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Capítulo LXXXVII De Ynga Urcum hijo de Viracocha Ynga y de la piedra que llaman en el Cuzco cansadaYnga Urcum fue hijo del gran Viracocha Ynga, y fue uno de los más valerosos hijos que tuvo, el cual se preció notablemente de conquistador, y así a él algunos le atribuyen la conquista de Maras, Mullaca, Calca, Tocal, Capac, a Huaiparmarca y otros pueblos, hasta los Lucanas y los Canas, apaciguándolos y poniéndolos en orden. Y entre otras cosas que refieren suyas, de ingenioso, son dos: una haber traído de muy lejanas tierras (y algunos dicen desde Quito, lo cual sería en vida de Pachacuti Ynga Yupanqui, su hermano, hijo y heredero que fue de Viracocha Ynga, porque en este tiempo Tupa Ynga Yupanqui hijo de Pachacuti Ynga Yupanqui y sobrino de este Ynga Urcum fue a la conquista de Quito y sus provincias), trajo, pues, infinidad de indios cargados de una tierra fertilísima y apropiada para fructificar papas. Si fue desde Quito hay más de 450 leguas. Esta tierra traída hizo con ella en el Cuzco, al un lado de la fortaleza hacia el oriente, un cerro llamado Sunso, que él mismo nombre se deja entender haber sido tierra juntada a mano y con industria. En este cerro se daban lindísimas y sabrosas papas, las cuales sólo eran y servían en la mesa del Ynga y para su comida y regalo. La otra fue que yéndose trabajando en la obra de la fortaleza del Cuzco, que es insigne y maravillosa, para ella mandó traer desde Quito una piedra grandísima y de excesivo peso, que tendrá tres estados de alto y ocho pasos de largo.

Refieren los indios que llegando con ella muy cerca de la fortaleza donde ahora está la piedra, habló diciendo saycuni, que quiere decir canséme, y lloró sangre, y así de acuerdo la dejaron en el lugar donde al presente está, y la llaman comúnmente la piedra cansada. Y si ellos la trajeron desde Quito como cuentan, que yo lo tengo por fábula, no me parece que hay industria humana que de traza y modo como en tanta infinidad de leguas pudiese llegar, siendo los caminos que hay, desde la ciudad de Quito hasta el Cuzco, fragosos y ásperos, de cerros y valles y quebradas, dificultosísimo de pasa hoy día a caballo, y los ríos grandes y crecidos, especial el famoso y celebrado Apurimac, que está del Cuzco diez y seis leguas, donde jamás hubo otra puente que la de Crisnejas, y ésa angosta, y por donde era imposible pasar aquella piedra, no por las laderas que están encima del río, poco antes de llegar a la puente, donde se han perdido infinidad de bestias cargadas de plata y mercaderías, cayendo al río por la angostura del camino. Y así, si la piedra vino de donde dicen los indios, no hay duda sino que el demonio, como tan familiar y amigo suyo, y que deseaba tenerlos por todas las vías sujetos, se la traería y ayudaría a esta obra tan sin provecho, para más atraerlos a su voluntad y ceguera. Y aún la paga desta obra tuvo el mesmo Ynga Urcum, que los indios que con él se hallaron en traer la piedra al Cuzco, le mataron aburridos y cansados de trabajo tan sin provecho, aun quizás de los malos tratamientos que les hacía, porque severamente mandaba, sin que hubiese réplica ni excusa en dejar de cumplir sus órdenes.

Y la piedra se quedó en el puesto, sin que jamás pasase adelante ni los ingas tratasen dello, por la fábula de decir que había hablado y llorado sangre. No quedó de este Ynga Urcum sucesión ninguna, que para aquellos tiempos, donde tenían los indios, y especial los hijos y hermanos de los yngas, tanta multitud de mujeres, fue cosa de maravilla. Otros dicen que después de la guerra que tuvo Viracocha Ynga con los chancas, como en el capítulo diez y nueve se dijo, Pachacuti Ynga Yupanqui, envidioso de los hechos y obras heroicas deste Ynga Urcum su hermano, y entendiendo que su padre Viracocha Ynga le quería dejar por heredero por ser valeroso, lo mató en Cache, en una guerra, diciéndole que fuese en la delantera; y mandó a un capitán suyo le matase por detrás, de lo cual refieren que Viracocha Ynga su padre murió de pesar, y otros que se desapareció. Toda esta variedad la causa la mucha que los indios tienen en contar las guerras y sucesiones de sus Yngas. También fueron valerosos y esforzados dos capitanes llamados Apomaytac y Uillca Quiri, a los cuales refieren los indios que el Ynga, no señalando cuál, los envió a conquistar por los llanos abajo, y llegaron hasta donde ahora está poblada la Villa de Cañete y allí, por orden del Ynga, edificaron la fortaleza del Huarco que es obra costosísima y fuerte de piedra, de la cual trajeron al Cuzco la Huaca principal, que aquella provincia adoraba, para que, mediante esto, toda la provincia contribuyese gente e indios de servicio a la Huaca, y viniesen al Cuzco a adorarle.

Apomaytac Uillcaquiri decían a los indios que aquellas huacas e ídolos les ayudaban a vencer en todas las guerras que trataban, y en las conquistas que intentaban juntamente. Dicen que Ynga Maita, que fue hijo de Viracocha Ynga y hermano de Ynga Urcum, fue esforzado y atrevido, sin jamás querer ni admitir descanso, siguiendo en todas las jornadas de guerra a su hermano Ynga Urcum y a Pacha Cuti Ynga Yupanqui, y a Tupa Ynga Yupanqui su sobrino. Se halló en la conquista de Huancavilcas y Cayambis y Pastos, con un hermano suyo llamado Cunayrachali y Curopanqui y Capac Yupanqui, que todos fueron hijos de Viracocha Ynga, del cual y de su hermano recibieron muchas mercedes de mujeres e indios de servicio y vestidos, conforme a lo que entre los yngas se usaba.

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