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Desarrollo


CAPITULO VI Del temperamento que goza la ciudad de Lima, general en todo el país de Valles, y division de las estaciones del año 147 Dificil sería determinar el temple de la ciudad de Lima y sus mutaciones si se huviese de inferir por el que se experimenta en igual latitud de la parte del norte de la equinocial porque en este caso se concluiría ser otra Cartagena respeto de que las alturas de ambas ciudades, una en el emisferio boreal y otra en el austral, difieren entre sí muy poco, pero no sucede assi porque, á contraposicion de quanto es el de Cartagena cálido y molesto, es agradable el de Lima; y aunque sensibles en él las quatro estaciones del año, ninguna incomoda mucho á la naturaleza. 148 Empieza la primavera poco antes que fenezca el año, á fines de noviembre ó principios de diciembre, pero esto se ha de entender por la del cielo; entonces, desvaneciendose los vapores que tienen cubierta la athmosphera en todo el ibierno, se dexa ver el sol y causa no pequeño regocijo en la tierra, alegrandola toda y moderando el efecto que ha causado su retiro y la falta de actividad en sus rayos. Sigue despues el estío, que, aunque cálido por la mayor impression del sol sobre la tierra, no tanto que fastidie con demasia porque se atempera el calor con los vientos sures, los quales corren siempre aunque no con tanta fuerza en este tiempo. Por el mes de junio ó principios de julio tiene su principio el ibierno, que dura hasta noviembre ó diciembre, pero, mediando entre uno y otro, el otoño.

Entonces suelen ventar los sures con mas fuerza, y estos ayres, que corren muy sutiles, son penetrantes y causan frio, no tanto como en aquellos parages donde nieva ó yela, pero sí lo suficiente para que se dexe la ropa ligera y vestirse de paño y otras telas de abrigo. 149 Dos causas hay para que se experimente frio en aquel país; y assi como la naturaleza proveyó otras que produzcan este efecto en Quito, determinó para Lima en primer lugar la de los vientos, que, viniendo desde los frios climas del polo austral, conservan hasta allí la impression que reciben de los yelos y nieves, de modo que la hacen sensible; mas no bastando esto para que la mantuviessen un espacio tan dilatado como el que corren desde la frigida zona de su emisferio hasta internar dentro de la caliente, se sirve de otro auxilio para que con él se pudiesse verificar, y lo es que, mientras dura el ibierno, se cubre la tierra de niebla tan espesa que, formando una especie de pavellon, contiene los rayos del sol, y, no dexandolos penetrar hasta la tierra, corren los vientos á su abrigo conservando la frialdad que adquirieron al passar por los sitios que naturalmente lo son. Esta neblina no comprehende solo el territorio de Lima pues se experimenta igualmente en el que se dilata para el norte en todos aquellos valles ni se limita á las tierras, pues igualmente se cubre con ellos la athmosphera maritima, de la qual hablaré en su lugar. 150 Mantienese la niebla cubriendo la tierra y obscureciendo con su densidad los objetos que están envueltos en ella toda la mañana por lo mas regular y á las 10 ó las 11, en ocasiones mas temprano ó mas tarde, sin dissiparse totalmente, empieza á elevarse, y aquella nube que antes impedía la vista la dexa libre y priva solamente de la del sol en el dia y en la noche de las estrellas porque continuamente está cubierto el cielo, yá sea hallandose los vapores mas elevados ó ya mas unidos contra la tierra, dissipandose algunas veces de modo que dexan percibir la imagen del sol sin dar lugar á que calienten sus rayos.

