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Desarrollo


Capítulo XXIV De la Villa Rica de Oropesa y la ciudad de Castro Virreina La Villa Rica de Oropesa, en el asiento de Huancavillca, es una de las más necesarias y ricas deste Reino del Perú, como diremos adelante. Llamóse Huancavillca antiguamente porque en ella se dio una muy porfiada y cruel batalla entre dos capitanes: el uno llamado Huamán que era Ynga, y el otro Huanca, natural de aquella tierra y, aunque hizo su deber muy valerosamente, al cabo fue vencido y preso. Los soldados del Huamán, gozosos de la victoria, pusieron a aquel valle o asiento, Huanca, por causa y memoria del capitán vencido, y Villca, por un cerro muy alto que allí estaba, y así se le quedó Huancavillca: Después, cuando el virrey don Francisco de Toledo visitó este Reino y subió a Potosí, considerando que en el beneficio que a los metales se hacía por fundición, aunque se sacaba mucha cantidad de dinero, era a mucha costa, y se perdía en la labor casi la mitad de la plata y quedaba oculta por no apurarse los metales y, habiéndose descubierto en este asiento unas ricas minas de azogue, mandó, en nombre de su majestad, se fundase allí una villa, la cual se llamó de Oropesa, por ser él natural de Oropesa en los Reinos de España y hermano del conde de aquella villa. Fue la población desta Oropesa el remedio universal deste Reino a causa que, habiéndose repartido indios entre los mineros, se empezaron a sacar muchos millares de quintales de azogue el cual, pagándoselo su majestad a como con ellos se concertaba, lo llevaban por tierra al puerto de Chincha, que está más abajo, siete leguas, del de Pisco, y allí, embarcándolo en navíos, se transporta a la villa de Arica, de donde en recuas de carneros de la tierra es llevado a la villa imperial de Potosí, y entregado a los oficiales reales della, que lo reparten entre los mineros del cerro, con que se beneficia, el día de hoy, los metales, tres veces al doble, en más cantidad que solían antes por fundición.

Se saca al doble la plata y más pura y más acendrada que solía, creciendo la ley, todo lo cual resulta desta villa de Oropesa y de su azogue, y al Rey y a los mineros della y a los de Potosí no tiene cuenta ni suma el grandísimo interés que les resulta y riqueza. Está la villa fundada en medio de dos cerros: el uno es de donde se saca el azogue, y otro enfrente, de plata, que se sacó en un tiempo y se dejó por seguir las minas de azogue. El temple es muy frío y desabrido, pero todo lo hace sufrir el deseo de plata. La villa es de gente rica y que gastan el dinero con prodigalidad y excesivamente. Hay en ella vicario, puesto por el obispo del Cuzco, en cuya jurisdicción cae, y tres beneficiados con ochocientos pesos ensayados de salario y un convento de religiosos dominicos y un hospital, donde se curan indios enfermos. Pero, si ha sido de grandísima riqueza y aumento para el Reino esta villa, también ha sido causa de muchísima disminución a las provincias, de donde acuden indios a ella, repartidos para la labor de las minas, porque los que entran en los socavones y, aun los que están en los asientos dando fuego al beneficio, se suelen azogar del humo y de otros accidentes que les resultan, y mueren más que se podrán significar. Acontece abrir una sepultura donde hay indio enterrado que así murió, para enterrar otro, y hallar entre los huesos corriendo el azogue. Pasa un río junto a esta villa que tiene su puente de piedra y, a par della, al pie del cerro de plata, nace una fuente de agua caliente, la cual se cuaja y torna piedra, de manera que los más edificios y casas que hay en la villa, son hechos de la piedra que desta fuente y agua se hace, la cual no es muy pesada, antes algo liviana y ligera, y no hay animal, aunque pasen cerca della caballos, mulas y carneros, que lleguen a beber della.

Ha acontecido a un negro beberla y morir aquel día, que en el vientre se le debe de cuajar, y oprimir los espíritus vitales y ahogar. Se pudiera hacer con esta agua cualquiera figura, si se amoldara, como se hacen de bronce, plomo y plata. La ciudad de Castro Virreina está catorce leguas desta villa de Oropesa, en las minas de Choclococha; el cual nombre le vino que, como dijimos al principio de este capítulo, el capitán Huanca fue vencido, pusieron su salud en la huida y, llegando a una laguna que en su lengua llaman Chocha, como los enemigos victoriosos los siguiesen y casi diesen alcance por ir más ligeros y sueltos, echaron todo el mantenimiento que llevaban en esta laguna, que se hacía en una llanada grande, al pie de tinos cerros, porque los enemigos no se aprovechasen dellos. Dicen que después, con las calores, se secó aquella laguna, y con la humedad que le había quedado, brotó el maíz en cantidad, y de aquí le vino llamarse Choclococha, que significa laguna de choclos. Es tierra asperísima y fría, aunque riquísima de minas y así, gobernando este Reino don García Hurtado de Mendoza, marqués de Cañete, el año de mil y quinientos y noventa y dos, un griego a quien después mataron a puñaladas y lo hallaron en una cueva, sin que se supiese quién, descubrió unas muy famosas minas en los cerros alrededor della. El uno de donde más plata se ha sacado, es el de Hurcum Cocha, por una laguna que tiene al pie, y pobló allí una villa que llamó Castro Virreina, por el nombre de doña Teresa de Castro, hija del conde de Lemos, su mujer; y en ella puso gobernador, aplicándole el corregimiento de los chocoruos, una provincia de indios que está allí cerca, dándole muy extendida jurisdición.

Después Su Majestad, pasados algunos años, la honró con título de ciudad. Tiene su vicario puesto por el obispo del Cuzco y otros dos beneficiados y su hospital, donde se curan los indios enfermos que son hartos. Tiene esta ciudad privilegio de Su Majestad, que en ella se quinta la plata al décimo, a causa de alentar a los pobladores y mineros de ella a que siguiesen las minas. Porque no se queden el olvido otras minas, que en tiempo del conde del Villar, cuando gobernaba, se descubrieron en Vilcabamba, junto a donde el gobernador Martín Hurtado de Arbieto fundó la ciudad de San Francisco de la Victoria, cuando hubo desecho y preso al Ynga Tupa Amaro. Diré que al principio fue mucha la riqueza que dellas se sacó de metales, que llaman machacado, que casi todo era plata y no tenía necesidad de fundirse ni beneficiarse y, como no fuese este metal en venas y vetas seguido, sino se hallase a bolsas, y en buscarlas se gastase mucho dinero, cayeron las minas de su primera estimación y así, aunque ahora se labra, es con poca gente, porque los mineros principales las han ido dejando.

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