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Desarrollo


INTRODUCCIÓN En la madrugada del 16 de septiembre de 1856, los habitantes de la ciudad de México, inquietos por el descubrimiento de una conspiración conservadora, asaltaron el convento de San Francisco. Ante la gravedad del motín, que culminó con la destrucción del venerable edificio, el gobierno progresista del presidente Ignacio Comonfort organizó rápidamente una comisión para salvar el riquísimo acervo histórico conservado en el monasterio. Don José Fernando Ramírez, patriarca de la historiografía mexicana y presidente de la comisión, rememoró así el encargo: El Ministro de Fomento Lic. don Manuel Silíceo, me comisionó en unión del Lic. don Manuel Orozco para formar el inventario de los libros y papeles, a fin de preservarlos de la rapacidad de los demoledores, que no perdieron tiempo en los primeros momentos de la confusión. Merced a esta disposición se pudo salvar la Biblioteca y el Archivo. Aunque el gobierno me había autorizado para extraer los documentos que considerara útiles a nuestra historia, recabé el permiso del V. P. Fr. Buenaventura Homedes, entonces provincial, quien me lo donó1. Uno de los manuscritos atrajo de inmediato la atención del insigne erudito. Se trataba de un volumen en 4.? de 269 fojas encuadernado en pergamino, que tenía una llamativa particularidad: la mayoría de las páginas estaban divididas en dos columnas, si bien sólo la de la izquierda aparecía escrita; otras, por el contrario, presentaban la estructura habitual.

El tipo de letra --compacta y menuda en unas fojas, procesal en otras-- remontaba la antigüedad del documento hasta el siglo XVI. Si hemos de creer a Ramírez, el encuadernador se esmero poco en la labor, pues el texto carecía de sentido. Mas no por ello se desanimó el anticuario, quien, entusiasmado por el hallazgo, desbarató el documento para reordenarlo El resultado superó con creces las esperanzas de Ramírez, ya que el confuso caos fue sustituido por una extensa obra y tres fragmentos menores. El documento principal, intitulado Relación del origen de los indios de esta Nueva España según sus historias, constaba de dos partes: la primera narraba la historia de los, aztecas de Tenochtitlan2; la segunda, muy mutilada, se dedicaba a las creencias religiosas de los antiguos mexicanos. La relación incluía treinta y dos ilustraciones alusivas al texto, muy esquemáticas e ingenuas, que siguen de cerca la concepción pictórica precortesiana. Por lo que respecta a los fragmentos, su temática era de lo más variado. El primero --afirma Ramírez-- contiene sucesos relativos a la historia de Motecuhzoma I, y su narración indica que pertenecía a una obra más extensa, aunque escrita sobre las propias tradiciones. Es copia y el carácter de la letra idéntica sic al anterior3. El manuscrito siguiente poco tenía que ver con los documentos precedentes. Circunscrito al período de la conquista, presentaba el dramático enfrentamiento hispano-azteca desde la perspectiva tetzcocana.

Cerraba el volumen un Chatecismo o ynstrucción de ynfieles, donde se da noticia de un solo dios verdadero, y de la falsedad de muchos dioses. Como las tres páginas del corto escrito versaban sobre una temática diferente a la del resto del manuscrito, Ramírez optó por separarlo. Veterano en las lides historiográficas, el erudito comisionado mandó sacar una cuidada copia en previsión de futuras desgracias. Afortunadamente, éstas no se presentaron. Tras el fallecimiento de Ramírez, el manuscrito pasó a las manos de Alfredo Chavero, quien se lo regaló a Manuel Orozco y Berra, Tras sufrir las peripecias habituales, el vetusto volumen --bautizado por Chavero y Orozco y Berra con el nombre de Códice Ramírez-- paso a engrosar los fondos de la biblioteca del Museo Nacional de Antropología e Historia. La historiografía mexicana recibió con alborozo la aparición de la Relación del origen de los indios. La dedicatoria que Alfredo Chavero puso en el Códice Ramírez ilustra sobremanera la adoración que la obra despertaba entre los cruditos decimonónicos: México, mayo de 1875. -- A mi querido maestro el Sr. Lic. Don Manuel Orozco y Berra. -- Al mejor de nuestros historiadores, la mejor de nuestras crónicas. -- Alfredo Chavero. Mas los tiempos cambian. Hoy por hoy, la afamada historia ha dejado de ser la mejor de nuestras crónicas. Personalmente --y sin que esto suponga menoscabar el valor de la Relación del origen de los indios--, me parece mucho más atractivo e interesante el segundo fragmento.

Por ello, dedicaré gran parte de las páginas siguientes al estudio de lo que un anticuario ilustrado llamaría humilde pedazo de historia. La Relación del origen de los indios Sin duda alguna, la polémica más larga, erudita y conflictiva de la mexicanística ha girado en torno de la famosa Relación del origen de los indios. El resultado ha sido una vasta y tediosa producción bibliográfica donde se reflejan las más diversas y contradictorias opiniones. Reproducir, siquiera sucintamente, las distintas tesis es una tarea que escapa a los fines del presente trabajo, pues tal compilación aburriría al experto y confun diría al profano4. Por tanto, me limitaré a exponer los hechos de una manera concisa, prescindiendo en lo posible de las obligadas notas a pie de página.

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