151 No dexa de ser algo particular la observacion en este assunto de que á la distancia de dos leguas ó tres de aquella ciudad se dissipan los vapores mucho mas que en ella desde medio dia en adelante, pues llega enteramente á descubrirse el sol y modera el frio con su influencia. Assi, en el puerto del Callao, que solo dista de Lima dos leguas y media, son mas benignos los ibiernos, y la athmosphera, mas alegre entonces; pues, como se dexa considerar, los dias de Lima son, durante el ibierno, tristes y desabridos, yá por la continua obscuridad ó yá porque hay muchos en que, casi todos ellos, se mantienen los vapores con una misma densidad y sin apartarse ó suspenderse de la tierra. 152 En esta sola estacion se experimenta que, deshaciendose aquellos vapores en una mollizna ó rocío muy menudo, á la qual llaman garúa, humedece con igualdad toda la tierra, y con este auxilio se visten de yerva todos aquellos cerros y lomas, que en lo restante del año solo ofrecen á la vista aridez y, con las matizadas flores que cada planta produce, alegran la vista y sirven de diversion á aquellos habitantes, los quales, luego que ha passado la mayor fuerza del ibierno, salen á la campaña á gozar del recreo que las ofrece en sus matices. Nunca toman tanto cuerpo estas garúas que puedan servir de impedimento para caminar ni los que hacen viage se incomodan por ellas porque es tan menudo su rocío que solo alcanza á humedecer la ropa muy ligera despues de haverla resistido largo rato; pero como son continuas en el ibierno, y el sol no puede orear la tierra, son bastantes para penetrar en ella y fecundar lo más árido y estéril de su superficie; por el mismo respeto, llegan á formar grandes lodos en las calles de Lima, haciendolos de aquel menudo estiercol cuyo polvo fastidia en el verano.

153 No son los vientos que allí reynan en el ibierno con toda precision por el sur, aunque los denominan assi regularmente; apartanse alguna cosa acia el sueste, y entre este y el sur es su continuo correr. Assi lo tenemos observado en el discurso de dos ibiernos que passamos, uno en Lima y otro en el Callao; el primero el año de 1742 y el segundo en el siguiente de 43; aquel fue de los mas rigurosos que se han experimentado y general en toda aquella parte de America hasta el cabo de Hornos. En Chile, Valdivia y Chiloé correspondieron los frios con proporcion á su altura de polo y en Lima ocasionaron constipaciones y fluxiones, de que murió mucha gente, de modo que parecia contagio; y aunque son estas muy comunes en semejante tiempo, no tan peligroso como en aquel año. 154 Una particularidad tan rara como la que se nota en los valles del Perú de no llover jamás ó, por decirlo con mas rigor, de que las nubes no se conviertan en aguaceros formales ha dado ocasion á muchos naturalistas para para indagar su causa, y, hechos capaces de los fundamentos con que la naturaleza puede producir efecto tan poco comun, han dado varias soluciones á ello. Unos la establecen en la constancia de los vientos sures, de la qual concluyen que, no cessando nunca de ventar, tienen en continua agitacion acia una misma parte los vapores que se levantan yá sea de la tierra ó de la mar; y como estos no se detienen en ningun parage de aquellos por no experimentarse otros vientos en todo el año, concluyen que, no teniendo la oportunidad del tiempo que necessitan para condenarse y unirse unos con otros, no la hay tampoco para que se puedan formar gotas de agua con la union de muchas particulas de ellos y, por consiguiente, para que los mismos vapores vuelvan á baxar precipitados á la tierra por su propio peso convertidos en lluvia.

Otros lo han atribuido á la natural frialdad que llevan, consigo los vientos sures, que, manteniendo en un cierto é igual grado aquella athmosphera todo el año, á proporcion que las particulas del ayre son mas gruessas por esta causa, por la de las muchas salitrosas que contrae de la athmosphera maritima por donde passan y por la de los frequentes minerales de esta naturaleza en que abunda aquel país, tienen menos movimiento para unir los vapores de la tierra y formar gotas que exceden en su paso á las correspondientes de ayre, á que se agrega que, no haviendo tampoco tanta influencia y actividad en los reynos del sol como era necessaria para ponerlas en movimiento y unirlas porque la misma frialdad de los vientos mitiga su calor, no llega el caso de que puedan convertirse en lluvia perfecta respeto de que, interin que el peso de la nube no excede al del ayre que la sostiene, no puede precipitarse aquella y, por consiguiente, ni formarse la lluvia. 155 No me opondré á ninguna de estas ú otras soluciones que se han dado en el particular que voy tratando porque no estoy assegurado de haver encontrado la verdadera causa y, siendo tan ardua, me contentaré con exponer mi sentir dexando á los naturalistas abierto el campo para que puedan especularla, á cuyo fin y al de fundar el mio haré primero las prevenciones necessarias para que sirvan de fundamento á los que se dedicaran á esta solicitud y de instruccion á los que juzgaren las varias soluciones que se han propuesto en el assunto.

