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XXXI Cómo Hirípan y Tangáxoan y Hiquíngare conquistaron toda la provincia con los isleños, y cómo la repartieron entre sí y de lo que ordenaron Después que conquistaron el pueblo de Hiuacha, fueron a conquistar a los de Curínguaro, y destruyéronlos, y a Tetepeo y Turipitío, y todos estos pueblos conquistaron en una mañana. Conquistaron los pueblos siguientes: Hetúquaro, Hóporo, y Tangáxoan y Hirípan conquistaron a Xaso-Chucándiro, Teremendo y llegaron a Uaniqueo, y los de Uaniqueo eran valientes hombres, y no los pudieron vencer, y apartáronse a medio día, y viendo esto Hirípan y Tangáxoan, sacrificáronse las orejas, y toda la gente, por podellos vencer. Y avergonzábanse unos a otros, porque no eran más esforzados. Y comieron todos, y tornaron a dalles combate y durmieron allí y tornaron a la mañana a pelear y entráronles a medio día. Conquistaron a Cumachén, Naranjan, Tzacapu, Cherán, Siuinan, y a la vuelta a Huriapa y los pueblos de los nauatlatos llamados Hacauato, Tzitzupan, Chemendo, Uacapu y otros pueblos llamados Taríaran Yuriri, Hapacutio, Condénbaro. Y huía toda la gente de los pueblos a los montes y dijeron Hirípan y Tangáxoan: "Vamos aquí a Hurecho", y fueron y conquistáronle y descansaron. Y cuando ellos andaban conquistando estos dichos pueblos, murió Taríacuri y fue enterrado en su lugar de Pátzquaro, donde le sacó después un español, digo sus cenizas, con no mucho oro, porque era en el prencipio de la conquista.

Y llamó Hirípan a Tangáxoan y a Hiquíngare y díjoles: "Hermanos, ya e muerto Taríacuri, nuestro tío: tú, Tangáxoan, vete a Michuacán, y yo me iré a Cuyacán y Hiquíngare estará aquí en Pátzquaro, que aquí es su casa y asiento. Y hicieron una casa a Hirípan en Cuyacán, y a Tangáxoan otra en Michuacán, y tomó cada uno su señorío, y fueron tres señoríos, y tornó a llamar Hirípan desde algunos días a Tangáxoan y a Hiquíngare, y díjoles: "Hermanos vamos a conquistar a Huriparao." Y conquistaron entonces los pueblos siguientes: Huriparao, Charo chutiro, Tupátaro, Uarirásquaro, Xéroco, Cuitzeo, y volviéronse y tornaron otra vez y conquistaron a Peuendao, Zinzimeo, Araró, y volvieronse y dijo Hirípan a Tangáxoan y Hiquíngare: "Hermanos ¿qué liaremos? que la gente de los pueblos se llevan huyendo los plumajes y joyas, con lo que fueron señores en los pueblos que conquistamos. ¿Dónde los llevan? Id a retenellos, que se vengan los dioses a sus pueblos." Y venieron todos los que anclaban huyendo con las joyas, y plumajes, y oro, y plata y presentáronselo todo, y pusiéronlo todo en orden, y viendo aquel oro amarillo y la plata blanca, dijo Hirípan: "Miró, hermanos, que esto amarillo debe ser estiércol del sol que echa de sí; y aquel metal blanco estiércol de la luna, que echa de sí, y todos estos plumajes que están aquí verdes y penachos blancos, y plumajes colorados ¿cómo conoscemos esto? Como quien dice, no lo conoscemos, ni sabemos qué es esto.

