Compartir


Datos principales


Desarrollo


Capítulo 16 Al mes décimo sesto llamavan atemuztli. En este mes hazían fiesta a los dioses de la pluvia, porque por la mayor parte en este mes començava a tronar y hazer demuestras de agua; y los sátrapas de los tlaloques començavan a hazer penitencias y sacrificios porque veniesse el agua. Atemuztli Cuando començava a tronar, los sátrapas de los tlaloques con gran diligencia ofrecían copal y otros perfumes a sus dioses, y atadas las estatuas de ellos, dezían que entonce venían para dar agua; y los populares hazían votos de hazer las imágines de los montes que se llaman tepictli, porque son dedicadas a aquellos dioses del agua. Y a los deziséis días de este mes todos los populares aparejavan ofrendas para ofrecer a Tláloc; y estos cuatro días hazían penitencia y absteníanse los hombres de las mugeres, y las mugeres de los hombres. Llegados a la fiesta, que la celebravan el último día de este mes, cortavan tiras de papel y atávanlas a unos varales desde abaxo hasta arriba, y hincávanlos en los patios de sus casas y hazían las imágines de los montes de tzoal; hazíanles los dientes de pepitas de calabaça, y los ojos de unos frixoles que se llaman ayecotli, y luego los ofrecían sus ofrendas de comida y los adoravan. Después de haverlos velado y tañido y cantado, abríanlos por los pechos con un tzotzopaztli, que es instrumento con que texen las mugeres, casi a manera de machete, y sacávanles el coraçón y cortávanles las cabeças, y despúes repartían todo el cuerpo entre sí y comíanselo; y otros ornamentos con que los tenían aparejados, quemávanlos en los patios de sus casas.

Hecho esto, llevavan todas estas cenizas y los aparejos con que los havían servido a los oratorios que llaman ayauhcalco, y luego començavan a comer y a bever y a regozijarse. Y ansí concluían la fiesta; otras muchas cerimonias se quedan por dezir que están a la larga en la historia de esta fiesta. Capítulo 17 Al mes décimo séptimo llamavan títitl. En este mes hazían fiesta a una diosa que llamavan Ilamatecutli, y por otro nombre Tona, y por otro nombre Cozcámiauh; a honra de esta diosa matavan una muger, y desque le havían sacado el coraçón, cortávanle la cabeça y hazían areito con ella. El que iva adelante llevava la cabeça por los cabellos en la mano derecha, haziendo sus ademanes de baile. Títitl A esta muger que matavan en esta fiesta componíanla con los atavíos de aquella diosa cuya imagen tenía, que se llama Ilamatecutli, y por otro nombre Tona; quiere dezir "nuestra madre". Esta muger ansí compuesta con los atavíos que están puestos en la historia bailava sola; hazíanla el son unos viejos, y bailando, suspirava y llorava, acordándose que luego havía de morir. Pasando el mediodía, componíanse los sátrapas con los ornamentos de todos los dioses, y ivan delante de ella, y subíanla al cu, donde havía de morir. Echada sobre el taxón de piedra, sacávanla el coraçón y cortávanla la cabeça; tomávala luego uno de aquellos que iva adornado como dios y delantero de todos, y llevándola por los cabellos, hazían areito con ella; guiava el que la llevava en la mano derecha y hazía sus ademanes de baile con ella.