156 Primeramente, es de suponer que en todo el país de Valles no reynan otros vientos en todo el año que los de la parte austral, esto es, desde el sur al sueste, tanto en tierra como hasta una cierta distancia apartados de las costas en la mar; y no parezca equivocacion el que se diga ser del sur acia el sueste respecto de haver dicho otros escritores que es del sur al sudoeste porque en ello parece que padecieron error; hase de suponer, no obstante, que hay ocasiones en que estos calman totalmente, y que entonces se siente algun ambiente, aunque tenue, de la parte del norte, con el qual se forma la neblina. Lo segundo, en tiempo de ibierno corren los vientos sures con mas violencia ó fuerza que en verano, lo qual se debe entender cerca de la tierra. Lo tercero, aunque nunca se experimenta en Valles lluvia formal, hay lloviznas menudas, que es á lo que llaman garúas, y esto sucede casi de continuo en el ibierno y nunca en el verano. Lo quarto, siempre que hay garúas, las nubes, neblinas ó vapores que se levantan de la tierra están pegadas contra ella, y la misma neblina es la que se convierte en garúa, empezando por un ambiente humedo y poco á poco va haciéndose mas sensible la humedad hasta que, llegando aquella á su mayor condensacion, dexa distinguir las menudas gotas que se separan de ella; esto es tan regular que se experimenta en todos los paises algo frios y, por lo mismo, no es estraño que suceda en aquel. 157 Doy el nombre de nube, neblina ó vapores á los que producen la garúa y menuda mollizna porque, aunque puede haver entre estas tres especies alguna distincion accidental, no se ha de mirar esta sino como tal.

Assi, siendo la neblina un vapor algo mas condensado que quando este se halla en su principio y la nube una neblina mas elevada y densa que aquellos dos, en lo sustancial todos tres los debemos suponer una misma cosa, con sola la distincion de la más o menos densidad respeto de que en darle uno ú otro nombre no se sigue inconveniente para el intento de que se trata. 158 Lo quinto, el efecto que causan en el verano los rayos del sol sobre la tierra en todo Valles hace que el calor sea muy sensible, y tanto mas quanto se imprimen sobre un terreno de arena donde reverberan con fuerza, y los vientos son muy floxos; con que, parece que entonces no subsisten los motivos expuestos en el segundo sentir referido antes; y que si la fuerza ó agitacion que tienen los vientos sures es la que estorva que se eleven los vapores hasta la necessaria altura donde se ha de formar la lluvia, cessando esta razon por la mayor parte en el verano, deberia llover, lo que sucede al contrario, pues ni las garúas son regulares entonces. Lo sexto, en Valles ha havido ocasiones en que, saliendo de sus t erminos la naturaleza del país, se ha experimentado aguaceros formales, como queda notado en el capitulo primero de esta segunda parte, quando se habla del pueblo de Chocope, Truxillo, Tumbez y otros parages, con la particularidad de que no solo no huvo variedad en los vientos sino es que, manteniéndose por el sur, fueron mucho mas fuertes cuando sucedieron las lluvias que lo regular en ninguna de las dos sazones de ibierno ó verano.

