El arte como expresión individual: la caligrafía
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Datos principales
Rango
China
Desarrollo
La aparición de los primeros caracteres escritos se produjo en la dinastía Shang y éstos fueron evolucionando conforme a las necesidades de la sociedad hasta su unificación bajo la dinastía Qin (221-206 a. C.). En época Han (206 a. C.-220 d. C.) surgieron como desarrollo de los ya existentes tres nuevos estilos de escritura llamados: caishu o regular, zhaoshu o de hierba, y xingshu o cursivo. El caishu fue el más utilizado por ser el más efectivo y rápido a la hora de efectuar los caracteres, ya que permitía hacer pausas entre los trazos, realizar movimientos y dar énfasis ahí donde se necesitase. La burocracia que se desarrolló con los Han encontró en este estilo caligráfico el medio más adecuado para cubrir sus necesidades, máxime si tenemos en cuenta que fue en ese momento cuando el papel, la tinta, el tintero y el pincel se perfilaron como los cuatro instrumentos básicos para el desarrollo de la caligrafía. Los estilos xingshu y zhaoshu requieren no sólo un aprendizaje más largo y laborioso que el caishu, sino también un sentido plástico que acompañe dando vida a los sinuosos trazos que conforman los caracteres, es decir, su valor no radica en el sentido práctico de rapidez en la ejecución, sino en el estético. Los diferentes estilos se asociaron de un modo espontáneo a dos concepciones de la caligrafía que en el mundo chino son sinónimos de dos concepciones ante la vida. El caishu o regular fue elegido por la clase funcionarial como medio de escribir sus interminables informes, así como para adquirir méritos a la hora de realizar sus exámenes de Estado.
Tal era su importancia que a la hora de valorar la capacidad del candidato, pesaba más su habilidad con el pincel que el contenido del examen. Superar estas pruebas fue sinónimo de gran prestigio personal y social, tanto para el individuo como para su familia, de ahí la importancia que adquirió la caligrafía en la formación de la clase letrada. Xingshu y zhaoshu fueron los estilos elegidos por aquellos calígrafos que comprendieron las posibilidades artísticas que éstos ofrecían: rapidez y espontaneidad del movimiento del pincel. Su desarrollo fue paralelo a la búsqueda de la individualidad que se inició tras el fracaso de la dinastía Han, siendo a partir de entonces cuando se puede hablar de la caligrafía como arte mayor, adquiriendo la máxima categoría entre todas las artes. El aprendizaje de un calígrafo se inicia con el conocimiento de la estructura de los caracteres, formados por los ocho trazos básicos y el orden en que éstos han de ser trazados. Los trazos son rasgos definidos por el pincel, dispuestos en forma horizontal, vertical, inclinada... Los ocho básicos son los siguientes: la coma, la línea horizontal, la línea vertical, el gancho, el clavo, de izquierda a derecha, la cola, de arriba a abajo y de derecha a izquierda, el rasgo corto de arriba a abajo y de derecha a izquierda, y la rúbrica, de arriba a abajo y de izquierda a derecha. Algunos de ellos, sólo se diferencian por la dirección inicial, visible al ejecutarlos con el pincel.
El carácter de yong (eternidad) contiene los ocho trazos básicos, siendo el modelo para su aprendizaje. El orden de los trazos es el siguiente: dibujar primero el izquierdo que el derecho, el de arriba que el de abajo, los horizontales antes que los verticales y en el caso de una figura cerrada, se terminan los trazos interiores antes de cerrarla. El carácter guo (país), según la actual simplificación de los caracteres nos sirve de ejemplo. Si estos principios básicos no se conocen, no sólo el dibujo final es erróneo ortográficamente hablando, sino que no será posible encontrarlos en un diccionario, ya que en ellos los caracteres están ordenados según el número de trazos que contiene su radical. Si al carácter wang que significa rey y un apellido común, le añadimos un pequeño trazo en su parte superior izquierda, significa nacer y se lee sheng. Si añadimos el mismo trazo en su parte inferior derecha, significa jade y se lee yu. La complejidad de este sistema de escritura nos lleva a comprender cómo su conocimiento no estuvo muy extendido, limitándose a las clases ilustradas. Tanto es así que hacia 1950-57 se hizo una revisión del sistema de escritura, simplificando el número de trazos de los caracteres más complejos para favorecer el aprendizaje. Una vez aprendidos los trazos básicos y su orden se ha de conocer el correcto manejo de los instrumentos necesarios para escribir: el pincel, la tinta, el papel y el tintero, todos ellos de gran importancia, considerados los cuatro tesoros de la cámara del literato.
