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Desarrollo


Cómo Cortés mandó hacer alarde todo su ejército, y de lo que más nos avino De allí a tres días que estábamos en Cozumel mandó Cortés hacer alarde para ver qué tantos soldados llevaba, e halló por su cuenta que éramos quinientos y ocho, sin maestres y pilotos e marineros, que serían ciento nueve, y diez y seis caballos e yeguas (las yeguas todas eran de juego y de carrera), e once navíos grandes y pequeños, con uno que era como bergantín, que traía a cargo un Ginés Nortes, y eran treinta y dos ballesteros y trece escopeteros, que así se llamaban en aquel tiempo, e tiros de bronce e cuatro falconetes e mucha pólvora e pelotas, y esto desta cuenta de los ballesteros no se me acuerda bien, no hace al caso de la relación; y hecho el alarde, mandó a Mesa el artillero, que así se llamaba, e un Bartolomé de Usagre, e Arbenga e a un Catalán, que todos eran artilleros, que lo tuviesen muy limpio e aderezado, e los tiros y pelotas muy a punto, juntamente con la pólvora. Puso por capitán de la artillería a un Francisco de Orozco, que había sido buen soldado en Italia; asimismo mandó a dos ballesteros, maestros de aderezar ballestas, que se decían Juan Benítez y Pedro de Guzmán "el ballestero", que mirasen que todas las ballestas tuviesen a dos y a tres nueces e otras tantas cuerdas, y que siempre tuviesen cepillo e ingijuela, y tirasen a terreno, y que los caballos estuviesen a punto. No sé yo en qué gasto ahora tanta tinta en meter la mano en cosas de apercibimiento de armas y de lo demás; porque Cortés verdaderamente tenía grande vigilancia en todo.

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