla en el monasterio un importante taller de orfebrería del que, a lo largo de los siglos XI y XII, saldrán piezas de inestimable valor. Probablemente corresponde a la iniciativa del propio Santo Domingo la restitución del mismo. El será el donante del espléndido cáliz , de aproximadamente hacia 1050, tal como lo atestigua la inscripción: IN NOMINE DOMINI OB HONOREM SCI SABASTIANI DOMINICO ABBAS FECIT (Museo del Monasterio), que recorre su base. De plata dorada, aparece cubierto con una decoración de filigrana. Básicamente sigue una composición arquitectónica análoga en el pie y en la copa, mediante arcos de herradura, apoyados en columnas.
Esta se completa con motivos como la decoración de ochos, la espiral simple o doble, los crecientes, el recuerdo de la escritura cúfica, la parábola, el círculo, etc., que tienden a llenar por completo la superficie. Una mano diferente se puede apreciar en la ejecución de la patena, que muestra una decoración más refinada y una tradición técnica hispana distinta. La inclusión de camafeos en su ornamentación pone de relieve, una vez más, la atracción que la antigüedad ejerció en el hombre del medievo, avalada por textos como el de Heraclio "De coloribus et artibus romanorum" (siglos X-XII), por sólo citar alguno. El motivo del vermiculado, compuesto por una voluta principal, una voluta secundaria y un ojal, que posteriormente se somete a un crecimiento orgánico, hará fortuna poco después en este mismo taller y fuera de él. Su origen habría que buscarlo en la escultura del Egipto tulunida, desde el siglo IX, siendo en el ámbito mozárabe donde se intentan las experiencias más decisivas.
Fue canonizado en 1076, hecho que cambió la advocación del templo de San Sebastián a Santo Domingo. Su posición de santo contemporáneo, le convirtió en una de las personalidades más atractivas. Además, sus milagros transformarán el monasterio en uno de los lugares importantes de peregrinación y la protección real se incrementará, dilatándose durante el siglo XIII con la persona de Alfonso X , para iniciar su decadencia a unes de esta centuria. Un nuevo resurgir tendrá lugar en el siglo XVIII. La poderosa abadía, uno de los centros comerciales más importantes del norte de España, extendía sus dominios mucho más allá de los límites de la diócesis. De este modo, el auge de la villa de Silos dependería, en buena medida, de su vinculación con ella. En este ambiente se desarrolla en el monasterio un importante taller de orfebrería del que, a lo largo de los siglos XI y XII, saldrán piezas de inestimable valor. Probablemente corresponde a la iniciativa del propio Santo Domingo la restitución del mismo. El será el donante del espléndido cáliz , de aproximadamente hacia 1050, tal como lo atestigua la inscripción: IN NOMINE DOMINI OB HONOREM SCI SABASTIANI DOMINICO ABBAS FECIT (Museo del Monasterio), que recorre su base. De plata dorada, aparece cubierto con una decoración de filigrana. Básicamente sigue una composición arquitectónica análoga en el pie y en la copa, mediante arcos de herradura, apoyados en columnas.
Esta se completa con motivos como la decoración de ochos, la espiral simple o doble, los crecientes, el recuerdo de la escritura cúfica, la parábola, el círculo, etc., que tienden a llenar por completo la superficie. Una mano diferente se puede apreciar en la ejecución de la patena, que muestra una decoración más refinada y una tradición técnica hispana distinta. La inclusión de camafeos en su ornamentación pone de relieve, una vez más, la atracción que la antigüedad ejerció en el hombre del medievo, avalada por textos como el de Heraclio "De coloribus et artibus romanorum" (siglos X-XII), por sólo citar alguno. El motivo del vermiculado, compuesto por una voluta principal, una voluta secundaria y un ojal, que posteriormente se somete a un crecimiento orgánico, hará fortuna poco después en este mismo taller y fuera de él. Su origen habría que buscarlo en la escultura del Egipto tulunida, desde el siglo IX, siendo en el ámbito mozárabe donde se intentan las experiencias más decisivas.