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CAPÍTULO XXII Que no pasó el linaje de indios por la isla Atlántida, como algunos imaginan No faltan algunos que siguiendo el parecer de Platón, que arriba referimos, dicen que fueron esas gentes de Europa o de África, a aquella famosa isla y tan cantada Atlántida, y de ella pasaron a otras y otras islas hasta llegar a la tierra firme de Indias. Porque de todo esto hace mención el Cricias de Platón, en su Timeo. Porque si era la isla Atlántida tan grande como toda la Asia y África juntas, y aun mayor, como siente Platón, forzoso había de tomar todo el Océano Atlántico y llegar cuasi a las islas del Nuevo Orbe. Y dice más Platón, que con un terrible diluvio se anegó aquella su isla Atlántida, y por eso dejó aquel mar imposibilitado de navegarse, por los muchos bajíos de peñas y arrecifes, y de mucha lama, y que así lo estaba en su tiempo. Pero que después con el tiempo, hicieron asiento las ruinas de aquella isla anegada, y en fin, dieron lugar a navegarse. Esto tratan y disputan hombres de buenos ingenios muy de veras, y son cosas tan de burla considerándose un poco, que más parecen cuentos o fábulas de Ovidio, que historia o filosofía digna de cuenta. Los más de los intérpretes y expositores de Platón, afirman que es verdadera historia todo aquello que allí Cricias cuenta, de tanta extrañeza del origen de la isla Atlántida, y de su grandeza y de su prosperidad, y de las guerras que los de Europa y los de Atlántida entre sí tuvieron, con todo lo demás.

Muévense a tenerlo por verdadera historia, por las palabras de Cricias que pone Platón, en que dice en su Timeo que la plática que quiere tratar, es de cosas extrañas, pero del todo verdaderas. Otros discípulos de Platón, considerando que todo aquel cuento tiene más arte de fábula que de historia, dicen que todo aquello se ha de entender por alegoría, que así lo pretendió su divino filósofo. De estos es Proclo y Porfirio, y aún Orígenes. Son éstos tan dados a Platón, que así tratan sus escritos como si fuesen libros de Moisén o de Esdras, y así donde las palabras de Platón no vienen con la verdad, luego dan en que se ha de entender aquello en sentido místico y alegórico, y que no puede ser menos. Yo, por decir verdad, no tengo tanta reverencia a Platón, por más que le llamen divino, ni aun se me hace muy difícil de creer que pudo contar todo aquel cuento de la isla Atlántida por verdadera historia, y pudo ser con todo eso muy fina fábula, mayormente que refiere él haber aprendido aquella relación de Cricia, que cuando muchacho entre otros cantares y romances, cantaba aquel de la Atlántida. Sea como quisieren, haya escrito Platón por historia o haya escrito por alegoría, lo que para mí es llano, es que todo cuanto trata de aquella isla, comenzando en el diálogo Timeo y prosiguiendo en el diálogo Cricia, no se puede contar en veras, si no es a muchachos y viejas. ¿Quién no terná por fábula decir que Neptuno se enamoró de Clito, y tuvo de ella cinco veces gemelos de un vientre, y que de un collado sacó tres redondos de mar y dos de tierra, tan parejos, que parecían sacados por torno? Pues ¿qué diremos de aquel templo de mil pasos en largo y quinientos en ancho, cuyas paredes por de fuera estaban todas cubiertas de plata y todos los altos de oro, y por de dentro era todo de bóveda de marfil labrado y entretejido de oro y plata y azófar?, y al cabo el donoso remate de todo, con que concluye en el Timeo, diciendo: "En un día y una noche, viniendo un grande diluvio, todos nuestros soldados se los tragó la tierra a montones, y la isla Atlántida, de la misma manera anegada en la mar, desapareció.

" Por cierto ella lo acertó mucho en desaparecerse toda tan presto, porque siendo isla mayor que toda la Asia y África juntas, hecha por arte de encantamiento, fue bien que así se desapareciese. Y es muy bueno que diga que las ruinas y señales de esta tan grande isla se echan de ver debajo del mar, y los que lo han de echar de ver, que son los que navegan, no pueden navegar por allí. Pues añade donosamente: "por eso hasta el día de hoy ni se navega ni puede aquel mar, porque la mucha lama que la isla, después de anegada, poco a poco creó, lo impide". Preguntara yo de buena gana, ¿qué piélago pudo bastar a tragarse tanta infinidad de tierra, que era más que toda la Asia y África juntas, y que llegaba hasta las Indias, y tragársela tan del todo, que ni aun rastro no haya quedado?, pues es notorio que en aquel mar donde dicen había la dicha isla, no hallan fondo hoy día los marineros, por más brazas de sonda que den. Mas es inconsideración querer disputar de cosas que o se contaron por pasatiempo o ya que se tenga la cuenta que es razón con la gravedad de Platón, puramente se dijeron, para significar como en pintura la prosperidad de una ciudad y su perdición tras ella. El argumento que hacen para probar que realmente hubo isla Atlántida, de que aquel mar hoy día se nombra el mar Atlántico, es de poca importancia, pues sabemos que en la última Mauritania está el monte Atlante, del cual siente Plinio que se le puso al mar el nombre de Atlántico. Y sin esto el mismo Plinio refiere que frontero del dicho monte está una isla llamada Atlántida, la cual dice ser muy pequeña y muy ruin.

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