Metal, vestido y culto en la Europa del Norte
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Datos principales
Rango
Bronce
Desarrollo
Los países escandinavos adolecen de recursos metalíferos; y, sin embargo, destacan en la Edad de Bronce por haber producido ingentes cantidades de piezas de metal, especialmente de bronce, de todo género: armas, adornos, objetos personales, utensilios, etc. La Europa nórdica disponía, sin embargo, de la divisa fuerte de la Edad de Bronce: el ámbar, a cambio del cual llegaron al Báltico objetos manufacturados de bronce, y de oro, además de los lingotes de metal, procedentes de los Cárpatos , las regiones del Danubio , las Islas Británicas , etc. Las importaciones de bronce en Dinamarca o en Suecia son frecuentes, pero la producción metalúrgica nórdica presenta rasgos exclusivamente propios de aquellas regiones septentrionales. Los talleres de fundición de la Europa nórdica trabajaron incesantemente en la Edad de Bronce para atender a la demanda local. En Goteland, Jutlandia, o Seeland los enterramientos cubrieron las planicies con prominentes montículos tumulares. Tales túmulos cobijan inhumaciones individuales en cajas de troncos de madera. Colocado sobre arcilla, y cubierto de tierra, el ataúd se beneficia de unas condiciones de conservación extraordinarias. Ello ha permitido no sólo la recuperación de los típicos ajuares metálicos, masculinos y femeninos, sino también de la vestimenta, e incluso se ha conservado el cabello de los que hace tantos siglos fenecieron. De ninguna otra parte sino de Jutlandia conocemos el arte del vestido.
De tumbas como las de Skrydstrup, Egtved, Olby, etc., se han extraído las suficientes prendas como para darnos una idea de la forma de vestir de los hombres y mujeres daneses que vivieron en esta época. Los varones llevaban un coselete que les cubría desde el pecho a las rodillas, un manto, una capa y sandalias. Las damas alternaban dos clases de atuendo: falda de cordones doblados y atados en el bajo (tal prenda en el enterramiento de Egtved sólo medía 38 cm de largo) y jersey de manga corta o vestido largo acompañado de chaqueta. La falda llevaba el complemento de un cinturón con un gran disco de bronce como hebilla. En el pelo, un tocado de cinta o red. En los pies, calcetines y calzado de cuero. De la sociedad nórdica conocemos, por fortuna, aspectos externos de su religiosidad, a través precisamente de obras de arte. Con frecuencia, el guerrero de esta época hizo donaciones votivas de sus armas a las aguas de los ríos. En Escandinavia esta forma de proceder, que anhela la protección divina, tuvo una acogida amplísima. Se extendió a los lagos, a las marismas y a los pozos. Los donativos ofrecidos a las divinidades de las aguas fueron, además de las espadas, toda clase de objetos de bronce, algunos de ellos de sutilísimo significado religioso y de gran mérito artístico. Como muestra del virtuosismo técnico de una espada votiva de la época cabe recordar aquí el ejemplar recuperado en el Niers, cerca de Grefrath-Oedt (Viersen), en Alemania. Otras espadas, de parecido mérito, no faltan en el Museo de Copenhague.
Por ejemplo, una hallada en Fangel (Odense Amt, Funen), con remaches abollonados en el enmangue y delicadas estrías en el mango y en la hoja. El Museo Británico guarda un puñal, procedente de la localidad de Laguy, en Francia, que es también un buen ejemplo del exquisito gusto de los metalúrgicos; los remaches del enmangue se repiten, de forma decorativa, en la empuñadura, y éstos son el centro de líneas encontradas que forman una cruz de aspa. Pero, aquélla de Niers, en el Museo de Bonn, revela una manufactura muy especial. La pátina verdosa de la empuñadura se recubrió de chapa de oro, y el dorado alcanzó a los remaches del enmangue y del mango mismo. El motivo de los bullones (o bultos redondeados) de oro se repitió en el pomo, acoplados al núcleo abombado y a las seis puntas de una estrella. Complementariamente; el marco de esta empuñadura tuvo filas de triángulos rellenos de trazos incisos y círculos puntillados entre los remaches.
De tumbas como las de Skrydstrup, Egtved, Olby, etc., se han extraído las suficientes prendas como para darnos una idea de la forma de vestir de los hombres y mujeres daneses que vivieron en esta época. Los varones llevaban un coselete que les cubría desde el pecho a las rodillas, un manto, una capa y sandalias. Las damas alternaban dos clases de atuendo: falda de cordones doblados y atados en el bajo (tal prenda en el enterramiento de Egtved sólo medía 38 cm de largo) y jersey de manga corta o vestido largo acompañado de chaqueta. La falda llevaba el complemento de un cinturón con un gran disco de bronce como hebilla. En el pelo, un tocado de cinta o red. En los pies, calcetines y calzado de cuero. De la sociedad nórdica conocemos, por fortuna, aspectos externos de su religiosidad, a través precisamente de obras de arte. Con frecuencia, el guerrero de esta época hizo donaciones votivas de sus armas a las aguas de los ríos. En Escandinavia esta forma de proceder, que anhela la protección divina, tuvo una acogida amplísima. Se extendió a los lagos, a las marismas y a los pozos. Los donativos ofrecidos a las divinidades de las aguas fueron, además de las espadas, toda clase de objetos de bronce, algunos de ellos de sutilísimo significado religioso y de gran mérito artístico. Como muestra del virtuosismo técnico de una espada votiva de la época cabe recordar aquí el ejemplar recuperado en el Niers, cerca de Grefrath-Oedt (Viersen), en Alemania. Otras espadas, de parecido mérito, no faltan en el Museo de Copenhague.
Por ejemplo, una hallada en Fangel (Odense Amt, Funen), con remaches abollonados en el enmangue y delicadas estrías en el mango y en la hoja. El Museo Británico guarda un puñal, procedente de la localidad de Laguy, en Francia, que es también un buen ejemplo del exquisito gusto de los metalúrgicos; los remaches del enmangue se repiten, de forma decorativa, en la empuñadura, y éstos son el centro de líneas encontradas que forman una cruz de aspa. Pero, aquélla de Niers, en el Museo de Bonn, revela una manufactura muy especial. La pátina verdosa de la empuñadura se recubrió de chapa de oro, y el dorado alcanzó a los remaches del enmangue y del mango mismo. El motivo de los bullones (o bultos redondeados) de oro se repitió en el pomo, acoplados al núcleo abombado y a las seis puntas de una estrella. Complementariamente; el marco de esta empuñadura tuvo filas de triángulos rellenos de trazos incisos y círculos puntillados entre los remaches.