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Datos principales


Desarrollo


Don Melchor Portocarrero 205 Don Melchor Portocarrero Laso de la Vega, conde de la Moncloa, comendador de la Zarza en el orden militar de Alcantara, del consejo de Guerra, á los dos años de estar governando los reynos de Nueva España, recibió real orden para passar á los del Perú y hizo la entrada publica en los Reyes el 15 de agosto de 1659. En el tiempo que governó, empezó á establecer el methodo del servicio maritimo con mas formalidad que la que hasta entonces havia tenido, y de su orden se fabricaron en el astillero de Guayaquil los tres navios de guerra, el Sacramento, la Concepcion y San Lorenzo, para servir de armada, de los quales existían los dos primeros el año de 1744; y aunque incorruptas sus maderas, estaba excluido del servicio desde el año de 42 el nombrado el Sacramento porque su mala construccion no era propia para soportar el peso de la artillería, como sucedía con todos los de aquella era, en que no se tenian allá las mas propias luces de la arquitectura naval. 206 Estando en lo mas pacifico de su govierno, aplicada su atencion en la mayor utilidad del bien publico y empleado su celo en las mas caritativas y christianas providencias de piedad, dispensando su autorizada proteccion á favor dde los indios, le llegó la noticia de haver fallecido el rey Don Carlos II, en quien se terminaba la augusta descendencia varonil de la casa de Austria de la rama de España, cuyo fallecimiento le llenó de sentimiento y de luto los corazones de todos aquellos moradores, que inconsolables lloraban su pérdida con la ternura propia de su mucha lealtad; solo pudo mitigar el fervor de tanto sentimiento la plausible noticia de haverse coronado en España el principe heredero de la real casa de Borbon Don Phelipe V, á quien reconocieron por soberano unos y otros reynos, quedandole al virrey la satisfaccion de proclamarlo y celebrar su dichosa exaltacion al trono en aquellos del Perú y de continuar el govierno de ellos con la real benevolencia hasta que llegó el termino de la carrera de su vida á principios del año de 1706.

Fue depositado su cuerpo en la iglesia cathedral de aquella ciudad, y quedó el govierno en la Audiencia hasta que llegó successor. Don Phelipe V de este nombre 207 Don Phelipe V rey de España, primero de la esclarecida casa de Borbón en ella, hijo segundo de Luis Delphin de Francia y de Maria Ana Christina de Baviera su muger y nieto de Luis XIV y de Marta Teresa de Austria, nació en Versailles á 19 de diciembre de 1683 y, como principe de la casa real de Francia, obtuvo el titulo de duque de Anjou, debiendo á los cuidadosos desvelos de su grande abuelo los principios de la buena educacion y á la bella disposicion de sus talentos los adelantamiento de ella, que havian de lucir despues en el trono á que le destinaba la Providencia. Por muerte de Carlos II, sin hijos y en virtud de los derechos que á esta Corona tenian los descendientes de las reynas christianissimas Maria Teresa y Ana Mauricia de Austria, mugeres de Luis XIV y Luis XIII de Francia, y de haver en su testamento Carlos II llamadolo á la succession universal de esta monarquia, excluyendo de ella al Delphin su padre y el duque de Borgoña su hermano mayor como herederos presuntivos de la Francia, con el fin de que assi permaneciessen divididas ambas Coronas, succedió Phelipe V en la de España en 1 de noviembre de 1700 y fue proclamado rey en Versailles y reconocido por el rey su abuelo y demás principes de Francia en 16 de él; despues, en Madrid á 24 y, en su consequencia, admitido en toda España con general aceptacion y reconocido de la mayor parte de las potencias de Europa, á excepcion del emperador y algunos otros principes de Alemania por causas que no son de este resumen.

La guerra general que se suscitó en Europa con motivo de la succession del rey Don Phelipe V obligó á no descuidar del estado de las Indias, nombrando ministros en quienes la fidelidad hiciesse las veces del poder, que estaba en todas partes muy enflaquecido, hasta que, serenandose algun tanto las inquietudes, pudo ser tambien mayor el desvelo y la aplicacion de este gran principe al beneficio comun de todos sus vassallos, en que no pequeña parte tocó á los de las Indias. Assí, continuó en el govierno de la monaquia pero, conociendo yá á las luces de su propia experiencia lo gravoso de este y deseando hallar á qualquier costo la quietud, no dudó poner en practica el acto de desprenderse voluntario de la grandeza y de la magestad renunciandola en su hijo Luis I, á quien yá la edad y los talentos hacian capaz de recibirla; assi lo practicó, renunciando en él la corona en 24 de enero de 1724, pero la temprana muerte de este principe, sucedida en 31 de agosto del mismo año, y las instancias de sus subditos obligaron al rey á que tomasse segunda vez sobre sus hombros el peso grave de la monarquia, cuyo timón governó siempre con igual acierto hasta el 9 de julio de 1746, que, atrevida la parca, cortó el precioso hilo de su vida, aunque jamás podrá el de su memoria. Los sucessos de su reynado en el Perú se reconocerán por la continuacion de los virreyes que lo fueron durante él y se referirán en la forma que hasta aqui. Don Manuel Omms de Santa Pau 208 Don Manuel Omms de Santa Pau olim de Santmanat y de la Nuza, marqués de Castel dos Rius, grande de España y embaxador que havia sido en las cortes de Lisboa y París, hizo su entrada publica en los Reyes á 7 de julio de 1707.

En el corto tiempo de su govierno, frequentaron la mar del sur muchos navios franceses con cargazones de ropa, que trataban libremente en todos los puertos de aquellas costas, cuyo comercio se vieron precisados á dissimular assi el virrey como los governadores en consideracion á que, el executarlo unos, nacía del exemplar que se havia hecho con otros concediendoles permisso para llevar generos, mediante á que de esta franquicia resultaban algunos servicios que hacian á la Corona, la qual, estando en lo mas fervoroso de las guerras que mantuvo por largo tiempo contra las potencias unidas sin tener otra ayuda para mantener su propia causa que la de Francia, le era forzoso valerse de los navios de esta nacion para los casos que se ofrecian, y particularmente para los de mantener la correspondencia con aquellos reynos, interin que las armadas enemigas tenian interceptada la de las vias regulares, por donde se despachaban todas las providencias en tiempo de paz. 209 Esta consideracion y la de estar aquellos reynos padeciendo una total escasez de generos por la falta de galeones havia dado ocasion al conde de la Moncloa, su antecessor, para preferir esta conducta en tales circunstancias; y con madura reflexion y acordado parecer, la continuó el marqués de Castel dos Rius en los que passaban sin licencia, que fueron los mas, obligados de la politica y de los servicios que se podian esperar de estas embarcaciones quando llegasse la ocasion, como se experimentó en las que se ofrecieron contra los corsarios enemigos que passaban á aquel mar y alteraban su tranquilidad.

De estos, fue el mas principal uno llamado Roggers, inglés, que, con Guillermo Dampierre y dos baxeles bien equipados, entró en él el año de 1709, tomó varias embarcaciones, se apoderó de Guayaquil y, aunque se despachó contra él una superior esquadra, tuvo la felicidad de escapar sin que pudiesse esta encontrarle. 210 El virrey falleció el dia 22 de abril de 1710; y teniendo prevenido Su Magestad un pliego de providencia que se guardaba cerrado y sellado en el archivo de la Audiencia y en él nombrados para semejante accidente los tres obispos, por su orden, que lo eran quando se despachó, del Cuzco, Arequipa y Quito, no alcanzando la nominacion á los dos primeros por haver antes fallecido, recayó en el de Quito, á quien la Audiencia despachó la noticia inmediatamente y, en el interin, hizo el deposito y exequias del virrey difunto en la iglesia del convento grane de San Francisco y governó aquellos reynos el tiempo que tardó el obispo en llegar á los Reyes. Don Diego Ladron de Guevara 211 Don Diego Ladron de Guevara, obispo de Quito, entró en publico en los Reyes el dia 30 de agosto de 1710. En el tiempo que governó aquellos reynos, se acrecentó mucho el numero de los navios franceses que con el fin del ilicito trato passaban á aquellos mares; y siendole preciso al virrey seguir la misma maxima politica que sus antecessores, no quiso inmutar nada, antes bien, considerando que perdia el Real Erario la crecida suma de los derechos que correspondían á tantas mercaderías, determinó expedir ordenes circulares á todos los puertos de la costa para que los navios de esta especie que se hallassen en ellos passassen al del Callao, concediendoles licencia para que pudiessen expender todas sus cargazones mediando la satisfaccion de los regulares derechos que debian contribuir, con cuya providencia no solo se evitaba el fraude que se ocasionaba vendiendo en otros puertos sino el tener en aquel un competente numero de baxeles para su seguridad contra una invasion que se recelaba á cada passo en aquellos reynos por tenerse el aviso de que se preparaba en Inglaterra un armamento á este fin; pero solo fueron 3 navios franceses los que usaron de esta franquicia porque, huyendo de la justa contribucion de los derechos, hacian sus ventas en los otros puertos y de ellas les resultaban mas sobresalientes ganancias.