Es lo que la gente llevaba huyendo y hanlo han traído a Curicaueri. Esto es lo que le dijeron sus padres en el cielo, que él quitase a todos, todas las joyas, y que las tuviese él solo. La piedra recia, que es la padra, y las piedras preciosas y mantas, que todo esto él solo lo ha de tener; llevadlo todo. Helo aquí dónde os lo he puesto. More todo esto con Curicaueeri y Xarátanga: yo solamente, llevaré plumajes colorados y verdes y no dividamos estas joyas; mas esté todo en un lugar, donde lo vean los dioses del cielo, y la madre Cuerauáperi, y los dioses de las cuatro partes del mundo, y el dios del infierno; llévelo Hiquíngare." Dijo Hiquíngare: "Yo no lo tengo de llevar, yo no quiero más de los plumajes blancos; esté todo en un lugar y en ana casa y guárdese allí y allí mirarán los dioses este tesoro" que entonces ayuntaron de toda la provincia. Como no lo quisiese llevar ninguno consigo, hicieron una casa en Cuyacán, y allí lo pusieron todo en unas arcas, y pusieron sus guardas, y las guardas hacían sementeras para ponelle sus ofrendas de pan y vino. Todo este tesoro llevó Cristóbal de Olid cuando vino a conquistar esta provincia, como más largo se dirá adelante. Y ayuntáronse todos los que habían quedado de los pueblos y díjoles Hirípan: "Id, tomad vuestro pueblos, morá en ellos como antes y torna a tomar vuestros árboles de fruta, y vuestras tierras y sementeras: basta, ya vuestro dios Curicaueri ha usado de liberalidad y os lo torna: Traed leña para sus cúes, y cavá sus sementeras para la guerra y estad a las espaldas dél en sus escuadrones, y acrecentá sus arcos y flechas, y libradle cuando se viere en necesidad.

" Y todos respondieron que así lo harían, y lloraban todas las viejas y viejos y muchachos y fuéronse todos a sus pueblos, y no hacían asiento los pueblos como no tenían regidores y cabezas, que se meneaban los pueblos y no estaban fijos, y de contino estaban temiendo y alterados. Y entraron en su consejo Hirípan y Tagáxoan y Hiquíngare y dijeron "Hagamos señores y caciques por los pueblos, que placerá a los dioses que sosiegue la gente." Y fueron por todos los pueblos y hicieron caciques, y los isleños tomaron una parte en la tierra caliente, y los chichimecas, otras parte a la mano derecha, en Xénguaro, Cherani, Cumaché y sí sosegaron todos. Y se hizo un reino. Conquistaron así mesmo a Tacámbaro, Urapan, Paracho, Charo, Hetúquaro, Curupuhucatzio, y a daban también las mujeres con los que iban a conquistar, todas sus alhajas. Y hicieron su asiento Hirípan, y Tangáxoan y Hiquíngare no iban a conquistar más de los chichimecas y isleños. Y repartieron los pueblos aquellos señores de los chichimecas y isleños. Estos prencipales siguientes, tomaron asiento en Carupuhucatzio, Tiachucaqua, Chaquaco, Tzingüita, Tiuítani, Itzirimenga uaricha, Tauachacu, Acume, Uaricha tereco y los isleños en el pueblo de Urapan. Otro principal, llamado Cupauaxanzi, asentó en la Guacanan; Zapiuátame tzanguata asentó en Paracho; Chapata y Atache húcane asentó en Chupingo parapeo, que era valiente hombre; Utume y Catuquma, en Chupingo parapeo, y iban todos estos prencipales conquistando por su parte y conquistaron a Casindaangapeo, Perechu hoato, Cauingan, Tucumeo, Maritaangapeo, Hetúquaro, Harapendan, Zacango, Cuseo, que todos son pueblos de tierra caliente: Xanoato angapeo, Quayameo, y otro prencipal, llamado Tzanguata, de los isleños, conquistó Aparhoato.

