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Capítulo XVI Cómo llegó Juan Tafur adonde estaban los cristianos, y cómo fueron puestos en libertad, queriendo todos, si no fueron trece, volverse; y éstos y Pizarro se quedaron Llegado a la isla del Gallo Juan Tafur con los navíos, como los españoles que estaban con el capitán Francisco Pizarro entendieron a qué era su venida, lloraban de alegría. Parecíales que salían de otro cautiverio peor que el de Egipto. Echaban muchas bendiciones al gobernador por que tan bien lo miró. Presentó el mandamiento y fue obedecido, no dejando Francisco Pizarro de tener congoja grande, viendo, por una parte, cómo todos se querían ir. Y mirando lo que sus compañeros le escribían, determinó de perseverar en su demanda, confiando en Dios que le daría aliento y aparejo para ello. Y con semblante reposado dijo a sus compañeros, cómo por virtud del mandamiento que había venido de Panamá podían volverse, y era en su mano, y que si él no había consentido que dejasen la tierra, era porque descubriendo alguna buena, se remediasen; porque ir pobres a Panamá lo tenía por más trabajo que no morir, pues iban a dar importunidades; y díjoles más, que se holgaba de una cosa, que si habían pasado trabajos y hambres que no se había él excusado de no pasarlos, sino hallándose en la delantera, como todos habían visto; por tanto, que les rogaba lo mirasen y considerasen lo uno y lo otro, y que le siguiesen, para descubrir por camino de mar lo que hubiese: pues los indios que tomó Bartolomé Ruiz decían tantas maravillas de la tierra de adelante.

Aunque el capitán dijo estas palabras y otras, sus compañeros no le quisieron oír, antes dieron prisa a Juan Tafur para que volviese a Panamá y los sacase de entre aquellos montes; si no fueron trece que de compasión que le tuvieron y por no querer volver a Panamá dijeron que le tendrían compañía para vivir o morir con él. Y porque permitiéndolo Dios, Francisco Pizarro con estos trece descubrió el Perú, como se dirá más adelante, los nombraré a todos; y digo llamarse Cristóbal de Peralta, Nicolás de Ribera, Pedro de Candía, Domingo de Soria, Luciani, Francisco de Cuéllar, Alonso de Molina, Pedro Falcón, García de Xerez, Antón de Carrión, Alonso Briceño, Martín de Páez, Juan de la Torre. Estos, con toda la voluntad, se ofrecieron de quedar con Pizarro, de que no poco se alegró, dando gracias a Dios por ello, pues había sido servido de ponerles en corazón la quedada. Y habló con Juan Tafur para que le diese uno de los navíos, como el gobernador mandaba, para los que querían seguir a descubrir lo de adelante. No quiso dar el navío Tafur, que fue otro dolor para el congojado Pizarro; ni bastó requerírselo ni protestárselo ni rogárselo; ni aun partidos y promesas grandes que le hizo para que dejase uno de los navíos. Y como esto vio muy atribulado le dijo que se fuese con Dios, que él se quedaría con aquellos poquitos allí, hasta que de Panamá le enviasen navío. Tafur, no creyendo que quisiesen quedar entre indios tan pocos hombres, pues era más temeridad que esfuerzo, le respondió que fuese en buen hora.

Esto pasado, el capitán habló con los que habían de quedar con él para se determinar en qué lugar podrían quedar seguramente sin temor de los indios hasta que de Panamá les enviasen navío; y entre ellos platicado y bien pensado, acordaron de quedar en la isla de la Gorgona, aunque era mala tierra, porque no había gente y tenían agua y podrían con el maíz que tenían pasarse algunos días en ella. Y escribió a sus compañeros de la manera que quedaba y cuánto convenía que con brevedad le enviasen navío para descubrir la tierra, que decían los indios que se tomaron en la balsa. También escribió al gobernador mostrando sentimiento por lo que había proveído; y, metiéndose en los navíos, Pizarro se quedó en la Gorgona con los ya nombrados y algunos indios e indias. Juan Tafur lo hizo tan mal, que dicen que aún no daba lugar para que sacasen el maíz que les había de quedar y que lo echaron en la marina con la prisa que daba, donde se pudrió mucho de ello y se quería llevar los indios de Túmbez que tenía Pizarro para lenguas; mas al fin los dejó, yendo Ribera por ellos al navío donde estaban; y Juan Tafur, con los españoles dio la vuelta a Panamá, habiéndole primero rogado Francisco Pizarro al piloto Bartolomé Ruiz, que volviese en el navío que había de venir; y quedó en la isla de Gorgona con sus trece compañeros.

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