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Rango

Arte Español Medieval

Desarrollo


A pesar de la dificultad de estructurar el arte románico en etapas, en general se acepta la existencia de un tercer momento, tardío y de diversa duración e importancia según el área geográfica de que se trate. Será a partir del último tercio del siglo XII y buena parte del siguiente cuando en la Europa occidental, o más concretamente en los territorios cristianos de la Península Ibérica, una serie de monumentos refleje cambios de distinto alcance, alejándose del llamado románico pleno y acercándose, en algunos casos, al gótico. En Cataluña, las catedrales de Tarragona y Lleida constituyen dos de los ejemplos más representativos de esta fase, aunque cuentan con precedentes muy significativos. Sobre ambos conjuntos centraremos la atención en estas páginas, no sin acercarnos previamente al contexto general catalán y sin olvidar los problemas que ha planteado a los historiadores del arte el definir estos momentos de cambio. Así, cabe relativizar el uso del término fin del románico. Sirve para acomodarse a una periodización ampliamente asimilada, sin que ello conduzca a la idea de que nos encontremos ante manifestaciones de una fase terminal. Está muy claro que, aparte de los que vamos a tratar, conjuntos arquitectónicos y escultóricos como los de la catedral vieja de Salamanca, Santo Domingo de Soria o el Pórtico de la Gloria de Santiago de Compostela, obedecen a un estadio artístico distinto del que observamos en buena parte del claustro de Silos (primer taller), en San Martín de Frómista o en la portada de Santa María de Ripoll, que nadie duda en calificar de románicos.

Los investigadores han intentado bautizar esta etapa a fin de reflejar las novedades que conlleva y los caminos que abre hacia el gótico, hasta el punto de que, en algunos casos, se ha dicho que ciertas manifestaciones pueden pertenecer a un arte con entidad propia. Un claro síntoma de las dificultades que conlleva la definición del arte catalán -e hispánico- desarrollado entre las fechas marcadas es la diversidad de términos que se han intentado aplicar: románico tardío, disolución del románico, protogótico y arte o estilo 1200, entre otros, sin olvidar el calificativo de transición, todavía utilizado. A su vez, es elocuente el hecho de que numerosos conjuntos de la época, incluidas ambas seos catalanas, se encuentran analizados en obras dedicadas tanto al románico como al gótico. En cualquier caso, será el conocimiento de cada obra lo que pueda avalar la adecuación de los términos citados. De esta manera, y de ahora en adelante, la referencia cronológica puede ser la base para situar este periodo de transformaciones, cuyo núcleo es el cambio de siglo, al que pertenecen la Seu Vella de Lleida y la catedral de Tarragona. Estos dos conjuntos catedralicios son, sin duda, las dos empresas constructivas más ambiciosas llevadas a cabo en Cataluña durante el siglo XIII. Empresas que no podemos desligar de lo sucedido artísticamente durante el último tercio de la centuria anterior, y que parecen encabezar la complejidad que caracteriza el Doscientos. Además, desde mediados del XII se desarrollaban los grandes conjuntos cistercienses, Poblet y Santes Creus, así como el de Vallbona de les Monges, sin olvidar que en Sant Cugat del Vallés y en Barcelona se estaban realizando importantes obras, para citar sólo algunos de los casos más significativos.

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