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Datos principales
Rango
Hinayana
Desarrollo
Los pilares que Ashoka llamó lipi (en persa dipi, más exactamente edicto), se conocen en sánscrito como stamba, en pali como thabo, en hindi como tai, etc.; esta diversidad de términos acentúa la importancia que dichos pilares tienen en la vida india desde la antigüedad. Significan el puente entre lo divino y humano, concentran las corrientes energéticas del universo y, a modo de pararrayos cósmicos, potencian todos los rituales mágico-religiosos al aire libre. Es precisamente su famoso edicto de Sarnath el ejemplo principal del epílogo "siempre triunfa la verdad", pues así reza la única inscripción que adorna el capitel de esta stambha. El Capitel de Sarnath es la pieza clave del estilo Maurya , porque materializa la utilización del budismo como vehículo de unificación política. En una excelente arenisca de Chunar, pulimentada a la perfección con una técnica hoy desconocida, este monolito de más de 2 m de altura remataba la stamba de Sarnath, el recinto sagrado fundado por los monjes budistas desde que Buda predicara por primera vez: el Sermón de Sarnath; entonces un simple parque plagado de gacelas (el señor de las gacelas) en las afueras de Benarés. El fuste ha desaparecido así como la enorme rueda (2 m de diámetro aproximadamente) que aparecía sostenida por los leones y que simbolizaba la Ley Sagrada, pero los numerosos relieves coetáneos que nos han llegado permiten atestiguarlo. Es la primera obra del arte budista y lógicamente presenta una iconografía hinayana , que no permite la personificación de Buda.
Todo el simbolismo fue dictado por Ashoka desde Pataliputra y pocos elementos se salvan del lenguaje heráldico que caracteriza este arte imperial. Los cuatro leones confrontados simbolizan a Buda predicando a los cuatro puntos cardinales. Son unos animales poco naturalistas, hieráticos, con unas melenas peinadas simétricamente y unos rizados bigotes sobre las fauces abiertas; aunque no parecen nada fieros, transmiten cierta dignidad. Es lógico que un emperador de sangre real eligiera el animal emblemático del clan aristocrático en el que Buda había nacido; sin duda le interesaba dar énfasis al origen principesco de Buda. Los leones se asientan sobre una losa circular adornada por cuatro ruedas (chakras) que vuelven a simbolizar la Ley Sagrada, intercaladas con cuatro animales (caballo, cebú, elefante y león) que simbolizan los vientos dominantes, encargados de llevar la voz de Buda a los cuatro confines de la tierra. Todos estos animales, incluso el león, se representan de forma naturalista, en actitud dinámica, pues, como tradiciones populares, no tienen la carga sagrada de los leones budistas; son un buen ejemplo de la riqueza plástica y de la diversidad estilística que el arte indio brinda al panorama mundial. Debajo, una simple moldura anular (en otras piezas aparece sogueada) simboliza el cordón monacal aludiendo a la austeridad de la comunidad budista. Por último, soportando todo el grupo escultórico aparece el capitel en forma de flor de loto cerrada e invertida, que simboliza la pureza y la universalidad.
El capitel de loto será un constante elemento arquitectónico en los estilos posteriores, hasta que el estilo Gupta tardío lo transforme en un recipiente abombado del que, como de un florero, surgen guirnaldas, de claro efecto principesco y característico del estilo post-Gupta. El capitel de Sarnath fue el emblema del imperio Maurya, el cual supuso el único período autónomo, independiente y unificado de la antigua India; esta circunstancia no se repitió en toda su historia hasta que en 1947 India consigue su independencia del colonialismo británico y se convierte en una república democrática. Esta concomitancia histórica fue sin duda la causa de que el primer presidente, el pandit Nehru , escogiera esta misma obra como símbolo de la nueva India. La stupa fue la creación Maurya que mayor repercusión ha tenido en el arte asiático. De los miles de stupas que Ashoka mandó construir en los lugares relevantes de su imperio, sólo queda in situ con su aspecto original la Stupa n.° 2 de Sanchi (a 67 km de Bhopal en Madhya Pradesh). A pesar de su arcaísmo y simplicidad esta stupa data de la transición del siglo III al siglo II a. C., es decir pertenece al arte Maurya tardío. Ha perdido el eje del universo (yashti), la sombrilla sagrada (chatravali) y la balaustrada superior (harmika), que se realizaron en madera. En 1854 el general Alexander Cunningham profanó el anda (semiesfera) y encontró en su interior una caja de piedra (hoy en el British Museum) con los restos incinerados de diez santos maestros budistas, cuyos nombres aparecían inscritos en el relicario.