Conquistaron así mesmo a Uamúquaro, Acuitzapeo, Papazio hoata, Tetengueo, Puruarán, Cutzian, Mazani, Patacio, Camuqua hoato, Yuréquaro, Sirándaro, y iban poniendo caciques en todos los dichos pueblos; hasta las mujeres mandaban los pueblos, y conquistaron a Cupuan, Cuxaran y Cupauaxanzi, que estaba por cacique en la Guacanan, iba conquistando por su parte, y conquistó los pueblos siguientes: Cazuruyo, Sicuítaro, Tarinbo harzaquarán, Sicuitarán, Pumucha cupeo, Yacuho, Ayaquenda, Zinagua, Churumucu, Cutzaru. Y otro prencipal, llamado Utucuma, conquistó, por su parte, los pueblos siguientes: Paranzio, Zinapan, Zirapitío, Taziran, Turuquarán, Hurecho ambaquetío y un pueblo de los nauatlatos llamados Cupuan, y cinquistó a Euaquarán, Charapichu, Paráquaro, Páquaro hoato, Euaquarán, Tiristarán, Puco hoato, Tancítaro, Eroxio, Ziramaratiro, y iban desta manera conquistando los chichimecas y isleños, y conquistaron más los siguientes pueblos: Uisindan, Hauiri hoato, Zinapan, Zirapitío, Aparhoato Cuyucán, Apatzingani, Pungari hoato, que son pueblos de tierra caliente; Ambezio, Tauengo hoato, Tiringueo, Characharando, Tzacapu hoato, Peranchéquaro, Uatsi hoato, Uhcumu, Ahcandiquao, Haroyo, Xungapeo, Chapato hoato, Haziro auanio, Taximaroa, que era de otomíes; Pucuriequatacuyo, Marauatío, Hucario, Hirechu hoato, Acámbaro, Hiracumuyo, Puendaho, Mayao, Eménguaro, Cazaquarán, Yurir apúndaro, Cuipu hoato, Uangao, Tauéquaro, Puruándiro, Ziranpéquaro, Quaruno, Inchatzo, Hutaseo, Acausto, Zanzani, Uerecan, y otro señor hijo de Hirípan conquistó otro pueblo llamado Carapan, y el padre y agüelo de este cazonci muerto, conquistaron a Tamazula y Caputlan y los pueblos Dábalos y lo demás.

XXXII De la plática y razonamiento que hacía el sacerdote mayor a todos los señores y gente de la provincia, acabando esta historia pasada, diciendo la vida que habían tenido sus antepasados Vosotros chichimecas que estáis aquí del apellido del Eneani y Tzacupahireti y de los señores Uanacace, que no en una parte sola están ayuntados los chichimecas, mas de en todo en todo, son chichimecas los que están en los caminos de esta provincia, para las necesidades de Curicaueri, oíd, esto os digo: vosotros qué decís, que sois de Michuacán, ¿cómo no sois advenedizos?, ¿dónde han de venir mis chichimecas? Todos fueron a conquistar las fronteras, y así sois advenedizos; de una parte, eres de Tangachuran un dios de los isleños, vosotros que decís que sois de Michuacán, y sois de los pueblos conquistados, que dejaron de conquistar ningún pueblo soenencensados, que así hacían a los cativos, y os dejamos por relevar de nuestra boca, que no os sacrificamos, ni comimos, y mira que prometistes gran cosa, que haríades las sementeras, a nuestro dios Curicaueri, y prometiste el cincho y hacha, que fue, que trairías leña para sus cúes, y que estaréis a las espaldas de sus batallones, y que le ayudaréis en las batallas y que llevaréis sus relleves tras él, que es que llevaréis su matalotaje a la guerra detrás dél, y que acrecentaréis sus arcos y flechas, con el ayuda que le daréis, y le defenderéis en tiempo de necesidad: todo esto prometiste.

Así ya eres ingrato, eres ya hecho rey; tu gente baja de Michuacán: todos sois señores, y os traen vuestros asientos y sillas detrás de vosotros, todos os parece que sois reys, aun hasta lo que tienen cargo de contar la gente, llamados ocámbecha: todos sois señores: mirá que Curicaueri os ha hecho reys y señores. ¿Por qué no miráis a las espaldas, al tiempo pasado, cuando érades esclavos?; ¿por qué os conquistaron? Ahora no guardáis lo que prometistes, que quebráis los batallones; ques que os venís de las capitanías de la guerra; y quebráis la leña de los cúes, ques que faltáis de la cuenta de la leña que se tray de común para sus cúes; y dejáis por todas partes sus sementeras; hacer herbazales, que no desherbáis sus sementeras para las guerras. Para esto érades tíos que es para esto érades siervos y esclavos. Esto prometistes de hacer cuando os dejaron de sacrificar: esto pasa así; vosotros, gente de los pueblos: Ahora Curicaueri ha lástima de sí en este año presente en que estamos, por eso os tiene aquí para hacer de vosotros justicias, los que habéis sido delincuentes; vosotros que tenéis dos naturalezas de hombre, hechiceros y médicos; vosotros que vais a poner hechizos y los lleváis en la mano. Por esto tiene lástima de sí, él, que tiene a todos en cargo, ques el rey y cazonci. Y vosotros, caciques de las cuatro partes de la provincia y de los términos de los reinos; vosotros estáis en las fronteras y tenéis sus capitanías.

