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Datos principales


Desarrollo


Capítulo XX Que trata de cómo salió el general Pedro de Valdivia del valle del Guasco hasta el de Coquimbo y de lo que en el camino le sucedió Partió de este valle el general Pedro de Valdivia para seguir su camino al valle de Coquimbo y dejó su teniente con el campo para que viniese por sus jornadas concertadas. Se adelantó con cuarenta de a caballo y treinta peones, caminando con toda la más priesa que pudo. Una jornada antes de llegar al valle, envió un caudillo con quince de a caballo y quince peones, y mandóle que entrase en el valle antes que amaneciese y tomasen a los indios descuidados antes de ser sentidos, porque no se apercibiesen y huyesen. Y así lo hizo y corrió todo el valle y tomó catorce indios y los trajeron a donde el general estaba. Este caudillo fue Francisco de Aguirre. Y el general preguntó a los indios presos por la gente del valle. Los indios respondieron que estaban en las sierras escondidos con el temor que tenían de los cristianos. Y como estaban avisados de nuestra venida, habían escondido la comida que tenían, que no se podía hallar. Y los cristianos traían gran falta. Y por estas dos causas pensaron perecer de hambre. Y viendo tan buen valle de tierras y ríos, se quedaron escondidos mucha gente de servicio, ansí de Perú como de otras partes, que pasaron de cuatrocientas personas las piezas que aquí se nos huyeron por la falta de bastimento que se traía. Luego se partió el general con treinta de a caballo de aquella necesidad, y caminó en noche y día a diez y ocho leguas que hay de éste de Coquimbo hasta llegar al valle que tiene por nombre Limarí, el cual halló.

despoblado y toda la gente recogida a las sierras. Y con las largas jornadas y chicas raciones y menores despensas desmayaron en este camino ciertos cristianos y caballos, de lo cual recibió pena el general no pequeña. Y viendo la falta de bastimentos que había en aquellos valles y que no podían tomar los cristianos ningún indio para tener aviso, viendo la necesidad que todo el campo traía, mostrando rostro alegre con ánimo de varón por dar contento a los que consigo llevaba, les esforzó dándoles a entender que los buenos hijosdalgo en las adversidades demostraban su valor, y que en parte estaban donde se podía bien buscar, y que tuviesen confianza en nuestra Señora, que ella sería servida favorecerlos. Hecha esta plática, tomó diez de a caballo, los mejores, y fuese el valle arriba y dejó veinte allí, y mandóles que no se apartasen de aquel lugar, y que allí esperasen a todo el campo y que tuviesen aviso con los indios de guerra. Habiendo caminado seis leguas el general, el valle arriba seguía y entraba por unas sierras muy altas. Allegó a do estaba un espacio algo llano, en el cual estaba sitiada cantidad de chozas pequeñas, muy ocultas por la fragosidad de la tierra. Estaban muy espesas, las cuales estaban sin gente por haberse subido a la montaña, a causa de la noticia que de los cristianos tenían. Allegaron a estas chozas muy alegres, entendiendo que había gran copia de bastimento, y fue lo que hallaron cinco chollos, que son unos perros de la grandeza de gozques, algunos mayores, los cuales fueron tomados y luego muertos y asados y cocidos con zapallos, que son de la manera que tengo dicho. Y esto se comió, y no se tuvo por mala comida. Viendo el general lugar tan fragoso y aun peligroso, mandó que se velasen y estuviesen sobre aviso.

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