212 Con la noticia de la paz de Wtrech, cuyos tratados fueron concluidos y celebrados en los años de 1713 y 1714, recibió tambien el virrey las estrechas ordenes de cerrar aquellos puertos para las embarcaciones francesas, intimando á los navios que se hallassen en ellos saliessen dentro de un corto tiempo y, assimismo, todas las personas de esta nacion que huviessen hecho establecimiento en aquellas partes, pagandoseles lo que se les debiesse y sin hacerles el menor agravio ni perjuicio. 213 Por aquel mismo tiempo y año de 1713, se concedió el assiento de negros para que los que se llevan á las Indias y sirven á el cultivo de tierras y minas fuesse á cargo de la nacion inglesa, dandosele un navio de permisso en cada armada de galeones y flotas cargado de mercaderias, de cuyo cumplimiento son muchos los daños y no pequeñas las pérdidas que tiene experimentadas el comercio de España en las ferias que se han celebrado con su concurrencia por el exceso de su buque y baxa de los precios en las mercaderias. 214 Este virrey, á quien por la una parte no dexó de notarsele la franqueza concedida á los navios franceses, aunque nacida del buen celo en que se fundaban los dos principales fines que havia tenido para hacerlo, y por otra era sindicado de alguna menos actividad en el acrecentamiento y conservacion de los interesses reales, tuvo orden de dexar el govierno y assi lo practicó por marzo de 1716, dandosele licencia para restituirse á España por escusarle de este modo que huviesse de volver á Quito despues de haver estado caracterizado con el govierno de aquellos reynos; pero como era caso en que el credito de su conducta quedaba dudoso y mal puesta su reputacion, no quiso executarlo hasta purificarse de lo que se le censuraba y, haviendolo hecho plenamente en la residencia que dió, se puso en camino para España, haciendo el viage por Mexico, en cuya ciudad falleció el 9 de noviembre de 1718, y su cuerpo fue depositado en el presbyterio de aquella santa iglesia metropolitana.

Don fray Diego Morcillo Rubio de Auñon 215 Don fray Diego Morcillo Rubio de Auñon, arzobispo de la santa iglesia metropolitana de la Plata, succedió al de Quito y fue provisto en aquel virreynato interin que el nombrado en propiedad passaba de España á aquella capital, lo qual dió tan poco termino á el arzobispo de la Plata para que gozasse la alta dignidad del empleo que, haviendose recibido en los Reyes en 15 de agosto de 1716, solo permaneció 50 dias por la pronta llegada de el successor; y, assi, entregandole el mando, se volvió á su iglesia, donde continuó los ministerios propios de su instituto hasta que volvió á ser reelecto por virrey. Don Carmine Caraciolo 216 Don Carmine Caraciolo, principe de Santo Bono, grande de España y embaxador que havia sido en la republica de Venecia, hizo la publica entrada en los Reyes el dia 5 de octubre del año de 1716. En el siguiente de 1717, entraron al mar del sur los dos navios, el Conquistdor y el Rubí, comandados por Mr. Martinet y Don Blas de Leso, y eran de una esquadra de tres que se havia destinado por S.M. á aquellos mares para que, haciendo el corso en sus costas, pusiesse termino á el ilicito trato de las embarcaciones francesas que, despreciando la severidad de las ordenes en que se les prohibia, repetian no obstante sus viages; el otro de los tres navios, que iba á cargo de Don Bartholomé Urdinzu, no pudiendo resistir á la fuerza de los vientos y agitacion de los mares en cabo de Hornos, se vió precisado á arribar á Buenos Ayres; los primeros fueron reconociendo todos los puertos desde Chile hasta el Callao, apresaron en ellos varias embarcaciones francesas, que con toda seguridad estaban continuando sus tratos, y lograron poner algun remedio de este modo á aquel yá arraygado mal.

217 En el año de 1718 se erigió en virreynato el nuevo reyno de Granada, señalandosele por jurisdiccion desde los limites de la provincia de Quito hasta la mar del norte, por donde comprehendia los de esta presidencia, la de Santa Fé, Cartagena, Santa Marta, Maracaybo y Caracas; y para que se mantuviese esta dignidad sin nuevo gravamen de la Real Hacienda, se extinguieron las dos Audiencias de Quito y Panamá, á cuyas reformas y nuevo establecimiento passó el licenciado Don Antonio de la Pedrosa Guerrero, ministro del Consejo de Indias, y se le confirió el de virrey á Don Jorge de Villalonga, theniente general de los reales exercitos, genera entonces del Callao y cabo principal de las armas de tierra del Perú. 218 El virrey del Perú havia hecho suplica á fin de que se le concediesse licencia para restituirse á España luego que huviesse concluido el tiempo de su govierno, que estaba yá reducido al termino de tres años, con cuyo motivo, entregando el comando de aquellos reynos al mismo arzobispo de la Plata á 26 de enero de 1720, se volvió á estos reynos por la via de Nueva España. Don fray Diego Morcillo Rubio de Auñon 219 Don fray Diego Morcillo Rubio de Auñon, arzobispo de la Plata ó de los charcas, se recibió en los Reyes segunda vez por virrey el 26 de enero de 1720. Los primeros cuidados de su govierno se dirigieron á libertar el mar del sur de los daños con que lo infestaba el corsario inglés Cliperton, que este mismo año havia entrado, despachando en su alcance varios navios; y aunque no lograron estos el encontrarle, le precisaron á que desembarazasse del temor de sus correrias aquellos paises.

En el año de 1723, fue promovido este mismo prelado al arzobispado de los Reyes, y en él á 9 de marzo los indios araucanos declararon la guerra contra los españoles, á cuya demostracion dieron motivo algunas extorsiones que parece executaron con ellos los capitanes que llamaban de amigos, de las quales empezaron á satisfacerse con la muerte de uno de estos y de otros tres españoles; la mano derecha del capitan embiaron á todos los pueblos en señal de convocatoria, que es la acostumbrada usanza con que publican la declaracion de la guerra para que en su inteligencia acudan todos á la defensa de la causa comun; assi lo hicieron y, con gran puntualidad, passaron á invadir los fuertes del Purén, Tucapel, Arauco y Yumbel, que sirven de fronteras y resguardo á los paises españoles; su primera empressa fue dirigida al de Purén, y, no pudiendo conseguir el intento, pusieron fuego al lugar y le destruyeron; despues continuaron contra el de Tucapel, que, no hallandose capaz de ser conservado, fue por los nuestros demolido; y passando de él á atacar el de Yumbel, fueron rechazados con crecida perdida por la defensa que hizo el maestre de campo Don Manuel de Salamanca, quien, luego que tuvo la noticia del rompimiento, salió á campaña á oponerseles, contribuyendo mucho á sus buenos sucessos, además de la gente que llevó consigo, el pronto socorro de la que le embió el presidente y governador de aquellos reynos, theniente general Don Gabriel Cano. Interin que en Chile estaba esta guerra en su mayor actividad, llegó successor para el govierno del Perú, y el arzobispo virrey, haciendole entrega del mando, se dedicó á la direccion de su iglesia.

Don Luis I de este nombre 220 Don Luis de Borbón, I de este nombre, rey de España, fue hijo primogenito de Don Phelipe V y de Doña Maria Luisa Gabriela de Saboya su muger y nació en Madrid á 25 de agosto de 1707; el mucho tiempo que la reyna tardó en dar muestras de fecundidad pudiera darle el renombre de Deseado ó, á lo menos, el de Aplaudido, pues lo fue su nacimiento con las grandes demostraciones de júbilo que por él hizo toda España; assegurando en la possession de un principe heredero, despues que por su falta tantos males havia experimentado la felicidad de una succession continuada y legitima. Las prendas y calidades de que se adornaba su generoso espiritu y las que le grangeó el cuidado de la educacion empezaron á brillar, de suerte que el rey su padre no dudó quitarse de las sienes la corona para passarla á las de su hijo, esperando que correspondieran en él las esperanzas que tenia concebidas; assi, en virtud de la renuncia del rey Don Phelipe V de 14 de enero de 1724, ocupó el trono Luis I, quedando establecido un consejo de gavinete para que, teniendo en él las personas mas escogidas del reyno, pudiesse tomar de ellas las primeras luces en los arduos y peligrosos assuntos del reynar, no desdeñandose el mismo rey su padre, aunque retirado, de concurrir con los consejos á su direccion y acierto. De esta suerte, empezó á reynar con una general aceptacion, haciendola acreedores de ella su afabilidad, su amor á inclinacion á los vassallos, su prudencia, su penetracion y, lo que principalmente le hacía amable para con los pueblos, el haver nacido español y el afecto con que atendia la nacion; todas estas bellas calidades no pudieron lograrse mucho tiempo porque, arrebatandolo la muerte el dia 31 de agosto del mismo año, con solos 7 meses y 17 dias de reynado, solo tuvo lugar para dar principio á las cosas, no para poder perfeccionarlas.

