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Desarrollo


CAPITULO IV Del camino e islas que hay desde esta de Santo Domingo hasta el Reino de México La primera isla que hay después de haber salido de la de Santo Domingo es la que ordinariamente llaman Navaza, la cual está 112 leguas de Ciudad de Santo Domingo y está en 17 grados; es isla pequeña. Junto a ella está otra que se llama Jamaica, de 50 leguas de longitud y 14 de latitud. Cerca de ellas suele haber grandes huracanes en la lengua de los propios isleños, quiero decir todos los cuatro vientos principales juntos y que el uno hace fuerza contra el otro: los cuales ordinariamente soplan en esta costa los meses de agosto y septiembre y octubre, por lo cual siempre las flotas que van a Indias procurar pasar aquella costa antes de llegar estos tres meses, o después, por tener experiencia de haberse perdido muchos navíos en aquel paraje y tiempo. Desde esta isla se va a la de Cuba, que está en 20 grados, en la cual está el puerto de la Habana, que está en 23, a cuya última punta, que llaman el Cabo de San Antón, se ponen 200 leguas, y está a 22 grados de altura. Es grande isla y tiene 225 leguas de longitud y de latitud 37. Es habitada de españoles y convertida toda ella a la fe de Cristo, y hay en ella Obispo y conventos de religiosos. Cuando las naos van a la Nueva España, pasan a vista de ellas, y ala vuelta, así las que vienen de ella como las del Perú, entran siempre en el puerto dicho de la Habana, que es muy bueno y seguro, donde se hallan todos los mantenimientos que para provisión de las Flotas son necesarios, unos que produce la propia isla y otros traídos de otras, y hay en particular mucha y buena madera, así para reparo de las naos, como para otras muchas cosas, de la cual traen de ordinario lastradas las naos que vienen de España.

Tiene en esta isla Su Majestad un Gobernador y un Capitán con muy buenos soldados para guarda de ella y de un fuerte que hay en ella, el mejor de todas las indias. Descubrióse esta isla de Cuba el año de 1511 y había en esta isla, que es tan grande como hemos dicho, mucho número de naturales, que ahora hay muy pocos. Hay un río en ella que tiene mucho oro según la tradición de los naturales y lo que dijeron a sus hijos, lo cual echaron en él los naturales de la manera siguiente: Un cacique, que se llamaba Hatuey, que por el miedo de los españoles se pasó a esta Isla de la Española con mucha gente y todas sus riquezas y mucho oro entre ellas: el cual como por relación de otros indios de Santo Domingo, donde él había. sido Rey y Señor, supiese que iban a la dicha isla los españoles, juntó a toda su gente y mucha de la isla, y les hizo un parlamento, diciendo: Dicen por muy cierto que los cristianos pasan a esta isla. Ya sabéis por experiencia lo que han hecho con la gente del Reino de Aitim (que era la isla Española). Lo mesmo harán aca. ¿Sabéis por qué lo hacen? Respondieron: Porque son de su natural crueles. No lo hacen, dijo el cacique, sino porque tienen un Dios a quien adoran, y por haberlo de nosotros nos matan. Cuando dijo esto, sacó un cesto de oro y joyas que había llevado escondido. Y dijo mostrándolo: Este es el Dios que digo. Hagámosle areitos (que son bailes y danzas) y quizá le agradaremos, y mandará a sus súbditos que no nos hagan mal.

Trajeron para esto cada uno lo que tenía en su casa. Y hecho de todo un gran montón, como de trigo, bailaron alrededor hasta cansarse. Y después les dijo el cacique dicho: Yo he pensado bailando que, como quiera que sea, nos han de matar estos que vienen, que lo guardemos o que se lo demos, con codicia de sacarnos más. Echémoslo en el río. Y así lo hicieron de común consentimiento y voluntad. Desde esta Punta de San Antón se camina en demanda del Puerto de San Juan de Lúa (que es en la tierra firme del Reino de México) 230 leguas de la dicha Punta. Hay en todas ellas muy grandes pesquerías, y en especial de unos pescados que se llaman meros, que son tan fáciles de tomar, que en solo un día pueden cargar de ellos, no sólo navíos, sino Flotas, y suele acaecer muchas veces subirlos a la nao y tornarlos a echar en la mar por no tener sal con que salarlos. Pásase a vista de un isla que se llama Campeche, que es un tierra muy fresca que está en el reino de México y es muy bastecida de mantenimientos, y en particular de miel y cera, y tiene 300 leguas de contorno. Es toda la gente de ella convertida a la Ley de Nuestro Señor Jesu Cristo, y hay en ella obispo e Iglesia Catedral Gobernador por su Majestad y conventos de religiosos. A pocos días de haber pasado de esta isla, se llega al Puerto de San Juan de Lúa, en el cual, a causa de tener muchos bajíos, es menester entrar con mucho tiento las naos. Tiene en él Su Majestad un fuerte; está acabado y muy bueno.

Cinco leguas de este Puerto está la ciudad de la Veracruz, adonde es el comercio y contratación y están los oficiales dé Su Majestad. Es tierra muy cálida a causa de estar en 19 grados, pero es muy bastecida de mantenimientos. Solía ser malsana, y agora no se tiene por tanto. No sé si es la causa la mudanza del cielo, o la discreción y buen regimiento de los que en ella viven. Está esta ciudad de la de México, que es la Metrópoli de todo aquel Reino y de donde todo él se nombra, 70 leguas de camino, todo él tan poblado y lleno de pueblos de indios y españoles y de bastimentos, que parece tierra de promisión. Es templadísimo, y tanto, que casi en todo el año ni hace frío ni calor, ni los días exceden a las noches, ni las noches a los días, sino muy poco a causa de estar casi debajo de la línea equinocial. La grandeza de este Reino y algunas particularidades se podrán ver en el siguiente capítulo.

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