El mesmo día que matavan esta muger los ministros de los ídolos hazían ciertas escaramuças y regozijos, corriendo unos tras otros el cu arriba y el cu abaxo, haziendo ciertas cerimonias. El día siguiente todos los populares hazían unas talegas como bolsas con unos córdeles atados tan largos como un braço; hinchían aquellas talegas de cosas blandas como lana, y llegávanlas ascondidas debaxo de las mantas, y a todas las mugeres que topavan por la calle dávanlas de talegazos. Llegava a tanto este juego que también los muchachos hazían las talegas y aporreavan con ellas a las muchachas, tanto que las hazían llorar; otras muchas cerimonias se hazían en esta fiesta que están a la larga puestas en la historia de esta fiesta. Capítulo 18 Al mes décimo octavo llamavan izcalli. En este mes hazían fiesta al dios del fuego que llamavan Xiuhtecutli o Ixcoçauhqui; hazían una imagen a su honra de gran artificio que parecía que echava llamas de fuego de sí, y de cuatro en cuatro años en esta mesma fiesta esclavos y captivos matavan a honra de este dios; y agujeravan las orejas a todos los niños que havían nacido en aquellos años, y dávanlos padrinos y madrinas. Izcalli A los diez días de este mes sacavan fuego nuevo a la medianoche delante la imagen de Xiuhtecutli muy curiosamente ataviada; y encendidos fuegos, luego en amaneciendo, venían los mancebos y muchachos y traían diversos animales que havían caçado en los diez días pasados, unos de agua y otros de tierra, y ofrecíanlos a los viejos que tenían cargo de guardar a este dios.

Y ellos echavan en el fuego a todos aquellos animales para que se asassen, y davan a cada uno de estos moços y muchachos un tamal hecho de bledos que ellos llamavan uauhquiltamalli, los cuales todo el pueblo ofrecía aquel día, y todos comían de ellos por honra de la fiesta; comíanlos muy calientes y bevían y regozijávanse. En esta fiesta los años comunes no matavan a nadie, pero el año del bisexto, que era de cuatro en cuatro, matavan en esta fiesta captivos y esclavos, y la imagen de Xiuhtecutli compuesta de la manera que arriba se dixo con muchos y preciosos atavíos. Hazían grandes y muchas cerimonias en la muerte de éstos, muchas más que en las otras fiestas ya dichas; esto está puesto a la larga en la historia de esta fiesta. Después que havían muerto a estos esclavos y captivos y a la imagen de Iscoçauhqui, que es el dios del fuego, estavan aparejados y adereçados muy ricamente con ricos adereços todos los principales y señores y personas ilustres, y el mesmo emperador, y començavan un areito de gran solemnidad y gravedad, al cual llamavan netecuitotiliztli; quiere dezir "areito de los señores". Este solamente se hazía de cuatro en cuatro años en esta fiesta. Este mesmo día muy de mañana, ante que amaneciesse, començavan a agujerar las orejas a los niños y niñas y echávanlos un casquete en la cabeça de pluma de papagayos pegado con ocútzotl, que es resina de pino. Capítulo 19 A los cinco días restantes del año, que son los cuatro últimos de enero y el primero de febrero, llamavan nemontemi, que quiere dezir "días valdíos", y teníanlos por aziagos y de mala fortuna; hay conjectura que cuando agujeravan las orejas a los niños y niñas, que era de cuatro en cuatro años, echavan seis días de nemontemi, y es lo mismo del bisexto que nosotros hazemos de cuatro en cuatro años.

Estos cinco días tenían por mal afortunados y aziagos; dezían que los que en ellos nacían tenían malos sucessos en todas sus cosas y eran pobres y míseros; llamávanlos nemo. Si eran hombres llamávanlos nenóquich, y si era muger llamávanla nencíoatl. No usavan hazer nada en estos días por ser mal afortunados; especialmente se abstenían de reñir, porque dezían que los que reñían en estos días se quedavan siempre con aquella costumbre. Tenían por mal agüero tropeçar en estos días. Estas fiestas dichas eran fixas, que siempre se hazían dentro del mes, o un día o dos adelante. Otras fiestas tenían movibles que se hazían por el curso de los veinte signos, los cuales hazían un círculo en dozientos y sesenta días; y por tanto estas fiestas movibles un año caían en un mes y otro en otro y siempre variavan. De las fiestas movibles La primera fiesta movible se celebrava a honra del sol en el signo que se llama ce océlutl, en la cuarta casa que se llama naolin. En esta fiesta ofrecían a la imagen del sol codornizes y incensavan, y en el medio matavan captivos delante de ella a honra del sol. En este mesmo día se sangravan todos de las orejas, chicos y grandes, a honra del sol y le ofrecían aquella sangre. La segunda fiesta movible. En este mismo signo, en la séptima casa, hazían fiesta todos los pintores y las labranderas; ayunavan cuarenta días, otros veinte por alcançar ventura para pintar bien y para texer bien labores. Ofrecían a este propósito codornizes y encienso, y hazían otras cerimonias, los hombres al dios Chicomexóchitl, y las mugeres a la diosa Xochiquétzal.