Don Joseph de Armendariz 221 Don Joseph de Armendariz, marques de Castel-Fuerte, capitan general de los reales exercitos, entró en los Reyes de 14 de mayo de 1724 con la felicidad de haverse señalado los principios de su govierno con la epoca del nuevo restablecimiento de la paz en el reyno de Chile, haviendo contribuido á que los mismos indios la solicitassen, la diligencia del governador de aquel reyno que, juntando un exercito de 3 mil hombres, les hizo reconocer su inferioridad y ser el mejor partido el vivir en buena correspondencia con los españoles; esta se concertó entre unos y otros, quedando por límites fixos la corriente del rio Biobío y concediendoseles á los indios la reforma de los capitanes de amigos, por cuyos desordenes havia sido encendida esta guerra. 222 En el mismo año de 1724, segun queda yá dicho, desapareció como exhalacion breve el reynado de la segunda lis de la casa de Borbón, el señor Don Luis I, con tan corta duracion que los esmeros de júbilo con que en el Perú se celebraba la noticia de su exaltacion solo pudieron acomodarse con alusion al mejor reyno, á que yá havia volado quando se executaban. Debuelta por este infausto accidente segunda vez la monarquia española al rey Don Phelipe V y hecho cargo este principe del celo con que el virrey governaba, de la eficacia con que extirpó el ilicito comercio, de la justificacion con que procedia y de los aciertos de su conducta, no dudó confirmarle en aquel ministerio para que lo continuasse.

Su particular celo en el fomento de las minas y la atencion que le merecian estas procurando el mayor acrecentamiento de sus labores pudo alentar los animos de algunos sugetos acaudalados para que se interessassen en el desague de la célebre mina de Sunchuli, de que queda hecha mencion en otra parte; en esta obra se distinguieron mas que otros Don Miguel de Santistevan, corregidor á la sazon de la provincia de Canas y Canchas, y Don Rafael de Eslaba, á quien el mismo virrey havia conferido el empleo de justicia mayor de aquellas minas, los quales, despues de haver consumido en la obra de un socabón para desaguarlas quantiosas sumas de dinero, tuvieron la desgracia de ver su ningun efecto por haverse errado su direccion y salido el socabón algo mas arriba del parage adonde debía corresponder, accidente que se experimenta en aquellas partes siempre que la necessidad obliga á emprender tales medios por la falta de personas inteligentes en el methodo de perfeccionarlos; assi, consistiendo toda su ciencia en el tanteo ó congetura, no son capaces de conocer el yerro hasta que la misma obra, despues de concluida, hace patente la falencia del juicio que primero formaron, en nada ceñido á medidas justas ni dirigido por el rigor de los cálculos exactos, sucediendo esto quando, consumidos los caudales de unos, no les quedan fuerzas para emprenderlo de nuevo ni aliento en los animos de otros para tomarlo á su cargo con el escarmiento del anterior mal sucesso. 223 En el año de 1732, subió de la ciudad del Gran Pará por el río del Marañón una pequeña flota de canoas y piraguas portuguesas; y haviendose introducido por el rio Napo adelante, intentaban hacer establecimiento y fortaleza en la boca del rio Aguarico, que desagua en él, con grave perjuicio de las missiones españolas de la Compañia de Jesus y derechos de la Corona de España, pues pretendian apoderarse de unos paises que, perteneciendo legitimamente á esta Corona, han sido reducidos á ella y recibido el Evangelio por el fervoroso celo de aquellas que gozaban pacificamente en nombre de esta monarquia su possession y los tenian poblados con sus propios naturales civilizados y en poblaciones á costa de su aplicacion y trabajo; el superior que entonces reconocian las missiones se opuso á esta tan injusta pretension, ocurrió á la Audiencia de Quito y al virrey; y haviendo este informado al soberano con las relaciones de aquel celoso missionero, se le ordenó al presidente de Quito que passasse en persona con la gente de guerra necessaria y procurasse desalojar á los portuguesses de aquel puesto y de los demás de que se huviessen apoderado sin pertenecerles; no fue preciso llegar á la practica de esta providencia porque los portugueses havian cedido á las reconvenciones que se les hicieron, y se escusó la jornada, que se consideraba algo molesta por la incomodidad de los caminos y penalidades de los temples cálidos, humedos y poco apacibles de aquellos paises.

Este desistimiento de los portugueses no fue para mucho tiempo porque siempre han ido ganando territorio y haciendose señores de los que pertenecen á la Corona de España y de los pueblos que forman y reducen con el fervor de su predicacion nuestros missioneros. 224 Entre las cosas mas notables del govierno de este virrey, lo fue la pacificacion del Paraguay, cuyas provincias encontró llenas de grandes alborotos y hechas entonces el escandalo de todo el Perú. El principio de estas inquietudes, que se temió tuviessen por resultas el peligroso fin de unas costosas guerras civiles, nació, segun parece, de que la Audiencia de Chuquisaca nombró á Don Joseph de Antequera, protector fiscal de indios que era en ella y cavallero del orden de Alcantara, por juez visitador de las missiones del Paraguay; pero como los despachos que se le dieron no se creyessen competentes, huvo alguna repugnancia por parte de los padres de la Compañia, curas de aquellas missiones, para convenir en la execucion de esta visita, y por medios cortesanos y razonables se lo dieron á entender luego que llegó á la ciudad de la Assuncion, capital de ellas, manifestandole que no harian contradicion quando la comission fuesse promovida con aquellas circunstancias que eran correspondientes y accesorias al merito y honor de la Compañia, que sin ellas nunca podria serles decoroso el admitirlo como juez visitador, allanandose á perder enteramente los fueros que se les tenian concedidos. Antequera, negandose á tales representaciones y tenaz en llevar adelante su comission, publicó entre los de la ciudad con alguna inquietud la resolucion en que estaba de hacer la visita sin atender á ningun respeto; este dictamen, mal reflexionado, fue bastante para inquietar los animos de aquel vecindario y para que en poco tiempo se formassen dos partidos, uno, de los que se inclinaban á la razon de los padres de la Compañia, y otro, de los que se oponian á ella y eran á favor de Antequera, influyendole cada vez con nuevas sugestiones á llevar adelante su empeño; y como en los pueblos, una vez perdido el respeto y pervertidos los oficios, no hay riendas para contenerlos, aquel creció tanto en el fervor de esta inquietud que cundieron sus semillas hasta las poblaciones comarcanas, y, llenos de encono el uno contra el otro, los dos partidos llegaron por fin al extremo de que, convertidos en dos exercitos enemigos los mismos compatriotas, se dieron una cruel batalla, en la qual perecieron muchos de una y otra parte; Antequera, como el principal motor de esta dissension, se presentó delante de los de su partido para animarlos con su exemplo y apaciguar á los del otro bando y reducirlos á su obediencia y, por esto, no escrupulizó el provocarlos al combate, pero, no queriendo ellos reconocerlo por juez competente y determinados á defenderse á todo trance, estuvieron prontos para recibirle, y con la buena disposicion de ambas partes fue inescusable el reencuentro.

225 Antes que llegassen á este extremo, havia llamado á Antequera la Audiencia de Chuquisaca, que, informada de los alborotos que empezaban á formarse y instruidos sus ministros de los motivos para que cessasse esta visita, havian dispuesto que no se prosiguiesse hasta allanar las dificultades que en ella se ofrecian; pero Antequera, empeñado yá en llevar adelante su comission y presumiendose desayrado si se retiraba sin excusar la visita, representó á la Audiencia y no quiso sobreseer en la empresa hasta que con las malas resultas de la batalla volvió aquella á despachar segunda provision, llamandolo y ordenandole que sin detencion se retirasse y que con ningun pretexto lo difiriesse. 226 Es aún dudoso si la retirada de Antequera fue voluntaria luego que recibió esta segunda provision ó si prcedió alguna otra circunstancia que le obligasse á hacerlo contra su voluntad, pero no assi que él se presentó en aquella Audiencia para responder á los cargos que se le fulminaban, de haver suscitado el alboroto y, principalmente al mas grave, de que intentaba coronarse y hacerse soberano del Paraguay, cuya certidumbre quedó siempre confundida con la variedad de opiniones y con la diversidad de probanzas, alegatos y reconvenciones de unos autos tan abultos que su resumen constaba de cinco mil fojas. 227 Informado el marqués de Castel Fuerte por la Audiencia de Chuquisaca de lo sucedido en el Paraguay y de la conducta de Antequera, lo mandó llevar preso á Lima y lo estuvo en ella por espacio de algunos años, interin se sustanciaba la causa, lo qual executado, se passó al Consejo de Indias, y en su consequencia se le despachó orden al virrey para concluir este negocio sentenciando á los culpados; assi lo executó luego que la recibió; y hecho Acuerdo determinadamente para este assunto con quatro oidores, los dos le condenaron á muerte sin apelacion al Consejo, el uno le concedia la apelacion, que era lo que pretendia Antequera, y el quarto no quiso votar con el motivo de que no se le havia concedido bastante tiempo para enterarse de los autos, pero, agregandose el virrey á los dos votos, quedó determinado el negocio y condenado Antequera á ser degollado y Don Joseph de Mena, que en calidad de su alguacil mayor havia sido de los principales que hicieron partido á su favor, fue sentenciado en la pena de garrote.