159 Los seis presupuestos que acabo de expressar son tan constantes en aquel clima que, como propios de él, quedan notados en los lugares que corresponden de este capitulo, y sobre estos es necessario proceder para determinar la causa de que no llueve en él con la fuerza que en los demás de Europa ó, mas propiamente, con la que es regular en la zona torrida, de modo que convenga la razon con lo que se experimenta. 160 No será estraño dar por supuesto constante que el viento corre en un cierto espacio ó ámbito de la athmosphera con mayor fuerza ó violencia que en otros porque esto lo dá á entender la misma experiencia en los cerros ó montañas elevadas, por cuyas cumbres se siente correr con una gran celeridad quando al pie de ellas apenas se le percibe movimiento, lo qual nos sucedia en todos aquellos cerros de la cordillera, siendo en ellos una de las penalidades que sufriamos la grande fuerza de los vientos. Es esto tan regular en todas partes que con solo subir á una torre se hace bastantemente sensible la diferencia que hay del pie á su cumbre; y aunque hay quien pretenda demostrar que esto proviene en tierra de las desigualdades que forman en ella las montañas y, por este tenor, otros obstáculos que lo son para que el viento corra en los llanos ó parages más baxos con la violencia que se experimenta en los elevados, sucediendo en la mar lo mismo que se observa en tierra, como lo tiene acreditado la experiencia y hace ver continuamente en los navios, queda convencido y acreditado que no es inmediato á la tierra donde el viento lleva su mayor fuerza; sentado esto, podremos establecer, y me parece que con alguna seguridad, que los vientos sures llevan su mayor fuerza por un intervalo de la athmosphera algo apartado de la tierra, pero no tanto que sobrepuje ó exceda por lo comun á aquel en donde se forma la lluvia ó en donde, unidas las particulas de agua que encierran en sí los vapores, componen gotas de algun cuerpo y peso; assi, en aquel país se vé que los celages ó vapores que se elevan sobre este espacio, esto es, aquellos que caminan muy levantados se mueven con una agitacion mucho mas tarda que la que tienen los vientos por abaxo, y, muy frequentemente, en otros climas fuera de aquellos de Valles, van acia contrario lado del camino que llevan las nubes gruessas que están inferiores á ellos; con que, parece que, sin el peligro de suponer cosa irregular, se puede assentar que el espacio de la athmosphera, por donde ordinariamente llevan los vientos su mayor fuerza, es aquel en donde se forma la lluvia gruessa ó la que tiene por lo comun este nombre.

161 Para explicar ahora la particularidad de este phenomeno, con el qual la naturaleza hace tan raro aquel país, digo que en el verano, quando aquella athmosphera está mas perfecta, levanta el sol con el influxo de sus rayos los vapores de la tierra con la misma raridad en que se mantiene aquella porque, hiriendo mas perpendicularmente, tiene mas vigor para elevarlos; empiezan á tocar estos vapores aquella parte inferior del ámbito de la athmosphera, por donde los vientos corren con su mayor fuerza, y, arrebatandolos estos, no les dan tiempo para que tomen elevacion en el mismo ámbito, y que con ella se pueden juntar ó unir muchos componiendo gotas; con que, faltando esta circunstancia, no puede formarse lluvia pues, á medida que salen los vapores de la tierra, corren por aquella parte inferior de la athmosphera sin detenerse en ningun parage; y como los vientos son continuos y constantes de aquella parte austral, lo es tambien el llevar envueltos en su velocidad los vapores tan rarificados quanto los puso el calor del sol con su impression; y contribuyendo la actividad mayor de esta para que no se unan, hacen que el verano esté la athmosphera despejada y clara. 162 En el ibierno, no siendo tan perpendiculares los rayos del sol sobre la tierra, queda densificada la athmosphera; el ayre que corre de las partes australes lo está por naturaleza mucho mas respeto que lleva aquella natural congelacion que le participan los yelos, de quien lo adquieren los vapores luego que salen de la tierra, y se hacen mucho mas densos que en verano, la qual les sirve de embarazo para que se eleven con la prontitud que aquellos.

