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Datos principales


Desarrollo


Capítulo deziseis En que se trata del dios llamado Ixtlilton, que quiere dezir "el negrillo", y también se llama Tlaltetecuin A este dios hazíanle un oratorio de tablas pintadas, como tabernáculo, donde estava su imagen. En este oratorio o templo havía muchos lebrillos y tinajas de agua, todas estavan atapadas con tablas o comales; llamavan a este agua tlílatl, que quiere dezir "agua negra". Y cuando algún niño enfermava, llevávanle al templo o tabernáculo de este dios Ixtlilton y abrían una de aquellas tinajas y davan a bever al niño de aquel agua y con ella sanava. Y cuando alguno quería hazer la fiesta de este dios por su devoción, llevava a su imagen a su casa. Esta imagen no era de bulto, ni pintada, sino era uno de los sátrapas que se vestía los ornamentos de este dios, y cuando le llevavan ívanle encensando delante con humo de copal. Como llegava esta imagen a la casa del que havía de hazerle fiesta con danças y cantares, como ellos usavan, porque esta manera de dançar y bailar es muy diferente de nuestros bailes y danças, pongo aquí la manera que tienen en estas danças o bailes que por otro nombre se llaman areitos, y en su lengua se llaman maceoaliztli. Juntávanse muchos de dos en dos, o de tres en tres, en un gran corro según la cantidad de los que eran, llevando flores en las manos y ataviados con plumajes; hazían todos a una un mesmo meneo con el cuerpo y con los pies y con las manos, cosa bien de ver y bien artificiosa; todos los meneos ivan según el son que tañían los tañedores del atambor y del teponaztli.

Con esto ivan cantando con gran concierto todos y con bozes muy sonoras los loores de aquel dios a quien festejavan. Y lo mismo usan agora, aunque endereçado de otra manera; endereçan los meneos con tenencias y atavíos conforme a lo que cantan, porque usan diversíssimos meneos y diversíssimos tonos en el cantar, pero todo muy agraciado y aun muy místico. Es el bosque de la idolatría que no está talado. Llegado como esta dicho la imagen de este dios a la casa del que la festejava, lo primero que hazían era comer y bever, después de lo cual començavan la dança y cantar del dios a quien festejavan. Después que este dios havía bailado con los demás gran rato, entrava dentro de casa a la bodega donde estava el pulcre o vino que ellos usavan en muchas tinajas, todas atapadas con tablas o comales embarrados, las cuales havía cuatro días que estavan atapadas. Este dios abría una o muchas, y a este abrimiento llamavan tlayacaxapotla, que quiere dezir esto: "abrimiento primero" o "vino nuevo". Hecho este abrimiento, él y los que ivan con él bevían de aquel vino y salíanse fuera al patio de la casa donde se hazía la fiesta; y ivan donde estavan las tinajas del agua negra que eran dedicadas a él, y havían estado cerradas cuatro días, y abríalas este mismo que era la imagen de este dios. Y si después de abiertas estas tinajas parecía en algunas de ellas alguna suziedad, como alguna pajuela o cabello o pelo o carbón, luego dezían que el que hazía la fiesta era hombre de mala vida, adúltero, o ladrón, o dado al vicio carnal, y entonce le afrontavan con dezirle que alguno de aquellos vicios estavan en él, o que era sembrador de discordias o de zizañas; afrontávanle en presencia de todos.

