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Datos principales


Desarrollo


Capítulo LIII De cómo Huascar Ynga, habiendo hecho grandes sacrificios, salió en persona a la defensa de sus estados y venció a Quisquis en una batalla Las nuevas de tantos tristes y desastrados sucesos llegaron al Cuzco, donde al presente estaba Huascar Ynga, y decía lo que sintió con ellos y su pena no se puede significar por palabras, y considerando que en todo le había ido mal y que sus consejos y trazas en todo le habían salido al contrario de su pensamiento, acordó de acudir a sus huacas y hacerles innumerables sacrificios y ofrendas con ayunos. Habiendo consultado sobre ello a los sacerdotes, quiso él mismo hacer el ayuno, y para este efecto salió del Cuzco y se fue a Huana Cauri a ello, y allí estuvo algunos días, entendiendo con sus privados y queridos en aplacar al hacedor, sacrificando mil géneros y diferencias de animales, según sus ritos y ceremonias, a las huacas del Cuzco. Visto que en todas hallaba mala respuesta, dada por los demonios que en ellas hablaban, y que no eran conforme a su intento y propósito, no sabiendo qué hacerse acordó de nuevo hacer Junta General de hechiceros, y envió de nuevo a consultar las demás huacas que hablaban, y a preguntar qué haría en tanta adversidad y miseria como le cercaba, y en ninguna halló remedio ni respuesta que les satisficiese a su deseo. Preguntando a los adivinos y hechiceros para por ellos saber lo que haría en la guerra, ellos, por contentarle y evadir el peligro que de no decirle cosa conforme a su gusto esperaban, le respondieron que le iría bien en la guerra y que todo le sucedería conforme su deseo y que vencería a sus enemigos con grandes muertes y triunfaría dellos.

Y todo lo permitía por Dios, que ya era tiempo que su santísimo evangelio se promulgase en estas apartadas regiones, y el triunfo y monarquía de Lucifer cesase en estos reinos, que tan sujetos y aprisionados debajo de su mano tenía. Con este acuerdo y respuesta de los hechiceros satisfecho en alguna manera, Huascar Ynga salió del Cuzco, acompañado de muchos hermanos, parientes y allegados suyos, y se fue a Sacsa-Huana, donde haciendo junta General del más poderoso ejército, que pudo de todas las naciones desde Chile, que con graves penas movidas vinieron, hizo reseña de todas ellas y las proveyó de armas y vestidos a los que estaban faltos de lo necesario, y los animó alabando su esfuerzo y valentía, diciéndoles que en ellos tenía puesta su esperanza para vencer de una vez todos sus enemigos, que tan contra justicia y razón se le habían rebelado y negado la obediencia debida como a su señor natural, y que hiciesen como buenos soldados, que a todos ofrecía y prometía, según su valor y cómo peleasen, honrarlos y premiarlos. Concluido con lo tocante a esto, salió por el camino de Cotabamba a encontrarse con Quisquis y Chalco Chima. Y para hacerlo con mejor acuerdo ordenó que la gente de Colla Suyo y Conti Suyo, Chuischarcas y Chile fuesen repartidos por encima de Cotabamba, hacia los Omasuyos, y que procurasen por todas las vías posibles hechar los enemigos hacia el río de Cotobamba. Y por la parte de abajo, que es hacia la puente de Apurina, fuesen juntos Huanca Auqui y Huapanti y Pacamayta con la gente que traían, de los que habían escapado de las batallas pasadas, a embestir a los enemigos por otro lado, de suerte que procurase subir al cerro de Cotabamba a darle la batalla, y cogiéndolos en medio los destruyesen más fácilmente.