228 Luego que en Lima se divulgó la noticia de lo acordado, interpusieron su valimiento para el virrey las primeras personas de la ciudad, suplicandole que concediesse á Antequera la apelacion que pretendia para el Consejo de Indias, pero fueron inutiles estos ruegos porque el virrey les dió á entender que en lo acordado no cabia gracia alguna ni dilacion en la execucion de la sentencia; y como es regular que la opinion del populacho se incline siempre á aquella parte donde reconoce estarlo lo mas condecorado de la ciudad, viendolo empleado en la solicitud de que se revocasse la sentencia y al mismo tiempo sin esperanzas de conseguirlo, dio grandes muestras de su desassossiego y con desahogada confianza y libertad dexó comprehender la resolución de su animo, la qual no tardó mas en manifestarse en los semblantes y en prorrumpirse en las palabras que en llegar á la noticia del virrey. 229 Advertido este de que se intentaba al favor del vulgo por algunas personas, cuyos nombres deben justamente quedar ocultos en el silencio, llevadas de una indiscreta compassion, levantarse con los reos al tiempo de la execucion y darles libertad, dispuso con sigilosa y madura providencia que passassen á Lima algunas tropas de las que regularmente guarnecen la plaza del Callao y ordenó á los que debian acompañar los reos que, al mas leve rumor que se sintiesse, les diessen muerte y despues procurassen apaciguar el alboroto. 230 Llegó el dia determinado para executar la sentencia, que fue el 5 de julio de 1731; y haviendo sacado de la carcel al primer reo, que era Don Joseph de Antequera, apenas huvieron llegado con él á la plaza, yá llena de gente vulgar, quando, subiendose uno al cadahalso con atrevido desenfado, gritó por tres veces perdon y correspondió el populacho; viendo esto los que guardaban al reo, dispararon sobre él, y, con la casualidad de ir muy inmediatos dos religiosos franciscos que le auxiliaban, fue inevitable la desgracia de que, alcanzandoles las balas, quedassen muertos con el mismo Antequera; entendido por el virrey el alboroto desde su palacio, salió inmediatamente y, tomando el cavallo de uno de los soldados de su guardia, se hizo presente en la plaza; y como esto no bastasse á contenerlo porque, reducido todo á desorden, no se oía mas que gritería y passaban yá á efectos las amenazas del pueblo, que, con piedras, por falta de otras armas, daba bastantes pruebas de su inquietud, mandó el virrey á la tropa que dispararse sobre todos, y fue suficiente el estruendo de la primera para que huyeran y buscassen el sagrado de sus casas como asylo del peligro, dexando desembarazada la plaza sin que se repitiessen en ella mas desgracias que las primeras, pues aun las descargas de la tropa fueron al ayre y no ofendieron sino á una ó dos personas que se hallaban en los balcones, adonde con extravío pudieron llegar las balas.

231 Desembarazada la plaza y desvanecidos los rumores del motín, se retiró el virrey á su palacio y dió orden para que sacassen á Mena, en quien se executó la sentencia sin la mas leve inquietud ni alboroto. La magestad del señor Don Phelipe V informada de todo este sucesso y haviendo oido á su Consejo de Indias y visto los recursos del cabildo eclesiastico y de la religion de San Francisco en orden á la muerte de sus dos religiosos, aprobó la conducta del virrey y advirtió con severidad al cabildo y religion por querer imputar culpa en lo que solo havia sido casualidad y precision. 232 La execucion de estos castigos causó otras nuevas inquietudes en el Paraguay porque los del partido de Antequera intentaban vengar su muerte y la de Mena en el contrario bando, pero se contuvieron con brevedad y sin que llegasse á tomar cuerpo la dissension con la prision y castigo del que quedó haciendo cabeza. 233 Este caso hizo tan respetable al marqués de Castel Fuerte en todos aquellos reynos que su nombre era bastante para contener el excesso de las extorsiones, para que todos atendiessen con puntualidad á lo que les correspondia segun la obligacion que tenian á su cargo y para que sus ordenes se observassen sin intermission. Este solo caso bastó para que en todo el tiempo que governó no se apartasse ninguno de su deber, y con toda paz, tranquilidad y acierto terminó su govierno con la llegada del successor por febrero de 1736, en cuya ocasion se conoció bastantemente la grande estimacion que hacía de él aquel pueblo, pues, conmovido á sentimiento por su falta, dió vivas muestras del que les ocasionaba su ausencia, circunstancia tan particular que no ha sido regular para con otros de su mismo caracter.

Hasta este punto llega la estimacion que se grangea la justicia quando, distribuida con igualdad, no se tuerce á ningun lado; y aunque en lo pronto sea sensible la severidad en los que la padecen, despues se hace lugar en la razon, y es apreciable su uso en los frutos que facilita á la clemencia. Don Antonio de Mendoza 234 Don Antonio Joseph de Mendoza Caamaño y Sotomayor, marqués de Villa García, que fue nombrado para virrey del Perú, hizo la entrada publica en los Reyes á 4 de enero de 1736, el mismo año en que llegamos á la provincia de Quito con los Individuos de la Academia de las Ciencias de París y en que se dio principio á la medida de los grados terrestres cerca del equador. Los primeros tres años y medio que governó no tuvo otro objeto que el de distribuir la justicia en aquellos pueblos con gran suavidad y acertada prudencia, poniendo toda su eficacia en el fomento de las minas y procurando la conservacion y aumento del Real Erario con el mayor desinteres y sin perjuicio del bien publico, y particularmente de los indios; pero no bien os havia terminado quando empezó á verse rodeado de los cuidados de dos guerras que, no obstante haver sido su govierno bien dilatado en tiempo, le alcanzaron en él una y otra. 235 La primera que arrastró su atencion fue la que contra España declaró la Inglaterra, cuyas centellas llegaron tan vivas al Perú como que era la solicitud del comercio libre de aquellos reynos que la nacion inglesa ha pretendido su principal objeto; y porque esta potencia queria la libertad de tratar en ellos sin ningun respeto á los privativos derechos de la nacion española ni atención á las leyes de las Indias estipuladas y recibidas entre los principales principes de la Europa, puso todo su conato en embarazar la feria de los registros que el año de 1737 havian ido á Cartagena en conserva de los guardacostas que comandaba el theniente general de la armada naval Don Blas de Leso, cuyo expediente no pudo ser muy pronto no obstante la actividad con que el virrey de Lima apresuraba á los comerciantes de el Perú porque estos no tenian prontos sus caudales para baxar á Panamá á hacer los empleos, lo que fue causa de que se dilatasse la salida de la armada del sur hasta el dia 28 de junio de 1739, que se hizo á la vela en el puerto del Callao con registro de 9 millones de pesos á corta diferencia; pero poco tiempo despues de haverse transportado con ellos á Panamá y de estar esperando á que passassen los registros á Portobelo, en el dia 13 de marzo de 1740 fue invadido y tomado este por una esquadra inglesa que comandaba el vice almirante Wernon, cuyo accidente embarazó la celebracion de la fria.

Advertido el virrey de esta pérdida y considerando el peligro que tenin los caudales si permanecian en Panamá, dispuso que la armada del sur retrocediesse con ellos, y, desembarcandolos en Guayaquil, se conduxessen á Quitó, en donde podian permanecer sin peligro, como se executó. 236 Ya por este tiempo, que fue en el mes de julio del año de 1740, haavia llegado al virrey la noticia de que se hacía un armamento bastantemente fuerte en Inglaterra con designio de passar á hostilizar los puertos de la mar del sur; y para hacer oposicion á sus empressas, levantó tres regimientos de tropa reglada, uno de infanteri y dos de cavalleria, hizo que se completassen las compañias del numero de la plaza del Callao y dispuso que se preparassen dos navios de guera de aquella armada, la Concepcion y San Fermin, y que estos passassen á las costas de Chile juntos con el nombrado el Sacramento y otra fragata, el Socorro, armada para el mismo efecto por el comercio de Lima, á fin de que embarazassen la entrada en aquel mar á los navios enemigos ó, al menos, el que pudiessen infestarlo. Assi lo huvieran conseguido si la conducta del comandante de esta esquadra huviesse seguido rigorosamente las ordenes que el virrey le dió en la instrucción, pero como no las cumpliesse con la debida exactitud, resultaron de su omission los daños que hizo el vice almirante Anson con su esquadra y el perjuicio que ocasionó á Filipinas la presa de la nave de aquel comercio al tiempo de volverse de Acapulco porque, reforzandose los navios enemigos en las islas de Juan Fernandez, quedaron capaces de exercer sus hostilidades en los que estaban indefensos y traficaban libremente baxo del seguro de que la esquadra no havia passado á aquellos mares.

