Adarga
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Datos principales
Tipo
Arma
Categoría
Terrestre
Desarrollo
"No ha mucho tiempo que vivía un hidalgo de los de lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor". Así concluye la primera frase de una obra que cualquier hispanohablante conoce. Ahora bien... ¿qué es esa adarga antigua que poseía el hidalgo Quesada? A principios del s. XVII, momento en que se publicó el Quijote, el escudo de cuero bilobulado, en forma de corazón, era ya una antigualla, aunque todavía podría verse en algunos juegos de los nobles. El nombre deriva del árabe el-daraqa, que designaba hasta el siglo XII un escudo circular hecho de cuero, y como tal aparece probablemente en el Mío Cid; pero en puridad la adarga es un escudo en forma acorazonada o bien de doble riñón, fabricado totalmente en cuero, y típico de los siglos XIII al XV, con perduraciones hasta quizá el XVIII. Entre los siglos XI y XIII los guerreros cristianos y musulmanes de la Península emplearon básicamente dos tipos de escudo: circular y en forma "de cometa". Sin embargo, y como ha mostrado Álvaro Soler, a partir de mediados del s. XIII se hizo mayor la variedad formal en este tipo de armas defensivas que hemos denominado "activas" (frente a las "pasivas" como cascos, corazas o grebas). Entre ellas destaca por su peculiar morfología la adarga, escudo típicamente norteafricano y andalusí que desde mediados del s. XIII aparece ya claramente representada en diferentes manuscritos. En las Cantigas de Alfonso X , por ejemplo, (cantiga 165, folio 221v, 181, fol.
240) aparecen ya formas primitivas "acorazonadas" en las que la parte superior es bilobulada mientras que la inferior, mucho más estrecha, es redondeada, como en el viejo escudo de cometa; más parecido aún a este último es un escudo representado a fines del s. XII en el claustro de la catedral de Monreale, en Sicilia, donde también son frecuentes las influencias norteafricanas. Así pues, resultaba un arma especialmente útil para jinetes, ya que no estorbaba las piernas y protegía bien el costado, hombro y muslo. Sin embargo, existía una segunda variante "arriñonada" en la que también la parte inferior aparece bilobulada; esta es la característica en la Granada nazarí , tal y como se representa por ejemplo en las pinturas de la casita de El Partal de la Alhambra (hacia 1340) y en las ligeramente posteriores de la Sala de los Reyes. En la gran mayoría de las representaciones de los siglos XIII al XV la adarga aparece en manos de caballería ligera musulmana, como un escudo de cuero ligero y a la vez muy resistente, mientras que la caballería pesada musulmana va armada de forma similar a la cristiana. De hecho, la adarga era considerablemente más liviana que los escudos de madera forrada de cuero o fieltro característicos de la caballería pesada cristiana o musulmana. En ocasiones, sin embargo, aparece en manos de infantes, como en los Usatges de Berenguer I (fin del s. XII), o como en una miniatura conservada en la Biblioteca Nacional de Madrid (la llamada Gran conquista de Ultramar, hacia 1300) donde los defensores musulmanes de una ciudad asediada por cristianos manejan adargas de forma acorazonada.
En su Gala de Caballeros, blasón de paladines, el granadino lbn Hudayl (segunda mitad del s. XIV) anotaba que aunque las adargas se hacían con pieles de vaca u onagro, las mejores y más resistentes se fabricaban a partir de piel de un tipo de antílope (lamt), y que este escudo debía manejarse para desviar más que retener los golpes, alejándolo del cuerpo. Aunque lbn Hudayl escribió que tras un corte sobre una adarga hecha con piel de lamt "se cierra la abertura, restañándose inmediatamente, desapareciendo sin dejar rastro", parece más preciso seguir a un viajero árabe anterior, Al-Qazwini, quien hacia 1275 escribió que sobre la blanca piel del lamt, curtida durante un año, los golpes de espada no hacían ningún efecto, y que un corte o marca, si se humedecía y frotaba con la mano, simplemente desaparecía, por lo que un escudo de esta piel valía hasta 300 dinares. La adarga se realizaba con varias capas de piel encoladas y cosidas. No se embrazaba, sino que se empuñaba con una manilla. En algunas representaciones la adarga parece tener un reborde que algunos autores han interpretado como metálico, para reforzar el cuero en ese punto contra golpes tajantes; pero esta idea no ha sido probada. En las representaciones pintadas se aprecia al exterior del escudo la existencia de dos, tres o cuatro discos metálicos de los que penden borlas quizá de seda, cuya función era a nuestro juicio más decorativa que defensiva. Aunque ya en el s. XII se conocen representaciones de escudos circulares con estos discos y borlas, que probablemente cubren la parte exterior de los remaches de la empuñadura interior del escudo, parece claro que en el caso de la adarga no reflejan la estructura de la manilla interior.
Aunque la adarga parece claramente de origen magrebí, y fue especialmente utilizada por los ejércitos andalusíes, lo cierto es que fue a menudo adoptada por los cristianos, como testifican ya las Cortes de Guadalajara de 1390. Se conservan muy pocos (quizá sólo dos) ejemplares de adarga de época andalusí; la de la Real Armería de Madrid (D86), de fines del s. XV, lleva una inscripción indicando "Y no es vencedor sino Dios". Tras la caída del Reino de Granada en 1492, la adarga no desapareció: todavía en el s. XVI, y en especial en la conquista del Nuevo Mundo, estos escudos livianos jugaron un papel, como se aprecia en el llamado Lienzo de Tlaxcala, fechado en la primera mitad del s. XVI, en el que jinetes españoles aparecen montados con lanzas largas y adargas. Parece que, al igual que ocurrió con la espada nazarí conocida como "de la jineta", la adarga fue adoptada por la nobleza como escudo para los "juegos de cañas" (variante tardía de torneo) durante buena parte del s. XVI e incluso después: de ahí la alusión de Cervantes a la "adarga antigua". Los tapices de Jan Vermayen que narran la conquista de Túnez por Carlos V en 1535 muestran ejemplos de jinetes tunecinos con adargas, e incluso se conserva en la Real Armería de Madrid (D88) otra adarga "de parada" hecha en México como regalo para Felipe II , y que es quizá prueba indirecta de su uso en el continente americano. Hay numerosas adargas posteriores para juegos de cañas, y en Estados Unidos se conservan algunas piezas supuestamente del s. XVIII, que quizá representarían la última evolución de la daraqa magrebí del s. XIII.