Nadie que no maneje correctamente el pincel, conozca la variedad de cada uno de ellos, su tamaño y material podrá plasmar el espíritu de las cosas. La tinta y el tintero son, asimismo, piezas fundamentales. Se investiga sobre los mejores materiales para alcanzar distintas tonalidades de tinta, y las piedras más adecuadas para diluirlas sin que absorban a aquélla. El soporte, papel o seda, conlleva también un proceso de selección imprescindible para conseguir un buen resultado, a través del grado de absorbencia, elasticidad... Son pues los cuatro tesoros parte integrante y necesaria del ritual plástico y la concepción estética de pintores y calígrafos. Todos ellos se transforman en el proceso creativo: el papel se mancha, la tinta se muele, el pincel se gasta y parte de la fuerza de un buen tintero es la pequeña cantidad de la superficie del material que se incorpora a la tinta molida. Pero la caligrafía no sólo comporta un aprendizaje formal de sus trazos e instrumentos, sino que ha de seguir unos principios estéticos comunes a todos los estilos, pues tanto los más arcaicos (zhouanshu y lishu) como los de uso cotidiano (caishu) son tan susceptibles de ser bellos y artísticos en sí mismos como aquellos ligados a la expresión plástica (zhaoshu y xingshu). Al referirnos a los trazos hemos visto que básicamente son de dos tipos: lineales y curvos. El concepto de una pincelada (ihua), es el origen de todas las composiciones. Lo enfatizan tanto los conocedores como los artistas.
En la manera en que se comience esta pincelada, la fuerza y la elegancia que en ella se ponga determinarán su carácter y todo lo escrito mantendrá las características de esta primera pincelada. Esta puede ser lineal o caligráfica, derivando todas las otras técnicas de estas dos. Su desarrollo va ligado a diferentes factores, unos de índole técnico como es la invención del pincel rígido que posibilitó los diferentes matices del trazo y otros, ligados al tardío desarrollo de la pintura frente a la caligrafía. La espontaneidad, la valoración del vacío, la rapidez en la ejecución, son principios estéticos que han de valorarse por encima de cualquier otra consideración al contemplar una caligrafía o una pintura. Wang Xizhi (303-361), fue el primer calígrafo que con su pincel expresó los principios estéticos mencionados, enfatizando el aspecto artístico de los caracteres. Originario del noroeste de China, renunció a sus funciones de letrado, retirándose a su residencia conocida con el nombre de Pabellón de las Orquídeas. Su gran maestra fue la calígrafa Mi Fu Jen (Wei Shuo), una de las pocas artistas femeninas de las que nos han llegado noticias. Wei Shuo enseñó a su discípulo a poner el énfasis en la rapidez de la mente y espontaneidad de los trazos. Ambos calígrafos en sus escritos gustaban comparar la caligrafía con la guerra. Así sugieren que el papel simbolizaba las tropas preparadas por la batalla, el pincel la espada, la tinta la armadura y el tintero la ciudad amurallada, mientras que el intelecto es el general, los principios estéticos son los ayudantes.
