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Datos principales


Desarrollo


Servicio y quinto para el Rey, de los despojos de México Hicieron fundición de los despojos de México. Hubo ciento treinta mil castellanos, que se repartieron según el servicio y méritos de cada uno. Al quinto del Rey le cupo veintiséis mil castellanos. Cupiéronle también muchos esclavos, plumajes, abanicos, mantas de algodón y mantas de pluma; rodelas de mimbre forradas con pieles de tigres y cubiertas de pluma, con la copa y cerco de oro; muchas perlas, algunas como avellanas, pero algo negras la mayoría, de cómo queman las conchas para sacarlas y aun para comer la carne. Sirvieron al Emperador con muchas piedras, y entre ellas, con una esmeralda fina, como la palma, pero cuadrada, y que se remataba en punta como pirámide, y con una gran vajilla de oro y plata, en tazas, jarros, platos, escudillas, ollas y otras piezas de vaciadizo, unas como aves, otras como peces, otras como animales, otras como frutas y flores, y todas tan a lo vivo, que había mucho que ver. Le dieron asimismo muchos brazaletes, zarcillos, sortijas, bezotes y otras joyas de hombres y de mujeres, y algunos ídolos y cerbatanas de oro y de plata; todo lo cual valía ciento cincuenta mil ducados, aunque otros dicen que doscientos mil. Le enviaron, además de esto, muchas máscaras en mosaico de piedrecitas finas, con las orejas de oro y los colmillos de hueso fuera de los labios. Muchas ropas de sacerdotes, bragas, frontales, palios y otros ornamentos de templos, lo cual era de pluma, algodón y pelo de conejo.

Enviaron también algunos huesos de gigantes que se hallaron allí en Culuacan, y tres tigres, uno de los cuales se soltó en la nao, y arañó a seis o siete hombres, y hasta mató a dos y se echó al mar. Mataron la otra para que no hiciese otro tanto. Otras cosas enviaron, pero esto es lo substancial; y muchos enviaron dinero a sus parientes, y Cortés envió cuatro mil ducados a su padre con Juan de Ribera, su secretario. Trajeron esta riqueza Alfonso de Ávila y Antonio de Quiñones, procuradores de México, en tres carabelas. Pero cogió las dos carabelas que traían el oro Florín, pirata francés, más acá de las Azores, y aun también se apoderó entonces de otra nao que venía de las islas, con setenta y dos mil ducados, seiscientos marcos de aljófar y perlas, y dos mil arrobas de azúcar. Escribió el cabildo al Emperador en alabanza de Cortés, y él le suplicaba por los conquistadores, para que les confirmase los repartimientos, y que enviase una persona docta y curiosa a ver la mucha y maravillosa tierra que había conquistado, y que tuviese a bien que se llamase Nueva España. Que enviase obispos, clérigos y frailes para ocuparse en la conversión de los indios; y labradores con ganado, plantas y simientes, y que no permitiese pasar allí tornadizos, médicos ni letrados.

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