Y cuando aquel que era la imagen de este dios salía de aquella casa, dávanle mantas, las cuales llamavan ixquen, que quiere dezir "cubertura de la cara", porque quedava avergonçado aquel que havía hecho la fiesta, si alguna falta se hallava en el agua negra. La manera de atavíos de este dios se pondrá al fin de este libro. El Capítulo dezisiete Habla del dios llamado Opuchtli, el cual era tenido y adorado en esta Nueva España Este dios llamado Opuchtli le contavan con los dioses que se llamavan tlaloques, que quiere dezir "habitadores del paraíso terrenal", aunque sabían que era puro hombre. Atribuían a este dios la invención de las redes para pescar peces, y también un instrumento para matar peces que le llaman minacachalli, que es como fisga, aunque no tiene sino tres puntas en triángulo, como tridente, con que hiere a los peces; y también con él matan aves; también éste inventó los lazos para matar las aves y los remos para remar. Cuando hazían fiesta a este dios los pescadores y gente del agua, que tienen sus granjerías en las aguas -al cual tenían por dios- ofrezíanle cosas de comer y vino de lo que ellos usavan, que se llama uctli, y por otro nombre se llama pulcre. También le ofrezían cañas de maíz verdes, y flores, y cañas de humos que llaman yietl, y encienso blanco que llaman copalli, y una yerva olorosa que se llama yiauhtli sembravan delante de él como cuando echan juncos cuando se haze processión. Usavan también en esta solennidad de unas sonajas que ivan en unos báculos huecos que sonavan como cascaveles, o casi.

Sembravan también delante de él un maíz tostado que llaman mumúchitl, que es una manera de maíz que cuando se tuesta rebienta y descubre el meollo y se haze como una flor muy blanca; dezían que éstos eran granizos, los cuales son atribuidos a los dioses del agua. Los viejos sátrapas que tenían cargo de este dios y las viejas dezíanle los cantares de su loor. La imagen de este dios es un hombre desnudo y teñido de negro todo, y la cara pardilla, tirante a las plumas de la codorniz. Tenía una corona de papel de diversos colores compuesta a manera de rosa que las unas hojas sobrepujan a las otras, y encima tenía un penacho de plumas verdes que salían de una borla amarilla. Colgavan de esta corona unas borlas largas hazia las espaldas. Tenía una estola verde cruzada a manera de las que se ponen los sacerdotes cuando dizen misa; tenía ceñido unos papeles verdes que le colgavan hasta las rodillas; tenía unas cotaras o sandalias blancas; tenía en la mano izquierda una rodela teñida de colorado, y en el medio de este campo una flor blanca con cuatro hojas a manera de cruz, y de los espacios de las hojas salían cuatro puntas que eran también hojas de la misma flor; tenía un cetro en la mano derecha como un cáliz, y de lo alto de él salía como un casquillo de saeta. Capítulo deziocho Que habla del dios llamado Xipe Tótec, que quiere dezir "desollado" Este dios era honrado de aquellos que bivían a la orilla de la mar, y su origen tuvo en Tzapotlan, pueblo de Xalisco.

Atribuían a este dios estas enfermedades que se siguen: primeramente la viruelas; también las postemas que se hazen en el cuerpo y la sarna; también las enfermedades de los ojos como es el mal de los ojos que procede del mucho bever y todas las demás enfermedades que se causan en los ojos. Todos los que eran enfermos de alguna de las enfermedades dichas hazían voto a este dios de vestir su pellejo cuando se hiziese su fiesta, la cual se llama tlacaxipeoaliztli, que quiere dezir "desollamiento de hombres". En esta fiesta hazían como un juego de cañas de manera que el un bando era de la parte de este dios, o imagen del dios Tótec, y éstos todos ivan vestidos de pellejos de hombres que havían muerto y desollado en aquella fiesta, todos rezientes y sangrientos y corriendo sangre; los del bando contrario eran los soldados valientes y osados, y personas belicosas y esforçados que no tenían en nada la muerte: osados, atrevidos, que de su voluntad salían a combatirse con los otros. Allí los unos con los otros se exercitavan en el exercicio de la guerra, perseguían los unos a los otros hasta su puesto y de allí bolvían huyendo hasta su proprio puesto. Acabado este juego, aquellos que llevavan los pellejos de los hombres vestidos, que eran de la parte de este dios Tótec, ívanse por todo el pueblo y entravan en las casas demandando que les diessen alguna limosna por amor de aquel dios. En las casas donde entravan hazíanlos sentar sobre unos hazezillos de hojas de tzapotes y echavan al cuello unos sartales de maçorcas de maíz y otros sartales de flores que ivan desde el cuello hazia los sobacos, y ponían las guirnaldas y dávanlos a bever pulcre, que es su vino.

