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Datos principales


Rango

ibérico

Desarrollo


El círculo meridional comprende Andalucía y parte de Murcia y Albacete, llegando a introducirse también en la Meseta sur. Se caracteriza, en líneas generales, por una marcada simplicidad decorativa, que le lleva a preferir las decoraciones geométricas, a base de simples líneas y bandas monocromas paralelas que alternan con circunferencias o semicircunferencias concéntricas, líneas onduladas verticales, redes de rombos, etc. No obstante, en algunos lugares han aparecido cerámicas polícromas decoradas con plantas y animales, que posiblemente haya que fechar en época orientalizante, en cuya tradición encajan plenamente. Más hacia el este, en la región conocida como Bastetania, encontramos también recipientes, principalmente ánforas, con una rica decoración polícroma, aunque limitada exclusivamente a motivos geométricos y vegetales. El origen de esta cerámica ibérica decorada con bandas y líneas paralelas se encuentra en los precedentes fenicios y púnicos, origen al que también es adscribible la otra gran variante decorativa cerámica del mediodía peninsular: el barniz -o engobe- rojo, directo sucesor de la cerámica de barniz rojo fenicia. La cerámica decorada con motivos geométricos es bastante frecuente en Andalucía. Los motivos más antiguos, directamente derivados de los prototipos fenicios, presentan bandas anchas y estrechas alternantes, o mejor dicho, bandas anchas y grupos de líneas estrechas que constituyen los motivos de separación entre aquellas; con el paso del tiempo, bandas de semicircunferencias y circunferencias concéntricas sustituyen a éstas o rellenan los espacios intermedios.

Las formas más antiguas son simples, principalmente vasos bicónicos. A lo largo del siglo IV se produce la llegada masiva de materiales de origen griego; el repertorio de formas se complica, con la inclusión de imitaciones de formas áticas: cráteras en sus distintas formas, esquifos, copas, etc. Las figuras pintadas de la cerámica griega atrajeron poderosamente la atención de los iberos, que sin embargo se sintieron muy a gusto con ellas y nunca trataron de imitarlas, al menos en estas regiones meridionales. Sí que imitaron, en cambio, la calidad de sus barnices y acabados, produciendo recipientes cerámicos de alta calidad, con engobes negros y castaños, combinados por regla general sobre fondos blancos, también engobados. La cerámica de barniz rojo es directa descendiente de la fenicia de igual nombre, aunque existen sustanciales diferencias; mientras que en el original púnico el color rojo se produce por medio de un auténtico engobe, esto es, por inmersión del vaso en una barbotina de arcilla semilíquida, que proporciona un acabado final en forma de película de un cierto grosor, que puede saltar y desprenderse de la superficie como lo hace hoy una capa de pintura mal adherida, la versión ibérica corresponde a una tenue capa de pintura aplicada con brocha, de acabado mucho más imperfecto y de espesor apenas perceptible. Más hacia el este, en la región de la Bastetania, las cerámicas ibéricas se complican, y junto a algunas que presentan las características ya indicadas, nos encontramos con otras en las que predomina la policromía.

Ejemplos de estas cerámicas se conocen, por ejemplo, en Baza y Galera, siempre en el marco de tumbas ricas. Las urnas de Baza, que aparecieron en la misma tumba que la célebre Dama, son de distinta forma y decoración. Algunas, que son de cuerpo globular en su parte superior y troncocónico en la inferior, con ancho cuello troncocónico de paredes ligeramente curvas, presentan una decoración polícroma en colores castaño, anaranjado, azules, blancos y negros, que alternan los motivos geométricos complejos (esvásticas incompletas) con los vegetales; en varios casos encontramos una flor -cuadripétala en una ocasión, octopétala en otra- situada en el centro del cuerpo del vaso, rodeada por motivos geométricos o vegetales. Una decoración diferente en cuanto a la forma, pero bastante similar en cuanto al fondo, la presentan ánforas ovoidales de la misma procedencia, que muestran, sobre un fondo de engobe blanco, restos de una banda oscura que rodea el cuello y de la que descienden otras bandas verticales que encierran una guirnalda polícroma de tres hojas. Estas cerámicas, por tantas características anómalas, han sido estudiadas por F. Presedo en el contexto de la Dama de Baza, llegando a la conclusión de que son ánforas de producción local, puesto que su arcilla y textura son en esencia idénticas a la de las demás cerámicas del yacimiento, en tanto que los pigmentos y los colores empleados en su decoración están relacionados con los que adornan a la propia escultura; para la inspiración de algunos motivos -rosetas, esvásticas, guirnaldas-, Presedo cree ver en cambio una directa derivación de los modelos griegos de la cerámica de figuras rojas, aunque no se trata de una imitación servil, sino de una adaptación realizada ex profeso por los iberos de Baza, los bastetanos, según se conocen a través de las fuentes literarias.

Conocemos restos de decoraciones similares, aunque no idénticas, en la necrópolis de Galera. Es probable que haya que ver en ellas imitaciones de otras artes, posiblemente decoraciones parietales, que, por desgracia, han desaparecido por completo. Tan sólo tenemos constancia de su existencia a través de noticias y dibujos esquemáticos de algunas de las tumbas de Galera antes mencionadas, que se conservaban bastante bien en el momento de su descubrimiento, pero que fueron destruidas por los expoliadores y buscadores de tesoros, antes de que pudieran ser vistas por los arqueólogos. Según las noticias, existían incluso grandes composiciones murales con escenas de caza y de guerra, y también composiciones con decoraciones geométricas y vegetales. Es posible que el aspecto general de estas tumbas fuese similar al de algunas de las tumbas etruscas actualmente conservadas.

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