237 Luego que con la toma y quema de Paita, sucedida el 24 de noviembre del año de 1741, se reconoció hallarse los enemigos en el mar del sur, previendo el virrey que su principal golpe podria ser sobre Panamá, puso á la vela otra esquadra de quatro navios y un patache á cargo del segundo comandante de aquel mar, dexando al primero privado de él en el Callao y siguiendole causa por la omission y extraviada conducta en la primera expedicion; á la nueva esquadra se le dió orden para que, reconociendo todos los puertos, ensenadas y bahías hasta Panamá, librasse combate al enemigo en cualquier parage donde lo encontrasse, pero que, si no lo hallaba, entrasse en Panamá, desembarcarse las tropas, municiones y viveres que llevaba para socorrer aquella plaza y, formando consejo de guerra con el presidente, executasse lo que se determinasse en él. Esta providencia llegó tan á tiempo que de ella se puede decir pendió la conservacion y libertad de la plaza porque, haviendo fondeado la esquadra en el puerto de Perico el dia 22 de marzo de 1742, tuvo poco despues el presidente la noticia que le participaban de Portobelo de que el 3 de abril acababa de entrar en aquel puerto y en el de Chagres un armamento enemigo compuesto de 53 velas de todos tamaños, comandado por el vice almirante Wernon, y en él 2.500 hombres y 500 negros de desembarco para passar á poner sitio á Panamá; este armamento se havia hecho á la vela de Jamayca, donde estaba prevenido para este fin en consequencia de la noticia que havian recibido de haver entrado el vice almirante Anson en la mar del sur.

Y considerandole empleado en el bloqueo de Panamá por aquella parte, hicieron juicio de que, passando á atacarla al mismo tiempo por la de tierra, sería facil de conseguir, pero les salió el proyecto muy contrario, embarazando su logro el activo celo y atenta providencia del virrey, quien, luego que recibió esta nueva noticia, sin pérdida de tiempo despachó otros dos navios con socorro de gente para la plaza, destacandola de los regimientos que havia levantado y hecho disciplinar en Lima para quando llegasse la ocasion de ser necessario servirse de ellos, los quales embió assimismo viveres, municiones de guerra y dinero para que todo contribuyesse al mayor esfuerzo de la defensa en caso de padecer invasion. 238 Luego que Wernon se hizo capaz en Portobelo del mal estado en que Anson havia quedado con su esquadra y que en vez de ser esta la que bloquease Panamá, como él esperaba, tenia aquella plaza en su defensa el auxilio de la que el virrey havia embiado y estaba socorrida de gente y de toda suerte de municiones, desmayó en las ideas que llevaba formadas; y aunque dió algunas muestras de no desistir de ellas, previniendo bagages y viveres y dando otras disposiciones para la marcha, instruido mejor del estado Panamá y viendo yá remota y ardua la empresa, no continuó en su execucion descaeciendo el fervor con que havia empezado; y ultimamente, haviendo entrado en aquel puerto otro navio inglés con pliegos para él, luego que los recibió, formó consejo de guerra con sus capitanes, y de él resultó hacerse inmediatamente á la vela con el armamento, dexando fuera de los recelos de invasión á Panamá.

239 Quando parecia que los sucessos de la guerra contra ingleses daban tiempo de algun desahogo al virrey, otra nueva y distinta que empezaba á encenderse dentro del mismo reyno llamaba su atencion con no menor cuidado porque las malas consequencias que traía consigo pedian un remedio pronto y unas providencias eficaces para contener los progressos con que se iba adelantando. 240 Tuvo esta su principio en la provincia de Xauxa por haberse sublevado los indios chunchos, cuyos pueblos eran de modernas conversiones en aquella. provincia y de las doctrinas de San Francisco, entre quenes havian proclamado rey á uno que se decia ser descendiente de los reyes incas y el mas inmediato á la linea de succession, siendo opinable tanto su casta como el país de donde era natural, y su intento decia ser el recuperar aquel imperio y poner á los indios en el pie que estaban quando reynaban los incas, adquirir de nuevo la libertad perdida y otras aparentes razones, que son regulares pretextos en los animos quando empiezan á cabilar y disponerse para prorrumpir en la rebelion. Los indios, en quienes por su genio hay mas disposicion que en otras gentes para abrazar la novedad, al oir que havian de tener rey de la sangre real de sus incas, aunque nunca lo fuesse con verdad porque la rusticidad y torpeza de sus entendimientos no les dá luces para entrar en tanta especulacion, que havian de sacudir el yugo del vassallage y de la dominacion española, vivir en sus leyes y costumbres y, lo que mas impression les pudo hacer, que volverian á ser señores de aquellas tierras, aplaudieron conformes el partido de que se les proponia; y negando la obediencia á los cursos doctrineros que los governaban é instruían, los despidieron haciendolos salir de los pueblos y declarando la guerra abiertamente; para dar á esta principio con alguna ventaja que assegurasse sus progressos y continuacion, ocuparon desde luego aquel territorio, que corresponde acia el oriente de las dos provincias de Xauxa y Tarma y de la cordillera real de los Andes, entre los rios de Paucartambo y Tapo ó de Tarma.

241 Recibido esta noticia por el virrey en 21 de junio de 1742 por carta del corregidor de Xauxa, no dilató el embiar á aquel corregidor socorro de armas y municiones de guerra, que era lo que por entonces le hacía falta para poder passar á contener la sedicion; pero haviendo llegado nuevo aviso de los corregidores de Tarma y de Xauxa trayendo relacion mas circunstanciada, se supo por él que el numero de los indios sublevados componia un exercito de 3 mil hombres, que los pueblos de las dos jurisdicciones rayanos al territorio donde estaban se iban passando á ellos con sus mugeres y hijos, que el principal caudillo establecía yá leyes entre los suyos y que, siendo estas tan á medida de los indios, como que ellos mismos las formaban, era de temer que al mal exemplo de los primeros siguiessen los demás pueblos; y, no hallandose estos corregidores con suficientes fuerzas para contenerlos, pedian se les embiasse de Lima las correspondientes á poder executarlo; repitieronse los avisos en los dias 18 y 24 de julio, añadiendo que los indios sublevados marchaban acia Tarma y á las provincias inmediatas, no distando yá de aquel lugar mas que de 8 á 10 leguas. El virrey dispuso que inmediatamente saliessen de Lima dos compañias, una de infanteria y otra de cavalleria, y embió al corregidor otro socorro de armas y municiones, mayor que el antecedente, para que pudiesse salir con gente española y mestiza de su jurisdiccion en oposicion de los sublevados; á este tiempo, el cacique de Tarma havia pedido licencia al virrey para salir con sus indios contra aquellos, ofreciendo entregar al caudillo principal; diósele este permisso con la esperanza de que le fuesse mas facil conseguirlo que á los españoles ó mestizos por ser todo el territorio que ocupaban los sublevados de montaña fragosa, donde aquellos no podian hacer operacion, antes sí recibir mucho daño de los indios, que, acostumbrados á tales parages, son mas ágiles en ellos que en los campos abiertos y llanos y, ocultandose entre los arboles y ramazones, ofenden sin ser sentidos, caminando por ellas con ligereza sin igual y apostandose en los sitios mas ventajosos para hacer la guerra con menos peligro.

Pero ni las diligencias del cacique ni las que practicó el corregidor con la gente que havia armado y tropa que se le embió bastaron á deshacerlos ni conseguir cosa favorable porque, aunque, luego que llegaron á Tarma, salieron de allí en seguimiento de los indios, empezaron estos á retirarse á proporcion y tropa estaria descuidada considerandolos muy apartados; entonces, acometió una partida de ellos tan repentinamente que, sin dar lugar á las providencias de defensa, mataron muchos españoles y mestizos, y entre ellos á dos sacerdotes religiosos franciscos con un lego del mismo orden, obligando á los demás á que precipitadamente se retirassen. 242 La gloria de este sucesso aumentó en los indios el atrevimiento; y adelantandose acia Pasco, llegaron á 12 leguas de esta poblacion y entraron en la de Villacapampa, que solo dista de Lima 40 leguas; esta, aunque parece en el nombre á la en que estuvieron retirados los Incas Savri Tupac y Rupac Amarú, es, en efecto, distinta de ella, pues se halla situada en la provincia de Canta, que corresponde al oriente de Lima alguna cosa mas acia el nordeste, quando la otra cae al oriente algo inclinado para el sur de la ciudad de Guamanga y en la provincia de Villcas, que corresponde casi al sueste de Lima. La ossadía, pues, de los indios llegó á tanto que los oficiales reales de Pasco empezaban á disponerse para desamparar aquel lugar y assar á otro, donde estuviessen seguras las Caxas reas de su cargo; pero en el interin que el virrey, á quien se lo participaron, determinaba el parage mas propio y comodo para passarlas, levantó gente el theniente de corregidor de Xauxa, Don Benito Troncoso, y, passando á su defensa, consiguió que se retirassen los indios, dexando muchos muertos y otros prisioneros, de cuyo ultimo numero fueron dos de los mas principales que componian la conjuracion, y el uno de ellos primo del que hacia cabeza; este declaró havia 30 años que se estaba preparando y que él se havia empleado en las disposiciones de ella todo este tiempo, prueba bastantemente convincente de la lentitud con que aquellas gentes dirigen sus acciones pero no menos del sigilo que observan en ellas, pues es regular que sea el primer aviso ó noticia que se tiene de sus conjuraciones la misma irrupcion con que les dan principio.