Vuelta a cerrar el anda, hoy se levanta sobre una plataforma (medhi) circular, alcanzando toda la stupa una altura de 8,23 m con un diámetro de 15 m. Es una pieza pequeña en relación con las stupas posteriores, pero ya presenta un deambulatorio (védika) con cuatro accesos en forma de L (todavía no se puede hablar de toranas) dispuestos cardinalmente. Los escasos bajorrelieves que adornan la védika muestran un estilo muy primitivo, tosco aunque expresivo, realizado por artistas locales de segundo orden especializados muy probablemente en la talla de madera. Resultan interesantes desde el punto de vista iconográfico, pues muestran por primera vez motivos que después se repetirán continuamente: stambhas de Sarnath, leones budistas, elefantes, caballos, yaksnhis, nagas (divinidades fluviales), makaras (monstruos marinos), lotos, medallones vegetales... En fin, temas populares interpretados sin ninguna sofisticación y con una crudeza original. Las cuevas más antiguas, relativamente ordenadas en su espacio interior y con portadas tímidamente esculpidas, se remontan al siglo III a. C., y están documentadas en un edicto de Ashoka en el que cita una donación a los ascetas desnudos (de la secta jaina Ajivaka). Se trata de las cuevas de la colina de Barabar (a 50 km de Gaya, en Bihar), que también presentan inscripciones Mauryas (en 6 de las 7 cuevas) y que se han hecho famosas gracias a la novela de Foster "Pasaje a la India". Son cuevas excavadas en granito, de pequeña dimensión (la más grande de 13 por 6,5 m y 4 m de altura).
El espacio más interesante se encuentra en la llamada Sudama Chaitya (no es una chaitya) por su antesala rectangular y, a modo de ábside, una estancia circular con cubierta cupuliforme; todo el vaciado imita la técnica de la arquitectura en madera. Sin embargo, la portada más decorada es la de la cueva Loma-Rishi; presenta un arco apuntado de aspecto leñoso (imitando la flexibilidad del bambú) que bien puede ser la primera petrificación del arco de kudú. El arco de ingreso está primorosamente ornamentado con un friso de elefantes desfilando delante de una stupa. Desde la muerte de Ashoka, las intrigas cortesanas y el descontento popular precipitan la desmembración y la caída del imperio, ocasión que aprovechan las dinastías locales más poderosas para independizarse.
Todo el simbolismo fue dictado por Ashoka desde Pataliputra y pocos elementos se salvan del lenguaje heráldico que caracteriza este arte imperial. Los cuatro leones confrontados simbolizan a Buda predicando a los cuatro puntos cardinales. Son unos animales poco naturalistas, hieráticos, con unas melenas peinadas simétricamente y unos rizados bigotes sobre las fauces abiertas; aunque no parecen nada fieros, transmiten cierta dignidad. Es lógico que un emperador de sangre real eligiera el animal emblemático del clan aristocrático en el que Buda había nacido; sin duda le interesaba dar énfasis al origen principesco de Buda. Los leones se asientan sobre una losa circular adornada por cuatro ruedas (chakras) que vuelven a simbolizar la Ley Sagrada, intercaladas con cuatro animales (caballo, cebú, elefante y león) que simbolizan los vientos dominantes, encargados de llevar la voz de Buda a los cuatro confines de la tierra. Todos estos animales, incluso el león, se representan de forma naturalista, en actitud dinámica, pues, como tradiciones populares, no tienen la carga sagrada de los leones budistas; son un buen ejemplo de la riqueza plástica y de la diversidad estilística que el arte indio brinda al panorama mundial. Debajo, una simple moldura anular (en otras piezas aparece sogueada) simboliza el cordón monacal aludiendo a la austeridad de la comunidad budista. Por último, soportando todo el grupo escultórico aparece el capitel en forma de flor de loto cerrada e invertida, que simboliza la pureza y la universalidad.
