Retablo de Nuestra Señora de Belén
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Datos principales
Desarrollo
Este retablo se conserva en la iglesia de La Asunción de Laredo (Cantabria). Presidido en la calle central por la imagen de la Virgen de Belén, modelo de Virgen amamantando al Niño o Virgen de la Leche, la obra no ofrece su estado original pues, como ha sucedido en otros ejemplos, en época barroca fueron sustituidos los enmarcamientos arquitectónicos iniciales por otros correspondientes al estilo entonces dominante. A pesar de todo ello este retablo es no sólo el más importante de esta modalidad en la zona de Cantabria sino también uno de los más interesantes, completos y de gran riqueza iconográfica entre los existentes en España de procedencia nórdica . Sin embargo, y tal vez por no ofrecer en la actualidad las características propias de la tipología de los retablos-trípticos flamencos, puede pasar inadvertido entre la abrumadora decoración posterior y no ser valorado con la precisión que la obra requiere. El conjunto, de madera dorada y policromada, está compuesto por tres espacios que cobijan las escenas principales y sus correspondientes enmarcamientos arquitectónicos, enriquecidos éstos por una serie de pequeños grupos escultóricos que ofrecen al fiel la posibilidad de ilustrarse con la contemplación de una variada y rica iconografía con temas del Antiguo y Nuevo Testamento. Dicha posibilidad fue también utilizada en numerosos ejemplos de la pintura de los primitivos flamencos y, aunque son varios los pintores que utilizaron este recurso, se ha invocado con frecuencia la personalidad y el arte de Roger van der Weyden .
Con sus peculiaridades estilísticas y expresivas este pintor marcó toda su época y los años posteriores, tanto en la modalidad pictórica como en la escultórica, manifestación que supo igualmente reflejar sus composiciones, sus tipos, su patetismo, o su manera de plasmar el dolor contenido. Como ya queda indicado, ocupa el vano central la Virgen con el Niño, acompañada por dos ángeles que, con anterioridad a la mutilación de sus manos, sujetarían la corona de María. Bajo el arco del lado del Evangelio se contempla una impresionante escena de la Anunciación -momento en el que se inicia la idea de la Redención- ambientada en el interior de una estancia en la que se encuentra en primer término la Virgen arrodillada con el ángel Gabriel detrás, en actitud de darle la salutación. El Calvario -culminación de la idea de la Redención- ocupa el espacio del lado de la Epístola. Es una extraordinaria representación de Cristo, con un cuerpo realista y una expresión dramática, enriquecida con la presencia patética de la Virgen y san Juan al pie de la Cruz. Toda la escena está incrementada en sus valores de expresividad por el movimiento y la abundancia de telas y plegados que caracteriza el estilo de la época. Completan el programa iconográfico las numerosas escenas situadas sobre los arcos, alrededor de los tres que presiden el retablo. Posiblemente el orden iconográfico está alterado -tal vez por la remodelación barroca- pues no se sigue una continuidad cronológica en la disposición de los temas.
El ambicioso programa ofrece temas tomados de los textos apócrifos como fuente de inspiración: el Abrazo de san Joaquín y santa Ana ante la Puerta Dorada, el Nacimiento de la Virgen y su Presentación en el Templo. Otros momentos elegidos se refieren al ciclo de la infancia de Cristo: Visitación, Nacimiento, Presentación en el Templo, Adoración de los Reyes y Jesús discutiendo con los doctores en templo. También se ha elegido el momento de su Bautismo y algún milagro para pasar al ciclo de la Pasión y Vida Gloriosa representado por escenas como la entrada en Jerusalén, la Sagrada Cena, Oración en el Huerto de los Olivos, Flagelación, Camino del Calvario, Cristo clavado en la cruz, Descendimiento de la cruz, colocación en el Santo Sepulcro, Resurrección y Ascensión. No faltan las alusiones del Antiguo Testamento con figuras como Jacob, o Isaac en el momento de su sacrificio, y alguna otra escena de dudosa interpretación. Completa este espectacular y rico conjunto el grupo de la Coronación de la Virgen, situado en la parte superior; igualmente se conservan ocho apóstoles -pudieron ser doce- situados en la actualidad, a modo de predela, en la parte inferior del retablo, cabiendo la posibilidad de que en la estructura inicial, con otra disposición, fuesen el elemento de separación de las tres calles. El retablo de Laredo responde plenamente por sus características al estilo de la escultura flamenca y puede ser una obra que, como otras muchas de las conservadas en España, proceda de alguno de los talleres más importantes allí existentes.