243 A proporcion que los indios tardan en tomar sus resoluciones ó ponerlas en execucion, se ha experimentado á veces su constancia en ellas, y assi sucede en la rebelion de los de Chile, y se ha acreditado con la de estos ultimos porque, de una parte, el no llegar á verse vencidos totalmente y, de otra, su poca sensibilidad en las pérdidas y muertos que sufren en la continuacion de la guerra y la gran facilidad con que se pueden mantener en todos parages alienta en ellos la esperanza de salir con sus intentos; y no haciendo reflexion en los daños que reciben, mantienen la guerra tenazmente hasta llegar á su fin, que suele ser dificil quando tienen paises fragosos adonde retirarse; assi atendida la proporcion de la pérdida, quedan ellos mas ufanos con matar á un español y passear la cabeza y haciendo alarde de tan pequeño triunfo que sentidos de que esta les haya costado un millar de los suyos y el abandono del terreno. Sus prevenciones para la guerra se reducen á solos sus cuerpos, sin haver menester tiendas, bagage ni otra cosa alguna de las que son regulares en los exercitos; los arboles de aquellos montes les proveen de armas, haciendo cada uno de sus maderas las que necessita, y les subministran el alimento porque, yá sea de las frutas silvestres que crian, yá de las raices de las yervas ó simientes ó ya de los animales ó aves montaraces que encuentran, hacen sus provisiones á proporcion que las consumen; la pérdida de terreno no les incomoda pues, como tienen lo mismo en el inmediato que en otro apartado de él 20 ó 30 leguas, no les es sensible dexar aquel y retirarse á este; sus exercitos son muy ligeros porque, no haviendo cosa que las embarace, se mueven con prontitud de unas partes á otras; en las batallas exponen las vidas barbaramente y, aunque les sea preciso retirarse, siempre encuentran el campamento hecho y los almacenes para su provision abastecidos.

244 Estos motivos fueron tan poderosos para dilatar tanto aquella guerra que no alcanzaron á terminarla las repetidas providencias del virrey, embiando gente, armas y municiones, porque, assi que se veían algo estrechados, se retiraban á lo espeso de la montaña, donde no era possible seguirlos con exercito por la mucha espesura de los bosques, que solo ellos, como acostumbrados á andar por tales parages, podian entrar venciendo fragosidades, cienagas, quebradas y laderas y algunos bosques espinosos, donde todo el suelo se halla sembrado de espinas largas de dos pulgadas y tan recias como si fueran de acero, de cuya calidad es todo aquel territorio; assi, señoreandose de las malezas, quedaban siempre en aptitud de volver sobre los españoles quando las consideraban, despues de algunos dias, menos cuidadosos, cansados ó retirados por falta de viveres de aquellos parages, adonde havian llegado en su seguimiento. 245 El virrey recibia frequentes avisos del estado de esta sublevacion y, á proporcion que sucedian los accidentes, procuraba dar las providencias correspondientes; pero reconociendo que nada aprovechaban estas para extinguirla de una vez, que nuestra gente apenas llegaba á la fragosidad y aspereza de la montaña quando le faltaba la agilidad para manejar las armas, necessitando de toda su fuerza é industria para vencer la dificultad de los passos y que en estos era donde peligraban los mas con los ardides de las emboscadas que el enemigo les prevenia, determinó seguir el partido de que se pusiesse toda la atencion en contenerlos para que no pudiessen salir de los paises montañosos, incultos ó no habitados por españoles á los que son pertenecientes de las otras provincias sus circunvecinas, siendo las faldas orientales de la cordillera real de los Andes divission y lindero de unos y otros, á fin de estorvar de este modo assi el daño que los indios levantados podian hacer en las poblaciones puestas en obediencia como el de que los indios de estas tuviessen ocasion de passar á juntarse con los tumultuados y acrecentar su numero.

Para ello, mandó que entre los corregidores de Tarma y Xauxa, los oficiales que havian ido mandando la tropa y las personas hábiles en la guerra, prácticas del país y capaces en las maximas con que los indios la hacen se formasse un consejo de guerra y se executasse lo que en él se determinasse por mas conveniente; las resultas de esta junta fueron que se procurasse recuperar los pueblos de Quimiri y Chanchamayo, de que se havia apoderado el rebelde, practicando desde ellos frequentemente sus correrías en las haciendas y tras habitaciones de los vecinos valles, y tenia en continua amenaza las demás poblaciones comarcanas, y que en Quimiri se hiciesse fuerte parte de la tropa que se havia embiado de Lima para guardar aquel lugar, el qual se consideraba importante por ser la garganta donde se juntan los tres caminos que dan passo á las montañas ocupadas por los indios. 246 Quimiri es un pueblo de conversiones situado á la parte del norte del rio Tapo ó de Tarma, inmediato á él, y al oriente del Ulucumayo ó de Ocsabamba, en el qual parece que, quando empezaron á poblarse aquellas provincias por los españoles, conociendo lo árduo de continuar las conquistas por aquella parte acia el oriente, provenido de la áspera fragosidad y mucha montaña de que se compone el país, establecieron una fortaleza con el designio de que sirviesse de terminos á lo conquistado y de freno á las naciones barbaras que habitaban de allí en adelante; en esta se hizo despues el convento de San Francisco, cuya religion tenia á su cargo la conversion de aquellas gentes y el pasto espiritual de las que, haviendo abrazado la religion christiana, estaban reducidas á vivir en poblaciones.

Resuelto, pues, lo que se havia de hacer para recuperarlo, salieron los corregidores de Xauxa y Tarma con la gente que pudieron levantar en sus jurisdicciones y la tropa que de Lima havia embiado el virrey; pero como el rebelde huviesse llegado á comprehender esta idea y no tuviesse entera confianza en sus fuerzas, dexó el pueblo y se retiró á la montaña con los suyos; assi, quando llegaron las tropas, lo encontraron desamparado y sin dificultad volvieron á ocuparlo. Resolviendo en fuerza de lo antes determinado, que se reparasse el fuerte para que pudiesse quedar en él la tropa que lo havia de guardar, se hizo una estacada y otras obras, y quedó con su mando Don Febricio Bártoli, capitan de una de las compañias que en Lima se havian levantado, con un subtheniente, Don Pedro de Escobar, y noventa y dos hombres de tropa reglada, viveres y municiones de guerra en bastante cantidad para las fuerzas del fuerte, que consistian en quatro pequeños cañones de campaña llevados de Lima por disposicion del virrey con indecible trabajo por las incomodidades del camino y un pedrero que se mantenia en aquel sitio de los que guarnecieron la primitiva fortaleza; dispuesto todo en esta forma, se retiraron los corregidores con el resto de la gente á sus respectivos lugares para atender á la defensa de otros parages porque el rebelde se havia dexado ver en el pueblo de Guancabamba, tambien de la jurisdiccion del corregimiento de Tarma, y tenia á sus habitadores en gran consternacion.

247 Luego que los sublevados tuvieron noticia de haverse retirado la mayor parte de la gente que de aquellas dos provincias havia salido contra ellos y de lo que se havia dispuesto para conservar en pueblo de Quimiri, dexaron á Guancabamba y passaron á sitiar la restablecida fortaleza, en la qual, aunque era bastante el numero de gente que con Don Fabricio havia quedado para su defensa, no assi para hacer salida contra la muchedumbre de indios sublevados porque, siendo yá esto á los fines del año de 1743, se havia aumentado considerablemente con los que se le agregaban de las provincias subordinadas. Passados aquellos dias en que los indios probaron con algunas tentativas la impossibilidad de ganar el fuerte, mudaron de idea y resolvieron bloquearlo para lograr por este medio el fin que no les era assequible por el de la fuerza y, tomando los passos, le cortaron enteramente la comunicacion con las provincias inmediatas, para lo qual, quemaron los puentes que estaban en los parages retirados y se hicieron dueños del balseadero de Chanchamayo, que era el parage mas cercano por donde se mantenia la comunicacion con aquel pueblo. Es de advertir que para passar de la provincia de Tarma á Quimiri se hace preciso atravesar el rio Tapo, el qual tanto por su mucha rapidez y caudal quanto por la anchura que tiene solo lo permite en un parage que es el que nombran el balseadero de Chanchamayo, distante de Quimiri cosa de 6 leguas; allí, haciendo algun remanso las aguas, dan lugar á que se consiga en balsas de totora; que yá se dixo ser lo que en España llaman enea; y aunque en otros sitios donde se estrecha admite puentes, están yá á mayor distancia y son de mucho extravío.