.. Wang Xizhi manejó todos los estilos caligráficos con indudable maestría. Sus trazos tienen forma redondeada, variando en tamaño; cada uno de sus caracteres tiene su propia individualidad y existencia, ligados al siguiente con ritmo. Su obra ha sido venerada por todos los calígrafos posteriores no sólo por su estilo artístico, sino también por el modo de entender la creación artística. En su época se le consideró como un hombre excéntrico y rebelde frente a todos los convencionalismos, con un fuerte rigor en el aprendizaje y libertad absoluta en la interpretación. En su residencia, el Pabellón de las Orquídeas, le gustaba organizar reuniones de literatos para celebrar el ritual tradicional de purificación. La ceremonia consistía en acabar con las influencias nefastas y curar los males. Una vez finalizada, a la caída de la tarde y bajo la influencia del alcohol, cada uno de los presentes escribía un poema, conservándose en la actualidad copias de los realizados por Wang Xizhi y su hijo. Este desarrollo temprano de la caligrafía como arte, no fue contemporáneo al inicio de la pintura como expresión del artista. A finales de la dinastía Han la pintura se utilizó exclusivamente para la decoración de los muros en los túmulos funerarios, con un carácter meramente narrativo. Si bien en ellos ya podemos apreciar algunos de los principios compositivos de la pintura de personajes, ésta no se desarrolló hasta el siglo IV, utilizando como soporte el papel y la seda.
La pintura procede de la caligrafía, en sus principios estéticos, en sus instrumentos técnicos (papel, pincel, tinta y tintero) y en el aprendizaje común de los caracteres. En el lenguaje coloquial chino se habla de escribir una pintura y pintar un carácter. Hay caracteres que son pinturas y pinturas que son caracteres, donde sólo importa la fuerza plástica del trazo. Incluso hay estilos caligráficos indicados para cada género pictórico. En la pintura de bambú, por ejemplo, para pintar el tronco se debe recurrir al lishu, para las ramas al zhaoshu y al caishu para las hojas. Hubo y hay calígrafos que no fueron ni son pintores; sin embargo, un pintor siempre es primero un calígrafo, pues hasta la introducción de los métodos de aprendizaje occidentales en el siglo XX, la habilidad con el pincel y la tinta sólo se conseguía con el estudio y práctica de los caracteres escritos. Al estudiar los trazos se adquiere el sentido del ritmo, de la composición, del carácter abstracto de su escritura que se plasmarán en la pintura de paisaje. Al compartir los mismos principios es razonable pensar cómo unos estilos caligráficos son más pictóricos que otros; el zhaoshu, por su elevado sentido plástico y rápida ejecución, incide de manera determinante en el desarrollo de la pintura; el xiaozhuan está ligado a la pintura de contornos... Uno de los primeros pintores de los que tenemos referencia es Gu Gaizhi (c. 344-460), pintor y crítico de arte (Comentarios sobre los grandes artistas de Wei y Jin).
Su pintura se asocia con el desarrollo de la pincelada lineal, realizada como la caligrafía, de un solo trazo. A Gu Gaizhi se le atribuyen dos obras, copias posteriores, que son "Consejos a la princesa imperial" y "La Ninfa del Río Luo". En ambas, con una técnica de contornos (baimiao) y situando la acción en escenarios irreales, presenta a los personajes inmersos en una atmósfera flotante. Zhang Yanyuan, crítico de arte de la dinastía Tang, describió el estilo de Gu Gaizhi como "fuerte, vigoroso, continuado y flexible, con un movimiento circular donde no se aprecia el trazo inicial o final". Pocos ejemplos nos han llegado de pinturas sobre papel o seda de este período. Sin embargo, sí se conocen representaciones pictóricas (por su tratamiento) sobre piedra, ladrillo, laca u otros materiales, que nos sirven para conocer estos momentos iniciales de la pintura y caligrafía. No siempre se conservaron los originales sino copias de ellos realizadas a modo de calcos y que reciben el nombre de pei si proceden de una estela de piedra, y tie si son de manuscritos. Este procedimiento de estampación manual tuvo una gran importancia, tanto para conservar muchos textos, como para ayudar a difundir la obra original. El método de estampación o grabado se realiza aplicando una hoja de papel sobre la piedra, humedeciéndola con el fin de suavizar, adhiriéndola a la superficie mediante brochas para penetrar profundamente en las incisiones de la piedra. Una vez seca la superficie plana del papel, y aún adherida a la piedra, se cubre de tinta para que lo reproducido aparezca en blanco sobre fondo negro. La calidad de estas copias es muy superior a la fotografía que consigue reproducir los más mínimos detalles de lo grabado. Del mismo modo que en la pintura sobre papel o seda, los temas representados en estas piedras y ladrillos fueron personajes legendarios o divinidades del mundo supranatural. En sus inicios, la pintura carecía de consideración artística ya que los pintores fueron simples decoradores. Hasta el siglo VI no se produjo un cambio tanto en la apreciación del artista como en el desarrollo de la pintura, tras independizarse ésta con el género del paisaje. Su adiestramiento se realizó en las pinturas murales de las grutas y monasterios budistas .