Mirá caciques, que con mucha miseria se criaron los que fueron señores de los chichimecas, que no probaban en su boca un pedazo de pan, y los cinchos donde los habían de traer, y hachas para cortar leña: de hierbas hacían cinchos para traer la leña para los cúes y por hachas traían unas piedras agudas en las manos, y comían hierbas los señores chichimecas Hirípan y Tangáxoan y Hiquíngare y traían puestas unas mantas de en blanco muy bastas y gordas. ¿Dónde habían de haber mantas blandas? Y la insignia de honra que son los bezotes? ¿Dónde los habían de haber ricos? Porque traían unos palos puestos por bezotes, por ser señores, y las mujeres sus madres dicen que traían zarcillos de las raíces de maguey, diciendo que eran zarcillos, y ansí dicen que vivían aquellos señores y señoras sus hermanas. Ay, ay, mirá que comían hierbas las que se llaman hapúputa xaqua yacaba, patoqua caroche zimbico ¿qué hierbas dejaron de comer? Aun hasta otra hierba llamada sirumuta, comían. Con esto ensancharon los pueblos y moradas y ellos quitaron para mí, a los enemigos, las mantas, y los mantenimientos, y ahora sois caciques con grandes bezotes, que extendéis los bezos para que parezcan mayores. Mejor sería que os pusiéredes máscaras, pues que os contentáis con tan grandes bezotes, traéis todos vestidos pellejos y nunca los dejáis ni os los desnudáis, mas andáis empellejados. ¿Cómo habéis de tomar los cativos siendo valientes hombres como lo sois; no os los quitaríades y os pondríades unas mantas por los lomos desnudos para el trabajo? Y tomaríades vuestro arco y flechas y os pondríades vuestros jubones de guerra, que así anda nuestro dios Curicaueri, y así iríades a la guerra a defendelle en las batallas.

¿Cómo habéis de ser valientes hombres? Ya os habéis tornado todos ingratos, porque sois ya caciques y señores; y amáis vuestros cuerpos por no trabajallos, y yendo a la guerra, os tornáis del camino, y venís mintiendo al cazonci, y le decís: señor desta y desta manera está el pueblo que conquistaste, y con lo que vinienesmentiendo, engañas al rey, que te repartió la gente y te hizo cacique. ¡Ay ay!; esto es así; vosotras gentes que estáis aquí. Ya yo he cumplido por el cazonci, en lo que os había de decir, que suyas son estas palabras. Tomad los malhechores y mataldos, que yo lo mando así." Y respondían todos que era bien hecho. Y mandaba aquel susodicho sacerdote que llevasen a la cárcel los que se llamaban uázcata, que eran de los malhechores, y algunos cativos, para sacrificar en la fiesta general de Cuingo, y los otros que condenaba a muerte, los achocaban con una porra y arrastrábanlos después de muertos, y llevábanlos a los herbazales donde los comían los adives y auras y buitres. Y eran dedicados aquéllos al dios del infierno. Y llegando la fiesta de Cuingo, bañaban aquellos encarcelarlos, y dábanles a cada uno una manta blanca que se cubriesen y otra camiseta colorada, que se vestiese cada uno, y dos brazaletes de cobre, y unos collares de cobre, que les ponían y unas guirnaldas de trébol con sus flores en la cabeza y dábanles a beber y a comer, y emborrachábamos, y tañen sus atabales con ellos los sacerdotes del dios del finar, llamarlos Tupiecha, y después que los chocarreros habían pelearlo con ellos con sus rodelas y porras, como se dijo en la fiesta de Cuingo, los sacrificaban y se vestían sus pellejos y bailaban con ellos.

