Cristóbal de Tapia, que fue como gobernador a México

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Cristóbal de Tapia, que fue como gobernador a México Poco después que México se ganó, fue Cristóbal de Tapia, veedor de Santo Domingo, por gobernador de la Nueva España. Entró en Veracruz, presentó las provisiones que llevaba, pensando hallar valedores por amor del obispo de Burgos, que lo enviaba, y amigos de Diego Velázquez que le favoreciesen. Le respondieron que las obedecían; mas, en cuanto a su cumplimiento, que vendrían los vecinos y regidores de aquella villa, que andaban ocupados en la reedificación de México y conquistas de la tierra, y harían lo que más conviniese al servicio del Emperador y Rey, su señor. Él sintió enojo y desconfianza de aquella respuesta; escribió a Cortés, y marchó al poco tiempo para México. Cortés le respondió que se alegraba de su venida, por la buena conversación y amistad que habían tenido en tiempos pasados, y que enviaba a fray Pedro Melgarejo de Urrea, comisario de la Cruzada, para informarle del estado en que la tierra y los españoles estaban, como persona que se había hallado en el cerco de México, y le acompañase. Informó al fraile de lo que había de hacer, y dispuso que Tapia fuese bien provisto por el camino; mas, para que no llegase a México, determinó salirle al camino, dejando el de Pánuco, que tenía a punto. Los capitanes y procuradores de todas las villas que allí estaban no le dejaron ir; por lo cual envió poderes a Gonzalo de Sandoval, Pedro de Albarado, Diego de Valdenebro y fray Pedro Melgarejo, que ya estaban en Veracruz, para negociar con Tapia; y todos juntos le hicieron volver a Cempoallan, y allí, presentando sus provisiones otra vez, suplicaron de ellas para el Emperador, diciendo que así cumplía a su real servicio, al bien de los conquistadores y paz de la tierra, y hasta le dijeron que las provisiones eran favorables y falsas, y él incapaz e indigno de tan grande gobernación.

Viendo, pues, Cristóbal de Tapia tanta contradicción y otras amenazas, se volvió por donde fue, con grande afrenta, no sé si con moneda; y aun en Santo Domingo le quisieron quitar el oficio la Audiencia y gobernador, porque fuera a revolver la Nueva España, habiéndole mandado que no fuese bajo gravísimas penas. También fue luego Juan Bono de Quexo, que había ido con Narváez como maestre de nao, con despachos del obispo de Burgos para Cristóbal de Tapia. Llevaba cien cartas de un tenor, y otras en blanco, firmadas por el mismo obispo, y llenas de ofrecimientos para los que recibiesen por gobernador a Tapia, diciendo que Cortés había faltado a la obligación de servir al Emperador; y una para el mismo Cortés con muchas mercedes si dejaba la tierra a Cristóbal de Tapia, y si no, que le sería contrario. Muchos se alteraron con estas cartas, que eran ricas; y si Tapia no se hubiera marchado, hubiera habido novedades; y algunos dijeron que no era mucho hubiese comunidad en México, pues la había en Toledo; mas Cortés lo atajó sabia y halagüeñamente. Los indios asimismo cambiaron con esto, y se rebelaron los cuixtecas, los de Coazacoalco, Tabasco y otros, lo cual les costó caro.

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