Don Fabricio, pues, experimentó dentro de poco las malas resultas del bloqueo porque, llegando á corrompersele los viveres que le quedaron por la mala naturaleza del temple, en estremo cálido y humedo, quando havia hecho juicio de que tendria bastimentos para seis meses, se halló sin ellos y impossibilitado de recibirlos porque, apostandose los indios en varias emboscadas cerca del balseadero, se havian apoderado de los dos primeros socorros de mantenimientos que de Tarma se le embiaban, poniendo en la ultima estrechez con su falta á los españoles; reconociendo estos su situacion y no ser bastantes para dar batalla y hacerse dueños del balseadero como tambien que no tenian yá recurso para conservar la vida, quisieron admitir capitulaciones con que los indios les brindaron desde el principio. Pero, ensobervecidos ellos despues con la consideracion del estado de necessidad á que tenian reducidos á sus contrarios, no quisieron concederles otros partidos que el de que los pondrian de la otra parte del rio para que se retirassen á Tarma con la condicion de que les havian de dexar todas las armas, municiones y quanto tenian dentro del fuerte, aun hasta la misma ropa que vestian, cosa que le pareció á Bártoli tan indecorosa que no la podrian justificar aun las estrechas circunstancias en que se hallaba; assi, no quiso poner tanto lunar en las armas del rey y con honor digno de mejor fortuna se determinó á sacrificar la vida peleando; seguido de los suyos en tan gloriosa resolucion, deliberaron entre todos poner fuego á lo que quedaba en el fuerte, enclavar los cañoncillos y las armas de fuego que les sobraban y salir á campaña á probar la suerte, por si á esfuerzos del valor podian ganar el passo del rio, aunque yá esto era en ocasion tan poco favorable que los indios tenian quemadas las balsas; salieron, pues, del fuerte y, luego que fueron sentidos, dieron sobre ellos los indios, pero, aunque muy disminuido el numero de los españoles por los que la necessidad y el mal temple havian consumido, el buen orden y disposicion de Don Fabricio les facilitó una retirada tan acertada que, á haver encontrado las balsas prontas, huviera podido escapar la mayor parte; llegaron, en fin, á las orillas rápidas de aquel rio y, hallandose burlados en sus concebidas esperanzas, hicieron frente al enemigo que les carga y, batallando, murieron todos á excepcion de uno ó dos, que, viendose yá solos, se rindieron, y los indios, aunque barbaros, no lo fueron tanto en esta ocasion que les quitassen las vidas, antes se las concedieron y mantenian como prisioneros.

248 El mísero estado y estrechez de los del fuerte se supo en Tarma y en Lima por el padre Lorenzo Muñoz de Mendoza, á el qual, haviendo quedado en Quimiri con la tropa y sido interlocutor entre los indios y españoles para las capitulaciones que se trataban, havian dado los primeros passo franco para que saliesse á Tarma; en inteligencia de ello, ofreció al virrey Don Benito Troncoso introducir socorro en él con tal que se le aprontassen 150 hombres; y como era este assunto el que por entonces llenaba toda la atencion del virrey, sin pérdida de tiempo se le despachó la gente y con ella bastante numero de armas, municiones de guerra y viveres. Este socorro tuvo la infelicidad de que se malograsse toda su diligencia; y al llegar al balseadero, se descubrió de la otra parte del rio á los indios que ocupaban la playa para defender el passo, disparando para ello con uno de los cañoncillos que tenia el fuerte; y advirtiendo los nuestros que los indios estaban vestidos con la ropa de la trona y de sus oficiales y que, al haver percibido el socorro, formaban grande alboroto de gritos y bayles, dando á entender la alegria que les causaba el arribo de la nueva gente como que en ella se les prevenian mas despojos y que, poniendo en las lanzas los ropages indicios de su victoria, los tremolaban anunciando con esta demostracion lo que havia sucedido, determinó Troncoso no passar adelante con la empressa, considerando ser yá inutiles sus tentativas infiriendo de las funestas señales que se les presentaban á la vista haver yá perecido á manos de los barbaros los que iba á socorrer; este juicio se confirmó despues con la noticia individual de lo que queda dicho por algunos indios que se hicieron prisioneros y por otros que, de resultas de los pequeños reencuentros que se ofrecieron, passaban á proponer capitulaciones.

249 Con la noticia que Troncoso participó al virrey despues de haverse restituido á Tarma de lo que havia observado en los indios y que no era dudable havia perecido á sus manos Don Fabricio con todos los suyos, conociendo quan dificil era mantener el pueblo y fortaleza de Quimiri por su situacion y ser inevitable el que huviesse por allí algun lugar fuerte que sirviesse de freno á la ossadía de los indios para contenerlos, estorvando que pudiessen adelantar sus empressas, se determinó dexar abandonado el de Quimiri y construir otro en la orilla contraria del rio inmediato á el balseadero, en cuyo parage podria ser socorrido sin dificultad; de este sentir havian sido algunos de los que concurrieron á el consejo de guerra en que se resolvió fortalecerse en Quimiri, y no se siguió desde luego, como huviera convenido, porque tuvo en su oposicion el de otros que se persuadian debia conservarse aquel con el débil fundamento, aunque á su parecer muy sólido, de que en los primitivos tiempos, para haverlo elegido, se havria hecho atencion á todos los reparos que se debian tener presentes, sin que sirviessen de obstáculo los que en esta ultima ocasion se reflexionaban, y que, pues, havian dado la preferencia á aquel parage sería, sin duda, porque desde él quedaban resguardadas las tres salidas que de la montaña daban passo á las provincias de la sierra, cuya ventaja no se lograba tan completamente haciendolo á la otra vanda del rio. 250 En esta conformidad, continuó aquella guerra el resto de este virreynato, acercandose á las provincias reducidas unas veces y retirandose otras, segun las ocasiones y coyunturas que les proporcionaban los sucesos á los indios, pero no adelantaron hasta el mes de julio del año de 1745, que el virrey entregó el govierno á su succesor, otra cosa considerable.

251 Entre las maximas que el sublevado siguió para atraer á sí á los indios y que los yá arraygados y firmes en la religion catholica no tuviessen por la falta de su uso obstáculo en inclinarse á su partido, fue la de publicar en una de sus leyes que entre todos los indios no se havia de seguir otra que la catholica romana; y, para ello, estableció tambien que se ordenassen los indios y ocupassen las dignidades eclesiasticas, prometiendoles que se establecerian escuelas donde se instruyessen los que huviessen de seguir esta carrera, y que, para la primera enseñanza, admitirla á los padres de la Compañia y no á otros sacerdotes seculares ó regulares, en cuya forma lo dió á entender en las ocasiones que embió embaxadores á Tarma, y expressamente lo hizo pidiendo padres de la Compañia para que fuessen sus curas, les dixessen missa y enseñassen, dando por razon de esta su particular atencion la de que estos padres no llevan en sus missiones otro fin que el de ensalzar la religion y hacer que brillasse el culto del verdadero Dios. Al mismo tiempo que hacía ostentacion de unas maximas y razones al parecer tan bien fundadas, se sabía no eran estas libres de hypocresía y que su autor se hallaba envuelto en varias supersticiones, siendo solo su fin con estas apariencias el de que los indios de nuestras poblaciones no tuviessen embarazo en seguirle; y para lograrlo, hacía poner una cruz en medio de su real y fabricar con ramazones y hojas una capilla, donde colocaba otra y una imagen de Nuestra Señora, pero, en lo interior, él y los suyos idolatraban y estaban llenos de tantos errores que los mas razonables de los que le acompañaban conocian en este particular el extravío de su conducta y lo daban á entender á los españoles en las ocasiones que se ofrecia hablar entre los dos campos.

252 Aunque la guerra contra los ingleses calmó en aquellos mares con la retirada de Anson, no fue esto bastante para que el virrey dexasse de continuar los armamentos; todos los años embió uno á las costas de Chile, precabiendose con esta providencia de que sucediessen nuevas hostilidades en ellas si entraban otros navios enemigos; no omitió diligencia alguna para tener bien proveidas las plazas maritimas y que estuviessen en buen estado quando se ofreciesse la ocasion, aumentó las fortificaciones en la del Callao y hizo en ella otras obras, assi en el reparo de la artilleria como en los demás assuntos que eran correspondientes á la coyuntura, dignos todos de ser perpetuados en la memoria. Y teniendolo en este estado, entregó el mando de aquellos reynos á su successor y, embarcandose en el puerto del Callao en el navio el Hector, que con vandera y tripulacion francesa, llevando registro de España, havia passado á aquellos mares, emprendió el viaje por el cabo de Hornos, aunque no tuvo la felicidad de concluirlo porque, estando en la altura de 33 grados 16 minutos austral, despues de haver passado al mar del norte, falleció la noche del dia 14 al 15 de diciembre de 1746, de edad de 79 años, 9 meses y 2 dias; sus huessos fueron extrahidos del cadaver y, juntos, con el conducidos en el mismo navio hasta las islas de Canarias y, de allí, á Cadiz, donde fue depositado el 22 de marzo de 1747 en el panteon de los religiosos del convento de San Francisco por su hijo Don Mauro de Mendoza, del Consejo de Su Magestad en el de Indias, que le havia acompañado todo el tiempo que estuvo ausente de España.

