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Datos principales


Desarrollo


CAPÍTULO IX De esta manera se completaron los veinticuatro Señores y existieron las veinticuatro Casas grandes. Así crecieron la grandeza y el poderío del Quiché. Entonces se engrandeció y dominó la superioridad de los hijos del Quiché, cuando construyeron de cal y canto la ciudad de los barrancos. Vinieron los pueblos pequeños, los pueblos grandes ante la persona del rey. Se engrandeció el Quiché cuando surgió su gloria y majestad, cuando se levantaron la casa del dios y la casa de los Señores. Pero no fueron éstos los que las hicieron ni las trabajaron, ni tampoco construyeron sus casas, ni hicieron la casa del dios, pues fueron hechas por sus hijos y vasallos, que se habían multiplicado. Y no fue engañándolos, ni robándolos, ni arrebatándolos violentamente, porque en realidad pertenecía cada uno a los Señores, y fueron muchos sus hermanos y parientes que se habían juntado y se reunían para oír las órdenes de cada uno de los Señores. Verdaderamente los amaban y grande era la gloria de los Señores; y era tenido en gran respeto el día en que habían nacido los Señores por sus hijos y vasallos, cuando se multiplicaron los habitantes del campo y de la ciudad. Pero no fue que llegaran a entregarse todas las tribus, ni que cayeran en batalla los habitantes de los campos y las ciudades, sino que se engrandecieron a causa de los Señores prodigiosos, del rey Gucumatz y del rey Cotuhá. Verdaderamente, Gucumatz era un rey prodigioso. Siete días subía al cielo y siete días caminaba para descender a Xibalbá; siete días se convertía en culebra y verdaderamente se volvía serpiente; siete días se convertía en águila, siete días se convertía en tigre: verdaderamente su apariencia era de águila y de tigre.

Otros siete días se convertía en sangre coagulada y solamente era sangre en reposo. En verdad era maravillosa la naturaleza de este rey, y todos los demás Señores se llenaban de espanto ante él. Eparcióse la noticia de la naturaleza prodigiosa del rey y la oyeron todos los Señores de los pueblos. Y éste fue el principio de la grandeza del Quiché, cuando el rey Gucumatz dio estas muestras de su poder. No se perdió su imagen en la memoria de sus hijos y sus nietos. Y no hizo esto para que hubiera un rey prodigioso; lo hizo solamente para que hubiera un medio de dominar a todos los pueblos, como una demostración de que sólo uno era llamado a ser el jefe de los pueblos. Fue la cuarta generación de reyes, la del rey prodigioso llamado Gucumatz, quien fue asimismo Ahpop y Ahpop-Camhá. Quedaron sucesores y descendientes que reinaron y dominaron, y que engendraron a sus hijos, e hicieron muchas cosas. Fueron engendrados Tepepul e Iztayul, cuyo reinado fue la quinta generación de reyes, y asimismo cada una de las generaciones de estos Señores tuvo sucesión.

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