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Desarrollo


CAPITULO XXIV Trátase del reino de Coromandel y de otros sus comarca nos j, de la ciudad de Salamina, donde estuvo y murió el Apóstol Santo Tomás, y del poder y riquezas del Rey de este reino y de la manera que se entierran y de otras cosas de mucha curiosidad Corriendo un poco la costa de Bengala está el reino de Mazulapatán y otras algunas tierras junto a él: son todos gentiles, como sus comarcanos, aunque se entiende saldrían con facilidad de su gentilidad. Es reino muy abundante de mantenimientos y falto de cosas de contratación, y a esta causa son poco conocidos. Pasando un poco adelante está el reino de Coromandel, cuya ciudad principal es Salamina y agora vulgarmente Malipur y es donde fue martirizado el Bienaventurado Apóstol Santo Tomás, adonde dicen hay hasta el día de hoy algunas reliquias suyas por quien Dios hace muchos milagros. Tienen particular memoria los naturales el día de hoy del glorioso santo. Esta ciudad está al presente poblada de portugueses y de naturales, y en ella hay una iglesia que tiene dentro de sí la casa donde estuvo y murió el Santo Apóstol. Es esta tierra del Rey de Visnaga, el cual, aunque es gentil, tiene mucho acatamiento y respeto a la casa de glorioso Apóstol y por particular devoción le da cada año una cierta limosna. Hay en este pueblo dos conventos de religiosos, uno de la Compañía de Jesús y otro de la orden de San Francisco. En la casa donde fue martirizado el glorioso Apóstol dicen se ven todos los años un milagro públicamente en la piedra sobre que fue martirizado el mesmo día del Apóstol a la misa mayor: y es que cuando cantan el Evangelio comienza la dicha piedra a sudar primero color rosado y luego otro muy oscuro, con tanta publicidad que todos los que están en la iglesia lo pueden ver.

Es la piedra no muy grande tiene en medio una cruz esculpida hecha de mano del glorioso Apóstol y en que él adoraba. Desde esta ciudad de Salamina a la de Visnaga, donde está el Rey, hay 35 leguas por tierra. Este Rey es muy poderoso y su reino muy grande y de mucha gente y de gran renta. Dicen que sola la que tiene de oro puro le vale tres millones de los cuales gasta uno sólo y guarda todos los años dos en su tesoro, qué, según fama, es el día de hoy de muchos millones. Tiene doce capitanes mayores, que cada uno de ellos gobierna infinita gente, con tanta renta que el que menos tiene son 300 mil ducados al año. Cada uno de ellos está obligado a dar de comer al Rey y a la gente de su casa un mes al año: de manera que a esta cuenta estos doce capitanes (que son los señores del reino y como si dijéramos en España Duques) le hacen la costa todo el año; y el millón que él gasta es en hacer mercedes y en cosas extraordinarias. Tiene este Rey dentro de su casa entre mujeres, servidores y esclavos al pie de 15 mil personas y en su caballeriza de ordinario mil caballos y para su servicio y guardia 800 elefantes con quien gasta cada día 600 ducados. La guardia de su persona son cuatro mil hombres de a caballo, a quien da grandes salarios. Tiene así mismo en su casa 500 mujeres, sin otras muchas concubinas, y todas andan galanamente vestidas y con riquísimas joyas, que las hay por extremo en el reino diferenciando las colores casi a tercer día: usan collares de ordinario de piedras preciosas a quien llamamos los españoles ojo de gato.

Tienen muchos zafiros, perlas, diamantes, rubíes y otras muchas suertes de piedras que las hay en aquel reino en grande abundancia. Entre todas estas mujeres hay una que es como legítima, cuyos hijos heredan; y si acaso la tal es estéril, el primero que nace de cualquiera de las otras, que es causa de que nunca falte sucesor en aquel reino. Cuando muere el Rey de este reino le sacan a un campo con grandísima tristeza y paños de luto, y allí estando presentes aquellos 12 Grandes que dije, queman el cuerpo con leña de sándalo (palo de maravilloso olor), del cual hacen una gran hoguera. Acabado de quemar el cuerpo del Rey, echan luego en ella las más queridas de sus mujeres y los criados y esclavos a quien quiso más en vida, y hacen esto con tanto contento, que cada uno procura ser el primero que ha de entrar en el fuego, y el postrero se tiene por desdichado. Todos estos dicen van a servir al Rey en la otra vida, donde han de estar con mucha alegría, y esto es la causa de ir con tanta a morir y de llevar cada uno para este trance los más ricos y festivales vestidos que tiene. De esto se colige que creen la inmortalidad del alma, pues confiesan haber otra vida y que en ella tornan a vivir para siempre sin fin. Es gente que se convertiría con la mesma facilidad que sus comarcanos al Evangelio, si se les fuese a predicar. Setenta leguas de esta ciudad está un Pagode o templo de ídolos, donde se hace una feria riquísima todos los años: es un edificio suntuosísimo y está edificado en lugar tan alto que se ve muchas leguas antes de llegar a él.

Tiene de ordinario cuatro mil hombres de guardia, que son pagados de la renta que tiene el templo, que es mucha y muy buena. Hay junto a él muchas minas de oro y de pedrería preciosa, y todo lo que de ellas se saca es renta para el templo. Está en él un sacerdote de los ídolos a quien llaman en su lengua Brama, que es como un Sumo Sacerdote en aquella tierra. A éste acuden de todo el reino a que declare las cosas dudosas de su manera de vivir y a que dispense en muchas cosas prohibidas por sus leyes, que lo puede hacer según ellas y lo hace algunas veces; y una bien visible, es a saber: que cuando una mujer no puede sufrir la condición del marido o está enfadada de él por otras cosas, se va a este Brama y dándole un pedazo de oro que será de valor de un ducado castellano, la descasa y da por libre para que se pueda casar con otro o con muchos si ella quisiere; y en señal de esto le echan en el hombro derecho un hierro y con solo aquello queda libre y el marido no le puede hacer daño ninguno ni compeler a que vuelva a su compañía. Hay en este reino muchas minas de diamantes finísimos y que son tenidos en mucha estima y muy conocidos en Europa. Hase hallado en él piedra tan fina y de tanto valor que la vendió el Rey pocos años ha a otro gran rey su comarcano, llamado Odialcán, en un millón de oro, sin otras muchas presas que le dio encima. Todo este reino es muy sano y de bonísimos y frescos aires y ricos mantenimientos y de todo lo demás necesario, no sólo para la vida humana, pero para el regalo y curiosidad de ella.

Está en 14 grados de la parte del Polo Artico. Toda la gente de él es muy pusilánime y para poco trabajo y a esta causa no son nada aficionados a guerras. Recibirían a lo que se entiende fácilmente el Evangelio. Cerca de aquí está otro reino pequeño llamado Mana, en el cual hay un pueblo de portugueses que se llama en la lengua de la tierra Negapatán. Hay en él un convento de la Orden de San Francisco cuyos religiosos, aunque son pocos, se ocupan en la conversión de los naturales de él, y creo han de hacer muy gran fruto y tienen de ello dadas muestras, porque habrá tres años se convirtió el Príncipe de aquel reino por la predicación de los dichos religiosos, el cual fue agora a recibir el santo Bautismo por increíble gozo y alegría de los cristianos. Imitarle han presto todos los de su reino a lo que se cree. En esta isla hay muchas perlas y aljófar y todas ellas muy buenas, finas y redondas.

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