R. Didier ha apuntado, la probabilidad de relacionar la obra con un maestro de Bruselas, hacia 1440-1450, y recientemente, por parte de Aramburu-Zabala y Polo Sánchez, se le ha relacionado con el miniaturista Barthelemy d'Eyck , del que se conserva un dibujo de la Virgen con el Niño en el Museo Nacional de Estocolmo, el cual bien pudo servir de fuente de inspiración para la imagen de la Virgen de Belén. Este retablo pudo llegar con facilidad a este puerto del Cantábrico pues, durante la Baja Edad Media, Laredo fue un lugar fundamental en el desarrollo de las relaciones comerciales, dado que por allí salían los productos procedentes de Castilla -especialmente la lana- y se recibían otros muchos -entre ellos obras de arte- propios de la actividad de los países del norte de Europa.
Con sus peculiaridades estilísticas y expresivas este pintor marcó toda su época y los años posteriores, tanto en la modalidad pictórica como en la escultórica, manifestación que supo igualmente reflejar sus composiciones, sus tipos, su patetismo, o su manera de plasmar el dolor contenido. Como ya queda indicado, ocupa el vano central la Virgen con el Niño, acompañada por dos ángeles que, con anterioridad a la mutilación de sus manos, sujetarían la corona de María. Bajo el arco del lado del Evangelio se contempla una impresionante escena de la Anunciación -momento en el que se inicia la idea de la Redención- ambientada en el interior de una estancia en la que se encuentra en primer término la Virgen arrodillada con el ángel Gabriel detrás, en actitud de darle la salutación. El Calvario -culminación de la idea de la Redención- ocupa el espacio del lado de la Epístola. Es una extraordinaria representación de Cristo, con un cuerpo realista y una expresión dramática, enriquecida con la presencia patética de la Virgen y san Juan al pie de la Cruz. Toda la escena está incrementada en sus valores de expresividad por el movimiento y la abundancia de telas y plegados que caracteriza el estilo de la época. Completan el programa iconográfico las numerosas escenas situadas sobre los arcos, alrededor de los tres que presiden el retablo. Posiblemente el orden iconográfico está alterado -tal vez por la remodelación barroca- pues no se sigue una continuidad cronológica en la disposición de los temas.
El ambicioso programa ofrece temas tomados de los textos apócrifos como fuente de inspiración: el Abrazo de san Joaquín y santa Ana ante la Puerta Dorada, el Nacimiento de la Virgen y su Presentación en el Templo. Otros momentos elegidos se refieren al ciclo de la infancia de Cristo: Visitación, Nacimiento, Presentación en el Templo, Adoración de los Reyes y Jesús discutiendo con los doctores en templo. También se ha elegido el momento de su Bautismo y algún milagro para pasar al ciclo de la Pasión y Vida Gloriosa representado por escenas como la entrada en Jerusalén, la Sagrada Cena, Oración en el Huerto de los Olivos, Flagelación, Camino del Calvario, Cristo clavado en la cruz, Descendimiento de la cruz, colocación en el Santo Sepulcro, Resurrección y Ascensión. No faltan las alusiones del Antiguo Testamento con figuras como Jacob, o Isaac en el momento de su sacrificio, y alguna otra escena de dudosa interpretación. Completa este espectacular y rico conjunto el grupo de la Coronación de la Virgen, situado en la parte superior; igualmente se conservan ocho apóstoles -pudieron ser doce- situados en la actualidad, a modo de predela, en la parte inferior del retablo, cabiendo la posibilidad de que en la estructura inicial, con otra disposición, fuesen el elemento de separación de las tres calles. El retablo de Laredo responde plenamente por sus características al estilo de la escultura flamenca y puede ser una obra que, como otras muchas de las conservadas en España, proceda de alguno de los talleres más importantes allí existentes.
R. Didier ha apuntado, la probabilidad de relacionar la obra con un maestro de Bruselas, hacia 1440-1450, y recientemente, por parte de Aramburu-Zabala y Polo Sánchez, se le ha relacionado con el miniaturista Barthelemy d'Eyck , del que se conserva un dibujo de la Virgen con el Niño en el Museo Nacional de Estocolmo, el cual bien pudo servir de fuente de inspiración para la imagen de la Virgen de Belén. Este retablo pudo llegar con facilidad a este puerto del Cantábrico pues, durante la Baja Edad Media, Laredo fue un lugar fundamental en el desarrollo de las relaciones comerciales, dado que por allí salían los productos procedentes de Castilla -especialmente la lana- y se recibían otros muchos -entre ellos obras de arte- propios de la actividad de los países del norte de Europa.