253 El grande amor con que se señalaba el afecto de este virrey en el servicio y obsequio de su principe no le permitió passasse su govierno sin una publica y perpetua demostracion que lo recordasse; la hermosa estatua equestre del señor Don Phelipe V colocada en 1738 sobre el magestuoso arco que, acompañando el puente del Rimac, sirve de entrada á la ciudad de Lima fue de ello un perpetuo testimonio, y lo serán de su acertada conducta en el govierno de aquellos reynos las arregladas providencias que dió para su defensa en el espacio de casi cinco años de guerra sin intermission y para las con que atendió á subsanar los quantiosos gastos que con este motivo se ofrecieron á la Real Hacienda, en cuya distribucion se supo manejar tan diestramente que sin que el publico lo llegasse á padecer en sensible grado, y, sin que el Real Erario huviesse de soportar todo el expendio, atendió á ellos con la actividad y celo que lo pedian las ocasiones. Don Fernando VI de este nombre 254 El rey nuestro señor Don Fernando de Borbón, VI de este fausto nombre, nació en Madrid á 23 de septiembre de 1713, hijo de los señores Don Phelipe V y Doña Maria Luisa Gabriela de Saboya, reyes de España. Su nacimiento, aunque de principe entonces tercero en el orden de sus hermanos, incluyó circunstancias que dieron á entender los destinos con que para bien de España salia á la luz del mundo, anunciandolo la conclusion de la paz que en el mismo año y poco antes se havia assegurado; y no siendo menores los cuidados de su educacion que los que el rey su padre hizo regulares en sus hijos, tampoco lo fueron menos dignos de su real sangre los frutos que muy desde luego empezaron, mas que á conocerse, á admirarse.

Las ciencias que mas convienen y pueden ilustrar á un principe, quando le buscaban asylo, le han hallado por un grado de suma benevolencia professor; la politica con el epiteto de christiana, la jurisprudencia, las mathematicas y la filosofia le contribuyeron gustosas sus mas ciertas maximas, las mas acertadas disposiciones y leyes, los mas evidentes axiomas y theoremas y las mas utiles noticias para que de todas pudiesse formar el arte de reynar, á cuyo exercicio le terminaba la alta providencia. Por muerte de sus hermanos, vino á quedar principe de Asturias y por la de Phelipe V, su padre, succedió en esta Corona el dia 9 de julio de 1746. El estado en que estaba la monarquia por la continuacion de tantas guerras como la han afligido requería un príncipe que, renovando las glorias de los Fernandos, la restableciesse á una floreciente abundancia y á un grado de autoridad correspondiente á su grandeza y al honor de la nacion, fomentasse las ciencias y las artes, distribuyesse fielmente la justicia entre los subditos, promoviesse la virtud y, por mejor decirlo, conduxesse con su aplicacion al fin los comenzados cimientos que á la grande obra de la felicidad y progressos de España dexó echados la sublime penetracion del rey Don Phelipe V, que esté en gloria, y que todo se lo prometen estos reynos viendo que se verifica el logro de sus esperanzas; la eleccion de ministros sabios, rectos, desinteressados y vigilantes, la atencion al despacho, á las Audiencias y á la distribucion de la justicia, el esmero en los adelantamientos del comercio, en la menos gravosa administracion de las rentas y en el alivio de los vassallos son bienes que, saque de presente posseidos den idea de lo que es, la forman mucho mayor de lo que podrá esperar de los aciertos las solicitudes de un paternal amor que experimenta, no sabe otro modo de recompensarlas que con el gusto de la obediencia y con el deseo de perpetuarlas por siglos con la vida del principe que se las dispensa.

Y cumpliendo nosotros con el methodo de nuestra obra, continuaremos la narracion de lo sucedido en el Perú durante su reynado en el virreynato que se sigue. Don Joseph Manso y Velasco 255 Don Joseph Manso y Velasco, I conde de Superunda, del orden de Santiago, theniente general de los reales exercitos, siendo presidente, governador y capitan general del reyno de Chile, por el notorio merito y acertada conducta con que governaba aquel reyno y por el celo con que se habla distinguido en él, fue nombrado para succeder en el virreynato del Perú y hizo su entrada en los Reyes el 12 de julio de 1745, tomando el mando en ocasion tan critica como la de estar empleadas sus fuerzas y tesoros en el objeto de las dos guerras, á que fue forzoso dedicasse desde luego su aplicacion continuando con gran fervor en las disposiciones que dexó entabladas su antecessor. A un tiempo, pues, llevaron su atencion las fuerzas maritimas y las terrestres, disponiendo una expedicion contra los indios sublevados en las vecindades de Tarma y Xauxa, cuyo mando puso á cargo del general de Callao, Don Joseph de Llamas, marqués de Mena Hermosa, mariscal de campo de los reales exercitos y cabo principal de las armas de los reynos del Perú, dandole fuerzas suficientes y el mas poderoso auxilio que podia necessitar para que, allanando las dificultades de la montaña, entrasse en ella y no cessasse en la empresa hasta dar fin á la pacificacion y reducion de los indios, apressando al principal caudillo ya fuesse por el medio de la fuerza ó reduciendolo por capitulaciones á que desistiesse totalmente de las inquietudes y alborotos que ocasionaba con sus extraviadas ideas y se conviniesse á entrar en la debida razon con todos los suyos; á este fin y al de reducirlo por medio pacificos, suaves y razonables, dispuso que al mismo tiempo fuessen padres de la Compañia á persuadirlo y brindarle con la paz, cuya providencia huviera sido no menos acertada que la de embiar la tropa si en aquellas gentes y paises no concurrieran circunstancias tales que dificultan el éxito de las empressas.

256 Esta expedicion se hizo en Lima el 15 de julio de 1745; el general Don Joseph de Llamas se puso con la tropa en las fronteras de Tarma y, estando cierto del parage donde los indios campaban, hizo una entrada en la montaña en su busca, pero encontró embarazos tan insuperables en sus fragosidades y malezas que se vio precisado á retroceder quando, fatigada su gente y haciendoseles estraño el clima considerablemente, empezaban á enfermar y morir por no poder soportar tanta fatiga; animados los indios con esta retirada, cobraron nuevo atrevimiento y, sorprendiendo uno de los pueblos de aquella provincia, lo saquearon enteramente, llevandose consigo la gente que encontraron en él y la dieron muerte á flechazos, á excepcion de un clerigo que le concedieron la vida, y á este lo embió el rebelde á Lima con una carta para el virrey llena de los despropositos que yá en otras havia expressado al marqués de Villa Garcia. 257 No era menor el cuidado del actual virrey por lo respectivo al mejor estado de las plazas; y siendo la mas inmediata á la capital la del Callao, la visitaba frequentemente ordenando aquellas obras que conducian á ponerla en el estado de su mayor fuerza, sirviendose para este fin de la conducta y pericia de Don Luis Godin, cathedratico de mathematicas de la Universidad de San Marcos de Lima y geographo de Su Magestad, el qual, como yá diximos, fue promovido á estos empleos en el govierno del virrey antecessor. 258 Uno de los contratiempos mayores que se podian experimentar hizo infausto el segundo año de este virrey y fue que, sobreviniendo un repentino terremoto, dexó totalmente arruinada aquella capital el 28 de octubre de 1746, cuya noticia individual queda dada en el capitulo VII libro primero de esta segunda parte; el virrey, con su acostumbrada madurez, dió inmediatamente todas las providencias que conducian al puntual abasto de los mas precisos alimentos y las que eran correpondientes para contener los desordenes y evitar los latrocinios.

Su primera diligencia fue desembarazar la sala de armas, que estaba dentro de su palacio, y volver á poner en estado de servicio las regulares tropas que mantiene aquella capital; de esta diligencia, passó la atencion á que se sacassen los caudales enterrados, assi del rey como de particulares, para que no huviesse tiempo de que los mal intencionados pudiessen abstraer lo que no les pertenecía y, sin que uno ni otro le sirviese de estorvo, dispuso que se fabricasse un fuerte en parage conveniente que tuviesse guardado el puerto del Callao, cuyas providencias son dignas del mayor aplauso. 259 No podemos decir del govierno de este virrey mas que sus principios porque se halla en ellos actualmente, pero se puede presumir que, á correspondencia de estos, continúen sus aciertos porque tiene bastantemente acreditada su conducta, y á nosotros se nos proporcionó la coyuntura de experimentarla y conocerla quando estuvimos sirviendo en las costas de Chile. 260 Para el mayor lucimiento y amplificacion de esta obra, ha parecido conveniente adornarla con los retratos de los reyes que el Perú ha reconocido desde el primer Inca Manco Capac hasta el señor Don Fernando VI, que al presente reyna, sobre lo qual se debe advertir que, aunque los indios no posseyeron el arte de la pintura, al menos con alguna perfeccion se retrataban con modelos que hacian de barro y, sobre ellos, sacaban copias en bulto entero ó á medio relieve, unas veces en oro vaciado y con la prolixidad y delicadeza que yá queda notado, otras en piedra, y en uno y otro copiaban las faciones de los rostros imitandolos, á los que se puede congeturar con la mayor propiedad; valiendose, pues, como de originales de estos modelos, sacaron en el Perú dibuxos de todos los reyes Incas, por los que se han encontrado distinguibles de los demás modelos pertenecientes á otros indios ó yá en las insignias reales ó yá entre sí por lo particular de los atributos con que los adornaban y correspondian á los nombres que havian tenido en vida y eran acomodados á significar sus costumbres, genio y propiedades. Sobre estos dibuxos se gravó una lamina en Lima, cuyas estampas son yá tan escasas que se encuentran con mucha dificultad, y de una de ellas se ha sacado ahora la copia de los retratos que pertenecen á los reyes Incas y acompañan esta succession de ellos; los reyes de España que siguen van conformes á los retratos originales que se conservan en esta corte, haviendose procurado imitarlos en la copia con la mayor prolixidad y atencion. FIN

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