Tal era su importancia que a la hora de valorar la capacidad del candidato, pesaba más su habilidad con el pincel que el contenido del examen. Superar estas pruebas fue sinónimo de gran prestigio personal y social, tanto para el individuo como para su familia, de ahí la importancia que adquirió la caligrafía en la formación de la clase letrada. Xingshu y zhaoshu fueron los estilos elegidos por aquellos calígrafos que comprendieron las posibilidades artísticas que éstos ofrecían: rapidez y espontaneidad del movimiento del pincel. Su desarrollo fue paralelo a la búsqueda de la individualidad que se inició tras el fracaso de la dinastía Han, siendo a partir de entonces cuando se puede hablar de la caligrafía como arte mayor, adquiriendo la máxima categoría entre todas las artes. El aprendizaje de un calígrafo se inicia con el conocimiento de la estructura de los caracteres, formados por los ocho trazos básicos y el orden en que éstos han de ser trazados. Los trazos son rasgos definidos por el pincel, dispuestos en forma horizontal, vertical, inclinada... Los ocho básicos son los siguientes: la coma, la línea horizontal, la línea vertical, el gancho, el clavo, de izquierda a derecha, la cola, de arriba a abajo y de derecha a izquierda, el rasgo corto de arriba a abajo y de derecha a izquierda, y la rúbrica, de arriba a abajo y de izquierda a derecha. Algunos de ellos, sólo se diferencian por la dirección inicial, visible al ejecutarlos con el pincel.
El carácter de yong (eternidad) contiene los ocho trazos básicos, siendo el modelo para su aprendizaje. El orden de los trazos es el siguiente: dibujar primero el izquierdo que el derecho, el de arriba que el de abajo, los horizontales antes que los verticales y en el caso de una figura cerrada, se terminan los trazos interiores antes de cerrarla. El carácter guo (país), según la actual simplificación de los caracteres nos sirve de ejemplo. Si estos principios básicos no se conocen, no sólo el dibujo final es erróneo ortográficamente hablando, sino que no será posible encontrarlos en un diccionario, ya que en ellos los caracteres están ordenados según el número de trazos que contiene su radical. Si al carácter wang que significa rey y un apellido común, le añadimos un pequeño trazo en su parte superior izquierda, significa nacer y se lee sheng. Si añadimos el mismo trazo en su parte inferior derecha, significa jade y se lee yu. La complejidad de este sistema de escritura nos lleva a comprender cómo su conocimiento no estuvo muy extendido, limitándose a las clases ilustradas. Tanto es así que hacia 1950-57 se hizo una revisión del sistema de escritura, simplificando el número de trazos de los caracteres más complejos para favorecer el aprendizaje. Una vez aprendidos los trazos básicos y su orden se ha de conocer el correcto manejo de los instrumentos necesarios para escribir: el pincel, la tinta, el papel y el tintero, todos ellos de gran importancia, considerados los cuatro tesoros de la cámara del literato.