La tercera fiesta movible. En el tercero signo, que se llama ce máçatl, en la primera casa, hazían fiesta a las diosas que se llaman cioapipilti, porque dezían que entonce decendían a la tierra. Ataviavan a sus imágenes con papeles y ofrecíanlas ofrendas. La cuarta fiesta movible. En el signo que se llama ce máçatl, en la segunda casa que se llama ume tochtli, hazían gran fiesta al dios llamado Izquitécatl, que es el segundo dios del vino, y no solamente a él, pero a todos los dioses del vino que eran muchos. Adereçavan este día muy bien su imagen en su cu y ofrecíanle cosas de comida, y cantavan y tañían delante de él; y en el patio de su cu ponían un tinajón de pulcre y hinchíante los que eran taberneros hasta reberter; y ivan a bever todos los que querían; tenían unas cañas con que bevían. Los taberneros ivan cevando el tinajón de manera que siempre estava lleno; principalmente hazían esto los que de nuevo havían cortado el maguey. La primera aguamiel que sacavan la llevavan a la casa de este dios como primicias. La quinta fiesta movible. En el signo llamado ce xóchitl, en la primera casa, hazían gran fiesta los principales y señores; bailavan y cantavan a honra de este signo, y hazían otros regozijos, y sacavan entonce los más ricos plumajes con que se adereçavan para el areito. Y en esta fiesta el señor hazía mercedes a los hombres de guerra, y a los cantores y a los de palacio. La sexta fiesta movible. En el signo llamado ce ácatl, en la primera casa, hazían gran fiesta a Quetzalcóatl, dios de los vientos, los señores y principales.

Esta fiesta hazían en la casa llamada calmécac, que era la casa donde moravan los sátrapas de los ídolos y donde se criavan los muchachos. En esta casa que era como un monasterio estava la imagen de Quetzalcóatl. Este día la adereçavan con ricos ornamentos y ofrecían delante de ella perfumes y comida; dezían que éste era el signo de Quetzalcóatl. La séptima fiesta movible. En el signo que se llamava ce miquiztli, en la primera casa, hazían gran fiesta los señores y principales a Tezcatlipuca, que era el gran dios; dezían que éste era su signo. Como todos ellos tenían sus oratorios en sus casas, donde tenían las imágenes de este dios y de muchos otros, en este día componían esta imagen y ofrecíanla perfumes y flores y comida, y sacrificavan codornizes delante de ella, arrancándolas la cabeça. Esto no solamente lo hazían los señores y principales, pero toda la gente a cuya noticia venía esta fiesta, y lo mismo se hazía en los calpules y en todos los cúes. Todos oravan y demandavan a este dios que les hiziesse mercedes, pues que él era todopoderoso. La octava fiesta movible. En el signo que se llamava ce quiáuitl, en la primera casa, hazían fiesta a las diosas que llamavan cioapipilti. Estas dezían que eran las mugeres que murían del primero parto; dezían que se hazían diosas y que moravan en la casa del sol, y que cuando reinava este signo decendían a la tierra y herían con diversas enfermedades a los que topavan fuera de sus casas, y por esto en estos días no osavan salir de sus casas.