Después que se habían hecho en este dicho día la justicia general de aquellos que habían muerto con las porras, íbase aquel sacerdote mayor a la casa del cazonci le salía a recebir y le daba las gracias, y hacía la salva a los dioses. Y después le daba de comer a él y a todos los que estaban allí con él. XXXIII De un hijo de Taríacuri llamado Tamapu checa que cativaron y cómo lo mandó matar su padre Tenía un hijo Taríacuri, llamado Tamapu checa, el cual se nombra en esta historia pasada, que cativaron en un pueblo llamado Itziparámucu y rescatáronle las amas que lo criaron, por un plumaje muy rico. Este dicho Tamapu checa yendo en una entrada a este dicho pueblo, le cativaron sus enemigos, y lleváronle al patio de los cúes, y trujéronle en procesión como solían hacer a los cativos, y sahumáronle como a cativo, con harina, y trujeron las nuevas de su prisión a Taríacuri, su padre, y holgóse mucho y dijo: "Sí, sí, mucho placer tengo; ya he dado yo de comer al sol y a los dioses del cielo. Yo engendré aquella cabeza que cortaron; yo engendré aquel corazón que le sacaron. Mi hijo era como un pan muy delicado, y era pan de bledos. Ya he dado de comer de todo en todo a las cuatro partes del mundo; esto ha sido muy bueno, ¿qué cosa podía ser mejor? Porque estando aquí conmigo, le arrastraran por alguna mujer." Y los de Itzi parámucu no le osaron sacrificar, por miedo de Taríacuri su padre, y dijo el señor llamado Tzintzuni: "Váyase a su casa: Id y tornalde, porques hijo de gran señor.

" Y empezáronle a enviar y decíanle: "Señor, vete a tu casa; llévente tus criados." Díjoles Tamapu checa: "¿Qué decís?" No me tengo que ir, porque ya me dio del pie nuestro dios Curicaueri: ya saben los dioses del cielo cómo estoy preso, y ya me han comido: dame vino, que me quiero emborrachar." Y no quisieron dárselo. Y dijéronle: "¿Por qué dices esto, señor? Irte tienes a tu casa." Dijo él: "No me tengo de ir, ¿por qué me tengo de ir? ¿Qué dirá mi padre cuando lo sepa que me vuelvo? Que ya le han llevado las nuevas: Trae los atavíos que ponen a los cativos y cantaré a los dioses del cielo." Acostumbraba esta gente cuando eran cativados algunos en la guerra, de no sar volver a sus pueblos, porque los mataban, si se volvían, porque decían que los dioses los habían tomado para comer de los suyos y también, porque no diesen aviso a sus enemigos, volviendo a sus pueblos. Y como no se quesiese ir a su pueblo Tamapu checa, trujéronle los atavíos de que se componían los que se habían de sacrificar, y pusiéronle una mitra de plata en la cabeza, y diéronle una banderilla de papel en la mano, y una rodela de plata al cuello, y empezó a emborracharse todo un día entero, y en anocheciendo, fueron de Pátzquaro sus amas que le criaron, sin hacello saber a nadie, y llevaron consigo un plumaje muy grande de unas plumas grandes verdes, y llevaron el plumaje unos viejos al señor de Itzi parámucu y dijéronle: "Danos a Tamapu-checa, he aquí este plumaje.