Nadie que no maneje correctamente el pincel, conozca la variedad de cada uno de ellos, su tamaño y material podrá plasmar el espíritu de las cosas. La tinta y el tintero son, asimismo, piezas fundamentales. Se investiga sobre los mejores materiales para alcanzar distintas tonalidades de tinta, y las piedras más adecuadas para diluirlas sin que absorban a aquélla. El soporte, papel o seda, conlleva también un proceso de selección imprescindible para conseguir un buen resultado, a través del grado de absorbencia, elasticidad... Son pues los cuatro tesoros parte integrante y necesaria del ritual plástico y la concepción estética de pintores y calígrafos. Todos ellos se transforman en el proceso creativo: el papel se mancha, la tinta se muele, el pincel se gasta y parte de la fuerza de un buen tintero es la pequeña cantidad de la superficie del material que se incorpora a la tinta molida. Pero la caligrafía no sólo comporta un aprendizaje formal de sus trazos e instrumentos, sino que ha de seguir unos principios estéticos comunes a todos los estilos, pues tanto los más arcaicos (zhouanshu y lishu) como los de uso cotidiano (caishu) son tan susceptibles de ser bellos y artísticos en sí mismos como aquellos ligados a la expresión plástica (zhaoshu y xingshu). Al referirnos a los trazos hemos visto que básicamente son de dos tipos: lineales y curvos. El concepto de una pincelada (ihua), es el origen de todas las composiciones. Lo enfatizan tanto los conocedores como los artistas.
En la manera en que se comience esta pincelada, la fuerza y la elegancia que en ella se ponga determinarán su carácter y todo lo escrito mantendrá las características de esta primera pincelada. Esta puede ser lineal o caligráfica, derivando todas las otras técnicas de estas dos. Su desarrollo va ligado a diferentes factores, unos de índole técnico como es la invención del pincel rígido que posibilitó los diferentes matices del trazo y otros, ligados al tardío desarrollo de la pintura frente a la caligrafía. La espontaneidad, la valoración del vacío, la rapidez en la ejecución, son principios estéticos que han de valorarse por encima de cualquier otra consideración al contemplar una caligrafía o una pintura. Wang Xizhi (303-361), fue el primer calígrafo que con su pincel expresó los principios estéticos mencionados, enfatizando el aspecto artístico de los caracteres. Originario del noroeste de China, renunció a sus funciones de letrado, retirándose a su residencia conocida con el nombre de Pabellón de las Orquídeas. Su gran maestra fue la calígrafa Mi Fu Jen (Wei Shuo), una de las pocas artistas femeninas de las que nos han llegado noticias. Wei Shuo enseñó a su discípulo a poner el énfasis en la rapidez de la mente y espontaneidad de los trazos. Ambos calígrafos en sus escritos gustaban comparar la caligrafía con la guerra. Así sugieren que el papel simbolizaba las tropas preparadas por la batalla, el pincel la espada, la tinta la armadura y el tintero la ciudad amurallada, mientras que el intelecto es el general, los principios estéticos son los ayudantes.
.. Wang Xizhi manejó todos los estilos caligráficos con indudable maestría. Sus trazos tienen forma redondeada, variando en tamaño; cada uno de sus caracteres tiene su propia individualidad y existencia, ligados al siguiente con ritmo. Su obra ha sido venerada por todos los calígrafos posteriores no sólo por su estilo artístico, sino también por el modo de entender la creación artística. En su época se le consideró como un hombre excéntrico y rebelde frente a todos los convencionalismos, con un fuerte rigor en el aprendizaje y libertad absoluta en la interpretación. En su residencia, el Pabellón de las Orquídeas, le gustaba organizar reuniones de literatos para celebrar el ritual tradicional de purificación. La ceremonia consistía en acabar con las influencias nefastas y curar los males. Una vez finalizada, a la caída de la tarde y bajo la influencia del alcohol, cada uno de los presentes escribía un poema, conservándose en la actualidad copias de los realizados por Wang Xizhi y su hijo. Este desarrollo temprano de la caligrafía como arte, no fue contemporáneo al inicio de la pintura como expresión del artista. A finales de la dinastía Han la pintura se utilizó exclusivamente para la decoración de los muros en los túmulos funerarios, con un carácter meramente narrativo. Si bien en ellos ya podemos apreciar algunos de los principios compositivos de la pintura de personajes, ésta no se desarrolló hasta el siglo IV, utilizando como soporte el papel y la seda.
