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Datos principales


Desarrollo


Desde el neolítico pleno conviven en Egipto varias culturas, en las que están acreditadas la ganadería, la labranza de los campos y la cerámica. La más antigua de ellas, Fayum A, se conoce a través de hallazgos esporádicos, pero aún faltan por descubrir sus poblados y necrópolis. Probablemente contemporánea de la del Fayum A sea la fase más antigua de la de Merimde-Benisalame, conocida por una estación muy extensa (dos hectáreas y media) situada en la linde occidental del Delta. Forman el poblado multitud de cabañas ovaladas, cuyo suelo está aislado de la humedad mediante vasijas enterradas en él. Con estas cabañas alternan silos para almacenar cereales, y también las tumbas de los difuntos, que a veces aparecen incluso en el interior de las casas. Estas inhumaciones domésticas corresponden a mujeres y a niños, colocados siempre en cuclillas y con la cabeza orientada al sur. De esta convivencia de los muertos con los vivos pudo nacer la idea de la tumba-casa, una de las formas típicas de la arquitectura funeraria egipcia. Las partes duras de todo el instrumental son de piedra tallada: las hojas de los cuchillos, de las leznas, de las azadas, las puntas de las flechas; pero no faltan las hachas o azadas de piedra pulimentada. La cerámica, hecha a mano, es basta y sin decoración, coloreada de negro o de rojo, según el modo de cocción. Con el mismo barro de la cerámica los alfareros de Meriende modelaban algunas figuritas: cabezas de toro, barcos. Es posible que los bueyes Apis y Mnevis, más tarde sagrados, se originen en este estrato de la población prehistórica del Delta.

Sin embargo, el animal doméstico más importante para estos agricultores era el cerdo, del que consumían grandes cantidades, altemando su carne con la del hipopótamo y la del cocodrilo. Es probable que el Alto Egipto, desde el ápice del Delta hasta el Sur, aunque no deshabitado, careciese entonces de poblados estables. En todo caso, los que conocemos, aunque neolíticos también, son algo más recientes que los anteriores y no ofrecen la misma homogeneidad. De ahí que haya que distinguir una serie de facetas locales. Una de las más antiguas es el círculo tasiense, cuyo nombre se deriva de Deir Tasa y su centro se halla en Mostagedda. Su utensilio más característico es un vaso en forma de tulipán, muchas veces adornado de motivos geométricos incisos y rellenos de pasta blanca. Aquí nace un objeto que se difunde por todas las culturas del Alto Egipto y que tendrá su máxima importancia a fines de la época protohístóríca: la paleta de afeites. Se trata de placas rectangulares de pizarra, caliza o alabastro, para disolver el polvo verde de malaquita que el egipcio se daba alrededor de los ojos. Otra novedad importante es que a los muertos no se les entierra en los poblados y casas como en el Norte, sino en cementerios aparte. Los cadáveres, en posición acurrucada, son envueltos en pieles de cabra o en esteras, y se les acuesta sobre su costado izquierdo, mirando al Oeste. Tal vez ya entonces, como en tiempos históricos, se creyese que en el inmenso desierto occidental, donde el sol se ponía, se encontraba el reino de los muertos.

La separación de la casa y de la tumba impone algo que en Merimde-Benisalame no existía: el ajuar funerario, compuesto de vasos, utensilios, adornos, etc. Al sur de Tasa se encuentra Badari, que da nombre al Badariense. Sus sepulturas (unas mil exploradas) se parecen mucho a las del tasiense, y lo mismo sus abundantes ajuares. Toda la cerámica está hecha a mano, en buena parte con barro muy fino y paredes muy delgadas, de color pardo casi siempre. Muchos de los recipientes se caracterizan por un tenue estriado de la superficie, que recubre el exterior y a veces también el interior de los vasos. Lo mismo en éstos que en los de paredes lisas, los bordes suelen estar, por dentro y a veces también por fuera, ennegrecidos al humo. Tanto el color pardo como la superficie estriada permiten distinguir con facilidad estos vasos de los de la cerámica de borde negro y pared roja pulimentada (blacktopped, red-polished ware) de Negade I; amén de esto, sus formas son más abiertas: fuentes y escudillas de pared carenada, pero también cuencos y vasos redondeados. Algunos de los cuencos tienen forma ovalada y llevan por dentro una decoración bruñida o estriada. Las paletas de afeites suelen tener forma rectangular, como las del tasiense, pero están hechas exclusivamente en pizarra. Los recipientes de piedra, en su mayoría de basalto, comprenden vasitos de paredes oblicuas y alguno de perfil ondulado, con una decoración incisa poco corriente en la época.

En los objetos de marfil reina gran variedad: botellas en miniatura; elegantes vasitos de paredes más o menos cóncavas; formas caprichosas, que pueden llegar a la plasmación del hipopótamo como recipiente; cucharillas con el extremo del mango variamente decorado; peines de lomo ancho con esquemáticas figuras sobre el mismo. La conformación de la figura humana sigue extrañas directrices, considerando el que será gusto del Egipto histórico: el motivo predilecto es el de la mujer desnuda, con los miembros bien separados del cuerpo y muchos detalles faciales y sexuales. Las versiones esquemáticas pueden omitir los brazos y doblar el tronco sobre las piernas formando un ángulo, fundiendo en una las dos piernas y prescindiendo de los pies. Para unas figuras se emplea como material el marfil; para otras, el barro.

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