Si algunas mugeres enfermavan de estas enfermedades dichas arriba, en esta fiesta de este dios ofrezían sus ofrendas, según que havían votado. La imagen de este dios es a manera de un hombre desnudo que tiene el un lado teñido de amarillo y el otro de leonado; tiene la cara labrada de ambas partes a manera de una tira angosta que cae desde la frente hasta la quixada; en la cabeça, a manera de un capillo de diversos colores con unas borlas que cuelgan hazia las espaldas; tiene vestido un cuero de hombre; tiene los cabellos trançados en dos partes y unas orejeras de oro; está ceñido con unas faldetas verdes que le llegan hasta las rodillas, con unos caracolillos pendientes; tiene unas cotaras o sandalias; tiene una rodela de color amarillo con un remate de colorado todo alrededor; tiene un cetro con ambas manos, a manera de la copa de la dormidera, donde tiene la semilla, con un casquillo de saeta encima empinado. El Capítulo dezinueve Habla del dios que se llamava Yiacatecutli, dios de los mercaderes Este dios llamado Yiacatecutli hay conjectura que començó los tratos y mercaderías entre esta gente, y ansí los mercaderes le tomaron por dios y le honravan de diversas maneras. Una de las cosas con que le honravan era que le ofrezían papel y le cubijavan con el mismo papel donde quiera que estavan sus estatuas. También tenían en mucha veneración al báculo con que caminavan, que era una caña maziza que ellos llaman útlatl, y también usan de otra manera de báculo que es una caña negra liviana, maziza, sin ñudo ninguno, que es como junco de los que se usan en España.

Todos los mercaderes usan de esta manera de báculos por el camino y cuando llegavan a donde havían de dormir, juntavan todos sus báculos en una gavilla atados, y hincávanlos a la cabecera donde havían de dormir; y derramavan sangre delante de ellos, de las orejas o de la lengua, o de las piernas o de los braços, y ofrezían copal, hazían fuego, y quemávanle delante de los báculos, los cuales tenían por imagen del mismo dios y en ellos honravan al mismo dios Yiacatecutli. Con esto le suplicavan que los amparasse de todo peligro. Estos mercaderes discurren por toda la tierra, tratando, comprando en una parte y vendiendo en otra lo que havían comprado. Estos mercaderes discurren por todas las poblaciones que están ribera de la mar y la tierra adentro; no dexan cosa que no escudriñan y passean, en unas partes comprando y en otras vendiendo; no dexan lugar donde no buscan lo que allí se puede comprar o vender, ni porque la tierra sea muy caliente ni porque sea muy fría, ni porque sea muy áspera no dexan de passarla ni de trastornalla, buscando lo que en ella hay precioso o provechoso para comprar o vender. Son estos mercaderes çufridores de muchos trabajos, y osados para entrar en todas las tierras, aunque sean las tierras de enemigos, y muy astutos para tratar con los estraños, assí deprendiendo sus lenguas como tratando con ellos con benevolencia para atraerlos a su familiaridad. Estos descubren dónde hay las plumas preciosas, y las piedras preciosas y el oro, y las compran y las llevan a vender donde saben que han de valer mucho; también éstos descubren dónde hay pellejos de animales esquisitos y preciosos, y los venden a donde vale mucho.

Tratan también en vasos preciosos, hechos de diversas maneras y pintados con diversas pinturas, según que en diversas tierras se usan; unos con tapaderos hechos de conchas de tortugas y cucharas de lo mismo para rebolver el cacao; otros con tapaderos muy pintados de diversas colores y figuras hechas a manera de una hoja de un árbol, y otros palos preciosos para rebolver el cacao. Si han de entrar en tierra de guerra, primero deprenden el lenguaje de aquella gente y toman el traje de ella para que no parezcan que son estranjeros, sino que son naturales. Acontecía muchas vezes que los enemigos los conocían y los prendían y matavan, y si uno, o dos, o más se podían escapar ivan a dar mandado al señor principal de la tierra, como Motecuçuma o otros sus antecessores, y llevavan algunas de aquellas riquezas que havían en aquella tierra y presentávanlas al señor y contávanle lo que havían passado y dávanle la relación de la tierra que havían visto. El señor, en remuneración de sus trabajos para que fuesse honrado en el pueblo y tenido por valiente, poníale un beçote de ámbar, que es una piedra larga amarilla, transparente, que cuelga del beço baxo agujerado, en señal que era valiente y era noble, y esto se tenía en mucho. Estos mercaderes partíanse de sus parientes con grandes cerimonias, según sus ritos antiguos, cuando ivan a mercadear a tierras estrañas y estavan por allá muchos años. Y cuando bolvían a sus tierras venían cargados de muchas riquezas y, para hazer demostración de lo que tratan y dar relación de las tierras por donde havían andado y de las cosas que havían visto, combidavan a todos los mercaderes, en especial a los principales de ellos, y a los señores del pueblo, y los hazían gran combite.