163 A esto se agregan otras dos razones; la una, que, no teniendo los rayos del sol tanta actividad, á proporcion que los dissipa menos, hallen mas dificultad para elevarse, y la otra, que, acercandose á la tierra en esta estacion aquella region de ayre por donde este lleva la mayor velocidad de su curso, no les dá lugar á que puedan levantarse mucho, y assi, quedando pegados contra ella aunque siguiendo el mismo rumbo del viento, se convierten en la neblina humeda que se experimenta entonces; y como tienen menos espacio por donde correr que quando se elevan mas, por precision han de tener mas ocasion de juntarse unos con otros y formar la garúa despues que ha passado algun tiempo desde que empezaron á condensarse y formar ó convertirse en neblina. 164 En la fuerza del dia se dissipan, y cessa la garúa, y esto proviene de que, teniendo entonces mas actividad el sol, rarifica la athmosphera y al mismo tiempo puede suspenderlos á mayor altura, con lo qual no solo los hace mas sutiles sino que, poniendolos donde tienen mas dilatado espacio en que correr, vá separando de ellos aquellas partes mas febles hasta que totalmente los esparce y hace imperceptibles. 165 No obstante todo esto, es preciso convenir en que tanto en el verano como en el ibierno algunos vapores han de vencer la dificultad de la rapidez del viento en aquel espacio por donde corre con su mayor velocidad y, transcendiendo de él, se han de levantar á superior altura, bien que no en la misma parte precisamente donde estos vapores empezaron a encontrarla ó atravesarla sino mucho mas adelante, de suerte que los hemos de considerar por una parte, siguiendo el curso del ayre, y por otra, elevándose á proporcion de la mayor rarefaccion en que los rayos del sol los ponen.

En esta suposicion, claro es que estos vapores no han de ser los que se hallaren mas condensados porque, tanto quanto mas lo estuvieron, será mas dificil que se eleven y mas natural que por su mayor peso cedan á la agitacion del viento; con que, haviendo de ser estos los mas sutiles, luego que consiguen sobrepujar aquel ámbito, disminuyen la aceleracion con que antes eran arrebatados; y unidos muchos, forman aquel celage elevado que se nota allí quando totalmente queda dissipada la neblina, el qual no puede yá convertirse en lluvia porque, haviendo excedido á la region que es propia para ella, están congeladas todas sus partes; y como nunca llegan á acrecentar su peso tanto que exceda á la resistencia del ayre que las sostiene porque, no siendo en gran cantidad las que pueden superar tanta dificultad, no les es fácil unirse con otras nuevas que de ellas hace la actividad continua del sol, tampoco pueden descender convertidos en nieve ó granizo, que es lo que correspondia, á que se agrega que, siguiendo siempre el mismo curso que lleva el viento, aunque con mas lentitud, esto les embaraza tambien el que se juntan tantas, que forman nube espesa, segun allí se observa, pues, como tengo yá dicho, son estos celages tan ténues que á su transparencia se distingue de dia toda la figura del cuerpo del sol y de noche las estrellas, aunque confusamente. 166 Una dificultad nos falta ahora que satisfacer para que lo expuesto hasta aqui convenga con lo que se observa y es que estos elevados celages solo se descubren en el ibierno y no en el verano, pero esto mismo es en lo natural lo que debe suceder segun mi sentir, y proviene, á mas de la general razon de que los rayos del sol los dissipan con su mayor influencia, de que, corriendo en el ibierno los vientos con mayor fuerza por un espacio mas inmediato á la tierra que en el verano, á proporcion de lo que se acerca á ella la parte inferior de aquella region, se halla mas baxa la superior de la misma, y en el verano, por el contrario, á proporcion que está mas elevada la parte inferior del ámbito de su curso, lo está tambien la superior; y debiendose suponer con todos los naturalistas que los vapores de la tierra solo pueden elevarse hasta aquella altura en que los globulos del vapor son menos pesados que los de ayre, estendiendose hasta este termino la rapidez del viento en el verano, no puede llegar el caso de que salgan nunca de la violenta agitacion con que los arrebata y, por consiguiente, ni el de que se condensen con la union de muchos para formar aquel visible celage que en el ibierno es tan comun porque en esta estacion, como llevan su violencia los vientos por un espacio que está mas inmediato á la tierra, á correspondencia que se acercan á ella por la parte inferior, descaece su agitacion por la superior; y sucediendo esto algo mas abaxo de aquel termino hasta donde pueden llegar los vapores, se ocupa con ellos el espacio que queda mas arriba del extremo de la corriente de los vientos.

