Compartir


Datos principales


Desarrollo


Tras el paréntesis republicano, en 1512 los Médici recuperan el poder con el apoyo de las tropas españolas. Juan (1512-21), el futuro papa León X, se hizo dueño de la situación. Contrario a la tradición familiar, el nuevo gobernante no se apoyó en el pueblo sino en las grandes familias, evitando así el choque frontal con los oligarcas. Abolió el Gran Consejo republicano y continuó gobernando la ciudad tras su nombramiento como papa en 1513. Sus objetivos desde ese momento se encaminaron a crear estados en Italia para sus parientes, Juliano (1479-1516), convertido en duque de Nemours por Francisco I de Francia, y Lorenzo (1492-1519), quien consiguió el ducado de Urbino. Julio (1521-34), el futuro Clemente VII, fue el sucesor de Juan; tras su nombramiento como pontífice, dejó el poder de Florencia en manos de los cardenales. Clemente se convirtió en enemigo de Carlos V y el emperador no dudó en enviar sus tropas contra Roma. Los Médici fueron derrotados de nuevo en Florencia tras el saqueo de Roma en 1527, sustituyéndoles un efímero gobierno republicano que restableció el Gran Consejo. En 1530, tras ocho meses de heroica resistencia, los republicanos cedieron ante el asedio de ejército español que restauró, una vez más, a los Médicis. Alejandro I (1510-1537) se hacía con el poder y en 1532 era nombrado duque de Florencia. Cinco años más tarde era asesinado por su primo Lorenzo y Cosme II (1519-1574) ocupaba el gobierno al ser elegido por los florentinos.

No pudo evitar la presencia de tropas españolas impuestas por el emperador y defendió su poder por medio del terror, ya que la amenaza de la República -representada por los Strozzi- estuvo siempre presente durante su gobierno. Cosme intentó convertir Florencia en el centro comercial de la península italiana, por lo que no dudó en centralizar el poder político y económico. Gracias a la intervención francesa en Siena consiguió extender su dominio al conjunto de la Toscana, lo que le valió el título de gran duque de Toscana en 1569, de manos del propio Pío V. Su actividad cultural y artística es importante, al ser el responsable de la fundación de la Academia, la construcción de los Uffizi y la conversión del Palazzo Pitti en una auténtica pinacoteca, encargando a Vasari los frescos que decoran el Palazzo Vecchio. Francisco será el sucesor, dirigiendo el ducado entre 1574 y 1587 y proclamándose vasallo del rey de España, Felipe II. Su muerte sin sucesión dejó el ducado en manos de su hermano Fernando I (1587-1609), responsable de un importante cambio político al abandonar la vinculación española y sustituirla por la francesa, impulsando el matrimonio entre su sobrina María con Enrique IV. Durante su gobierno se desarrolló el puerto de Livorno e promovió la universidad de Pisa. En el siglo XVII el Estado toscano vivió un periodo de decadencia económica y política.

Gian Gastone (1723-37) será el último Gran Duque de la familia Médici, al fallecer sin descendencia en 1737. Los acuerdos entre franceses y alemanes que se rubricaron en la Paz de Viena asignaban la Toscana a Francisco-Esteban (1737-65), duque de Lorena, quien puso en marcha una política renovadora, que fue continuada por su hijo Pedro Leopoldo (1765-90), desarrollando importantes reformas en aspectos tan fundamentales como el judicial, económico o eclesiástico. Fernando III debía abandonar Toscana en 1800 al ser el Gran Ducado ocupado por las tropas de Napoleón, pasando a formar parte del reino de Etruria. Luis de Borbón-Parma era nombrado soberano del nuevo y efímero reino ya que en 1807 la Toscana era anexionada al Imperio Francés y Florencia se convertía en la capital del departamento francés del Arno. Elisa, la hermana del emperador, era nombrada gran duquesa de Toscana y residía en la ciudad. La derrota de Napoleón en 1814 y las resoluciones del Congreso de Viena reinstauraban a Fernando III en su trono, manteniéndose en él hasta 1824, año en el que fue sucedido por Leopoldo II. Su gobierno no estuvo exento de problemas ya que en 1849 se proclamó la República, que sólo duró dos meses, recuperando pasado este tiempo Leopoldo su corona. Una nueva revolución alejaría diez años después a los Habsburgo-Lorena del trono toscano, ahora para siempre. La Toscana era anexionada a la monarquía italiana de Víctor Manuel II, pasando Florencia a ser capital del nuevo reino entre 1865 y 1871, año en el que se instaló definitivamente en Roma. Desde ese momento la historia de Florencia ha estado ligada a la de Italia.

Obras relacionadas


Contenidos relacionados