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Datos principales


Desarrollo


CAPÍTULO XXXIX De los micos o monos de Indias Micos hay innumerables por todas esas montañas de islas, y Tierrafirme y Andes. Son de la casta de monas, pero diferentes en tener cola y muy larga, y haber entre ellos algunos linajes de tres tanto, y cuatro tanto más cuerpo que monas ordinarias. Unos son negros del todo; otros bayos, otros pardos; otros manchados y varios. La ligereza y maña de éstos, admira, porque parece que quieren cuasi imitar las aves. En Capira, pasando de Nombre de Dios a Panamá, vi saltar un mico de éstos de un árbol a otro que estaba a la otra banda del río, que me admiró. Asense con la cola a un ramo y arrójanse a donde quieren, y cuando el espacio es muy grande, que no puede con un salto alcanzarle, usan una maña graciosa: de asirse uno a la cola del otro, y hacer de esta suerte una como cadena de muchos; después, ondeándose todos o columpiándose, el primero, ayudado de la fuerza de los otros, salta y alcanza, y se ase al ramo, y sustenta a los demás hasta que llegan asidos como dije, uno a la cola de otro. Las burlas y embustes, y travesuras que éstos hacen, es negocio de mucho espacio; las habilidades que alcanzan cuando los imponen, no parecen de animales brutos, sino de entendimiento humano. Uno vi en Cartagena, en casa del Gobernador, que las cosas que de él me referían apenas parecían creíbles, como en enviarle a la taberna por vino, y poniéndole en la una mano el dinero y en la otra el pichel, no haber orden de sacarle el dinero hasta que le daban el pichel con vino.

Si los muchachos en el camino le daban grita o le tiraban, poner el pichel a un lado y apañar piedras, y tirarlas a los muchachos hasta que dejaba el camino seguro, y así volvía a llevar su pichel. Y lo que es más, con ser muy buen bebedor de vino (como yo se lo vi beber echándoselo su amo de alto) sin dárselo o darle licencia, no había tocar al jarro. Dijéronme también que si veía mujeres afeitadas, iba y les tiraba del tocado, y las descomponía y trataba mal. Podrá ser algo de esto, encarecimiento, que yo no lo vi; mas en efecto no pienso que hay animal que así perciba y se acomode a la conversación humana, como esta casta de micos. Cuentan tantas cosas, que yo por no parecer que doy crédito a fábulas, o porque otros no las tengan por tales, tengo por mejor dejar esta materia con sólo bendecir al Autor de toda criatura, pues para sola recreación de los hombres y entretenimiento donoso parece haber hecho un género de animal que todo es de reír, o para mover a risa. Algunos han escrito que a Salomón se le llevaban estos micos de Indias Occidentales; yo tengo para mí que iban de la India Oriental.

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