Los Chumpibilcas, Chuis, y Charcas, y Chile y demás naciones que habían salido en la orden dicha a echar los enemigos hacia el río de Cotabamba, por donde había de ir Huanca Auqui, se encontraron, muy sin pensarlo, en Tauaray con un ejército grande, que por mandato de Quisquis y Chalcochima venían a entrar por los Chumpibilcas al Cuzco. Y el capitán de la gente de Huascar Ynga, que se llamaba Rampa Yupanqui, como los vio, muy alegre, animó su gente, diciéndoles que peleasen como buenos soldados, que vencidos aquéllos los demás serían fácil de vencer y sujetar, y en el dicho Tauaray, que es a las espaldas de los Omasuyos, se dieron la batalla, que fue muy cruel y sangrienta, y Rampa Yupanqui venció al ejército de Atao Hualpa, con muerte de más de diez mil indios dellos, y allí murió Tumayrima, su capitán, y de la gente de Huascar murió muy poca. Y Rampa Yupanqui, muy gozoso por la victoria, mandó luego cortar las cabezas de los capitanes de Atao Hualpa que fueron presos y de otros muchos, haciendo en los prisioneros grandes castigos. Luego despachó Rampa Yupanqui mensajeros con la nueva del suceso tan venturoso a Huascar Ynga, con la cual recibió grandísima alegría y contento, olvidando todas las pérdidas y desdichas pasadas. Y, riéndose con rostro placentero y risueño, dijo a sus hermanos y capitanes que estaban presentes, que pues los Collas, Chuis y Charcas y demás gente habían habido aquella victoria tan insigne, y desbaratado los enemigos con tantas muertes suyas y de sus capitanes, con cuánta más razón nosotros, hermanos míos, siendo quien somos, tenemos obligación y más precisa de aventajarnos en los que restan como lo hicieron nuestros antepasados, así que con gran ánimo y brío salgamos a Quisquis y Chalco Chima que se nos van acercando, y demos batalla, de suerte que entiendan que no están del todo acabadas las fuerzas de los Yngas, y que ha querido el Hacedor desde Quito donde salieron y han vencido tantas batallas y muerto tantos capitanes y hecho tantas y tan innumerables crueldades que lleguen aquí al pagadero de sus maldades en lo último, cuando esperaban gozar de nuestras mujeres e hijas y robar nuestras haciendas, y que todo esto sea por mi mano para mayor gloria y honra mía.

. Habiendo con estas razones, y otras que les dijo, movido a sus capitanes a nuevos deseos de pelear con más valentía y demostrarse merecedores de los premios que él les había ofrecido, luego Tito Atauchi y Topa Atao, sus hermanos, y Mano Yuro Huaranca, parientes suyos, que con él estaban, y otros capitanes, empezaron a ordenar la gente del ejército por sus naciones dividiéndolos según su modo y traza de pelear, para que no se embarazasen, puestos los escuadrones en el campo, ya que se acercaban Quisquis y Chalco Chima y Ucumari con su gente, aunque tristes del desbarate que en Tauaray había sucedido, salió Huascar Ynga en sus andas a ver sus soldados y escuadrones y la orden que tenían, y viéndole, tocaron luego infinidad de instrumentos militares, que en las batallas suelen usar, de bocinas, flautas, caracoles y huesos, con que él se regocijó, y todos se animaron, preparándose para la batalla, porque ya venían Quisquis y Chaco China a ella, extendiendo sus escuadrones. Allí arremetieron unos contra otros con ánimo y denuedo nunca visto, y con una confusa bocería se empezó la batalla, cayendo a montones de ambas partes, y con un tesón maravilloso duró la contienda, sin mostrarse vencimiento, hasta la tarde, que entonces quiso la fortuna por un día sólo mostrarse favorablemente a Huascar Ynga, que rompió los enemigos y los desbarató, con singular alegría suya, donde murió infinito número de gente de unos y otros, aunque más de los de Atao Hualpa. Estos, como se iban desbaratando, se retiraron muchos dellos a una ladera y cerro, donde había un pajonal grandísimo junto con un montecillo. Visto esto por Huascar Ynga, mandó luego poner fuego al pajonal y monte, y hecho, se quemó mucha cantidad de indios, y los que del fuego escapaban huyendo, iban a dar a manos de la gente de Huascar, que a todos los mataban, sin género de piedad ninguna, y allí murió la mayor parte del ejército de Atao Hualpa, y Quisquis y Chalco Chima. Vista su pérdida y desbarate, recogiendo el restante del ejército se retiraron poco a poco, mostrando rostro a los enemigos, hacia la otra parte del río de Cotamba.

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