Tenían edificados oratorios a honra de estas diosas en todos los barrios donde havía dos calles, los cuales llamavan cioateucalli, o por otro nombre cioateupan. En estos oratorios tenían las imágines de estas diosas, y en estos días las adornavan con papeles que llamavan amatetéuitl. En esta fiesta de estas diosas matavan a su honra los condenados a muerte por algún delito, que estavan en las cárceles. La nona fiesta movible. En el signo llamado ce quiáuitl, en la cuarta casa que se llamava nauhécatl, por ser esta casa muy mal afortunada, matavan en ella los malhechores que estavan presos, y también el señor hazía matar algunos esclavos por vía de superstición. Y los mercaderes y tratantes hazían alarde o demonstración de las joyas en que tratavan, sacándolas para que las viessen todos, y después a la noche comían y bevían. Tomavan flores y aquellas cañas de perfumes, y assentávanse en sus assientos, y començava cada uno a jactarse de lo que havía ganado y de las partes remotas donde havía llegado, y valdonava a los otros de que eran para poco, ni tenían tanto como él, ni havían ido a partes remotas como él. En esto tenían gran chacota los unos con los otros por gran rato de la noche. La décima fiesta movible. En el signo que llamavan ce malinalli, en la segunda casa llamada ume ácatl, hazían gran fiesta porque dezían que este signo era de Tezcatlipuca. En esta fiesta hazían la imagen de Omácatl, y alguno que tenía devoción llevávala a su casa para que le bendixesse y le hiziesse multiplicar su hazienda; y cuando esto acontecía teníala y no la quería dexar.

El que quería dexar esta imagen esperava hasta que otra vez reinasse el mismo signo; entonce la llevava a donde la havía tomado. La onzena fiesta movible. En el signo llamado ce técpatl, en la primera casa, sacavan todos los ornamentos de Uitzilopuchtli, los limpiavan y sacudían y ponían al sol; dezían que éste era su signo y el de Camaxtle; esto hazían en el Tlacatecco. Aquí ponían en este día muchas maneras de comidas, muy bien guisadas, como las comen los señores; todas las presentavan delante de su imagen. Después de haver estado un rato allí, tomávanlas los oficiales de Uitzilopuchtli y repartíanlas entre sí, y comíanlas, y incensavan también a la imagen, y ofrecíanla codornizes, descabeçándolas delante de ella para que se derramasse la sangre delante la imagen; y ofrecía el señor todas las preciosas flores que usan los señores delante la imagen. La dozena fiesta movible. En el signo llamado ce oçumatli dezían que decendían las diosas llamadas cioapipilti a la tierra y dañavan a los niños y niñas, hiriéndolos con perlesía. Y si alguno en este tiempo enfermava, dezían que ellas lo havían hecho, que se havía encontrado con ellas; y los padres y las madres estos días no dexavan salir a sus hijos fuera de casa, porque no se encontrassen con estas diosas de las cuales tenían gran temor. La trezena fiesta movible. En el signo que llamavan ce itzcuintli -dezían que era el signo del fuego- hazían gran fiesta a honra de Xiuhtecutli, dios del fuego.

En ella le ofrecían mucho copal y muchas codornizes; componían su imagen con muchas maneras de papeles y con muchos ornamentos ricos. Entre las personas ricas y poderosas hazían gran fiesta a honra del fuego en sus mismas casas; hazían convites y vanquetes a honra del fuego. En este mismo signo hazían la elección de los señores y cónsules; y en la cuarta casa de este signo hazían la solemnidad de sus elecciones con combites y areitos y dones. Después de estas fiestas pregonavan luego la guerra contra sus enemigos. La catorzena fiesta movible. En el signo llamado ce atl, en la primera casa de este signo, hazían fiesta a la diosa del agua llamada Chalchiuhtliicue. Hazían la fiesta todos los que tratavan en el agua, ansí vendiendo el agua, como pescando, como haziendo otras grangerías que hay en el agua. Estos componían su imagen y la ofrecían y reverenciavan en la casa llamada calpulli. La quinta décima fiesta movible común. Los señores y principales, nobles y mercaderes ricos, cuando les nacía algún hijo o hija tenían gran cuenta con el signo en que nacía, y el día y la hora en que nacía. Y de esto ivan luego a informar a los astrólogos judiciarios, y a preguntar por la fortuna buena o mala de la criatura que nacía. Y si el signo en que nacía era próspero, luego le hazían baptizar, y si era adverso buscavan la más próspera casa de aquel signo para le batizar. Cuando le batizavan convidavan a los parientes y amigos para que se hallassen presentes al batismo, y entonce davan comida y bevida a todos los presentes, y también a los niños de todo el barrio.