A este combite llamávanle "lavatorio de pies", y los combidados reverenciavan grandemente al báculo con que havían ido y vuelto; tenían que era imagen de aquel dios y que le havía dado favor para ir y volver y andar los caminos que anduvo. Para hazer esta honra al báculo, le ponían en una de las casas de oración que tenían en los barrios que ellos llamavan calpulli, que quiere dezir "iglesia del barrio o perrocha"; en este calpulli donde se contava este mercarder ponían el báculo en lugar venerable. Y cuando davan comida a los combidados, primeramente ponían comida y flores y acáyietl, etc., delante del báculo; y fuera del combite, todas las vezes que comía este mercader ofrezía primeramente comida y las demás cosas al báculo, que le tenía en su oratorio, dentro de su casa. Estos mercaderes, después que venían prósperos de las tierras de donde havían andado, como tenían caudal compravan esclavos y esclavas para ofrezerlos a su dios en su fiesta, el cual principalmente era Yiacatecutli. Y éste tenía cinco hermanos y una hermana, y a todos los tenían por dioses; y como se inclinava su devoción, sacrificavan esclavos a cada uno de ellos en su fiesta, o a todos juntos, o a la hermana. El uno de los hermanos se llamava Chiconquiáuitl, el otro Xomócuil, el otro Nácxitl, el otro Cochímetl, el otro Yacapitzáoac, la hermana se llamava Chalmecacíoatl. A éstos o alguno de ellos ofrezían un esclavo, o más, sacrificándolos en su presencia, vestidos con los ornamentos de aquel dios, como si fuesse su imagen.

Havía una feria ordinaria donde se vendían y compravan esclavos, hombres y mugeres, en un pueblo que se llama Azcaputzalco, que es dos leguas de México. Allí los ivan a escoger entre muchos; y los que compravan, miravan muy bien que el esclavo o esclava no tuviesse alguna enfermedad, o fealdad en el cuerpo. A estos esclavos, hombres y mugeres, después que los compravan, criávanlos en mucho regalo y vestíanlos muy bien; dávanlos a comer y bever abundantemente, y bañávanlos con agua caliente, de manera que los engordavan porque los havían de comer y ofrezer a su dios. También los regozijavan haziéndolos cantar y dançar a las vezes sobre el açotea de sus casas o en la plaça; cantavan todos los cantares que sabían hasta que se hartavan de cantar, y no estimavan en nada la muerte que les estava aparejada. Matavan estos esclavos en la fiesta que se llama panquetzaliztli, y todo el tiempo ante de llegar aquella fiesta, los regalavan como está dicho. Y si entre estos esclavos havía algún hombre que parecía de buen juizio y que era diligente para servir y sabía bien cantar, o alguna muger que era dispuesta y sabía bien hazer de comer y de bever y labrar y texer, a estos tales, los principales los compravan para servirse de ellos en sus casas, y los escapavan del sacrificio. La imagen de este dios se pintava como un indio que iva camino con su báculo. Y la cara tenía manchada de blanco y negro; en los cabellos llevava atadas dos borlas de plumas ricas que se llaman quetzalli; ivan atadas en los cabellos del medio de la cabeça recogidos como una gavilla de todo lo alto de la cabeça; tiene unas orejeras de oro; está cubierto con una manta açul, y sobre el açul una red negra de manera que el açul se parece por las mallas de la red; tenía una flocadura esta manta por todas las orillas, en la cual estavan texidas unas llores; tenía en la garganta de los pies unas como calçuelas de cuero amarillo, de las cuales colgavan unos caracolitos mariscos; tenía en los pies unas cotaras muy curiosas y labradas; tenía una rodela teñida de amarillo con una mancha en el medio de açul claro, que no tiene ningún labor; tenía en la mano derecha su báculo con que van camino.