" Y plúgole al señor aquello y díjoles: "De verdad que le llevaréis." Y pusiéronle en una hamaca, así borracho como estaba y trujéronle a un barrio de Pátzquaro llamado Cutu. Y estaba durmiendo hasta que amanesció, y tornó en sí Tamapucheca y dijo: "¿Donde estoy?" Dijéronle: "Señor, en Pátzquaro estás." Dijo él: "¿Qué es lo que decis? ¿Por que me trujistes?" Y heciéronle saber cómo fueron por él y le trujeron. Dijo: "¿Qué hará mi padre, desque lo sepa?" Y súpolo su padre y empenzó a reñir, porque le habían traído y dijo qué soberbia les tomó a los que le trujeron: "Id y matalde: y a sus amas, y a los viejos que lo trujeron; lleven consigo la taza con que bebían, pues que por beber le trujeron: Mataldos a todos, que ellos me lo hecieron malo. ¿Cómo ha de regir la gente, pues que se emborrachaba?" Y matáronlos a todos con una porra. XXXIV De cómo fue muerto un señor de Curínguaro por una hija de Taríacuri Contome un sacerdote de Curicaueri, que siendo él pequeño iba con un agüelo suyo muy viejo al pueblo de Curínguaro, y llegando a cierta parte, le dijo: "Aquí fue muerto un señor de Curínguaro por una mujer, que fue desta manera: Taríacuri, señor de Pátzquaro, como tenía guerra con los señores de Curínguaro, cerca de Pátzquaro, tenía una hija, o una de sus mujeres, y ataviola muy bien, y llamola y díjole: "Oyeme: ve a Curínguaro: mátente allá, porque si fueras varón ¿no murieras en alguna guerra y estuvieras echado en alguna parte muerto? Y era por la fiesta de Unihizperánsquaro, cuando velaban con los huesos de los cativos de las casas de los papas, y dioles sus atavíos, que se pusiese una saya con unas nauas muy buenas y díjole: "Vete y si te tomaren en alguna parte, no se te dé nada; ve a Parexaripitío, llega a la casa de los papas, donde están las mujeres, y entrará el sacrificador a decir la historia de los huesos, y empenzarán a cantar.

Entonces entrarán las mujeres, y empenzarán a bailar con ellas los valientes hombres, asidos todos de las manos. Júntate con quien pudieres. Allí están los señores llamados Huresqua y Candó, Sica, Zinaquaui, Quama, Quata maripe, Equándira, Changue. Mita tú alguno dellos con quien te juntas a bailar." Y diole unas navajas de piedra envueltas en una manta para que degollase alguno de aquellos señores, y mantas y cotaras de cuero para que le diese al que se juntase a bailar con ella. Y dijo la mujer: "Señor, yo quiero morir, y ir delante de ti; porque si yo fuera varón ¿no muriere en alguna batalla?" Y díjole Taríacuri: "Ve, y llegarás allá esta noche y quizá placerá a los dioses, que te tome alguno de aquellos señores, y si te tomare, empezarte ha a preguntar de dónde eres; entonces, no señales que eres de aquí, de Pátzquaro, mas di que eres de Tupátaro, pueblo sujeto a Curínguaro, y dirás: "Señor, un hermano mío trujo aquí un cativo para bailar con él, para hacelle que vaya al cielo presto, y llorar por él, y no le hallé aquí, no sé dónde es ido." Y si dijere: "Señora, aquí estaba, o lo que te dijere, o si te dijeres que fue por leña para los cúes, dirás: ."Ay Señor, cierto es que debe ser ido." Y en amanesciendo, vete tras él, y dale estas mantas que te he liado aquí, y dirasle: "Señor, toma estas mantas, y estas cotaras, y este plumaje para la cabeza, y esta camiseta que te pongas y este cincho y petate que le traía a mi hermano.

" Y él te dirá: "Señora, ¿que se ha de poner tu hermano?" Dirasle: "Señor, allí tengo más que se pondrá; yo no tengo de tornar esto a casa, quizá es ido muy lejos al monte por leña para los cúes", y vente como pudieres. Y vendréis hasta el monte y dirate: "Señora ¿has de venir esta noche?" Dirás tú: "Por qué no señor? Cómo, señor, ¿no estamos aquí para bailar cinco días?" Y dirate: "Oh, señora, ¿no te habías de ir a tu casa?" Y dirás: "Señor, ¿por qué no me tengo de ir? Mañana volveré, que aquí dormiré." Esto es lo que le dirás. Y cuando saliere fuera contigo, apártale del camino, y allí dormiréis, y estando durmiendo, córtale la cabeza, con una navaja destas que llevas. Y partiose la mujer, y llevó liadas las mantas puestas a las espaldas y llegó a Curíngaro, y cuando llegó era ya media noche, y echose allí a las puertas de los papas, y entró el sacrificador a hacer su sermón acostumbrado, y empezaron a cantar con los esclavos, y entraron las mujeres y empenzaron a bailar asidos de las manos, mujeres y hombres. Y llegada la fiesta de Uni hizperánsquaro, púsose una manta blanca. Candó y todos los señores pusiéronse todos en orden para bailar, y guiaba la danza un señor dellos llamado Huresqua, y siguíale otro señor llamado Candó, de los más prencipales, y todos tenían guirnaldas de trébol en las cabezas. Y Ilegose la mujer de Candó a bailar con su marido, y dieron una vuelta, y asentáronse donde estaba la mujer de Pátzquaro.

