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Desarrollo


CAPÍTULO X Y ahora referiremos su estancia y su permanencia allá en la montaña, donde se hallaban juntos los cuatro llamados Balam Quitzé, Balam Acab, Mahucutah e Iqui Balam. Lloraban sus corazones por Tohil, Avilix y Hacavitz a quienes habían dejado entre las parásitas y el musgo. He aquí cómo hicieron los sacrificios al pie del sitio donde pusieron a Tohil cuando llegaron a presencia de Tohil y de Aviliz. Iban a verlos y a saludarlos y darles gracias también por la llegada de la aurora. Ellos estaban en la espesura, entre las piedras, allá en el bosque. Y sólo por arte de magia hablaron cuando llegaron los sacerdotes y sacrificadores ante Tohil. No traían grandes presentes, sólo resina, restos de goma noh y pericón quemaron ante su dios. Y entonces habló Tohil; sólo por un prodigio les dio sus consejos a los sacerdotes y sacrificadores. Y ellos los dioses hablaron entonces y dijeron: "Verdaderamente aquí serán nuestras montañas y nuestros valles. Nosotros somos vuestros; grandes serán nuestra gloria y nuestra descendencia por obra de todos los hombres. Vuestras son todas las tribus y nosotros, vuestros compañeros. Cuidad de vuestra ciudad y nosotros os daremos vuestra instrucción. "No nos mostréis ante las tribus cuando estemos enojados por las palabras de sus bocas y por su comportamiento. Tampoco dejéis que caigamos en el lazo. Dadnos a nosotros en cambio los hijos de la hierba y los hijos del campo y también las hembras de los venados y las hembras de las aves.

Venid a darnos un poco de vuestra sangre, tened compasión de nosotros. Quedaos con el pelo de los venados y guardaos de aquellos cuyas miradas nos han engañado. "Así, pues, el venado la piel será nuestro símbolo que manifestaréis ante las tribus. Cuando se os pregunte ¿dónde está Toril?, presentaréis el venado ante sus ojos. Tampoco os presentéis vosotros mismos, pues tendréis otras cosas que hacer. Grande será vuestra condición; dominaréis a todas las tribus; traeréis su sangre y su sustancia ante nosotros, y los que vengan a abrazarnos, nuestros serán también", dijeron entonces Tohil, Avilix y Hacavitz. Apariencia de muchachos tenían, cuando los vieron al llegar a ofrendarles los presentes. Entonces comenzó la persecución de los hijos de las aves y los hijos de los venados, y el producto de la caza era recibido por los sacerdotes y sacrificadores. Y en cuanto encontraban a las aves y a los hijos de los venados, al punto iban a depositar la sangre de los venados y las aves en la boca de las piedras de Tohil y de Avilix. Y cuando la sangre había sido bebida por los dioses, al punto hablaba la piedra, cuando llegaban los sacerdotes y sacrificadores, cuando iban a llevarles sus ofrendas. Y de igual manera lo hacían delante de sus símbolos, quemando pericón y holom ocox. Los símbolos de cada uno estaban allá donde habían sido colocados por ellos, en la cumbre de la montaña. Pero ellos los sacerdotes no vivían en sus casas durante el día, sino que andaban por los montes, y sólo se alimentaban de los hijos de los tábanos y de las avispas y de las abejas que buscaban; no tenían buena comida ni buena bebida. Y tampoco eran conocidos los caminos de sus casas, ni se sabía dónde habían quedado sus mujeres.

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