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Desarrollo


Capítulo Primero Del descubrimiento del Perú No dejé, cuando la pluma tomé para contar a los hombres, que hoy son y serán, la conquista y descubrimiento que los nuestros españoles hicieron en el Perú cuando lo ganaron, de considerar que se trataba de la más alta materia de que en el universo se pudiera escribir (de cosas profanas quiero decir) porque, dónde vieron hombres lo que hoy ven: que entre flotas cargadas de metal de oro y plata como si fuera hierro, ni dónde se vio ni leyó que tanta riqueza saliese de un reino, tanta y tan grande, que no solamente está España llena de estos tesoros y sus ciudades pobladas con muchos "peruleros" ricos que de acá han ido, mas han encarecido el reino con el mucho dinero, que han llevado tanto cuanto saben los que lo consideraren; y no solamente España recibió esta carestía, mas toda Europa se mudó del ser primero, y las mercaderías y todos tratos tienen otros precios que no tuvieron; tanto ha subido en España, que si va como ha ido, no sé adónde subirán los precios de las cosas, ni cómo los hombres podrán vivir. Y quise escribir de tierra para pasar la vida humana tan gruesa, tan harta, tan abundante, que en todo lugar que no hay nieve ni monte, no se puede mejorar, como algo de ello apunté en la primera parte, hubiese Dios permitido que tantos años y por tan largos tiempos estuviere cosa tan grande oculta al mundo y no conocida de los hombres de él y hallada, descubierta y ganada, en tiempo del emperador don Carlos, que tanta necesidad de su ayuda ha tenido por las guerras que se le han ofrecido en Germania contra los luteranos y en otras jornadas importantísimas; porque cierto tengo para mí todo este orbe de indias que tan grande es, ha sido descubierto en tiempos mucha riqueza; mas si se quisiesen tomar por los oficiales reales trabajo de ver por los quintos lo que sumaba; montaría sólo el tesoro que del Perú ha ido más que todo esotro junto y no poco más, sino mucho.

En España ochocientos y veintidós años antes del nacimiento de Cristo que se encendieron los montes Pirineos, que los fenicios y los de Marsella llevaron muchas naves cargadas de plata y oro; y en el Andalucía, después de esto hubo mucho metal de plata; y así sabemos que en Churab..., en tiempo de / ... / hubo tanta plata que no se tenía en cuenta; y cuando Salomón enriqueció el templo con vasos y riquezas, fue mucho lo que en ello se gastaba; y sin todo esto sabemos que en el levante hay tierras ricas de oro y plata, mas ninguna cosa de éstas se puede igualar ni comparar con lo del Perú; porque contado lo que se hubo en Caxamalca cuando el rescate de Atabalipa y lo que después se repartió en jauja y en el Cuzco, y lo que más se hubo en el reino es tan gran suma que yo, aunque pudiera, no lo oso afirmar; pero si con ello quisiera edificar otro templo se hiciera que fuera de más riqueza que el del Cuzco ni ninguno de cuantos en el mundo han sido. Y todo esto es nada lo que esto del Perú se ha sacado, para lo mucho que en la tierra está perdido enterrado en sepulturas de reyes y de caciques y en los templos. Así lo conocían los mismos indios y lo confiesan. Pues después de todo esto que sacaron de Guailas, de Porco, de Caruaya, de Chile, de los Cañares, ¿quién contará el oro que de estos lugares entró en España? Y si para esto ponemos tanta dificultad, ¿qué diremos del cerro de Potosí, de quien tengo para mí ha salido desde que dél sacan plata, con lo que los indios han llevado sin que se sepa, más de veinte y cinco millones de pesos de oro, todo en plata, y sacarán de este metal para siempre, mientras hubiere hombres, como lo quieran buscar? Y sin esto comienzo la escritura dedicada por contar el fin de la guerra de los dos hermanos Guascar y Atabalipa y cómo trece cristianos lo descubrieron casi milagrosamente, y después fueron para lo ganar (por la guerra que hallaron trabada) no más de ciento y sesenta, y cómo después se fueron encadenando las cosas de unas en otras, que en el Perú hubo tantas disensiones, tantas guerras entre los nuestros, y tratadas tan ásperamente y unos con otros con tanta crueldad que se olvida Sila y Mario y los otros tiranos; y los casos que pasaron en este discurso contados, si no hubiese testigos muchos, no sería creído; tanto, que estando en el Perú no hay para qué hablar de Italia, ni Lombardía, ni otra tierra, aunque sea muy belicosa; pues lo que ha hecho tan poca gente no se puede comparar, sino con ella misma. Con estas mudanzas murieron, y muchos que estaban olvidados llegaron a ser capitanes, y en riqueza tanto que algunos tenían más renta uno solo, que el mayor señor de España, fuera de el rey.

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