Esto parece natural respeto á lo que queda establecido con la experiencia de que en el ibierno son mas fuertes los sures sobre la tierra que en verano, y puede comprobarse con lo que se seguirá. 167 Queda dicho que en el pueblo de Chocope se experimentaron en dos ocasiones aguaceros muy fuertes y continuos y que, aun con alguna mas frequencia que allí, sucede esto repentinamente despues de haverse passado algunos años con sequedad en Tumbez y las demás poblaciones de aquellas partes, lo qual se hace allí extraño porque, siendo aquel país de Valles sin diferencia á los de Lima, no es regular el llover en ellos. Esto no obstante, yo considero dos causas que lo pueden ocasionar, las quales nacen una de otra; y para exponerlas, empezará por la primera, de que se produce la segunda. 168 De lo que queda dicho antes se debe inferir que siempre que en un país ó clima reyna constantemente un mismo viento no puede llegar á experimentarse en él lluvia formal y que, para que la haya, ó bien es preciso que el viento cesse totalmente ó que haya otro opuesto que, uniendo los vapores que havian corrido acia un lado con los que nuevamente exhala la tierra, los haga condensar á proporcion que se elevan por medio de la atraccion del sol hasta que, llegando á hacerse mas pesados que el ayre, de quien están sostenidos, caygan convertidos en gotas de agua. 169 Si se pone la atencion en las circunstancias que se notan al hacer relacion de lo sucedido en Chocope, se verá que todo el dia estaba clara la athmosphera y que solo era desde las 5 de la tarde en adelante quando empezaba la lluvia y, con esta, la fuerza del viento; se ha de advertir tambien que, quando reynan las brisas en los climas donde son regulares, tienen su mayor fuerza desde la caida del sol hasta que quiere volver á salir y que, sucediendo esto desde diciembre en adelante, es entonces verano en Valles, y en él son los dias claros, y la athmosphera está continuamente despejada.

Esto se experimentaba en Chocope al tiempo de aquella lluvia; con que, aunque expressan los habitadores la estacion del tiempo en que se hallaban, dá á entender haver sido en la de verano la referida particularidad y la anotacion de que reynaban los sures con mucha mas violencia que á su regular, lo qual no huviera sido extraño en ibierno porque en esta sazon vientan con mucha desigualdad y en ocasiones con gran fuerza. Assi, podemos assentar seguramente que estos accidentes se experimentaron en el verano, y de sus circunstancias no será extraño concluir que, teniendo las brisas mas fuerza que la comun y ordinaria, recalaban con ella por aquel espacio superior donde los vientos sures llevan la suya, llegando mas adelante en aquel año que lo que acostumbraban, y, haciendo las brisas esfuerzo contra los sures, los constreñian á mudar de rumbo; pero como no era factible que tomassen el que traían retrocediendo respecto que los mismos sures, no cessando en ningun parage anterior, lo estorvaban, dexaban aquella region para cederla al mas poderoso y, baxandose ó descendiendo de ella, seguian el inmediato á la tierra. Entonces, los vapores que se levantaban de esta en todo el discurso del dia se elevaban despues de haver andado con el viento mas inmediato una cierta distancia hasta la region donde reynaba el otro y, rechazados por este, tenian tiempo de condensarse porque, yá dentro de aquel ámbito donde se forma la lluvia ó donde, unidas muchas imperceptibles gotas, componen una de mayor cuerpo y peso, al passo que abanzaban, eran elevados por el efecto de la mayor dissipacion hasta que, volviendo á engrossarse con la falta de influencia, despues que el sol empezaba á declinar sensiblemente y no pudiendo yá sostenerse segun su peso, se iban precipitando convertidas én lluvia, la qual era tanto mas gruessa quanto estaban mas condensados los vapores por la mayor fuerza ó prontitud con que las brisas los hacian retroceder.