Baptizávanle a la salida del sol en casa de su padre; baptizávale la partera, diziendo muchas oraciones y haziendo mucha cerimonia sobre la criatura. Esta fiesta también la usan agora en los baptismos de sus hijos, en cuanto al combidar y comer y bever. La sexta décima fiesta movible. Desque los padres vían que su hijo era de edad para casarse, hablávanle en que le querían buscar su muger, y él respondía haziéndoles gracias por aquel cuidado que tomavan de casarle. Luego hablavan al principal que tenía cargo de todos los mancebos, que ellos llamavan telpuchtlato, y dezíanle cómo querían casar su hijo, que lo tuviesse por bueno. Y para esto hazíanle un combite a él y a todos los mancebos que tenía a su cargo; y para esto le hazían una plática, después de haverle dado de comer y de bever a él y a todos los que tenía a su cargo, y en principio de la plática poníanle delante una hacha de cortar madera o leña. Esta hacha era señal que aquel mancebo se despedía ya de la compañía de los otros mancebos porque le querían casar, y ansí el tepuchtlato iva contento. Después de esto determinavan entre sí los parientes la muger que le havían de dar, y llamavan a las casamenteras, que eran unas viejas honradas, para que fuessen a hablar a los padres de la moça; ivan dos o tres vezes y hablavan, y bolvían con la respuesta. En este tiempo los parientes de la moça se hablavan, y concertándose de dársela, davan el sí a las casamenteras. Después de esto buscavan un día bien afortunado, de algún signo bien acondicionado, cuales eran ácatl, oçumatli, cipactli, cuauhtli; haviendo escogido alguno de estos signos, los padres del moço hazían saber a los padres de la moça el día en que havía de hazerse el matrimonio, y luego començavan a aparejar las cosas necessarias para las bodas, assí de comer, como de bever, como de mantas, y cañas de humo y flores.

Esto hecho, combidavan a los principales y toda la otra gente que ellos querían para las bodas. Después del combite y de muchas pláticas y cerimonias, venían los de la parte del moço a llevar a la moça de par de noche; llevávanla con gran solemnidad a cuestas de una matrona y con muchas hachas de teas encendidas en dos rencles delante de ella; iva rodeada de ella mucha gente detrás y delante, hasta que la llegavan a la casa de los padres del moço. Llegada a la casa del moço, poníanlos ambos junto al hogar, que siempre le tenían en medio de una sala lleno de fuego, y la muger estava a la mano izquierda del varón; luego la madre del mancebo vestía un huipil muy galano a su nuera y poníale junto a sus pies unas naoas muy labradas; y la madre de la moça cubría con una manta muy galana a su yerno y atávasela sobre el hombro, y poníale un maxtli muy labrado a los pies. Hecho esto, unas viejas que se llaman titici atavan la esquina de la manta del moço con la falda del huipil de la moça. Assí se concluía el matrimonio con otras muchas cerimonias, y comeres y beveres y bailes que después se hazían, como se contiene en la historia del matrimonio. Otras dos fiestas tenían, que en parte eran fixas, y en parte eran movibles; eran movibles porque se hazían por años interpolados. La una se hazía de cuatro en cuatro años, y la otra de ocho en ocho años; eran fixas porque tenían año, mes y día señalados. En la que se hazía de cuatro en cuatro años horadavan las orejas a los niños o niñas, y hazíanlos las cerimonias de "crezca para bien", y lustrávanlos por el fuego.