Entonces ataviose muy bien. Púsose un collar de turquesas al cuello y otros sartales a las muñecas, y unas nauas de encarnado, y púsose los cabellos entrenzados alrededor de la cabeza, y púsose de negro los dientes, y puso las mantas que llevaba allí dentro, y juntose a bailar con aquel señor llamado Candó. Entrose en medio dél y su mujer y apartó a su mujer. Y como la vio Candó, tomole la mano y apretósela y empenzaron todos a bailar. Y apretábanse las manos y dejola, y apartose a una parte, y parose a mirar aquella mujer, cómo era hermosa, y tornó a la danza y tornó a tomar la mujer de la mano y empenzaron a bailar. Y cesando la danza asentáronse todos, y tornaron otra vez, y díjole su hermano Huresqua: "Hermano, ¿quién es aquella con quien bailas?" Díjole Candó: "Señor, hermana es de mi mujer." Dijo Huresqua: "Muy hermosa es." Y bailaban todos, y tornó su mujer a llegarse a su marido, y la mujer de Pátzquaro, de contino se llegaba a Candó, y se metía entrambos, y dejaba Candó a su mujer, y tomaba la otra y bailaba siempre con ella. Bailó cuatro vueltas con ella, y tomaron todos un brebaje o bebida, llamada puzqua, y asió entre tanto de la mano Candó aquella mujer, y sacola al portal de las casas de los papas y asentáronse allí entrambos y díjole Candó: "Señora, ¿de dónde eres?" Dijo la mujer: "Señor, de Tupátaro, una estancia sujeta de aquí." Díjole Candó: "Señora, ¿a qué veniste aquí?" Dijo ella: "Señor, vine porque un hermano, mío puso aquí un esclavo, y venimos aquí entrambos, para llorar por él y hacelle que vaya presto al cielo.

" Según la costumbre que solían tener cuando tomaban algún cativo que habían de sacrificar, bailaban con él, y decían que aquel baile era para dolerse dél y hacelle ir presto al cielo. Díjole Candó: "¿Y tu hermano, no está casado?" Díjole la mujer: "Aún no es casado, señor." Díjole Candó: "¿Baila aquí entrambos?" Dijo ella: "Sí, señor." Díjole Candó: "Aquí estaba y fue por leña para los cúes." Dijo la mujer: "Así debe ser, señor, yo me iré a mi casa." Díjole Candó: "Es media noche. ¿Cómo, no habrás miedo?" Dijo ella: "No, señor, mas ireme, ¿qué tengo de hacer aquí?" Díjole Candó: "Yo quiero ir contigo." Dijo ella: "Señor, a qué propósito has de ir?" Díjole Candó: "Vamos que yo iré contigo un poco, y iré por leña para los cúes." Dijo la mujer: "Vamos señor." Y fueron y fue la mujer por sus mantas que traía para dalle, y él por su camiseta, que bailaban desnudos, no más de una manta por los lomos, y salió la mujer, y vino Candó detrás della y díjole: "Pues ¿qué hay, señora? Quiero ir contigo" Y bebía toda la gente un brebaje o bebida llamada puzqua. Y asiola de la mano, y salieron del patio de los cúes de la cerca que estaba allí de leña, y salieron allí al camino, y entraron en unos herbazales y díjole Candó: "Anda acá, señora y estenderémonos un poco." Y apartáronse del camino y dijo ella: "Señor es aquí cerca, quizá saldrán; vamos allá bajo, por apartalle del camino. Y anduvieron un ratillo, y dijo ella: "Señor, aquí estaremos.