240) aparecen ya formas primitivas "acorazonadas" en las que la parte superior es bilobulada mientras que la inferior, mucho más estrecha, es redondeada, como en el viejo escudo de cometa; más parecido aún a este último es un escudo representado a fines del s. XII en el claustro de la catedral de Monreale, en Sicilia, donde también son frecuentes las influencias norteafricanas. Así pues, resultaba un arma especialmente útil para jinetes, ya que no estorbaba las piernas y protegía bien el costado, hombro y muslo. Sin embargo, existía una segunda variante "arriñonada" en la que también la parte inferior aparece bilobulada; esta es la característica en la Granada nazarí , tal y como se representa por ejemplo en las pinturas de la casita de El Partal de la Alhambra (hacia 1340) y en las ligeramente posteriores de la Sala de los Reyes. En la gran mayoría de las representaciones de los siglos XIII al XV la adarga aparece en manos de caballería ligera musulmana, como un escudo de cuero ligero y a la vez muy resistente, mientras que la caballería pesada musulmana va armada de forma similar a la cristiana. De hecho, la adarga era considerablemente más liviana que los escudos de madera forrada de cuero o fieltro característicos de la caballería pesada cristiana o musulmana. En ocasiones, sin embargo, aparece en manos de infantes, como en los Usatges de Berenguer I (fin del s. XII), o como en una miniatura conservada en la Biblioteca Nacional de Madrid (la llamada Gran conquista de Ultramar, hacia 1300) donde los defensores musulmanes de una ciudad asediada por cristianos manejan adargas de forma acorazonada.
En su Gala de Caballeros, blasón de paladines, el granadino lbn Hudayl (segunda mitad del s. XIV) anotaba que aunque las adargas se hacían con pieles de vaca u onagro, las mejores y más resistentes se fabricaban a partir de piel de un tipo de antílope (lamt), y que este escudo debía manejarse para desviar más que retener los golpes, alejándolo del cuerpo. Aunque lbn Hudayl escribió que tras un corte sobre una adarga hecha con piel de lamt "se cierra la abertura, restañándose inmediatamente, desapareciendo sin dejar rastro", parece más preciso seguir a un viajero árabe anterior, Al-Qazwini, quien hacia 1275 escribió que sobre la blanca piel del lamt, curtida durante un año, los golpes de espada no hacían ningún efecto, y que un corte o marca, si se humedecía y frotaba con la mano, simplemente desaparecía, por lo que un escudo de esta piel valía hasta 300 dinares. La adarga se realizaba con varias capas de piel encoladas y cosidas. No se embrazaba, sino que se empuñaba con una manilla. En algunas representaciones la adarga parece tener un reborde que algunos autores han interpretado como metálico, para reforzar el cuero en ese punto contra golpes tajantes; pero esta idea no ha sido probada. En las representaciones pintadas se aprecia al exterior del escudo la existencia de dos, tres o cuatro discos metálicos de los que penden borlas quizá de seda, cuya función era a nuestro juicio más decorativa que defensiva. Aunque ya en el s. XII se conocen representaciones de escudos circulares con estos discos y borlas, que probablemente cubren la parte exterior de los remaches de la empuñadura interior del escudo, parece claro que en el caso de la adarga no reflejan la estructura de la manilla interior.
Aunque la adarga parece claramente de origen magrebí, y fue especialmente utilizada por los ejércitos andalusíes, lo cierto es que fue a menudo adoptada por los cristianos, como testifican ya las Cortes de Guadalajara de 1390. Se conservan muy pocos (quizá sólo dos) ejemplares de adarga de época andalusí; la de la Real Armería de Madrid (D86), de fines del s. XV, lleva una inscripción indicando "Y no es vencedor sino Dios". Tras la caída del Reino de Granada en 1492, la adarga no desapareció: todavía en el s. XVI, y en especial en la conquista del Nuevo Mundo, estos escudos livianos jugaron un papel, como se aprecia en el llamado Lienzo de Tlaxcala, fechado en la primera mitad del s. XVI, en el que jinetes españoles aparecen montados con lanzas largas y adargas. Parece que, al igual que ocurrió con la espada nazarí conocida como "de la jineta", la adarga fue adoptada por la nobleza como escudo para los "juegos de cañas" (variante tardía de torneo) durante buena parte del s. XVI e incluso después: de ahí la alusión de Cervantes a la "adarga antigua". Los tapices de Jan Vermayen que narran la conquista de Túnez por Carlos V en 1535 muestran ejemplos de jinetes tunecinos con adargas, e incluso se conserva en la Real Armería de Madrid (D88) otra adarga "de parada" hecha en México como regalo para Felipe II , y que es quizá prueba indirecta de su uso en el continente americano. Hay numerosas adargas posteriores para juegos de cañas, y en Estados Unidos se conservan algunas piezas supuestamente del s. XVIII, que quizá representarían la última evolución de la daraqa magrebí del s. XIII.