En la que hazían de ocho en ocho años ayunavan antes de ella ocho días a pan y agua, y hazían un areito en que tomavan figuras o personajes de diversas aves y animales y dezían que buscavan ventura, como está escrito en el apéndiz del Segundo Libro. Estas fiesta movibles en algunos años echan de su lugar a las fiestas del calendario, como también acontece en nuestro calendario. Capítulo veinte De la fiesta y sacrificios que hazían en las calendas del primero mes, que se llamava atlcaoalo o cuauitleoa No hay necessidad en este Segundo Libro de poner confutación de las cerimonias idolátricas que en él se cuentan, porque ellas de suyo son tan crueles y tan inhumanas que a cualquiera que las leyere le pondrán horror y espanto, y ansí no haré más de poner la relación simplemente a la letra. En las calendas del primero mes del año que se llama cuauitleoa, y los mexicanos le llamavan atlcaoalo, el cual començava segundo día del febrero, hazían gran fiesta a honra de los dioses del agua, o de la lluvia, llamados tlaloque. Para esta fiesta buscavan muchos niños de teta, comprándolos a sus madres; escogían aquellos que tenían dos remolinos en la cabeça y que huviessen nacido en buen signo; dezían que éstos eran más agradable sacrificio a estos dioses para que diesen agua en su tiempo. A estos niños llevavan a matar a los montes altos, donde ellos tenían hecho voto de ofrecer. A unos de ellos sacavan los coraçones en aquellos montes, y otros en ciertos lugares de la laguna de México; el un lugar llamavan Tepetzinco, monte conocido que está en la laguna; y a otros en otro monte que se llama Tepepulco, en la misma laguna; y a otros en el remolino de la laguna que llamavan Pantitlan.

Gran cantidad de niños matavan cada año en estos lugares; después de muertos los cozían y comían. En esta misma fiesta, en todas las casas y palacios levantavan unos palos, como varales, en las puntas de los cuales ponían unos papeles llenos de gotas de ulli, a los cuales papeles llamavan amatetéuitl; esto hazían a honra de los dioses del agua. Los lugares donde matavan los niños son los siguientes. El primero se llama Cuauhtépetl; es una sierra eminente que está cerca del Tlatelulco; a los niños o niñas que allí matavan poníanlos el nombre del mismo monte que es Cuauhtépetl; a los que allí matavan, componíanlos con los papeles teñidos de color encarnado. Al segundo monte sobre que matavan niños llámanle Yoaltécatl; es una sierra eminente que está cabe Guadalope; ponían el mismo nombre del monte a los niños que allí murían, que es Yoaltécatl; componíanlos con unos papeles teñidos de negro con unas rayas de tinta colorada. El tercero monte sobre que matavan niños se llama Tepetzinco; es aquel montezillo que está dentro de la laguna frontero del Tlatelulco; allí matavan una niña y llamávanla Quetzálxoch, porque así se llama también el monte por otro nombre; componíanla con unos papeles teñidos de tinta açul. El cuarto monte sobre que matavan niños se llamava Poyauhtla; es un monte que está en los términos de Tlaxcalla, y allí, cabe Tepetzinco a la parte de oriente, tenían edificada una casa que llamavan ayauhcalli; en esta casa matavan niños a honra de aquel monte, y llamávanlos Poyauhtla, como al mismo monte que está acullá en los términos de Tlaxcalla; componíanlos con unos papeles rayados con azeite de ulli.

El quinto lugar en que matavan niños era el remolino o sumidero de la laguna de México, al cual llamavan Pantitlan; a los que allí murían llamavan Epcóatl; el atavío con que los adereçavan eran unos atavíos que llamavan epnepanyuhqui. El sexto lugar o monte donde matavan estos niños se llama Cócotl; es un monte que está cabe Chalco Atenco; a los niños que allí matavan llamávanlos Cócotl, como al mismo monte; adereçávanlos con unos papeles la mitad colorados y la mitad leonados. El séptimo lugar donde matavan los niños era un monte que llaman Yiauhqueme, que está cabe Atlacuioaya; poníanlos el nombre del mismo monte; ataviávanlos con unos papeles teñidos de color leonado. Estos tristes niños, antes que los llevassen a matar, adereçávanlos con piedras preciosas, con plumas ricas, y con mantas y maxtles muy curiosas y labradas, y con cotaras muy labradas y muy curiosas, y poníanlos unas alas de papel como ángeles, y teñíanlos las caras con azeite de ulli, y en medio de las mexillas los ponían una rodaxita de blanco. Y poníanlos en unas andas muy adereçadas con plumas ricas y con otras joyas ricas, y llevándolos en las andas ívanlos tañendo con flautas y trompetas que ellos usavan; y por donde los llevavan toda la gente llorava. Cuando llegavan con ellos a un oratorio que estava junto a Tepetzinco, de la parte del occidente, al cual llamavan Toçocan, allí los tenían toda una noche velando, y cantavan los cantares los sacerdotes de los ídolos porque no dormiesen.