Capítulo veinte Que habla del dios llamado Napatecutli Este dios Napatecutli era el dios de los que hazen esteras de juncias, y es uno de los que llaman tlaloques. Dizen que éste es el que inventó el arte de hazer esteras y por esso le adoran por dios los de este oficio que hazen esteras, que llaman petates, y hazen sentaderos que llaman icpales, y hazen cañizos de juncias que llaman tolcuextli. Dezían que por la virtud de este dios nacían y se criavan las juncias y juncos y cañas, con que ellos hazen su oficio. Y porque tenían que este dios produzía también las lluvias, hazíanle fiesta donde le reverenciavan y adoravan y le demandavan que diesse las cosas que suele dar, que es agua, juncias, etc. En su fiesta compravan un esclavo para sacrificarle delante de él, ataviándole con los ornamentos de este dios, como que fuesse su imagen. Este, el día que havía de morir, después de compuesto como está dicho, poníanle en la mano un vaso verde lleno de agua, y con un ramo de salze rociava a todos con aquella agua, como quien echa agua bendita. Y cuando entre año alguno de éstos de este oficio quería por su devoción hazer fiesta a este dios, dava relacion de ello a sus sátrapas, y todos ellos llevavan a un sátrapa vestido con los ornamentos de este dios, como su imagen; y por donde iva, iva echando el agua, roziando a los que estavan por donde passavan con un ramo de salze, como quien echa agua bendita. Llegado, poníanle en su lugar y hazían algunas cerimonias en su presencia, rogándole que hiziesse mercedes en aquella casa.

El que hazia esta fiesta dava de comer y de bever al dios y a los que con él ivan y a todos los que havía combidado; esto hazia en agradecimiento de la prosperidad y riqueza que ya tenía, teniendo entendido que este dios se la havía dado. Y a este propósito hazía este combite, y en él se hazían danças y cantares a su modo, a honra de este dios, porque le tuviesse por agradecido, y gastava todo cuanto tenía, y dezía: "No se me da nada de quedar con nada con tal que sea mi dios servido de esta fiesta, y si me quisiere dar más o dexarme sin nada, hágase como él quisiere". Dicho esto, cubría con una manta blanca al que iva por imagen de este dios, y assí se iva para su templo con los que havían venido con él. Ido él, comían el que hazía el combite y los parientes. Estos oficiales de hazer petates y otras cosas de juncias tenían cuidado de ataviar y componer y barrer y limpiar y sembrar juncia en el templo de este dios. Tenían assimismo cuidado de poner petates y asentadores de juncia, que llaman icpales, y que huviesse allí toda limpieza y todo atavío, de manera que ni una paja, ni otra cosa, estuviesse caída en el templo. La imagen de este dios es como un hombre que está teñido de negro todo, assí el cuerpo como la cara, salvo que la cara tiene unas pecas blancas entre lo negro; tiene una corona de papel pintada de blanco y negro; tiene unas borlas que cuelgan de la corona sobre las espaldas, y de las mismas borlas sale un penacho hazia el colodrillo, que tiene tres plumas verdes; tiene ceñido unas faldetas que le llegan hasta la rodilla con unos caracolitos mariscos y pintado de blanco y negro; tiene las cotaras blancas; y en la mano izquierda tiene una rodela a manera de ninfa, que es una yerva de agua, ancha como un plato grande; y en la mano derecha tiene un báculo florido -las flores son de papel-; tiene una vanda a manera de estola desde el hombro derecho cruzada por el sobaco izquierdo, pintado de unas flores negras sobre blanco.

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