El capitel de loto será un constante elemento arquitectónico en los estilos posteriores, hasta que el estilo Gupta tardío lo transforme en un recipiente abombado del que, como de un florero, surgen guirnaldas, de claro efecto principesco y característico del estilo post-Gupta. El capitel de Sarnath fue el emblema del imperio Maurya, el cual supuso el único período autónomo, independiente y unificado de la antigua India; esta circunstancia no se repitió en toda su historia hasta que en 1947 India consigue su independencia del colonialismo británico y se convierte en una república democrática. Esta concomitancia histórica fue sin duda la causa de que el primer presidente, el pandit Nehru , escogiera esta misma obra como símbolo de la nueva India. La stupa fue la creación Maurya que mayor repercusión ha tenido en el arte asiático. De los miles de stupas que Ashoka mandó construir en los lugares relevantes de su imperio, sólo queda in situ con su aspecto original la Stupa n.° 2 de Sanchi (a 67 km de Bhopal en Madhya Pradesh). A pesar de su arcaísmo y simplicidad esta stupa data de la transición del siglo III al siglo II a. C., es decir pertenece al arte Maurya tardío. Ha perdido el eje del universo (yashti), la sombrilla sagrada (chatravali) y la balaustrada superior (harmika), que se realizaron en madera. En 1854 el general Alexander Cunningham profanó el anda (semiesfera) y encontró en su interior una caja de piedra (hoy en el British Museum) con los restos incinerados de diez santos maestros budistas, cuyos nombres aparecían inscritos en el relicario.
Vuelta a cerrar el anda, hoy se levanta sobre una plataforma (medhi) circular, alcanzando toda la stupa una altura de 8,23 m con un diámetro de 15 m. Es una pieza pequeña en relación con las stupas posteriores, pero ya presenta un deambulatorio (védika) con cuatro accesos en forma de L (todavía no se puede hablar de toranas) dispuestos cardinalmente. Los escasos bajorrelieves que adornan la védika muestran un estilo muy primitivo, tosco aunque expresivo, realizado por artistas locales de segundo orden especializados muy probablemente en la talla de madera. Resultan interesantes desde el punto de vista iconográfico, pues muestran por primera vez motivos que después se repetirán continuamente: stambhas de Sarnath, leones budistas, elefantes, caballos, yaksnhis, nagas (divinidades fluviales), makaras (monstruos marinos), lotos, medallones vegetales... En fin, temas populares interpretados sin ninguna sofisticación y con una crudeza original. Las cuevas más antiguas, relativamente ordenadas en su espacio interior y con portadas tímidamente esculpidas, se remontan al siglo III a. C., y están documentadas en un edicto de Ashoka en el que cita una donación a los ascetas desnudos (de la secta jaina Ajivaka). Se trata de las cuevas de la colina de Barabar (a 50 km de Gaya, en Bihar), que también presentan inscripciones Mauryas (en 6 de las 7 cuevas) y que se han hecho famosas gracias a la novela de Foster "Pasaje a la India". Son cuevas excavadas en granito, de pequeña dimensión (la más grande de 13 por 6,5 m y 4 m de altura).
El espacio más interesante se encuentra en la llamada Sudama Chaitya (no es una chaitya) por su antesala rectangular y, a modo de ábside, una estancia circular con cubierta cupuliforme; todo el vaciado imita la técnica de la arquitectura en madera. Sin embargo, la portada más decorada es la de la cueva Loma-Rishi; presenta un arco apuntado de aspecto leñoso (imitando la flexibilidad del bambú) que bien puede ser la primera petrificación del arco de kudú. El arco de ingreso está primorosamente ornamentado con un friso de elefantes desfilando delante de una stupa. Desde la muerte de Ashoka, las intrigas cortesanas y el descontento popular precipitan la desmembración y la caída del imperio, ocasión que aprovechan las dinastías locales más poderosas para independizarse.