" Y estaba allí un peñasco grande, y conociola allí y dormiose Candó y estaba boca arriba y levantose muy paso la mujer, y apretose las nauas, y cortolas hasta la rodilla por poder aguijar, y desató sus navajas, que llevaba envueltas en la manta y con una mano tomó la navaja y con otra le trastornó la cabeza: para extendelle más el cuello. Y puso la navaja por la garganta y corriola y cortole la cabeza y hízolo tan depriesa, que no pudo dar voces. Y púsole la una mano en el pecho, y tomándole como quien desuella, cortole de todo la cabeza y quedó solo el cuerpo hecho tronco. Y tomó la cabeza por los cabellos, y vínose a su pueblo, y llegando a los términos del pueblo, estaba allí un altar donde ponían los cativos o los traían alrededor cuando los traían de la guerra. Puso allí la cabeza en un lugar llamado Piruen, y vínose a su casa a Taríacuri y contole lo que le había acontecido, y hicieron todos gran regocijo. Y díjole Taríacuri: "Ya has dado de comer a los dioses; echen la culpa a quien quisieren; no se nos dé nada; atrebúyanlo a quien quisieren." Esto dice esta gente que aconteció en Curínguaro, pueblo de sus enemigos. Y así lo puse aquí según su relación y manera que me lo contaron. Media página borrada o casi en blanco. XXXV De los señores que hubo después de muertos Hirípan y Tangáxoan y Hiquíngare Dicho se ha cómo Taríacuri repartió en tres señoríos a Michuacán: Hirípan fue señor de Cuyacán, y allí fue la cabecera porque estaba allí su dios Curicaueri, que era aquella piedra que decían que era el mismo Curicaueri.

Tuvo un hijo llamado Ticátame, fue señor en Cuyacán después del padre. En Pátzquaro fue señor Hiquíngare; tuvo muchos hijos, y por ser malos y que se emborrachaban y mataban a la gente con unas navajas y se las metían por los lomos, los mandó matar. Hiquíngare tuvo un hijo de su mismo nombre, que dicen que le dio un rayo y matole, y embalsamáronle, y teníanle como a dios en la laguna, hasta el tiempo que venieron a esta provincia los españoles, que le quitaron donde estaba. Hirípan tuvo otro hijo llamado Ticátame, que fue señor en Cuyacán, y aquel Ticátame, otro llamado Tucuruan, y el Tucuruan, otro llamado Paquingata, que fue padre de doña María la que está casada con un español. Tangáxoan tuvo hijos, entre los cuales tuvo uno llamado Tzitzispandáquare, que fue señor en Mechuacán. En tiempo de Ticátame, señor de Cuyacán pasose la cabecera a Michuacán que llevó Tzitzispandáquare a Curicaueri a Michuacán y todo el tesoro. Parte puso en la laguna, en unas islas, y parte en su casa. Tzitzispandáquare tuvo otro hijo llamado Zuangua que fue señor en Michuacán en tiempo del cual venieron los españoles a Taxcala y murió antes que veniesen a esta provincia de Michuacán. Dejó Zuangua los hijos siguientes: Tangáxoan, por otro nombre Zincicha padre de don Francisco y don Antonio: Trimarasco, Cuini, Sirangua Aconsti, Timaje, Taquani, Patamu, Chuizico, y muchas hijas. Después que los españoles vinieron a la tierra, alzaron por señor a Tangáxoan, por otro nombre llamado Zincicha, y mató cuatro hermanos suyos, por persuasión de un hermano suyo llamado Timaje, que decían que se le alzaban con el señorío, como se dirá en otra parte.

No hubo más señorío en Pátzquaro después que murió Hiquíngare, porque sus hijos mandó matar Hirípan. En Cuyacán fue enterrado Hirípan y después le sacó de allí un español y tomó el oro que había allí con él. En Michuacán fueron enterrados Tangáxoan y Tzitzispandáquare y Zuangua. Tzitzispandáquare hizo algunas entradas hacia Tuluca y Xocotitlan y le mataron en dos veces diez e seis mil hombres. Otras veces traía cativos; otra vez venieron los mejicanos a Taximaroa y la destruyeron en tiempo del padre de Motezuma llamado Hacángari, y Tzitzispandáquare la tornó a poblar, y tuvo su conquista hacia Colima y Zacatula y otros pueblos, y fue gran señor, y después dél su hijo Zuangua ensanchó mucho su señorío.

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