Empezaban á perder la suya estos vientos desde que queria amanecer, segun es regular, y desde la misma hora empezaba la lluvia á cessar. Reynaban los sures á su ordinario todo el dia y, como en la parte superior de la athmosphera no havia entonces otros vientos que les hiciessen oposicion, llevaban consigo los vapores conforme se elevaban, y quedaba aquella clara y apacible. 170 Esto se experimentó en Chocope, que está mucho mas distante de los parages hasta donde suelen recalar las brisas que Tumbez, Piura, Sechura y otras poblaciones, en las quales sucede con mas frequencia, á proporcion que están mas cerca de la equinocial, sin que llegue el caso de que se experimenten vientos brisas ó del norte en aquel espacio de la athmosphera que está inmediato á la tierra; con que, se hace verosimil y parece cosa regular que, siendo mas facil el que recalen los vientos del norte en el tiempo que reynan á aquellos parages mas proximos á la equinocial que á los que se hallan mas distantes, bien que no lo hacen tan baxos ó inmediatos á la tierra que sean sensibles en ella sino por un espacio mas elevado, es consiguientemente natural el que llueva en aquellos con mas frequencia que en los otros, donde es mas raro que lleguen á recalar estos vientos yá sea por aquel espacio de la athmosphera que está contiguo á la tierra ó por el otro que, hallándose algo distante de ella, es el que ocupa la mayor rapidez del viento ó por donde este lleva su mayor violencia.

171 Como he sentado desde el principio, no estoy tan persuadido á que la razon expuesta sea la precisa con todo rigor phisico que no dé lugar á que pueda haver otra mas convincente y que se conforme mejor con lo mismo que se observa; pero como es dificil encontrar aquella que, al passo que convenga á verificar todas las circunstancias, dexe satisfecho el entendimiento con su possibilidad y naturaleza, no todas las que se puedan buscar están proximas á avenirse con las particularidades á que es menester que se acomoden, y assi, despues de haver concluido la idea, que á mi parecer es la mas propia, queda en libertad la especulacion de los phisicos para indagar la verdadera causa y, descubierta, abandonar la que yo acabo de proponer. 172 Assi, como no se vé llover en Lima con regularidad, tampoco está sujeto aquel clima á tempestades; por esto, quando sus moradores no han viajado, yá sea á la serranía ó yá á otros parages como Guayaquil ó Chile, no saben lo que son truenos ni han visto relampagos, no sucediendo allí unos ni otros; casi, les causa gran novedad y terror quando empiezan á experimentarlos. Pero es cosa digna de nota que, lo que allí es tan extraño, á 30 leguas para el oriente ó algo menos viene á ser muy comun porque, estando la sierra á esta distancia, tanto los aguaceros como las tormentas son en ella tan regulares como en Quito. Los vientos, aunque constantes en la forma que vá dicho, tienen alguna, bien que muy corta, variacion, como explicaré; son tambien muy moderados en todos tiempos pues nunca llegan á sentirse, aun en lo mas riguroso de los ibiernos, con tanta fuerza que incomoden; con que si aquel país no estuviera sujeto á otras plagas y accidentes, no tendrian que apetecer sus moradores para la comodidad de la vida.

Pero, allí donde la naturaleza depositó unas prerrogativas tan sobresalientes, puso pensiones que hacen menos estimable la excelencia de aquellas, y con estas en igualdad ó en inferioridad á aquel territorio con los que no gozan tales propiedades. 173 Queda dicho que los vientos que generalmente se experimentan en Valles en todas las sazones son de las partes australes; y esto no obstante, debe considerarse a generalidad con una cierta excepcion, la qual, sin variar enteramente lo que queda notado, hace conocer que hay ocasiones en que reynan vientos del norte, pero tan endebles é imperceptibles que apenas alcanza su vigor á mover las veletas, grimpolas ó catavientos de los navios acia su direccion y solo consisten en unos ambientes muy ténues quanto llegan á ser bastantes para que se conozca que no reynan vientos sures, siendo muy poco menos que calma. Esto se experimenta regularmente en el ibierno, y con ellos empieza la niebla inmediatamente, lo qual parece que en alguna manera es conforme á lo que queda dicho antes de la causa para que allí no se formen aguaceros fuertes. Esta ventolina ó vagages de viento, segun les llaman los náuticos, son tan particulares que desde el instante que empiezan, y aun antes de densificar la niebla, los sienten los moradores porque causa en ellos indisposiciones de cabeza ó jaquecas tales que facilmente revienen el tiempo que ha de hacer aun antes de salir de sus dormitorios y ver el que corre fuera de ellos.

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