La pintura procede de la caligrafía, en sus principios estéticos, en sus instrumentos técnicos (papel, pincel, tinta y tintero) y en el aprendizaje común de los caracteres. En el lenguaje coloquial chino se habla de escribir una pintura y pintar un carácter. Hay caracteres que son pinturas y pinturas que son caracteres, donde sólo importa la fuerza plástica del trazo. Incluso hay estilos caligráficos indicados para cada género pictórico. En la pintura de bambú, por ejemplo, para pintar el tronco se debe recurrir al lishu, para las ramas al zhaoshu y al caishu para las hojas. Hubo y hay calígrafos que no fueron ni son pintores; sin embargo, un pintor siempre es primero un calígrafo, pues hasta la introducción de los métodos de aprendizaje occidentales en el siglo XX, la habilidad con el pincel y la tinta sólo se conseguía con el estudio y práctica de los caracteres escritos. Al estudiar los trazos se adquiere el sentido del ritmo, de la composición, del carácter abstracto de su escritura que se plasmarán en la pintura de paisaje. Al compartir los mismos principios es razonable pensar cómo unos estilos caligráficos son más pictóricos que otros; el zhaoshu, por su elevado sentido plástico y rápida ejecución, incide de manera determinante en el desarrollo de la pintura; el xiaozhuan está ligado a la pintura de contornos... Uno de los primeros pintores de los que tenemos referencia es Gu Gaizhi (c. 344-460), pintor y crítico de arte (Comentarios sobre los grandes artistas de Wei y Jin).
Su pintura se asocia con el desarrollo de la pincelada lineal, realizada como la caligrafía, de un solo trazo. A Gu Gaizhi se le atribuyen dos obras, copias posteriores, que son "Consejos a la princesa imperial" y "La Ninfa del Río Luo". En ambas, con una técnica de contornos (baimiao) y situando la acción en escenarios irreales, presenta a los personajes inmersos en una atmósfera flotante. Zhang Yanyuan, crítico de arte de la dinastía Tang, describió el estilo de Gu Gaizhi como "fuerte, vigoroso, continuado y flexible, con un movimiento circular donde no se aprecia el trazo inicial o final". Pocos ejemplos nos han llegado de pinturas sobre papel o seda de este período. Sin embargo, sí se conocen representaciones pictóricas (por su tratamiento) sobre piedra, ladrillo, laca u otros materiales, que nos sirven para conocer estos momentos iniciales de la pintura y caligrafía. No siempre se conservaron los originales sino copias de ellos realizadas a modo de calcos y que reciben el nombre de pei si proceden de una estela de piedra, y tie si son de manuscritos. Este procedimiento de estampación manual tuvo una gran importancia, tanto para conservar muchos textos, como para ayudar a difundir la obra original. El método de estampación o grabado se realiza aplicando una hoja de papel sobre la piedra, humedeciéndola con el fin de suavizar, adhiriéndola a la superficie mediante brochas para penetrar profundamente en las incisiones de la piedra. Una vez seca la superficie plana del papel, y aún adherida a la piedra, se cubre de tinta para que lo reproducido aparezca en blanco sobre fondo negro. La calidad de estas copias es muy superior a la fotografía que consigue reproducir los más mínimos detalles de lo grabado. Del mismo modo que en la pintura sobre papel o seda, los temas representados en estas piedras y ladrillos fueron personajes legendarios o divinidades del mundo supranatural. En sus inicios, la pintura carecía de consideración artística ya que los pintores fueron simples decoradores. Hasta el siglo VI no se produjo un cambio tanto en la apreciación del artista como en el desarrollo de la pintura, tras independizarse ésta con el género del paisaje. Su adiestramiento se realizó en las pinturas murales de las grutas y monasterios budistas .