Y cuando ya llevavan los niños a los lugares a donde los havían de matar, si ivan llorando y echavan muchas lágrimas, alegrávanse los que los vían llorar, porque dezían que era señal que lluvería presto. Y si topavan en el camino algún hidrópico, teníanlo por mal agüero, y dezían que ellos impidían la lluvia. Si alguno de los ministros del templo, y otros que llamavan cuacuacuilti, y los viejos se volvían a sus casas y no llegavan a donde havían de matar los niños, teníanlos por infames y indignos de ningún oficio público; de ahí adelante llamávanlos mocauhque, que quiere dezir "dexados". Tomavan pronóstico de la lluvia y de la helada del año, de la venida de algunas aves y de sus cantos. Hazían otra crueldad en esta misma fiesta, que todos los captivos los llevavan a un templo que llamavan Yopico, del dios Tótec; en este lugar, después de muchas cerimonias, atavan a cada uno de ellos sobre una piedra como muela de molino, y atávanlos de manera que pudiesen andar por toda la circunferencia de la piedra, y dávanlos una espada de palo sin navajas, y una rodela, y poníanlos pedaços de madera de pino para que tirasen. Y los mesmos que los havían captivado ivan a pelear con ellos con espadas y rodelas, y en derrocándolos, llevávanlos luego al lugar del sacrificio, donde, echados de espaldas sobre una piedra de altura de tres o cuatro palmos y de anchura de palmo y medio en cuadro -que ellos llamavan téchcatl-, tomávanlos dos por los pies y otros dos por los braços y otro por la cabeça, y otro con un navajón de pedernal con un golpe se lo somía por los pechos y por aquella abertura metía la mano y le arrancava el coraçón, el cual luego le ofrecía al sol y a los otros dioses, señalando con él hazia las cuatro partes del mundo.

Hecho esto, echavan el cuerpo por las gradas abaxo, y iva rodando y dando golpes hasta llegar abaxo; en llegando abaxo, tomávale el que le havía captivado y, hecho pedaços, le repartía para comerle cozido. Exclamación del autor No creo que hay coraçón tan duro que oyendo una crueldad tan inhumana, y más que bestial y endiablada como la que arriba queda puesta, no se enternezca y mueva a lágrimas y horror y espanto. Y ciertamente es cosa lamentable y horrible ver que nuestra humana naturaleza haya venido a tanta baxeza y oprobrio que los padres, por sugestión del demonio, maten y coman a sus hijos, sin pensar que en ello hazían ofensa ninguna, mas antes con pensar que en ello hazían gran servicio a sus dioses. La culpa de esta tan cruel ceguedad, que en estos desdichados niños se executava, no se deve tanto imputar a la crueldad de los padres, los cuales derramando muchas lágrimas y con gran dolor de sus coraçones la exercitavan, cuanto al cruelíssimo odio de nuestro antiquíssimo enemigo Satanás, el cual con maligníssima astucia los persuadió a tan infernal hazaña. ¡Oh, señor Dios, hazed justicia de este cruel enemigo que tanto mal nos haze y nos desea hazer! ¡Quitadle, señor, todo el poder de empecer!

Obras relacionadas


No hay contenido actualmente en Obras relacionadas con el contexto

Contenidos relacionados